domingo, 3 de junio de 2012

William Bunge en Fitzgerald

Continuando con el estudio de algunos hechos destacados en la historia del planeamiento urbano, hoy voy a escribir sobre el origen de los llamados “desembarcos en los barrios”. Es necesario que los más jóvenes sepan de algunas cosas “acaecidas en la prehistoria” (es decir, en el siglo XX) para no estar reinventando continuamente la rueda. No sólo con el objetivo de no repetir lo ya hecho (a veces es muy sano repetir) sino con el de conocer las dificultades de un camino abandonado en su momento pero que, probablemente, se pueda retomar con otras condiciones y en diferentes circunstancias históricas. Pienso que cuando tantos grupos de jóvenes urbanistas están tratando de transitar por la senda de la participación (espero que sea algo más que una moda) es pertinente reflexionar sobre lo que sucedió en Fitzgerald, un barrio de la ciudad norteamericana de Detroit, a finales de los años sesenta y principios de los setenta del pasado siglo veinte.

Bill Bunge en una reunión en Fitzgerald

Habría que advertir previamente que los geógrafos norteamericanos (a diferencia de los españoles) tienen una larga tradición como planificadores. No es el momento de plantear la cuestión profesional del urbanismo y la ordenación del territorio en España (somos el único país de Europa sin carrera de grado en la materia) pero hay que advertir, sobre todo a los arquitectos, que a lo largo del texto, cuando se habla de geógrafos hay que verlos como profesionales de la planificación urbana y territorial. Para poder entender, tanto lo que sucedió en esos momentos en Detroit como la figura de Bunge, habría que decir algo antes sobre los nuevos rumbos de la geografía en Norteamérica a finales de los años cincuenta. En aquellos momentos una serie de geógrafos, sobre todo jóvenes, estaban tratando de convertirla en una disciplina científica. Básicamente mediante la introducción de la estadística y los métodos cuantitativos en el estudio de la distribución espacial de los fenómenos humanos. Esta revolución terminó con la antigua forma de entender su ámbito e introdujo una serie de campos temáticos nuevos.

El primer rapto de la Geografía, los números. Y segundo, el compromiso.
 Señalar en la imagen para verla más grande Geocrítica

La llamada geografía cuantitativa significó un cambio casi revolucionario en la concepción de la disciplina. En el año 1962 Bunge había publicado Theoretical Geography. De este libro (tuvo una segunda edición ampliada en 1966) dice Cox que “tal vez sea el texto seminal de la revolución cuantitativa-espacial”. El libro comienza con un capitulo dedicado a la metodología de la geografía al que sigue otro llamado “Metacartography” en el que trata de la cartografía. Pero, probablemente, el corazón de la obra esté en el capitulo dedicado íntegramente a la teoría del lugar central. En este libro aparecen muchas premoniciones que luego desarrollará la geografía cuantitativa aunque, por supuesto, no había forma de tener previsto el desarrollo de la informática y su influencia posterior. Sin embargo es muy importante conocer estos antecedentes para entender en profundidad lo que va a intentar en Detroit. En el año 1969 Harvey publica Explanation in Geography que es, probablemente, la obra clave de la geografía cuantitativa. Resulta curioso que, tanto Bunge como Harvey, figuras centrales de la geografía cuantitativa, sean también los abanderados de la geografía radical que supone una crítica muy importante a esta forma de entender la disciplina.

Bill y Betty Bunge

William Wheeler Bunge Jr. (Wild Bill Bunge), nace en 1928 en La Cross, Wisconsin, sirve en la Armada durante la guerra de Corea, termina su Master en Geografía en 1955 en la Universidad de Wisconsin y consigue el doctorado en 1960 con una tesis que sería la base de su libro Theoretical Geography, publicación clave de la geografía cuantitativa. Sin embargo, esta orientación, lo mismo que hoy en día "la sostenibilidad”, fue rápidamente asimilada, sobre todo por las empresas privadas. De forma que los llamados “jóvenes turcos”, los geógrafos que abrazaron estas teorías, encontraron empleo en las industrias, en los bancos y en todos aquellos sitios que podían sacar beneficios de una nueva forma de entender el espacio como objeto susceptible de convertirse en dinero. Aunque para ello (y con la disculpa de la organización eficiente de la ciudad) se diera carta de naturaleza a la segregación social y racial o a que los programas de “Renovación Urbana” en realidad se convirtieran en mecanismos de gentrificación. Cuando Bunge encontró trabajo como profesor en la Wayne State University, y se fue a vivir a Fitzgerald (un barrio situado al noreste de Detroit, en una zona intermedia entre el ghetto de la llamada “ciudad de la muerte” y la opulencia de la “ciudad de la abundancia”) se encontró ante un grave problema ético al constatar que los métodos cuantitativos en realidad se estaban utilizando para especular a costa de los más desfavorecidos.

Fragmento de la portada de Fitzgerald: Geography of a Revolution

Bunge se había encontrado con la realidad a la que se refiere Peet cuando afirma que “el desarrollo de la geografía cuantitativa está íntimamente ligado a los intereses industriales y comerciales”. De forma que, a final de los años sesenta, empieza a redactar su libro Fitzgerald: Geography of a Revolution, publicado en 1971, y que supone un cambio de rumbo muy importante respecto a sus planteamientos anteriores. ¿Qué había pasado? Cuando Bunge llega al barrio se da cuenta de los procesos brutales de especulación que se estaban produciendo, acompañados de una fuerte represión, y en lugar de refugiarse en su torre de marfil de la investigación abstracta en la Universidad, decide poner sus conocimientos al servicio directo de la comunidad. La obra relata mediante fotografías, mapas y otros documentos, las transformaciones del barrio. Según Peet el libro se escribe en un momento en el que “la composición racial del barrio, hasta el momento blanca, se vuelve mayoritariamente negra. Los sentimientos que trae consigo este cambio, el papel activo de las comunidades, las luchas contra su transformación en barrio de chabolas, la huida de las zonas de blancos (white flight), el papel de las barriadas desfavorecidas en la ciudad moderna, la discriminación policial y la cuestión del racismo, impregnan el libro de principio a fin”. Esta "fuga blanca" significa también una huida de la base impositiva ya que los impuestos a la propiedad en USA pagan muchos de los servicios sociales. Habría que añadir, además, los problemas que crea este ambiente en la infancia y conflictos institucionales al estar el barrio repartido entre dos organismos con diferente grado de compromiso con los residentes.

El ya célebre mapa de niveles de renta de Detroit

Para poder entender algunas cosas habría que decir que cuatro años antes se había producido la brutal represión de la "Revuelta de los Negros" en Detroit que impacta a Bunge de forma muy importante (a pesar de que, al parecer, en Fitzgerald tuvo menor incidencia), hasta tal punto que la foto que abre la introducción del libro es la de un tanque del ejército federal en medio de una calle al sur de Fitzgerald. Cuenta que “hubo personas asesinadas, golpeadas y violadas. Recuerdo a un niño del barrio acribillado a balazos”. Como dicen Allan Popelard, Gatien Elie et Paul Vannier en “William Bunge, le géographe révolutionnaire de Detroit”, esta revolución a la que alude Bunge debe ser entendida como “la lucha de la clase obrera negra por su emancipación después de la fallida revuelta de 1967. Se trata de analizar la vida de unas personas atrapadas en las contradicciones del capitalismo y la puesta en marcha de estrategias para sobrevivir en un entorno sometido a un proceso de degradación. Esta emancipación del proletariado negro de Detroit es, para Bunge, inseparable de una revolución ‘ecológica’ o ‘biológica’, es decir de una transformación de la relación entre el hombre y su entorno”.

Un tanque al sur de Fitzgerald, julio, 1967

Pero el libro de Bunge no se entendería sin la llamada Expedición Geográfica de Detroit (Detroit Geographical Expedition and Institute, DGEI), una misión cartográfica y educativa de carácter radical llevada a cabo entre 1968 y 1970. La DGEI impartió cursos sobre urbanismo en colaboración con la universidad. Primero con la Wayne State University (donde empezó su labor universitaria en 1962) hasta que le despiden por lenguaje soez. Luego, en 1969 la University de Michigan los patrocina por un año y, por último en 1970 los acoge la Michigan State University. Se facilitaban aulas y materiales y gran parte del profesorado era voluntario. El curso, dirigido sobre todo a los negros de los barrios más deprimidos, estaba controlado directamente por la comunidad. Bunge organizó la DGEI en colaboración con una de sus alumnas, Gwendolyn Warren, una chica negra de dieciocho años activista vecinal que, según Hovarth enseñó a Bunge “un poco de sentido” mientras ella aprendía de éste “un sentido de la escala” (tomado de Mattson). Este enfoque tuvo bastante repercusión atrayendo a expertos de toda USA a las instalaciones libres del campus de la Wayne State University. Las clases se centraron en dos cursos: cartografía y aspectos geográficos de la planificación urbana. El resultado más visible fue un informe a los padres de familia sobre la descentralización de las escuelas.

 Reproducción del artículo de Horvath en Antipode

Es ya famosa la comparación entre este informe producido mediante las enseñanzas de estos cursos (que costó unos 200$) y el realizado por el Consejo de Educación con una ayuda de 350.000$ de la Fundación Ford. El cuadro, reproducido, de un artículo de Horvath publicado en el número 3 de Antipode (1971) puede verse arriba. Las cifras no requieren más explicación sobre las intenciones de cada colectivo a la hora de realizar la descentralización escolar. En este mismo artículo Horvath publica un cuadro de la evolución en el número de estudiantes matriculados en estos cursos que pasan de unos cincuenta en el verano de 1968 a cerca de quinientos en la primavera de 1970. Es en este año cuando termina todo. Bunge es expulsado de la Universidad por “exponer a las chicas blancas a la violación” y “querer reducir la universidad a cenizas”. En realidad había sido incluido en la célebre “lista negra” de radicales del 65 recopilada en 1970 por el House Un-American Activities Committee. Entonces se marcha a Canadá pero esa es ya otra historia. Simplemente para terminar su biografía habría que reseñar que le esperaban otras expediciones en Montreal, Londres, Toronto o Quebec, con nuevos expedientes sancionadores que le llevarían, como provocación, a ganarse la vida como taxista, convirtiéndose en un auténtico y genuino folk geographer.

Fragmento de la conocida “lista negra” Indiemaps
 Bunge, el noveno en la columna de la izquierda

Es casi imposible hablar de Bunge sin referirse a la Geografía Radical, la Unión de Geógrafos Socialistas y la revista Antipode, pero yo lo voy a intentar para que este artículo no se convierta en un libro. También tendría que haber mencionado muchas otras cosas de este personaje tan peculiar. Como, por ejemplo, la publicación de Nuclear War Atlas en 1988, o su último artículo conocido publicado en 1998 (“Where are the Germans?”) en un número de Northstar Compass dedicado ¡a restablecer el estado socialista en la Unión Soviética! Sin embargo quería centrarme en la DGEI como un nuevo método de abordar la relación del planificador físico con la sociedad y una forma diferente de enfocar la enseñanza y la investigación en planificación urbana. Y ello, independientemente, del ámbito disciplinar de la geografía en el que no debería entrar muy a fondo ya que me encuentro bastante más inseguro que en el mío. Pero tampoco querría dejar de mencionar su forma de entender la disciplina. Frente a una geografía universitaria basada en el “trabajo de gabinete” con datos numéricos, vaciados bibliográficos y teorías abstractas, propone la vuelta al “trabajo de campo” y contacto con la realidad social. 

Gwen Warren (a la derecha) colaboradora de Bunge en la DGEI

Desde mi punto de vista la importancia de la DGEI radica en que ofrece un enfoque distinto (eso sí, radical) de la participación en cuestiones relacionadas con el planeamiento. Dice Horvath en el artículo mencionado en el párrafo anterior que “Bunge quería investigar acerca de la sociedad negra pero, a la vez, pensaba que ésta tenía que aprender a hacerlo por su cuenta”. Esta forma de plantear la participación (como una suerte de “investigación en la acción”) no se limitó a proponerla de forma teórica, sino que la llevó a la práctica. En realidad, tal y como dicen, Popelard, Elie y Vannier: “El programa de investigación de Bunge es, en sí, una revolución. Se trata de invertir el orden de prioridades: la investigación no debe estar guiada por objetivos académicos, sino por la dimensión práctica del compromiso del geógrafo, de estar con la población que estudia”. Si en lugar de hablar “del compromiso del geógrafo” hablamos del “compromiso del planificador” o de “compromiso del investigador” podrá entenderse claramente cual es la intención que me ha movido a escribir este artículo.

Niño negro solo en el patio del colegio de Fitzgerald

En realidad ¿qué hizo Bunge en Fitzgerald? La descripción del proceso de “inmersión” en el barrio aparece en varios textos y su resumen es sencillo: primero contactó con las organizaciones vecinales, trabajó codo con codo con ellas e intentó poner sus conocimientos al servicio de la comunidad. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, en realidad, las personas con las que había trabajado sabían bastante más del barrio que él. Entonces les enseñó a sistematizar sus conocimientos, a construir mapas con ellos, a analizarlos con herramientas que desconocían. Es decir, formó geógrafos populares (folk geographers), dotándolos de las herramientas necesarias para poder entender que sucedía en el barrio y ver con sus propios ojos como, en realidad, Fitzgerald estaba siendo objeto de especulación por parte de los agentes urbanizadores y los propietarios. También el camino para poder salir de esta situación. Era otro mundo, frente a la actitud de aquellos geógrafos cuantitativos (insisto, léase planificadores o urbanistas) puestos al servicio de los especuladores y las empresas de urbanización, cuyo objetivo prioritario era la obtención de beneficios económicos. Por supuesto que no todos los geógrafos cuantitativos servían a la especulación y además, parte de las teorías cuantitativas están en la base de la geografía radical. Es decir, no es que la geografía cuantitativa sea mala ni buena sino que, probablemente y en determinadas condiciones, es más fácil de utilizar por aquellos que van en busca de las llamadas "rentas no productivas".

Siete veces más para los adultos que para los niños
 Alguno de los mapas más experimentales de Bunge

Es evidente que la propuesta de Bunge y la experiencia de la DGEI tienen sus limitaciones. Casi todas derivadas de la imposibilidad de llevar este tipo de expedición a ámbitos mayores que el barrio. Pero sí que podemos extraer algunas enseñanzas útiles para la situación actual, independientemente de los planteamientos políticos de Bill, con los que se podrá coincidir o no, pero que actualmente no parece que supongan una solución aceptable (aunque la verdad es que no se ven demasiadas soluciones, aceptables o no, a los problemas de hoy). En su ámbito, Bunge proponía una revolución. A pesar de las dificultades de admitir el hecho revolucionario en una sociedad como la actual, lo cierto es que todas las revoluciones han supuesto, como mínimo, un revulsivo al status vigente. Y los propios sistemas necesitan a veces estos revulsivos para depurar sus “códigos erróneos”. Esto puede producirse a muchos niveles. Desde el personal (nuestras vidas privadas necesitan, a veces, un replanteamiento global, bien de los presupuestos, bien de la praxis) hasta el social, en relación directa con la política y las ideologías. Pero también las propias disciplinas es bueno que, cada cierto tiempo se vean sometidas a sacudidas más o menos violentas. De la propuesta de la DGEI ya han sido asumidos algunos planteamientos en diversos ámbitos como la enseñanza o la investigación en planificación.

Actividades locales colectivas

De los relacionados con el urbanismo podríamos destacar dos. El primero es la necesidad del contacto con la realidad. Los números, las teorías, los indicadores, son útiles pero, dada la complejidad del fenómeno urbano, siempre pueden quedar ocultos aspectos fundamentales o críticos que solo el trabajo de campo es capaz de proporcionar. Lo cierto es que Bunge entendía este trabajo de campo como una forma de activismo, lo que implicaba un compromiso político con los ciudadanos. Sin llegar a esos extremos (o llegando si es necesario) la visión del urbanista es imprescindible que incluya como fundamental este contacto con la realidad. Casi una inmersión o un "bautizo" en la comunidad. La segunda es la constatación de que, si se producen las condiciones adecuadas, los propios residentes son los que mejor conocen el sitio en el que viven. Por tanto, una de las labores fundamentales del urbanista en materia de participación es la de suministrar a los vecinos los instrumentos adecuados para que puedan analizar y sistematizar por sí mismos la realidad que habitan. Si Bunge lo pudo hacer en Fitzgerald con una sociedad casi sin estudios, con problemas infinitos para sobrevivir, es que se puede. Claro que, para eso, es imprescindible una palabra que nos cuesta mucho pronunciar: compromiso. Sé que no está de moda, pero un profesor no puede renunciar a que sus alumnos conozcan que existe, estando además convencido de que es la base de buena parte de las soluciones de los problemas que nos urge resolver.

La gente que diseña no sabe realmente para quien diseña
 Owen Klugel, planificador de Fitzgerald

Por cierto, si alguien está interesado en conocer la situación actual de la ciudad de Detroit (bueno, la situación en el 2010) puede leer el artículo de Popelard y Vannier en Le Monde Diplomatique titulado “Detroit, la ville afro-américaine qui rétrécit”. Puede encontrarse con cosas como una tasa de paro en el 2009 del 28,9% (la oficial, la real se estimaba en el 40%). Sorpresas de la vida, o “quien no se consuela es porque no quiere”. Lo digo porque la tasa de paro en España a día de hoy está sobre el 25%, décimas arriba o abajo. Si a esto añadimos que el analfabetismo funcional roza el 50% y que la ciudad ha perdido casi un millón de habitantes desde los años cincuenta, puede ser interesante ver como enfocan estos problemas a día de hoy. Quien tenga interés puede visitar la página del Detroit Works Long Term Planning para hacerse una idea de como se está intentando conectar con la población. En esta página se comunican los resultados de cinco equipos de investigación que están trabajando en el tema. Por último, para los que quieran conocer el caso tan singular de Detroit y como se ha llegado a esta situación pueden leer el Ci[ur] nº 63 de Beatriz Fernández Águeda titulado "Evolución urbana y memoria de la ciudad industrial. Futuros para la ciudad de Detroit". Mi intención era haber escrito sólo sobre Fitzgerald pero, al final, me resultó inevitable hacer una referencia a la ciudad. Un consejo, aquellos que no conozcan Detroit y que quieran ver una "ciudad (no me sale el calificativo, digamos que alucinante)" les aconsejo que se den un paseo por su calles mediante Street View que es un modo de viajar barato y sostenible.

Evolución de la superficie urbana de Detroit Ci[ur] 63

Bueno, para terminar os animo a que leáis algunos de los textos que figuran abajo. A su recopilación, y a entender la situación actual de la ciudad, me ha ayudado María José Arquero, una de mis mejores alumnas de doctorado que está ahora de Assistant Professor de Arquitectura y Planeamiento Urbano y Regional en el Taubman College de la Universidad de Michigan. No es sencillo encontrar en Internet cosas sobre William Bunge (no hay más que ver lo que aparece en la Wikipedia) pero no podéis dejar pasar tres enlaces fundamentales. En español, el artículo de Kirk Mattson en Geocrítica. En inglés el de Indiemaps con multitud de enlaces interesantes. Y en francés el de Allan Popelard, Gatien Elie et Paul Vannier. Abajo tenéis los enlaces.Todas las imágenes que aparecen en el artículo sin citar procedencia son del libro de Bunge, Fitzgerald: Geography of a Revolution.

Materiales básicos
  • Mattson, Kirk. “Una introducción a la geografía radical”, Geocrítica, nº 13, enero de 1978.
  • Allan Popelard, Gatien Elie et Paul Vannier. “William Bunge, le géographe révolutionnaire de Detroit”, en Les Blogs du Diplo, Le Monde Diplomatique, 29 de diciembre de 2009.
  • La mayor cantidad de información se puede encontrar en el artículo “Wild Bill Bunge” de 16 de marzo de 2010 en Indiemaps.
  • Por supuesto, los libros de Bunge citados: Theoretical Geography. Lund, Sweden: Gleerup. (1962); Fitzgerald: Geography of a Revolution. Cambridge, Mass.: Schenkman Pub. (1971); Nuclear War Atlas. New York, Basil Blackwell Inc. (1988).
Artículos de interés
  • Bunge, W y Peirce F L. (1974) "Fitzgerald from a distance", Annals of the Association of American Geographers, Vol. 64, No. 3, pp. 485-489.
  • Cox, K.R. (2001). “Classics in human geography revisited: Bunge, W., Theoretical Geogarphy”, en Progress in Human Geography 25(1): 71-73.
  • Gómez de Mendoza, J. (1988), “Las expediciones geográficas radicales a los paisajes ocultos de la América urbana”, en Viajeros y paisajes, Alianza Editorial, Madrid, pp. 151-174.
  • Horvath, R. J. (1971), “The ‘Detroit Geographical Expedition and Institute’ Experience”, en Antipode. A Radical Journal of Geography, vol. 3, nov, pp. 73-85.
  • Peet, R. (1977), “The development of the radical geography in the United States”, en Peet, R (Ed.): Radical Geography, alternatives viewpoints on contemporary social issues, Maaroufa Press, Chicago.
  • Popelard, A. et P. Vannier, (2010-2011), “Detroit, la ville qui rétrécit”, en Manière de voir. Le Monde diplomatique, núm. 114, Paris, pp. 54-55.