sábado, 19 de diciembre de 2009

Cambio climático y revisión por pares

He tardado mucho tiempo en escribir este artículo porque me he resultado difícil. En principio pensaba basarme en la conferencia que pronuncié en la FEMP el pasado mes de noviembre sobre Urbanismo y Cambio Climático. Pero luego me pareció que como se aproximaba la Cumbre de Copenhague, podría reconducir el tema en este sentido. El problema es que me puse a buscar información y encontré un asunto que siempre había dejado a un lado (pero que es el apoyo directo de toda esta cuestión): el IPCC, siglas en inglés del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change). Y digo problema porque de inmediato lo relacioné con la investigación “científica”, sus filias, sus fobias y sus desvaríos. La consecuencia fue que todo lo demás quedó en un segundo plano y me centré en tratar de conseguir una explicación lo más racional posible sobre la organización, funcionamiento y significado de la producción de informes de este organismo. Claro que antes tuve que desentrañar el complicado laberinto de siglas en que se desenvuelven estas cuestiones y que hacen todo todavía más complicado. Pienso que tan sólo este objetivo (el de desentrañar las siglas) tiene ya de por sí interés.

IPCC, 2007, Informe del Grupo de Trabajo I (IPCC AR4)

El IPCC fue creado en el año 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y participan los estados miembros de ambas organizaciones. Su finalidad no es realizar investigación directa sino elaborar informes basados en investigaciones ya realizadas. Se apoya básicamente en aquellos trabajos que están sometidos al sistema llamado de revisión por pares (peer review). Dado que esta forma de controlar la calidad de los trabajos es ya tópica en la investigación científica y parece que todo aquello que se somete a este sistema es la verdad absoluta me gustaría dedicar algunas líneas a su análisis. Su fundamento consiste en someter el trabajo, frecuentemente un artículo para publicar en una revista especializada o un proyecto destinado a conseguir financiación, al análisis de uno o más expertos en la materia (normalmente dos o tres). Este proceso tiene varios puntos críticos que me gustaría comentar.

Equilibrio anual y mundial de energía (IPCC AR4)

El primero se refiere a la selección de los revisores. Se supone que han de ser conocedores del área de conocimiento del trabajo a evaluar, por lo menos de la misma categoría científica del autor o autores del trabajo y que no tengan ningún conflicto de intereses con ellos. Si a esto añadimos que normalmente se trata de una labor no remunerada y que además, desde el punto de vista ético, siempre existe el peligro de que se les pueda acusar de aprovecharse de las ideas contenidas en la investigación, ya puede comprenderse la dificultad de encontrar revisores. Esta dificultad es un inconveniente muy importante de este método de evaluación. Durante bastantes años he dirigido la revista de Cuadernos de Investigación Urbanística que, en su última etapa ha adoptado este sistema y tengo muy claro que esta es una dificultad a veces casi insalvable y que imposibilita, en algunos casos, una correcta evaluación ya que hay que recurrir a revisores no totalmente idóneos para conseguir, por lo menos, un arbitraje que permita tener una idea del interés y rigor del trabajo. En algunas revistas, para salvar esta dificultad se le solicitan al autor o autores nombres de personas que entienden podrían evaluar el trabajo (!)

Sistema climático, procesos e interacciones (IPCC AR4)

Normalmente el artículo a evaluar se envía al revisor de forma anónima pero es inevitable que, en determinadas áreas de conocimiento, simplemente con la lectura de la primera página el revisor ya sepa quien es el investigador o el equipo que lo ha redactado. Igualmente, en la mayor parte de los casos, también los revisores están protegidos por el anonimato y, de cualquier forma, no conocen quienes son los otros árbitros. De forma que este procedimiento de arbitraje no es por acuerdo como el que se puede adoptar en un tribunal sino por “discrepancia”. Hay que decir que el anonimato del revisor es un arma de doble filo ya que, por un lado, le protege de manifestarse libremente pero, por otro, tapa con un manto de obscuridad cualquier anomalía o informe interesado que se produzca en la evaluación. Es verdad que, para eso está la confrontación con el resto de evaluaciones. Pero en determinadas ocasiones cuando el resto de revisores hacen una evaluación “media”, el informe del evaluador “interesado” puede ser determinante. Por eso en algunas revistas se empieza a incluir no sólo el artículo tal y como queda la final, sino también las evaluaciones firmadas y el original. De forma que las evaluaciones pasan a formar parte del mismo y los evaluadores adquieren casi la categoría de coautores.

Modelo simplificado del efecto invernadero (IPCC AR4)

De cualquier forma la decisión final sobre la publicación corresponde al editor (normalmente el Consejo de Redacción) y aquí hay otro problema. En algunas publicaciones o, por ejemplo comunicaciones presentadas a Congresos, un exceso de buenos originales hace que se queden fuera algunos trabajos que cumplen de sobra los mínimos para ser publicados. Y en otros casos se acepten sin cumplir claramente estos mínimos. Incluso en una misma revista esto puede depender del momento temporal específico. Para terminar el tema de la revisión por pares me gustaría mencionar otra cuestión que es la relativa al propio informe. Típicamente la conclusión de la evaluación puede ser de tres formas: admitir íntegramente el trabajo, rechazarlo, o devolverlo al autor acompañado con una serie de recomendaciones para que lo modifique. Se supone que si lo modifica en el sentido propuesto ya se puede publicar. En algún caso me han llegado trabajos para su evaluación en la que el editor ofrecía una cuarta alternativa: que el autor lo revisara a fondo para ser sometido a otro proceso de revisión con los antecedentes del arbitraje anterior.

Gases efecto invernadero, últimos 2000 años (IPCC AR4)

En definitiva, se trata de un sistema claramente imperfecto pero que, como en el caso que siempre se ha dicho de la democracia, es el menos malo de los posibles. Lo que quiero decir con ello es que hay que admitir, con reservas, que existe una cierta certeza de que las ideas contenidas en estos trabajos sometidos a revisión por pares no son un montaje interesado. Ello no significa que no se puedan producir anomalías (incluso que se produzcan de forma sistemática) pero, por lo menos, indican un cierto control de calidad del trabajo que se sitúa en un ámbito distinto al de un artículo de un periódico (casi enteramente basado en la ética del periodista) o de lo que se escribe en miles de blogs o páginas web en la red. Sin embargo esta es sólo la primera parte. La segunda es la publicación en sí. Es decir, el someter ante la comunidad científica el trabajo y su valía. Esta debería de ser la verdadera prueba de fuego. Por desgracia, muchas veces es muy complicado acceder a los datos de partida o reproducir el experimento en unas condiciones similares, de forma que la certeza absoluta está excluida del método. Mejor sería hablar de probabilidades.

Nivel medio del mar y su proyección futura (IPCC AR4)

Bien, con base en investigaciones sometidas a este sistema, el IPCC desde su creación ha elaborado cuatro informes. El primero, First Assessment Report (FAR) de 1990 sirvió de base a la Convención Marco sobre el Cambio Climático (CMCC) de 1994. El segundo, Second Assessment Report (SAR) de 1995, se utilizó para interpretación de las propuestas de la CMCC y también como material de trabajo para el Protocolo de Kyoto. El tercero, Third Assessment Report (TAR) se publicó en 2001. Y el cuarto, Assessment Report 4 (AR4) de 2007 es el que, con una pequeña actualización en 2009 ha servido de base para los trabajos de la Cumbre del Cambio Climático de Copenhague. Ya puede comprenderse la extraordinaria importancia que han tenido (y tienen) estos informes y las implicaciones de todo tipo que se derivan de sus conclusiones. En 1992 se publicaron informes suplementarios. Además existen trabajos especiales destinados a temas concretos como Usos del Suelo, Aviación, etc., Guías e Informes metodológicos. A su vez cada uno de los cuatro informes de evaluación se acompañan de los correspondientes a los tres grupos de trabajo: evaluación científica, impactos y mitigación.


El AR4 se puede encontrar ya traducido al español en esta página del IPCC. Consta de un Informe de Síntesis, una Base de Ciencia Física, un volumen de Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad y otro de Mitigación de los efectos del Cambio Climático. Todos tienen un altísimo interés y recomiendo su lectura. Particularmente para aquellos que nos dedicamos a la planificación y la arquitectura, el publicado por el grupo de trabajo III referente a la Mitigación plantea cuestiones importantes. Me parecen de lectura necesaria los apartados 5 (Sector del transporte y su infraestructura), 6 (Sector de edificios residenciales y comerciales) y 10 (Sector de gestión de desechos). Pero es en el informe de síntesis donde se establecen los principios de la discusión.

Informes de los grupos de trabajo II y III (IPCC)

Básicamente existen dos afirmaciones que podrían resumir todo su planteamiento. La primera es que se está produciendo una modificación en el clima terrestre, y la segunda es que esta modificación está originada por causas humanas. En la literatura referente a esta cuestión parece que la expresión “cambio climático” se reserva para el cambio producido por causas humanas mientras que “variedad natural del clima” se refiere a causas naturales. Ahora no es momento de discutir si las causas humanas no son naturales, etc., pero parece que se va asentando esta distinción. Sobre todo desde que en el artículo 1 de la CMCC se lee: “Por cambio climático se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”. A veces, probablemente, para que aparezca la distinción con mayor claridad, se habla de “cambio climático antropogénico”. Este cambio climático no sólo se manifiesta en lo que se ha venido llamando calentamiento global sino en todos los demás factores del clima tales como precipitaciones o soleamiento.

Cambio en la temperatura, finales del siglo XXI (IPCC)

¿Cómo ha llegado el IPCC a estas conclusiones? Mediante la aplicación de modelos a los datos obtenidos por otros y sometidos al sistema de revisión por pares. El clima es uno de los sistemas más complejos y su estudio mediante modelos es la metodología más adecuada que, hasta el momento, han encontrado los climatólogos. Sin embargo esta técnica trae consigo, inevitablemente, la posibilidad de planteamientos alternativos de los que se derivan conclusiones distintas. De tal forma que la hipótesis fundamental del IPCC ha sido cuestionada desde el momento mismo de su propuesta. Esta controversia ha tenido dos momentos críticos. El primero se refiere a la discusión sobre el gráfico llamado del “palo de hockey”. Y el segundo a la filtración de cientos de correos electrónicos de investigadores de la Climatic Research Unit (CRU) departamento de la Universidad inglesa de East Anglia, episodio conocido como “Climagate”.

Gráfico del MBH98 (base Wikipedia)

En los años 1998 y 1999 Michael Mann, Raymond Bradley y Malcolm Hughey firman un trabajo (MBH98) en el que reconstruyen las temperaturas de la Tierra en los últimos mil años. El artículo en inglés se puede encontrar aquí. En el gráfico resultante puede verse como las temperaturas presentan un comportamiento bastante homogéneo hasta llegar al último siglo en el que se disparan semejando la figura de un palo de hockey puesto en horizontal. Pues bien, este trabajo influye de forma notable en los acuerdos del Protocolo de Kioto y en el tercer informe del IPCC. Para su reconstrucción de las temperaturas el MBH98 utiliza medidas termométricas sólo para el siglo XX (que es cuando existen) y, para el resto del período utiliza sistemas indirectos como el crecimiento de los anillos de los árboles, núcleos de hielo, perforaciones de los corales, etc. Sin embargo, el propio IPCC en sus informes de 1990 (FAR) y 1995 (SAR), identifica dos sucesos climáticos en el pasado milenio. El primero, conocido como “El período cálido medieval” (PCM) del año 800 al 1300, y el segundo “La pequeña edad del hielo” (PEH) desde el 1300 al 1900, que desaparecen o son irrelevantes en el MBH98. A pesar de ello, y se supone que basándose en evidencias científicas, el informe del IPCC del 2001 (TAR) consagra el MBH98 como esencial para sus planteamientos olvidándose de los PCM y PEH.

Versión de McIntyre y McKitrick, según Tim Patersson (Estrucplan)

El 28 de octubre de 2003 en Energy and Environment Steve McIntyre y Ross McKitrick publican un artículo en el que pretenden demostrar que el MBH98 es cualquier cosa menos un trabajo científico. Sus apreciaciones (en inglés) pueden leerse aquí. Según Tim Patersson: “Corrigiendo y actualizando la base de datos proxy usada por Mann y sus coautores, y luego repitiendo la metodología de Mann, McIntyre y McKitrick mostraron que el estudio MBH98 de hecho revela que la tendencia de las temperaturas de fines del siglo 20 en el hemisferio Norte no es excepcional cuando se la compara con los siglos anteriores. Al hacerlo, ellos demostraron que el llamado riguroso proceso de revisión del Informe 2001 del IPCC fracasó de manera miserable, dándole a un trabajo altamente fallido una prominencia central en su Informe 2001 del IPCC” ("El funeral de Kioto", Financial Post, October 29, 2003).

Serie de temperaturas de Tingley y Huybers (base Scientific American)

Pero la cuestión no termina aquí. Hace un par de meses Tingley y Huybers han publicado en Scientific American un artículo que demuestra, mediante una metodología distinta, que las conclusiones del MBH98 no estaban muy descaminadas. Esta investigación se centra en los últimos seiscientos años y afirma que, a pesar de que existe una variabilidad no detectaba por el MBH98 correspondiente a los quinientos primeros años, confirma el aumento de temperaturas experimentado en el siglo XX (hasta tal punto que el decenio más caluroso ha resultado ser 1990 y el año 1995) y que, muy probablemente, el cambio climático sea el resultado del creciente consumo de petróleo. Y esto seguro que no ha terminado aquí. Existe una controversia científica evidente, solapada con otra de carácter político e ideológico muchas veces sustentada por determinados medios de comunicación. Esto es muy evidente en el segundo de los momentos críticos a los que aludía al comenzar el artículo. Lo que se conoce con el nombre de “Climagate” aunque debido a que se trata, desde mi punto de vista, de un burdo intento de manipulación, le voy a dedicar poco espacio.

“Climagate” y teoría de la conspiración (Liberación Ahora)

En noviembre de 2009 uno de los servidores de la CRU de la Universidad de East Anglia situada en Norwich (Inglaterra) se supone que fue hackeado. “Alguien” (no se sabe si un miembro de la propia Unidad o ajeno a la misma) difundió alrededor de 60 megabytes de archivos confidenciales, incluyendo más de mil correos electrónicos. Los opositores a la teoría del Cambio Climático dicen que hay pruebas abundantes de la manipulación de datos. El Director de la CRU dice que son ridículas las afirmaciones a este respecto y, en general, algunos de los científicos implicados entienden que la mayor parte de las citas están sacadas de contexto y, en muchos casos, dicen justamente lo contrario de lo que los opositores de la teoría dan a entender. Todos los que nos hemos dedicado a la investigación sabemos como se desarrolla en equipo un trabajo de este tipo, como se van cambiando las hipótesis iniciales, como se intentan probar las contrarias para validad las originales, etc. Además, el hecho de que se hayan difundido justo antes de la Cumbre de Copenhague todavía lo hace más sospechoso. Aunque de verdad existieran estas manipulaciones parece tan burda la instrumentalización del tema que el intento que no merece más comentarios.

Del articulo “Climagate o montaje negacionista” (MyComputer)

Como puede observarse el funcionamiento del sistema científico es bastante singular. La ciencia avanza mediante la controversia. Esto es algo que no parecen entender muchos periódicos (generalmente de forma interesada) que pretenden que la ciencia ofrezca respuestas que no puede ofrecer. En el mundo científico no existen “certezas” como tales sino “estados del arte” en momentos históricos específicos. La ciencia nunca podrá sustituir a la política en la toma de decisiones porque su finalidad no es la toma de decisiones. Como mucho, podrá orientar para que los políticos encuentren la decisión más adecuada suministrando datos que, a veces, son muy discutibles por el hecho de estar sometidos a controversia. El político habrá de tomar estos datos con las debidas precauciones sobre todo cuando se refieren a “qué ocurrirá”. Es decir, cuando se plantean escenarios de futuro. El problema en este caso es que, además del escenario científico, está el escenario mediático.

Los glaciares en retroceso, Glaciar Balmaceda, Chile, (Lui)

Los escenarios mediáticos a veces se suelen corresponder con intereses espúreos. La pregunta sería ¿qué intereses hay detrás de los que afirman que el cambio climático no es más que un montaje? En mi opinión son obvios: petroleras, burguesías confortablemente asentadas en sus niveles de consumo, países dominantes que pretenden seguir siéndolo o medios de comunicación (y comunicadores) a sueldo de los anteriores. En el lado contrario ¿Qué intereses defienden los que piensan que el cambio climático es posible y que sería bueno adoptar precauciones? Sinceramente no se me ocurren demasiados que parezcan convincentes. También sería razonable pensar que en un mundo muy cerrado como es el de la investigación científica, las cuestiones personales (despecho, reconocimiento, odio) pueden llegar a tener un papel importante a la hora de intervenir en las controversias y utilizar el sistema mediático para su propio beneficio, a pesar de que el tiempo generalmente termine por hacer justicia. Pienso que el Cambio Climático no es más que una parte (probablemente una de las más alarmantes para todos) del problema. Y el problema es que hemos entrado en un periodo de insostenibilidad en el planeta. Cerrar los ojos, aludir al catastrofismo, a los costes económicos de las medidas a tomar, etc., no conduce a nada. Lo más sensato, en períodos de crisis como el que vivimos, es trabajar pensando que nuestras acciones sean lo menos irreversibles que seamos capaces de conseguir, de forma que si nos equivocamos, sea posible recomponer lo estropeado.