martes, 3 de septiembre de 2013

Maurice Halbwachs, la memoria colectiva

En pocos días empieza un nuevo semestre. El ritmo tradicional de los cursos académicos de un año ya se ha olvidado, sustituido por un sistema acelerado que, prácticamente, impide una relación mínima entre profesor y alumno. Pero no se trata de quejarse demasiado, el sistema tiene otras ventajas como, por ejemplo, la cantidad de cosas variadas que se pueden impartir en doce meses. En mi caso concreto estoy de suerte, a partir de septiembre (y hasta enero) la temática con la que he de enfrentarme en dos de las asignaturas que me corresponden es bastante parecida. Una de grado, Paisaje y Territorio, y otra de postgrado, La Protección del Patrimonio Urbano. He estado pensando qué artículo podría escribir que sirviera de introducción a ambas y que tuviera que ver con algunos de los temas que me preocupan actualmente. Lo mejor en estos casos es recurrir a los clásicos. La identidad, lo local, el lugar, todo parece que me conduce directamente a la figura del sociólogo francés Maurice Halbwachs, que fue quien propuso y desarrolló el concepto de memoria colectiva.

Maurice Halbwachs  MediHal

Aunque Halbwachs nació en Reims en 1877 su familia se trasladó muy pronto a París. Estudió el bachillerato en el liceo Henri IV donde tuvo como profesor a Bergson. Su influencia fue determinante en su vida, al ser alumno suyo desde 1894 hasta 1901 (ya que lo fue también en la École National Supérieure). Hasta tal punto que su madre, cuando recibió Les Cadres sociaux de la mèmoire, le escribió diciéndole: “estoy emocionada de verte casi colaborando con Bergson que fue tu demonio personal de juventud”. A raíz del caso Dreyfus se acerca al socialismo y conoce a Simiad que le presenta a Émile Durkheim, la otra influencia básica en su obra. Halbwachs, doctor en letras y en derecho, fue sucesivamente profesor de filosofía en Caen, de sociología en Estrasburgo, y desde 1935 catedrático en La Sorbona. Por cierto, que su tesis de derecho publicada en 1909 se tituló Les expropiations et le prix des terrains à Paris de 1860 a 1900. Como puede verse, el urbanismo no era ajeno a sus preocupaciones.

Campo de Buchenwald, 14 de abril de 1945 
 Muertos apilados en un remolque  Wikipedia Commons

En 1938 es nombrado presidente del Instituto francés de sociología y en 1944 es elegido para la cátedra de psicología colectiva en el Colegio de Francia. Pero en julio de ese año es detenido por la Gestapo. Muere de inanición en marzo de 1945 en el campo nazi de Buchenwald. Jorge Semprún, compañero suyo en el campo, describe así su muerte: “Busqué en el fichero central de la Arbeitsstatistik el casillero correspondiente a su número. Saqué la ficha de Maurice Halbwachs, borré su nombre: un vivo podría ahora ocupar el lugar de ese muerto. Un vivo, quiero decir: un futuro cadáver. Hice todos los gestos necesarios, borré cuidadosamente su apellido, Halbwachs, su nombre de pila, Maurice: todas sus señas de identidad. Tenía su ficha rectangular en la palma de la mano, volvía a estar blanca y virgen: otra vida podría inscribirse en ella, una muerte nueva. Contemplé la ficha virgen y blanca, mucho rato, probablemente sin verla. Probablemente tan sólo veía en aquel instante el rostro ausente de Halbwachs, mi última visión de ese rostro: la máscara cerosa, los ojos cerrados, la sonrisa de más allá” (Semprún: La escritura o la vida, Tusquests, 2007).

Jorge Semprún en Buchenwald (1995)  laregledujeu

Halbwachs había dejado sin publicar un libro que salió a la luz póstumamente, La mémoire collective (La memoria colectiva). En el artículo de hoy me voy a referir a este libro y a otro publicado en el año 1925 titulado Les cadres sociaux de la mémoire (Los marcos sociales de la memoria). Ambos ponen las bases de lo que será otra forma de ver la memoria, distinta a la de San Agustín o a la Bergson, ambas centradas casi exclusivamente en la memoria individual. Se puede decir que aplica los principios sociológicos de Durkheim al concepto de la memoria de Bergson. El resultado, que ya se dibuja en Los marcos sociales de la memoria, supone la irrupción del concepto de memoria colectiva que tanto recorrido ha tenido posteriormente. Según su análisis, la memoria está formada por unos “marcos sociales”, bien de carácter general (lenguaje, espacio, tiempo) o específicos, que hacen posible el recuerdo. Se aleja, por tanto, de las propuestas de Bergson y contraponiéndose a ellas, plantea que no es posible una memoria individual pura y que lo que llamamos memoria tiene siempre carácter social.

Portadas de La memoria colectiva y
de Los marcos sociales de la memoria

Escribe en Los marcos sociales de la memoria: “Podemos recordar solamente con la condición de encontrar, en los marcos de memoria colectiva, el lugar de los acontecimientos pasados que nos interese. Un recuerdo es tanto más fecundo cuando reaparece en el punto de encuentro de un gran número de esos marcos que se entrecruzan y se disimulan entre ellos. El olvido se explica por la desaparición de esos marcos o de una parte de ellos, siempre y cuando nuestra atención no sea capaz de fijarse sobre ellos, o sea fijada en otra parte (la distracción es a menudo la consecuencia de un esfuerzo de atención, y el olvido es casi siempre el resultado de una distracción). Si bien el olvido o la deformación de algunos de nuestros recuerdos se explica también por el hecho de que esos marcos cambian de un periodo a otro. La sociedad, adaptándose a las circunstancias, y adaptándose a los tiempos, se representa el pasado de diversas maneras: la sociedad modifica sus convenciones”.

“El pensamiento social es esencialmente una memoria” (Halbwachs)  wikiversity

Es este libro analiza la memoria colectiva de la familia, de los grupos religiosos y de las clases sociales. Termina afirmando que: “por lo tanto se deduce que el pensamiento social es esencialmente una memoria, y que todo su contenido no es más que recuerdos colectivos”. En 1939 publica un artículo titulado “La mémoire collective chez les musiciens” (La memoria colectiva en los músicos) para demostrar que un sistema lingüístico como el musical, ajeno al hablado, podía también organizar marcos sociales de la memoria. En 1941 aparece La topographie légendaire des Évangiles en Terre Sainte (Topografía legendaria de los evangelios en Tierra Santa) donde plantea la importancia del espacio para inscribir la memoria. Se trata de un trabajo clave para el análisis de cómo se localiza la memoria colectiva en lugares concretos y debería haberse traducido al castellano aunque no tengo constancia de que tal traducción exista, o por lo menos, yo no la he encontrado. Relaciona los relatos evangélicos de los sitios y los recorridos con testimonios de viajeros, historiadores y arqueólogos. Aunque escribió otros textos importantes (como La classe ouvrière et les niveaux de vie o también Les Causes du suicide) están menos relacionados con nuestro tema.

Jerusalén, el muro de las lamentaciones  mi9

En 1950, cinco años después de su muerte, se publica La memoria colectiva. Como de este libro sí que hay traducción al español es la que voy a seguir. La edición, de 2004, es de Prensas Universitarias de Zaragoza y se basa en la 2ª edición, de 1968, de Presses Universitaires de France. Se incluye, como anexo, el artículo ya comentado de “La memoria colectiva en los músicos” publicado en la Revue philosophique. Como todas las obras póstumas esta también tiene algo de inacabada. La obra está dividida en cuatro capítulos que relacionan la memoria colectiva con la memoria individual, la historia, el tiempo y el espacio. Todos ellos plantean numerosos interrogantes y buena parte de sus afirmaciones se han puesto en revisión posteriormente. Incluso desde el mismo momento que propone el concepto de memoria colectiva (por ejemplo, por parte de su compañero Marc Bloch). Sin embargo, sienta las bases de una línea de pensamiento muy fecunda y pone sobre la mesa los aspectos básicos de una discusión que, posteriormente, afectaría a muchos campos del conocimiento.

El recuerdo del mundo rural  diariodenavarra

El primer capítulo está basado en Los marcos sociales de la memoria y sirve para introducir el concepto de memoria colectiva. De todas formas, aunque luego se le acuse de centrarse en la memoria colectiva y negar, en la práctica, la posibilidad de una memoria individual, lo cierto es que en muchos lugares destaca la necesidad de considerar ambas a la vez: “Por lo demás, si la memoria colectiva obtiene su fuerza y duración al apoyarse en un conjunto de hombres, son los individuos los que la recuerdan, como miembros del grupo. De este amasijo de recuerdos comunes, que se basan unos en otros, no todos tendrán la misma intensidad en cada uno de ellos. Cabe decir que cada memoria individual es un punto de vista sobre la memoria colectiva, que este punto de vista cambia según el lugar que ocupo en ella y que este mismo lugar cambia según las relaciones que mantengo con otros entornos. Por lo tanto no resulta sorprendente que no todos saquen el mismo partido del instrumento común” (he cambiado la traducción del párrafo porque en la edición de Prensas Universitarias de Zaragoza resultaba incomprensible).

“La historia no es todo el pasado, pero tampoco 
 todo lo que queda del pasado” (Halbwachs)  eldiario24

Para Halbwachs la diferencia entre memoria colectiva e historia (no termina de entender la "memoria histórica") está bastante clara: la historia reconstruye y proyecta, mediante los datos actuales que se conocen, una sociedad pasada reinventada; mientras que la memoria colectiva recompone mágicamente el pasado. De esta forma, la historia es irreductible a la memoria: la memoria es continua, la historia discontinua; las memorias son varias, la historia es una; la memoria se fija en las semejanzas, la historia en las diferencias: “No diremos que a diferencia de la historia, o si se quiere la memoria histórica, la memoria colectiva sólo retiene semejanzas. Para que se pueda hablar de memoria hace falta que las partes del período sobre las que se extienden se encuentren diferenciadas en alguna medida. […] Lo que llama la atención es que en la memoria las similitudes pasan a primer plano. El grupo, al momento en que mira su pasado siente que sigue siendo el mismo y toma conciencia de su identidad a través del tiempo. La historia no recupera los intervalos de tiempo en que aparentemente no pasa nada, en que la vida se limita a repetirse, bajo formas poco diversas, sin alteración esencial, sin rupturas ni sobresaltos”.

¿Existe una historia única?  eldecano

Dice que hablar de "memoria histórica" le parece una contradicción ya que dicha expresión “asocia dos términos que se oponen desde todo  punto de vista” tal y como se ha señadado en el párrafo anterior. Para una mejor comprensión esta cuestión habría que relacionarla con los temas del espacio y del tiempo. Aunque luego analizaremos sus propuestas en lo que se refiere al espacio, los lugares y los símbolos, es imprescindible decir desde ahora que este es uno de los aspectos más controvertidos de su análisis. Y también mencionar la revisión de Pierre Nora en su obra monumental en tres tomos Les lieux de mémoire (Los lugares de la memoria). De todas formas toda esta cuestión de la memoria histórica es demasiado compleja como para tratarla con un mínimo de rigor en una reseña como esta. Aparte de soportar una carga ideológica muy importante, el concepto ha sido sometido a múltiples revisiones desde que Halbwachs planteó la cuestión de la memoria colectiva (entre otros, habría que citar a Ricoeur, Namer o el mismo Nora), y está muy relacionado también con el tercer capítulo del libro en el que se plantea el tema del tiempo.

A veces el tiempo, el espacio, los marcos de la memoria 
 y los grupos, todos juntos, construyen símbolos  pupargentina

Precisamente este tercer capítulo me siento casi incapaz de sintetizarlo ya que lo importante es cómo Halbwachs va tejiendo la argumentación y, sobre todo, la forma literaria de hacerlo. Concluye que el tiempo real, el tiempo vivido de Bergson, solo puede plantearse desde las conciencias colectivas y se relaciona con lo que permanece lo que le da una cierta identidad o sentido de unidad: “Sociedades religiosas, políticas, económicas, familias, grupos de amigos, de conocidos, e incluso reuniones efímeras en un salón, en una sala de espectáculos, en la calle... todas inmovilizan el tiempo a su manera, o imponen a sus miembros la ilusión de que durante al menos un tiempo, en un mundo que cambia sin cesar, algunas zonas han adquirido una estabilidad y un equilibrio relativos, y en ellas no se ha transformado nada básico durante un periodo más o menos largo”. Y ya casi al final del capítulo, escribe: “El tiempo sólo es real en la medida en que tiene un contenido, es decir, que ofrece una materia de hechos al pensamiento”.

Vitoria-Gasteiz, plaza de la Virgen Blanca y el Celedón  destinoviajar

Probablemente la última parte del libro sea la que pueda despertar más expectativas entre los lectores del blog, ya que la dedica a tratar el tema de “La memoria colectiva y el espacio”. Sin embargo es la de contenido más endeble. Pienso que todo el potencial existente en el trabajo sobre La topografía legendaria de los evangelios en Tierra Santa, está sin desarrollar más que en una pequeña parte. Eso no quiere decir que no esté bien escrito (leer esta parte es una delicia), ni que esté falto de ideas, sugerencias e, incluso, emociones. Empieza por plantear al grupo en su marco espacial: “…todo lo que hace el grupo puede traducirse en términos espaciales, y el lugar que ocupa no es más que la reunión de todos los términos. Cada aspecto, cada detalle de este lugar tiene un sentido que sólo pueden comprender los miembros del grupo, porque todas las partes del espacio que ha ocupado corresponden a otros tantos aspectos distintos de la estructura y la vida de su sociedad, al menos en su faceta más estable”.

El Rastro, Madrid, la Ribera de Curtidores a finales del siglo XIX  elrastro

Luego, en el apartado “Las piedras del casco histórico” intenta relacionar la estabilidad del grupo con la permanencia del aspecto de calles y edificios. Tras unas páginas muy bien escritas concluye que, en los grupos, la memoria colectiva se apoya en imágenes espaciales. De ahí la resistencia a modificar determinados sitios. Aparece así el apego al lugar como forma de mantener esa memoria colectiva, es decir como forma de mantener los grupos. ¿Qué sucede entonces con las agrupaciones sin base espacial aparente? Estudia las agrupaciones jurídicas, económicas y religiosas y trata de razonar como, en realidad, es casi imposible describir estos grupos dejando al margen cualquier imagen espacial. Lo tiene bastante fácil con los grupos religiosos (lugares sagrados, lugares profanos, lugares malditos) y se defiende con las agrupaciones jurídicas ya que las leyes se relacionan bien con los sitios. Pero tropieza con dificultades cuando se trata de grupos económicos. Prefiero no pensar en las terribles complicaciones que tendría para asociar a sitios concretos los actuales grupos por ejemplo, de Facebook, Twitter o Google+. Así, su conclusión de que “no hay memoria colectiva que no se desarrolle dentro de un marco espacial” es posible que, a dia de hoy, necesite un análisis más elaborado.

Santiago de Compostela, plaza de la Quintana
 Esperando para entrar por la Puerta Santa  minute

Concluye el libro estableciendo una relación entre memoria, grupos, espacio y tiempo: “…la mayoría de los grupos, no sólo los que resultan de la yuxtaposición permanente de sus miembros, dentro de los límites de una ciudad, una casa o un apartamento, sino también muchos otros, dibuja en cierto modo su forma sobre el suelo y encuentran sus recuerdos colectivos en el marco espacial así definido […] Por lo tanto, no es totalmente cierto que para recordar haya que transportarse con el pensamiento fuera del espacio, ya que, al contrario, es sólo la imagen del espacio la que, por su estabilidad, nos ofrece la ilusión de no cambiar en absoluto a lo largo del tiempo y encontrar el pasado en el presente; pero así es como podemos definir la memoria, y el espacio es el único que resulta lo suficientemente estable para poder durar sin envejecer ni perder ninguna de sus partes”. Las propuestas de Halbwachs están en la base de muchos planteamientos relacionados con la Protección del Patrimonio y da sentido a bastantes aproximaciones a la identidad desde la Teoría del Paisaje. Resulta imprescindible, como mínimo, conocer su existencia en unos momentos en los que está en revisión todo el andamiaje teórico relacionado con estos temas. Pienso que ir directamente a las fuentes puede ahorrar bastante trabajo.


Referencias citadas en el artículo

Referencia 1.-La edición digitalizada del original en francés de 1925 de Les cadres sociaux de la mémoire, realizada por Jean-Marie Tremblay, puede obtenerse gratuitamente en (.doc) o en (.pdf) en esta dirección de la Université de Québec a Chicoutime (UQAC).

Para aquellos que tengan problemas con la lectura del original en francés, existe una traducción al español. Halbwachs, M. Los marcos sociales de la memoria, Anthropos editorial, coedición con las universidades de Concepción (Chile) y la Central de Venezuela, Barcelona, 2004. La traducción es de Baeza y Mújica de la edición de Albin Michel de 1994. Cuenta con un postfacio de Gérard Namer. 

Referencia 2.-La edición digitalizada del original en francés de 1939 de “La mémoire collective chez les musiciens”, realizada por Lorraine Audy a partir del original extraído de la Revue philosophique, de marzo-abril de 1939, p. 136 a 165, puede obtenerse gratuitamente en esta dirección de la Université de Québec a Chicoutime (UQAC).

Existe una traducción al español (ver la referencia 4).

Referencia 3.-Respecto a la obra La topographie légendaire des Évangiles en Terre Sainte, étude de mémoire collective, publicado por Presses universitaires de France en Paris en el año 1941, era prácticamente imposible de encontrar. Afortunadamente en el año 2008 se ha reeditado, con una introducción de Marie Jaisson. La primera parte está dedicada a una recopilación de artículos a propósito del libro: “La Religion comme chaîne de mémoire” (Danièle Hervieu-Léger); “Halbwachs et l’espace fictionnel de la ville” (Jean-Pierre Cléro); “Mémoire collective et espace social” (Marie Jaisson); “Juste parmi les Nations : un fragment de mémoire collective” (Sarah Gensburger); “Portée du lexique halbwachisen de la mémoire” (Éric Brian). Luego viene un dossier con las obras de Halbwachs, una recensión del libro de 1941 y la carta de Yvonne Halbwachs de 1945. Después de todos estos prolegómenos, que enriquecen bastante la edición, se pasa a la introducción y a los nueve capítulos del libro. 

Halbwachs, M.: La topographie légendaire des Évangiles en Terre Sainte, étude de mémoire collective, Presses universitaires de France, Paris, 2008.

Referencia 4.-La edición digitalizada del original en francés de 1950 de La mémoire collective, realizada por Lorraine Audy y Jean-Marie Tremblay, puede obtenerse gratuitamente en (.doc) o en (.pdf) en esta dirección de la Université de Québec a Chicoutime (UQAC).

También en este caso existe traducción al español. Halbwachs, M.: La memoria colectiva, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004. Es la traducción realizada por Inés Sancho-Arroyo de la segunda edición en francés, 1968, de Presses Universitaires de France. Como ya he dicho, en esta edición se incluye como anexo el artículo de 1939 "La memoria colectiva de los músicos", publicado en la Revue philosophique.