sábado, 1 de marzo de 2014

Defender el patrimonio identitario

Hoy traigo al blog parte del trabajo de uno de mis alumnos, Antonio Antequera. Lo preparó para la asignatura de Protección del Patrimonio Urbano y Natural que imparto en el Máster de Planeamiento Urbano y Territorial de nuestro departamento. No es un proyecto fin de máster ni una tesis doctoral, sino un trabajo de curso para una asignatura, pero contiene bastantes ideas valiosas que merecen ser difundidas. He seleccionado una pequeña parte que, además, no es la central, porque el tema principal lo está desarrollando para su proyecto fin de máster. La he elegido porque ilustra de forma muy clara nuestro planteamiento acerca de una razón frecuentemente olvidada a la hora de defender algunos elementos del patrimonio construido: la relacionada con la formación de identidad, el mantenimiento de grupos sociales y la creación de marcos sociales y memoria colectiva. El ejemplo se concreta en el derribo de la cárcel de Carabanchel, símbolo de la represión franquista pero también elemento de identidad tanto de los habitantes de esta zona como de muchos no residentes en ella.

Madrid, cárcel de Carabanchel antes de su demolición  k-naia

¿Qué sucede cuando un elemento patrimonial está directamente relacionado con un grupo social pero la imagen que produce es negativa? La diferencia entre elementos de identidad (internos) e imagen es muy importante, porque buena parte de estos elementos de identidad se retroalimentan de la imagen externa producida. Al final del artículo Antonio plantea que, probablemente, un enfoque adecuado sería su mantenimiento cambiando la imagen negativa por otra positiva. Ya hemos visto en otros lugares del blog lo complicado que es crear identidad y lo sencillo que es crear imagen (aunque desaparezca al poco tiempo). La enseñanza sería: mantengamos los elementos que crean identidad y cambiemos la imagen si es necesario. Coincide, además, que este año se celebra el 40 aniversario de la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto con diferentes actos conmemorativos tales como una exposiciones de fotos, presentaciones de libros o la 12ª Arbolada en el parque Manolito Gafotas.

Restos de la cúpula, hoy sólo queda un solar   carabanluche

En este caso sí que he hecho un destrozo con el trabajo de Antonio ya que he tenido que ir eligiendo párrafos de un sitio y de otro,  y no sé si al final el artículo resulta comprensible. Además he quitado todo aquello que suele acompañar a una investigación académica (citas o bibliografía) pero que no tiene sentido en este blog. Todo lo que sigue hasta el párrafo final es de su trabajo, pero no le pongo comillas ni otro color para no distorsionar la lectura.


Identidad e imagen de la cárcel de Carabanchel
Autor: Antonio Antequera

Generalmente las periferias de las grandes ciudades son vistas como archipiélagos dentro de la ciudad, zonas fragmentadas caracterizadas por una fuerte dependencia funcional y simbólica respecto a otras áreas de la ciudad, como los cascos o ensanches históricos. El uso sobre todo residencial de algunas de estas zonas, junto a una población de diversas procedencias y de carácter mayoritariamente trabajador, consolida ciertas áreas en el imaginario colectivo como barrios-dormitorio, incompatibles con la existencia de espacios o elementos capaces de generar una vinculación y apropiación simbólica por parte sus ciudadanos. Sin embargo, el estudio del barrio de Carabanchel Alto (Madrid), nos revela la existencia de un sentimiento de orgullo y adhesión al barrio por sus habitantes, que se manifiesta en el reconocimiento de unos bordes urbanos muy definidos, así como en la adhesión a unos símbolos muy concretos. Se puede constatar la persistencia de elementos y espacios singulares para el imaginario local, con independencia de su valor histórico, artístico o arquitectónico.

Carabanchel en 1935 cuando era municipio independiente

En algunos casos, se trata de persistencias procedentes de su etapa como municipio (anterior a 1948); pero en otros muchos, se trataría de hitos de recientes, algunos de ellos surgidos sin la vocación de serlo y sobre los que han operado procesos de apropiación y adhesión en los que confluyen factores más aprehensibles (posición, tráfico) y otros más complejos (referencias al folklore literario). Mención aparte merecerían dos elementos muy particulares, de los que extraer enseñanzas muy interesantes. Por un lado, la cárcel de Carabanchel nos muestra la importancia de preservar un patrimonio independientemente de su valor artístico y de las connotaciones negativas que pueda suscitar hacia la población ajena al barrio y al edificio. Por otro lado, la relevancia de los espacios docentes a la hora de generar una identidad colectiva entre la población del barrio. Conocer estos lugares y espacios simbólicos se convierte en una prioridad a la hora de preservar el patrimonio existente en las periferias y que tanta importancia tiene para articular a su población.

Carabanchel, 2007, ensanche  esMadrid

En Septiembre de 2008 aparecía en uno de los periódicos gratuitos de mayor difusión de la Comunidad de Madrid la siguiente noticia: “Los vecinos de Carabanchel Alto pintan una señal que el Ayuntamiento de Madrid tenía olvidada”, con la siguiente nota al pie: “reivindican la identidad de la zona, ahora un barrio de la capital”. Vista superficialmente esta noticia podría llevarnos a la idea equivocada de la persistencia de cierta nostalgia o romanticismo hacia un pasado idealizado de autonomía y supuesto esplendor propios. Nada más lejos de la realidad. Como veremos a lo largo del presente trabajo el cartel no era más que la materialización simbólica de un sentimiento latente en una comunidad, que tras cincuenta años formando parte de la gran metrópoli madrileña, entiende y hace suyo un espacio de una manera propia y distinta a la de sus barrios vecinos. Aparece por tanto, un colectivo que se manifiesta en un espacio físico y de forma recíproca, un espacio físico que contribuye a dotar de unas cualidades propias a un grupo social, parafraseando a Maurice Halbwachs.

Los vecinos pintan una señal que el Ayuntamiento tenía olvidada  blogcarabanchel

¿Qué importancia puede tener hablar del sentido de pertenencia e identidad en un barrio de la periferia de Madrid? En primer lugar, el tema presenta la máxima actualidad cuando pensamos en las intervenciones urbanas realizadas en los últimos años, ya sean la rehabilitación de zonas consolidadas o la construcción de nuevas extensiones de ciudad en las periferias. En ambos casos, una de las mayores ambiciones de los proyectos es lograr lo que se ha venido en llamar “sostenibilidad social”, cuyo factor clave sería la cohesión social, para la cual, a su vez, se hace indispensable la adhesión de los ciudadanos a su espacio físico. Mediante la identificación y adhesión de los ciudadanos a estos espacios, se evita su fracaso y degradación, apareciendo como espacios vitales y activos, y funcionando como articuladores de la vida urbana en toda su complejidad. En el caso de Carabanchel Alto, la enseñanza es más concreta y cercana, frente a la nueva periferia creada por los PAUs de la primera década del s. XXI, caracterizados por espacios anónimos, para ciudadanos anónimos. En ellos se proyectaron lugares específicos creados ex profeso para convertirse en centros de representatividad (entorno del Edificio Mirador en Sanchinarro o Plaza de la Peseta en Carabanchel) que en la actualidad manifiestan su incapacidad a la hora de forjar una memoria colectiva en sus respectivos barrios.

El colegio Amorós, otra de las referencias de identidad  mprieto

Otro tema interesante vinculado a los espacios simbólicos y las periferias, lo constituye la presencia de centralidades locales que pueden aparecer dentro de la aparente híper-centralidad de los cascos históricos de las grandes metrópolis actuales. En el caso de Madrid, resulta muy interesante rastrear si aparecen o perviven estas centralidades locales. El punto de partida nos lo darían los cascos históricos de los antiguos municipios anexionados en la década de los 1950, de entre los cuales el de Carabanchel Alto aparece junto a Villaverde, Vallecas o Vicálvaro. Uno de los hechos más representativos de Carabanchel a este respecto, es la presencia de una cultura carabanchelera en el imaginario, no sólo de los habitantes de Madrid, sino incluso de gente de otros lugares de España. Así por ejemplo, asociados al nombre de Carabanchel, aparecen el nombre de Manolito Gafotas, personaje literario creado por Elvira Lindo que vive sus aventuras y desventuras junto a su familia de clase trabajadora en Carabanchel Alto; el rockero Rosendo Mercado (1954), una de las figuras estelares del rock español o Santiago Segura (nacido en Carabanchel Bajo), actor, guionista y director de la popular tetralogía del detective Torrente. Otros personajes populares que también han hecho gala de su condición de carabancheleros son el director Achero Mañas (cuya película El Bola, rodó en su barrio), los humoristas Faemino y Cansado o el chef Alberto Chicote.

Manolito Gafotas de Elvira Lindo, otra de las referencias  alfaguara

Por último, otro de los temas que se abordó en el trabajo (pero que no se trata en este artículo) fue el del estado actual y protección de los que gozan estos espacios y elementos simbólicos de la periferia, poniendo en valor su importancia patrimonial dentro del conjunto de la ciudad. Es norma común por parte de las administraciones que lo mayores esfuerzos en cuanto a conservación de patrimonio se concentren en el centro histórico de las grandes ciudades. Sin embargo, en las periferias puede haber elementos de gran interés urbano y arquitectónico, algunos incluso de primer orden patrimonial, como veremos, que cuentan con medidas insuficientes, o contando con ellas, se encuentran en un estado de degradación injustificable. Dentro de estos elementos de interés, aparecen aquellos visibles praa sus habitantes, que se manifiestan en su imaginario consciente, mientras que encontramos otros que sin hacerse evidentes para ellos, también forman parte inevitable de su día a día y sin los cuáles tampoco podría entenderse la identidad del barrio pues son parte de la ciudad no consciente, complementaria la ciudad consciente y como tal merecedora de conservación y aprecio.

Lugares más importantes de Carabanchel
 Señalar en la imagen para verla más grande

Para realizar el trabajo se procedió a estudiar la bibliografía disponible (por otro lado muy abundante para el caso de Carabanchel Alto) así como la cartografía histórica y actual. De todas formas la parte más importante de la investigación consistió en realizar una encuesta a los residentes acompañada por un esquema espacial (o mapa mental) del barrio, siguiendo en parte la metodología de Kevin Lynch, en su libro La imagen de la ciudad. Tras procesar las respuestas a la encuesta, podemos constatar la existencia de una serie de hitos o elementos de identidad de primer orden, respecto a otros de orden más secundario o terciario. Estos grandes referentes urbanos serían: El parque de las Cruces (un espacio libre y no-construido), la ya mencionada cárcel de Carabanchel (cuya persistencia sigue latente aunque hoy sea un solar), el Centro Comercial Islazul (inaugurado en 2008, en el PAU) y las centros educativos del barrio (en este caso representados con el Colegio Amorós). Con más tiempo, una futura ampliación a este estudio nos permitiría matizar otros elementos, así como reforzar los más destacados.

Tres lugares de Carabanchel que enseñarías
 Señalar en la imagen para verla más grande

Alternativamente a las preguntas de la encuesta, se planteaba a los vecinos de Carabanchel Alto que dibujaran su percepción espacial y simbólica del barrio, mediante unos esquemas o croquis. A los vecinos encuestados no se les predispuso de ninguna forma, ni se les mostró ortofoto o plano algunos, simplemente se les pidió que plasmaran con la mayor naturalidad y despreocupación formal posible la estructura espacial que tenían del barrio en su cabeza, en el momento de la encuesta. Son por tanto, esquemas rápidos, expresivos pero muy sintéticos y esclarecedores pues permiten que aflore lo verdaderamente importante y significativo, dejando a un lado elementos más accesorios o anecdóticos. A partir de aquí se rastrearon aquellos espacios enclavados en el imaginario consciente (plazas, ejes, límites, edificios singulares), para hallar posibles centralidades locales. Por otro lado, a partir de lo que “no” aparecía pudimos indagar sobre el imaginario no-consciente: espacios y elementos urbanos, que teniendo algún valor histórico, artístico o antropológico evidentes (incluso declarados de forma institucional), no aparecían en el imaginario colectivo de la imagen de barrio.

Dibujo realizado por uno de los encuestados

A la vista de los esquemas obtenidos (unos 20), establecimos una serie de elementos que se repetían con mucha frecuencia en los esquemas. Además de los hitos antes analizados y que ya detectamos en las respuestas a la encuesta: cárcel de Carabanchel, Parque de las Cruces, Centro Comercial Islazul y centros educativos (Colegio Amorós), aparecieron una serie de bordes o límites bastante definidos, por el norte la Avenida de los Poblados (dibujada en algunos casos con un ancho considerable respecto a otras vías e incluso con sus rotondas marcadas) y al M-40 al Sur. Otra vía límite importante que a veces aparece junto a la M-40 es la reciente Avenida de la Peseta (prácticamente paralela a la anterior). Como ejes interiores se destacan la Carretera de Carabanchel Alto (tiendas de día), Virgen de Fátima (bares) así como la calle del Colegio Amorós, Joaquín Turina (Antigua Carretera de Alcorcón). Entre los espacios urbanos de interés, cobraban especial protagonismo la Plaza de la Emperatriz (la antigua Plaza del Pueblo), así como el Parterre (Zona verde de borde junto a la Avenida de los Poblados).

Dibujo realizado por uno de los encuestados

Resulta sorprendente que de forma casi unánime figure un elemento ya destruido desde finales de 2008: la cárcel. Seis años después todavía es, probablemente, el elemento de referencia principal en el imaginario de vecinos y foráneos. Y es que, sin duda, su construcción cambió la faz de Carabanchel ya que fue su imagen nacional e internacional reforzando de esta manera su carácter identitario. Tras la victoria franquista en la Guerra Civil, las autoridades deciden levantar un nuevo complejo penitenciario, debido a la destrucción de la cárcel Modelo de Moncloa y la cercanía a la ciudad de la cárcel de Díaz Porlier. Se eligió un solar de 200.000 m2 junto a la finca de los Montijo, aprovechando el bajo precio del suelo (el Estado pagó 5,25 pesetas el m2) en el municipio de Carabanchel Alto. El proyecto se encargó a los arquitectos de la Dirección General de Prisiones: Vicente Agustí, José María de la Vega y Luis de la Peña. El régimen buscaba un complejo penitenciario megalómano que reforzara su imagen autoritaria y de poder, pues la mayor parte de sus reclusos serían excombatientes republicanos.

Obras de construcción de la cárcel de Carabanchel  20minutos

Las obras comenzaron en 1940 y fueron realizadas en su mayor parte por los presos políticos. La prisión se inaugura en el año 1944. Con 163.000 m2 edificados y con capacidad para 2.000 reclusos suponía el mayor complejo penitenciario de España (la anterior cárcel modelo tenía 47.000 m2) y uno de los mayores de Europa. Desde el punto de vista arquitectónico suponía un hito constructivo al emplear un lenguaje moderno en contraposición al estilo neo herreriano dominante: se empleaba la cubierta plana en todas las galerías, las ventanas y huecos estaban desprovistos de molduras u ornamentos y se empleaban el hormigón, el acero y el pavés como elementos vistos, junto al ladrillo. La cúpula de hormigón era una de las más grandes de Madrid con 32 m. de diámetro (superior a la Almudena) y se constituyó muy rápidamente en el elemento de identidad más importante para la población.

La cúpula de hormigón en el centro del complejo  espormadrid

Carabanchel, se convirtió así en una de las principales prisiones represivas del régimen, con condiciones de hacinamiento (hasta 3.000 presos) e insalubridad (VIH). Sería innumerable la lista de destacados dirigentes políticos y sindicales contrarios al régimen allí recluidos, pero también centenares de personas anónimas que sufrieron penalidades y represión por razones ideológicas o incluso homófobas. Esas miles de historias personales, permanecen en el imaginario colectivo local, madrileño, español e internacional. La cárcel suponía un exponente claro de patrimonio cultural, sociológico y antropológico de primer orden, que hubiera merecido un destino distinto al de su demolición, como un espacio de memoria tal y como demandaron ex presos políticos y comunes, así como parte de los vecinos e instituciones vecinales, sin éxito y ante la insensibilidad de la Administración. Fue, sin duda, una oportunidad perdida.

Manteniendo la memoria colectiva  20minutos
 Los vecinos en el solar tres años después del derribo

Un lugar tan tétrico y lóbrego como la antigua cárcel Provincial de Carabanchel también puede generar unos vínculos entre amplios sectores de población relacionados con la misma, que no deben ser desatendidos. Con la demolición completa del recinto penitenciario en 2008, se perdió sin duda una oportunidad de reconversión de un macro-complejo único en su tipología y megalómanas dimensiones. Las posibilidades dotacionales en esos grandes espacios interiores son un campo por explorar a la hora de generar nuevos espacios públicos de referencia en la imagen de la ciudad, como un museo o centro de interpretación ligado a la memoria de dicho espacio, o la implementación combinada de otros usos también demandados por la población local. Sin duda, la cárcel de Carabanchel nos muestra la importancia de preservar un patrimonio, independientemente de su valor artístico y de las connotaciones negativas que pueda suscitar hacia la población ajena al barrio y a la historia del edificio.

© Antonio Antequera


Aunque la investigación de Antonio no se centró precisamente en el patrimonio identitario destruido (que aparecía como algo colateral) sino en lo que llama el “patrimonio invisible”, he seleccionado esta parte ya que, como dije al comienzo, está haciendo el PFM sobre el tema y no quiero introducir distorsiones en su trabajo. Por supuesto que la cárcel de Carabanchel no era ningún BIC, su valor histórico está por atestiguar (aunque podemos presuponerlo) y su valor artístico, discutible. Se trata de un elemento cuyo interés patrimonial reside, de momento, en su capacidad para crear identidad a pesar de su imagen negativa. Como dice Antonio, siguiendo a Halbwachs, se trata del eslabón entre los marcos sociales de la memoria y los grupos. Me he decido a traer este caso al blog como un ejemplo que acompaña a una serie de investigaciones que estamos haciendo sobre la relación entre patrimonio (cultura y natural) e identidad. Esta relación, que casi nunca se tiene en cuenta a la hora de la defensa de este patrimonio, debería de considerarse al lado de otros valores como el histórico, el artístico, la imagen (branding), o  incluso el turístico. Complementa para el área urbana el trabajo de Teresa Eiroa publicado hace unos meses en el blog con el título de “Paisaje rural: imagen e identidad”.


Nota: la palabra “identitario” no figura en el diccionario de la RAE pero, en el momento actual, es de uso bastante común. Aunque no me gusta utilizar palabras espurias (y menos en un titular) no he podido encontrar otra equivalente que la sustituya y que describa tan gráfica y económicamente el tema.