martes, 3 de enero de 2017

Construyendo fronteras

En enero del año pasado escribí un artículo titulado “Metáforas de la frontera” en el que intentaba analizar el problema suscitado por la necesidad de dividir el territorio en unidades más o menos racionales. Llevo bastante tiempo tratando de entender esta cuestión que es clave desde el punto de vista de la planificación. En varios sitios he escrito sobre la necesidad de atender a las fronteras naturales, básicamente de los ecosistemas, y de la importancia de los ecotonos. Sin embargo, cuanto más trabajo el tema más me convenzo de que, en realidad, lo antrópico modifica de forma determinante estas zonas. Ya no estoy tan seguro que la base de las llamadas eco o bio regiones sea exclusivamente el medio natural. Aquellos que me conocen saben perfectamente mis raíces orteguianas y, para Ortega, la Humanidad ha venido a cambiar de forma inexorable las condiciones de la llamada “naturaleza virginal”.

Construcción de una frontera, el muro de Berlín  gentiuno

De forma que, en realidad, lo antrópico es parte indisoluble de esa naturaleza y ya no se pueden separar, por un lado la existencia humana y, por otra, ese Paraíso Perdido sin contaminar. Además, y como he comentado en otro artículo del blog, incluso hay quien piensa que la llamada Naturaleza no existe y que, en realidad, es una construcción ideológica (Erik Swyngedouw, “¡La naturaleza no existe! La sostenibilidad como síntoma de una planificación despolitizada”, Urban, NS01, 2011). En cualquier caso, hoy quería traer un ejemplo concreto de análisis de este tema. Se trata de un trabajo que hizo uno de mis alumnos del Máster universitario en Planeamiento Urbano y Territorial que impartimos en el departamento para mi asignatura de Protección del Patrimonio Urbano y del Medio Natural. Lo escribió ya hace un par de años porque me lo entregó en diciembre de 2014, pero ilustra perfectamente la cuestión.

Fronteras sin límite  ortizdeguzman

El trabajo se titula “La construcción de una frontera. Dinámicas de desarrollo geográfico desigual en las comarcas del Pirineo central”. Su autor es Íñigo Lorente Riverola y esta investigación fue previa a su proyecto fin de máster dirigido por Javier Ruíz y titulado “Conexidad y evolución. Aproximación topológica a la idea de resiliencia. El caso de Sobrarbe (Huesca)” publicado en la revista de nuestro departamento, Territorios en Formación, cuya referencia puede encontrarse al final del artículo. A continuación me limito a una transcripción de partes del trabajo que hizo para mi asignatura convenientemente adaptadas a la estructura del blog. Como en casos anteriores he tenido que convertir una investigación en un artículo para un público más general por lo que le pido disculpas a Íñigo de los errores cometidos. Las imágenes no referenciadas corresponden también a su trabajo.


La construcción de una frontera
Autor: Íñigo Lorente Riverola

La idea de frontera se utiliza para denominar el límite construido, concreto o abstracto, que separa dos realidades vecinas pero diferentes y por lo tanto enfrentadas. Se habla de infinitos tipos de fronteras; fronteras del conocimiento, fronteras políticas, fronteras naturales, fronteras físicas..., tantos tipos de fronteras como realidades existen en el mundo. Las fronteras son algo problemático; los ejércitos defienden las fronteras, existen asociaciones “sin fronteras”... incluso en la matemática, en las ecuaciones diferenciales se habla de regiones donde se define el comportamiento de una magnitud de manera homogénea, que, por el hecho de estar acotadas, plantean la necesidad de definir su “condición de frontera”. Esto planteó uno de los mayores debates de la matemática del siglo XIX. La solución inicial al problema de frontera o “problema de Dirichlet” suponía a las fronteras de las regiones una solución ‘única y homogénea’ en todo su contorno, y dos magnitudes diferentes a un lado y otro de la misma.

Un límite perceptivo, cuenca visual  tycgis

Casi ninguna aproximación geopolítica hacia el territorio está libre de condiciones de frontera. Podría decirse que son propias de la naturaleza humana. Sin embargo, los estudios sobre el medio natural y su funcionamiento ecosistémico ponen en cuestión la condición de frontera como una oposición binaria (dentro o fuera). Frente a la frontera, aparece el concepto de límite como transición progresiva hacia un valor o condición. Esto hace más compleja su identificación, pues existen límites de muy diversos tipos. Se dan límites visuales, límites espaciales, límites de capacidad etc... Pero también ecotonos como áreas de transición entre comunidades ecológicas diferentes, que, por su condición de interfase favorecen el intercambio y por tanto la biodiversidad.

Cuestiones previas

El estudio de los modos de asentamiento de las comunidades humanas, y las diversas formas de antropización del territorio es uno de los aspectos más cruciales a la hora de comprender y planificar de forma eficaz el desarrollo y pervivencia de las distintas sociedades. La geografía humana estudia las sociedades humanas desde una óptica espacial, la relación entre estas sociedades y el medio físico en el que habitan, así como los paisajes culturales y las regiones humanas que éstas construyen. En geografía humana se reconoce la figura de Eliseo Reclus (1830-1905) como el padre de la geografía social, centrada específicamente en las relaciones bilaterales entre la sociedad y el territorio.

Geddes, la sección del valle  thepatrickgeddestrust

Hablar de asentamientos humanos en el territorio es también una cuestión de escala, en tanto que desde los núcleos de población se establecen relaciones de asociación y de aprovechamiento y consumo de recursos naturales. Desde esta perspectiva se entiende la región como la porción del territorio determinada por caracteres étnicos o circunstancias naturales y políticas comunes. Han existido diversas puestas en valor del enfoque territorial del desarrollo. Así por ejemplo, Patrick Geddes en su conocida “sección del valle” expone una visión simbiótica ciudad-territorio a través del uso e intercambio de recursos naturales. Para Geddes, el “survey” consistía en estudio de recursos de una región natural, de las respuestas humanas a estos recursos, y de la complejidad del paisaje cultural resultante. Esta forma de entender la región resultó ser revolucionaria en el momento que Geddes la formuló.

Regiones biogeográficas españolas  IGN
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Durante los años 70, a partir de las ideas del ecologismo estadounidense se construyó el concepto de bio-región como unidad estructuradora de la planificación territorial. Desde los trabajos de autores como Kirkpatrick Sale, Peter Berg, Doug Aberley o Raymond Dassman se puso en cuestión un aspecto clave, que es precisamente la consideración y delimitación de la unidad territorial. Estos autores reclamaban una puesta en valor de los aspectos morfológicos y ecosistémicos de la naturaleza por encima o en equilibrio con las delimitaciones de índole administrativa. Se puede entender la bio-región de muchas formas pero en casi todas aparece como una unidad territorial identificable y autosuficiente tanto desde un punto de vista biológico como cultural. En España, las agrupaciones territoriales que probablemente tengan cierto parecido con algunas de estas características sean las comarcas.

El Pirineo central

Gran parte de la literatura y estudios territoriales de escala comarcal se centran, o bien en la escala nacional, o en realidades regionales individuales, resultando difícil encontrar estudios comparativos del espacio comarcal. Para estudiar las diferencias históricas y contemporáneas de las unidades comarcales resulta de gran utilidad el trabajo de Alfonso Herranz “Infraestructuras y desarrollo económico en el Pirineo central (1850-2000)”, en el que se alude en determinadas ocasiones a la escala territorial de la comarca y que nos ha servido de base.

Objetivo del trabajo

En este trabajo se prestará especial atención a la desigual evolución, demarcación y relevancia o hegemonía de las entidades comarcales dentro de la unidad biogeográfica del Pirineo central a un lado y otro de la frontera entre Aragón y Cataluña ya que, incluso en la propia demarcación de las comarcas podrán leerse espacialmente las imposiciones antrópicas de gobernanza sobre la forma natural del territorio. La hipótesis será, por tanto, que en el espacio comarcal del Pirineo Central como espacio natural con características homogéneas han surgido patrones de desarrollo geográfico desigual entre las unidades comarcales de las autonomías de Aragón y Cataluña. Para verificar esta hipótesis se ha seguido una metodología de comparación entre las actuales comarcas aragonesas de Sobrarbe y Ribagorza y las comarcas catalanas de la Alta Ribagorza, el Valle de Arán, Pallars Jussà, Pallars Sobirá, el Alt Urgell y la Cerdanya, que en conjunto constituyen la Región del Alto Pirineo y el Valle de Arán (APIA).

Provincias, comarcas y límites jurisdiccionales

La Península Ibérica puede dividirse en siete grandes unidades geográficas, cuya delimitación guarda estrecha relación con la geomorfología y la hidrografía. La cordillera pirenaica se extiende a lo largo de 415 km desde el mar Mediterráneo al este, hasta el mar Cantábrico al oeste, y en su parte central tiene una anchura de unos 150 km. Esta zona se considera una región homogénea denominándose Pirineo central. El ámbito de estudio no puede entenderse sin atender a este criterio, dado que es el lugar de nacimiento de buena parte de los ríos que confluyen en el Ebro, cuyo valle constituye la gran unidad geográfica que lleva su nombre.

Cuenca hidrográfica del Ebro  Geoportal SITEbro

Puede entenderse la condición fronteriza entre España y Francia de esta cordillera montañosa, dado que las condiciones naturales varían entre las laderas Norte (Francia) y Sur (España). Sin embargo, los orígenes históricos y geográficos de la delimitación provincial entre Aragón y Cataluña, y por tanto entre Huesca y Lleida como provincias de dichas autonomías, son más complejos. El actual límite provincial entre Aragón y Cataluña es heredero de la división provincial de las Cortes de Cádiz de 1812, y se ha mantenido en las revisiones de Felipe Bauzá en 1822, y finalmente en la división provincial de Javier de Burgos de 1833.

El Pirineo sin fronteras  ikakakorum

Desde un punto de vista formal, puede observarse que la delimitación provincial actual sigue una dirección norte-sur, mientras que la continuidad y homogeneidad biogeográfica de este ámbito territorial sigue la dirección este-oeste. Este límite no ha tenido siempre el mismo trazado, y en sus momentos históricos pueden leerse ciertos conflictos en la gobernanza territorial a distintas escalas. No será hasta 1981, después de la Constitución de 1978, cuando se aprueban los pactos autonómicos en un proceso de transición democrática, por los cuales España se vertebra en 17 Comunidades Autónomas. Ello supuso un cambio sustancial en el modelo de estado con respecto a los planes centralizados anteriores.

División de Felipe Bouza de 1822
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En una escala menor a la provincial, y como herencia de la geografía condal histórica, surgen algunas comarcas como divisiones del territorio que comprenden varias poblaciones. Sus dimensiones son variables, pero tienden a coincidir con una región natural que comparte tanto características físicas como antrópicas e históricas. Aunque todo el territorio español se encuentra comarcalizado tras la comarcalización agraria de 1976, no todas las comarcas han tenido, en su historia o en la actualidad, personalidad jurídica ni atribuciones administrativas. Por tanto, no debe confundirse en este trabajo la comarca agraria como “unidad espacial intermedia entre la provincia y el municipio que sin personalidad jurídico-administrativa alguna, tuvieran un carácter uniforme desde el punto de vista agrario, que permitiera utilizarlas como unidades para la planificación y ejecución de la actividad del Ministerio y para la coordinación de sus distintos Centros Directivos” con la comarca histórica o jurídica. Debido a la identidad histórica, social o geográfica de algunas comarcas, algunos estatutos de autonomía las contemplan como entidades locales, y en base a ello, las utilizan para la elaboración de políticas territoriales propias. La comarcalización en el presente trabajo es aquel proceso de delimitación, denominación, e incluso reconocimiento administrativo de las comarcas.

Comarcas agrarias de España  MAPA

Tanto Aragón como Cataluña han reconocido jurídica y administrativamente a sus comarcas. Sin embargo, los criterios de demarcación comarcal y las competencias que se le atribuyen a la comarca difieren bastante entre una comunidad y otra. Una de las diferencias importantes entre los procesos de comarcalización catalán y aragonés es el momento inicial en el que se producen. Mientras que la comarcalización catalana data de 1936 (Ley 6/1987 del 4 de abril sobre la organización comarcal de Cataluña), momento histórico en el que Cataluña inicia sus procesos de industrialización, la comarcalización en Aragón no se hará efectiva hasta 1993, y la transferencia de competencias no se haría realidad hasta 2001 (Ley 10/1993 del 4 de noviembre de Comarcalización de Aragón).

Aragón, comarcas estudiadas  herodoto

Además, existen diferencias jurídicas relacionadas con el papel de la comarca como unidad partícipe de los procesos de planificación territorial. A diferencia de la comarcalización aragonesa, Cataluña dota a sus comarcas del derecho de iniciativa, información, gestión de propuestas municipales y ejecución de las determinaciones de los planes territoriales parciales que en ellas se desarrollen. De todas formas, durante el periodo franquista se suspendieron las competencias de gobernanza a las comarcas lo que hace que sean difíciles de analizar los procesos de desarrollo territorial asimilables a un modelo de gobernanza comarcal en Cataluña en los años anteriores a la dictadura. Esto es importante entenderlo y hacerlo notar a la hora de establecer comparaciones.

Cataluña, comarcas estudiadas  zonu

En suma, y sin abordar ahora a fondo la cuestión histórica, se podría afirmar que el ámbito de estudio, aun siendo un entorno biogeográficamente homogéneo, se encuentra política y culturalmente impregnado por dos escalas de lectura y gobernanza del territorio: la condal -que representa el sustrato geográfico y cultural de las comarcas históricas-, y la provincial derivada de modelos de gobernanza centralista. Si bien es cierto que la división provincial actual no se corresponde con las demarcaciones de la geografía condal histórica, tampoco respeta la integridad de los valles que en ocasiones divide. Ni mucho menos se identifica con las demarcaciones de las grandes unidades geográficas peninsulares. 

La geografía de las comarcas

Corresponde ahora analizar las condiciones geométricas de las actuales demarcaciones comarcales ya que tienen una relación muy directa con la orografía. Esta geometría suele asemejarse a la inclusión del valle dentro de un polígono cuyo trazado tiende a discurrir uniendo las cotas más elevadas de los montes que lo delimitan. A pesar de su estrecha relación con la orografía, la demarcación comarcal ha seguido criterios distintos en Aragón y Cataluña. La primera diferencia apreciable es el tamaño de las unidades comarcales.

Tamaños diferentes
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Las comarcas simétricas en distancia con la divisoria provincial son el Sobrarbe en Aragón, y el Alt Urgell junto con la Cerdanya en Cataluña. La comarca del Sobrarbe prácticamente coincide con la cuenca hidrográfica del río Cinca y su afluente principal, el Ara. Las comarcas del Alt Urgell y la Cerdanya corresponden a la cuenca hidrográfica del Segre y el Valira como afluente. Siendo menor la superficie de cada comarca en comparación con el Sobrarbe pero similares si se suman. El mismo criterio hidrográfico puede aplicarse en el caso de la Noguera Pallaresa que se ha dividido en las comarcas de Pallars Jussà y Pallars Sobirá.

Comarcas y cuencas hidrográficas
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El criterio de la unidad hidrográfica se rompe al contemplar la frontera entre las autonomías. En La Ribagorza aragonesa pueden diferenciarse los valles del río Ésera y su afluente principal, el Isábena. Sin embargo, el límite entre Comunidades de 1833 divide el valle de la Noguera Ribagorzana en dos partes, siguiendo el curso del río con su nombre, forma orgánica de la actual frontera. Esta delimitación seccionando el valle en dos partes originará en el territorio catalán la comarca de la Alta Ribagorça, perteneciente en su totalidad a la cuenca hidrográfica de la Noguera Ribagorzana. La comarca del Valle de Arán no pertenece a la ladera sur de los Pirineos. En ella nace el río Garona, vertiente en Francia. Aun perteneciendo a los territorios aragoneses y catalanes históricamente, la nacionalidad de esta demarcación comarcal no ha estado libre de polémica. El historiador Juan Reglà denomina a esta comarca “piedra angular”, ya que era el paso principal hacia los condados norpirenaicos franceses. En 1283 el valle fue invadido por las tropas francesas de Felipe IV durante la guerra contra Pedro III.

El valle de Arán, en la ladera norte  rianel

Aun siendo cierto que estas demarcaciones territoriales guardan relación con el medio natural, al mismo tiempo ponen de manifiesto su carácter político, evidenciando el hecho de que aunque la naturaleza no entienda de fronteras, los sucesos antrópicos en el territorio las construyen. Las primeras diferencias entre ambos espacios comarcales en superficie evidencian que, en la actualidad, la idea de unidad territorial difiere en función del sistema de gobernanza. Asimismo, la frontera entre Aragón y Cataluña ha seccionado las unidades comarcales históricas diferenciando desde la política espacios naturales de carácter homogéneo según el periodo histórico. Además, como hemos visto, está la cuestión del Garona. Podría decirse por tanto, que las fronteras políticas se han impuesto a los supuestos límites naturales.

Actuaciones físicas en el espacio comarcal

En esta parte del trabajo se reduce todavía más la escala de análisis, estudiando por una parte los patrones de ocupación y asentamiento del ser humano, y por otra la evolución espacial de la población desde 1900 hasta la actualidad, buscando patrones antrópicos de desigualdad entre los distintos elementos territoriales. Dada la extensión del análisis resumiremos los aspectos principales relacionados con el objetivo global.

Núcleos y valles
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Vamos a empezar por lo que podríamos denominar el Pirineo preindustrial que abarca el comprendido entre 1900 y 1940, fecha aproximada de inicio de la industrialización de Cataluña y supresión de las comarcas por el franquismo. Hasta este momento, las comarcas no gozaban de una personalidad jurídica relevante. Si bien servían como organizadoras de las actividades productivas locales por las circunstancias antes descritas. El área fue excluida de la red ferroviaria lo que implicó su sustitución por carreteras organizadas en una serie de rutas que ascendían desde la tierra baja siguiendo los cursos de los ríos y sus afluentes principales. En consecuencia, los núcleos situados en el fondo de cada valle gozarían desde entonces de mayor conectividad con el exterior.

Torre de Mediano sobresaliendo de las aguas del embalse elenabru

La motorización de los cursos fluviales estaba estrechamente relacionada con el interés de aprovechamiento de los recursos hídricos pirenaicos, tanto para la producción de energía eléctrica, como para la acumulación de aguas destinadas al regadío en las tierras bajas. Las compañías eléctricas privadas instalaron las primeras centrales hidroeléctricas en la Ribagorza y Pallars Jussà, además de construir los embalses de Sant Antoni (Pallars Jussà) y Barasona (Ribagorza aragonesa) que inundaron algunas de las mejores tierras de cultivo en sus respectivos valles. Durante este periodo se comenzaron a sentar las bases del posterior declive comarcal, dado que la construcción de carreteras, en lugar de potenciar las actividades económicas locales, favoreció un "drenaje" demográfico hacia los núcleos exteriores próximos. Se sustituyó por tanto el aprovechamiento de recursos locales para los residentes en favor de los intereses de una industria energética emergente.

Núcleos y caminos rurales
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La segunda fase de análisis va desde los años 40 al final del franquismo. Aunque durante este periodo se suprimieron las leyes catalanas de comarcalización hay autores que sostienen la relevancia de la comarca durante el franquismo en base al Código de Gobierno y Administración Local de 1941, que en su articulado reconocía la existencia de las mancomunidades de municipios la escala comarcal. En este periodo se inauguraron las estaciones de ferrocarril que comunicaban la Pobla de Segur (Pallars Jussà) con Lleida convirtiendo esta comarca en la mejor comunicada con una capital de provincia. Por otra parte la red de carreteras creció de manera desigual entre las dos comunidades. La apertura del túnel de Viella en 1948 conectó las comarcas con la ladera norte de los Pirineos, y en consecuencia, facilitó las comunicaciones con Francia. Sin embargo en Aragón, la carretera del valle del Ara sólo se prolongó hasta Ordesa, y la carretera del Isábena hasta el monasterio de Obarra.

El túnel de Viella original abierto en 1948  vitaloni850
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La construcción de una infraestructura viaria orientada al aprovechamiento de recursos naturales a gran escala, por una parte rompió el aislamiento económico de las comarcas, pero por otra, sentó las bases de la desaparición de los sectores de actividad agroganadera tradicionales, al no comunicar las dos vertientes de cada río. En consecuencia, la evolución económica comarcal dependió en mayor medida de su distancia a los núcleos externos de cada valle por encima de sus recursos tradicionales. Mientras que en los valles como el Alt Urgell, próximo a núcleos de mayor población, comenzaron a establecerse ciertas industrias de transformación, otros como el Sobrarbe, la Ribagorza aragonesa y catalana y Pallars Sobirá, seguían siendo valles escasamente poblados y a una enorme distancia de los centros urbanos, por lo que era muy difícil que tuvieran lugar en ellos procesos similares.

Boltaña centro de servicios para una comarca en declive  ordesa

A estas carencias se unieron las exigencias de la emergente industria catalana y de los regantes del Bajo Aragón, que reclamaban más agua y más electricidad. Estas presiones dieron un impulso importante en la construcción de grandes embalses con consecuencias devastadoras para la población autóctona. En primer lugar, porque se destruyeron una serie de núcleos que gozaban de cierta centralidad. Y, en segundo lugar, porque se anegaron grandes extensiones de tierras llanas y fácilmente mecanizables del fondo de los valles que constituían una pieza clave para las economías locales de orientación ganadera. A todo esto se sumó el hecho de que durante el franquismo tuvo lugar una política de reforestación que junto con la hidráulica, redujo aún más las superficies productivas. La consecuencia fue un profundo declive de las comarcas de Sobrarbe y Ribagorza en las que se desertificaron de manera definitiva e irreversible amplias extensiones de terreno destinado a la agricultura y la ganadería y numerosos núcleos.

Red hidrológica pirenaica y embalses
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La última etapa de análisis se centra en el período que va desde el fin del franquismo hasta la actualidad. Con la llegada de la democracia y con ella los Estatutos de Autonomía de Cataluña y Aragón, se produjo el retorno ya expuesto al reconocimiento jurídico de las comarcas, aunque de manera desigual. Desde la promulgación de las leyes de comarcalización, en el año 1987 en Cataluña y 1993 en Aragón, se comenzó a ver la comarca como la unidad sobre la que aplicar planes de desarrollo territorial ya que parecían el medio más adecuado para complementar o subsanar las carencias municipales y elevar la calidad de vida de los ciudadanos. Tanto por su funcionalidad como por su adaptación al territorio, por su cercanía o por su idoneidad para la organización de servicios, se descubrían como el elemento ideal para enfocar la nueva forma de planificar el territorio. Sin embargo, la utilización de la comarca como unidad de planeamiento territorial se plantea de forma muy diferente en ambas autonomías.

Fragmento modelo plan parcial territorial APIA  gencat

Los planes comarcales en Aragón se están centrando en la mejora de las condiciones de vida al interior de ambas comarcas en lo que se refiere a prestación de servicios básicos a la población, potenciar las actividades de turismo de naturaleza, y asegurar la protección los espacios naturales ya protegidos desde el nivel autonómico o estatal. Estos Planes Comarcales de Desarrollo Rural Sostenible entraron en vigor en el año 2010. En el año 2006, la Generalitat de Cataluña aprobó definitivamente el Plan Parcial Territorial de la región del Alto Pirineo y Valle de Arán (APIA). La primera diferencia sensible entre estos planes es el ámbito de aplicación. En este caso se buscarán estrategias de actuación comunes para todas las comarcas catalanas que componen la región. Así, el Plan Parcial Territorial se propone la mejora de las interconexiones entre las comarcas afectadas por el planeamiento pero sin plantearse ni tan siquiera la existencia de las vecinas comarcas de Aragón.

Conexiones exteriores
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Al superponer en un plano las distintas estrategias de desarrollo, se pone de manifiesto las diferencias entre los modelos de gobernanza territorial. Mientras que los planes aragoneses se centran en la prestación de servicios básicos para unas comarcas en profunda decadencia desde el franquismo, los planes de la Generalitat (en busca de una unidad más política que territorial) se centran en el refuerzo de sus conexiones intercomarcales. Desde una perspectiva ambiental, la estrategia seguida por la Generalitat para sus comarcas será la de implementar un sistema de corredores ecológicos en toda la región del Plan Parcial Territorial de la región del Alto Pirineo y del Valle de Arán. Esta orientación se enfrenta a la estrategia en "manchas" de Aragón para la protección de los espacios naturales ya vigente desde los sistemas de gobernanza territorial supracomarcales. Se trata de un enfoque tan diferente que en algunas zonas limítrofes entre ambas autonomías existen evidentes contradicciones en cuanto a la protección medioambiental de los mismos ecosistemas.

Protección ambiental
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Llegados a este punto, han quedado patentes las diferencias históricas y actuales entre los acontecimientos de carácter antrópico, y los modelos de gobernanza territorial de ambas autonomías, cuyo ámbito de aplicación ha sido de uno u otro modo el espacio comarcal y sobre los cuales se construye la hipótesis de un desarrollo geográfico desigual. Estas comarcas, teniendo o no personalidad jurídica según el periodo histórico, han mantenido su condición de unidad territorial de origen antrópico sobre las cuales se han llevado a cabo diferentes actuaciones de carácter supramunicipal. Aunque estas unidades puedan entenderse a partir de sus orígenes históricos, la integridad y relación con el medio natural de las mismas puede ser puestas en duda desde la división provincial de 1833.

Redistribución demográfica

Solamente queda por caracterizar la evolución producida respecto a la población y relacionarla con esta serie de acontecimientos históricos de carácter desigual entre unas comarcas y otras, con objeto de poner en evidencia la transformación del límite históricamente difuso entre autonomías en la frontera actualmente consolidada.

Evolución de la población
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Del simple análisis de los valores numéricos puede observarse que, a diferencia de las aragonesas, las comarcas catalanas registraron durante el siglo XX crecimiento o estabilidad poblacional. No es de extrañar que esta inversión demográfica coincida históricamente con los inicios de la política hidráulica de grandes embalses en las comarcas aragonesas. La comparación de las tasas de crecimiento de población resultará esclarecedora de este fenómeno de redistribución demográfica. Mientras que las comarcas aragonesas han registrado decrecimientos demográficos de en torno al 50% de su población, la población en todas las comarcas catalanas ha crecido. Especialmente en los casos del Alt Urgell, el Valle de Arán, y Pallars Jussà en menor medida, próximos a Andorra, Francia y Lleida respectivamente.

El Valle de Arán ha tenido un importante desarrollo  policultura

Para esclarecer las consecuencias de los hechos relatados anteriormente, en esta parte del trabajo se van a estudiar las series históricas de población localizada en el territorio. Utilizando el análisis de “densidad kernel” para identificar aquellos clústeres municipales que, o bien entraron en dinámicas de declive y abandono (en color azul claro), o bien registraron cierta estabilización o incluso crecimiento demográfico (color azul oscuro). La situación de partida del análisis es la población en el año 1900 hasta 1940. Puede verse cierto nivel de equilibrio en cuanto a densidad de población entre todas las comarcas y mayores densidades en los valles. Sin embargo, no se observan polarizaciones de población llamativas a uno u otro lado de la frontera.

Densidad kernel en 1940

Los procesos antes mencionados (industrialización, motorización selectiva, construcción de pantanos…) produjeron una polarización demográfica en torno a Tremp y la Seu d’Urgell; comarcas catalanas cuya población creció en detrimento de las comarcas aragonesas de Sobrarbe y Ribagorza. Con la llegada de la democracia y la consiguiente reestructuración de la gobernanza territorial, unida a la construcción del túnel de Viella, se acentuó el crecimiento poblacional en el lado catalán, e incluso emergió un nuevo clúster demográfico en el Valle de Arán. Mientras tanto, la población en las comarcas aragonesas parece estancada, incrementándose muy levemente las densidades de núcleos como Aínsa (Sobrarbe) y Graus y Benasque (Ribagorza) dada su centralidad administrativa y/o capacidad turística como destino o lugar de paso.

Densidad kernel en 2013

La demografía desde 1900 hasta 2013 pone de manifiesto las asimetrías de carácter antrópico entre Aragón y Cataluña. Este proceso de desarrollo ha polarizado fuertemente a una población en origen equilibrada, produciéndose no solo una redistribución, sino una rejerarquización hegemónica de las comarcas en el territorio.

Ingresos por comarca en 2012
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En la gráfica de arriba se observa como estas desigualdades se concretan en unas posibilidades económicas diferentes de las comarcas a un lado y otro de la frontera. La asimetría en la hegemonía comarcal podrá leerse sin lugar a equívocos en los ingresos a un lado y otro de la nueva frontera, percibiendo las comarcas catalanas más del triple de ingresos por unidad de superficie que las aragonesas. Es así como los procesos históricos y políticos pueden condicionar las posibilidades de unos territorios u otros, más que las ventajas originales de los recursos de cada una de las áreas naturales.

Conclusiones

El problema de condición de frontera de Dirichlet se ha utilizado en el comienzo de este trabajo para ilustrar que todo proceso de delimitación de realidades no es tarea fácil. En efecto, en el siglo XIX la definición de región y por tanto de frontera era tan sencilla como la identificación de realidades diferentes y la posterior separación de las mismas por una función geométrica continua y homogénea. Fue Weierstrass quien cuestionó la condición de homogeneidad en las fronteras de las regiones y finalmente Hilbert a principios del siglo XX quien demostró matemáticamente que no todas las fronteras son homogéneas y que en su definición interviene la suavidad de los contornos y la naturaleza de la región que delimitan.

Turismo verde en Ribagorza  turismoverde

Con esta información puede verificarse la hipótesis que afirmaba la existencia de situaciones desarrollo antrópico desigual en las comarcas del Pirineo central entre Aragón y Cataluña a pesar de su homogeneidad ecosistémica. Fue necesario analizar el proceso de diferenciación y por tanto fronterización entre regiones, recurriendo a la comarca para identificar aquellas unidades de escala intermedia con un cierto vínculo entre las comunidades humanas y el medio natural en el que habitan. Desde las primeras divisiones provinciales ha podido corroborarse la ruptura inicial de estas unidades de ámbito territorial homogéneo debida a la creación de una frontera política superpuesta a los límites ecológicos. Ello evidencia el "peso" de las fronteras antrópicas en las lecturas parciales del territorio que se realizan a un lado y otro de las mismas.

Autor: Íñigo Lorente Riverola


Probablemente el artículo ha quedado demasiado largo pero se trataba, precisamente, de ilustrar la dificultad de abordar un tema altamente complejo y, además, conflictivo. Sin embargo, el que sea difícil no le resta importancia. Aquellos que, de una forma u otra, nos relacionamos con el planeamiento bien sea urbano o territorial, deberíamos de considerar esta cuestión con el máximo cuidado porque los planes territoriales o de urbanismo también pueden construir fronteras. De hecho, casi siempre lo hacen desde el momento en el que se circunscriben a unos determinados límites administrativos. Además, pueden estar creando desigualdad. No es que la desigualdad en sí sea algo perverso a evitar. Es más, podría entenderse como algo necesario para crear territorios y ciudades resilientes.

Destrucción de una frontera, el muro de Berlín  elpais

Los problemas empiezan cuando el origen de la desigualdad consiste en que unos territorios se apoderan de los recursos de otros para conseguir mayores cuotas de riqueza y bienestar en detrimento de los expoliados. Por desgracia, esta suele ser normalmente la causa de que se construyan fronteras: para asegurar el expolio. Aunque también, a veces, para defenderse del mismo. Aunque en este caso los expoliadores suelen contar con los suficientes mecanismos de poder para impedirlo. A este análisis habría que añadir el hecho de que la situación se ha vuelto crítica en el momento actual porque el planeta no da para más. La historia nos dice que se ha avanzado bastante desde los primeros tiempos de la sociedad humana. Pero estos avances se habían ido produciendo sin haber alcanzando los límites planetarios. De forma que el expoliador le podía decir al expoliado que se buscara la vida porque había planeta de sobra. Era injusto, pero había una salida. Hoy, el expoliado se convierte en un paria sin salida. En esta situación la solución no parece pasar por construir más fronteras sino, precisamente, por destruirlas para poder repartir de forma más justa lo que tenemos. Aunque claro, ya se sabe que “el que parte y bien reparte se queda con la mejor parte”. Como dicen que decía Marx (Groucho, aunque en realidad no lo decía): “¡Más madera, es la guerra!”.

Nota 1.-El artículo de Íñigo Lorente al que me refiero al comienzo se titula “Conexidad y evolución: aproximación topológica a la idea de resiliencia. El caso del Sobrarbe (Huesca)”, está publicado en el número 9 de la revista Territorios en Formación correspondiente a 2015 y se puede conseguir de forma gratuita en este enlace.
Nota 2.-De la gran cantidad de fuentes del trabajo he seleccionado once referencias que pueden ayudar a completar la información del tema en determinados aspectos que ha sido necesario resumir:
  • BOURRET, C., 1995. Les Pyrénées centrales du IXe au XIXe siècle: la formation progressive d'une frontière. PyréGraph.
  • CHAUVELIER, F., 1990. La repoblación forestal en la provincia de Huesca y sus impactos geográficos. Instituto de Estudios Altoaragoneses.
  • CUESTA, J. M. 2001. La despoblación del Sobrarbe: ¿Crisis demográfica o regulación? CEDDAR, Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales.
  • DAUMAS, M. 1976. La vie rurale dans le Haut Aragón Orientale. Instituto de Estudios Oscenses de Geografía Aplicada.
  • FERREIRA FERNÁDEZ, A. X. 2000. La comarca en la historia. Una aproximación a la reciente historia jurídica de la comarca. Universidad de Santiago de Compostela.
  • GÓMEZ, J. 2008. "División territorial de España; Provincias y partidos judiciales, 175 años" en Toletum: boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. n 55. pp. 151-175.
  • GIL, A. 1989. "La geografía en Cataluña: el problema de las comarcas", en Espacio, Tiempo y Forma, Serie VI, Geografía, t.2, pp.105-124.
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