domingo, 2 de septiembre de 2018

Lugares escondidos, Parque Lineal del Manzanares

Desde hace unos años, al viajar en la línea 4 de cercanías de Madrid (la que une Parla con Alcobendas y San Sebastián de los Reyes), y ya cerca de Atocha, me venía intrigando una extraña escultura parecida a una cabeza de mujer que se encontraba aislada y situada en lo alto de un pequeño cerro. También la veía desde algunos sitios de la carretera de Andalucía y desde el propio nudo de enlace de esta con la M30. Pero, a pesar de tener bastante claro el plano de Madrid en la cabeza, no era capaz de situarla. Este verano, que es el mejor momento para hacer turismo en Madrid porque se puede ir a todos los sitios sin aglomeraciones, me decidí a averiguar qué era, dónde se encontraba en realidad y las circunstancias que rodeaban un lugar que, para mí, era un misterio. De forma que el artículo de hoy no es más que el relato de mis paseos por el sitio donde se encuentra, que no es otro que el Parque Lineal del Manzanares.

A través de la ventanilla del tren, al fondo a la izquierda
 surge una escultura por encima de las vías y las autopistas

Debo decir, no ya como urbanista sino como vecino, que mi sorpresa fue bastante grande al encontrar la realidad de una zona verde especial que, ni esperaba ni imaginaba. Sobre todo después de conocer a fondo Madrid-Río del que este parque es continuación natural. Hasta tal punto que, además de los “lugares malditos” y “lugares maravillosos” he decidido inaugurar una nueva sección titulada “lugares escondidos”.
      Ya había oído hablar del Parque Lineal del Manzanares. Incluso conocía el proyecto de Ricardo Bofill. Y también estaba al tanto de algunas de las polémicas en relación con la Caja Mágica (el nombrecito se las trae para unas instalaciones dedicadas al tenis) incrustada en el parque y como un elemento ajeno al mismo. Y también los problemas de la unión con Madrid-Río. Pero, sencillamente, no había estado nunca. Y no había estado nunca, ahora lo comprendo, porque el sitio, en la práctica, se puede calificar de inaccesible. Pertrechado de planos, navegador en el coche y demás artilugios necesarios para una excursión urbana, me preparé para el encuentro con la realidad del parque. Pero no fue sencillo, aunque iba en coche y suponía que llegaría en unos minutos tardé casi una hora en conseguirlo.

La zona tal y como aparece en Google Maps
Señalar en la imagen para verla más grande

Es verdad que me equivoqué varias veces. Por ejemplo (iluso de mí) pensé que siguiendo los letreros que ponen “Caja Mágica” llegaría. Y donde llegué fue a los aparcamientos que se encuentran en la parte trasera de dicha Caja Mágica. Pero como no había competición en realidad me encontré en una rotonda sin posibilidad de aparcar en ningún sitio, porque los aparcamientos públicos estaban cerrados y el pequeño aparcamiento abierto estaba reservado al “personal autorizado” (que no era mi caso). Así que, después de dar dos o tres vueltas a la susodicha rotonda salí por donde había entrado.
      Después de varios intentos fallidos al final se me ocurrió que probablemente sería más sencillo acceder a través del barrio de San Fermín colindante con el parque por el oeste. De forma que busqué la calle que separa parque y barrio y escribí su nombre (Camino de Perales) en el navegador. Después de unas cuantas vueltas conseguí llegar y aparcar sin problemas para, a continuación buscar una entrada. No hay que desanimarse, perseverando se llega incluso a los lugares más inaccesibles. Ahora bien, el sitio hay que buscarlo, no se pasa cerca como el Retiro, el Campo del Moro o la Casa de Campo.

La entrada que utilicé para acceder al Parque Lineal

En el párrafo anterior me había quedado buscando una entrada. Y es que el Parque, por lo menos en lo que técnicamente se llama el Tramo 1, está cerrado mediante una verja y hay que localizar las entradas. La primera vez que fuí entré por la que se encuentra, más o menos, a la altura del número 100 del Camino de Perales. Como todas mis visitas las hice en verano el horario de apertura era de 7 a 24. Supongo que en invierno será algo menos. Por supuesto, lo primero fue intentar localizar a la Dama del Manzanares que es el nombre con el que se conoce a la especie de cabeza de mujer que, desde hacía años, me intrigaba en mis desplazamientos como usuario de la línea 4 de cercanías.
      Previamente me había asesorado que, en realidad el pequeño cerro en el que está situada era artificial y tenía una altura de unos veinte metros. Se trata de una cabeza en acero y bronce cuyo autor es el artista valenciano Manuel Valdés del equipo Crónica. Se supone que mira a Madrid (por lo menos mira al norte) y en los confusos carteles de localización del parque aparece con el nombre de La Atalaya que es el del cerro en el que está situada.

La Dama del Manzanares en lo alto de La Atalaya

Desde La Atalaya (y también desde el otro cerro situado al extremo sur y que lleva el nombre de El Mirador) no solamente se pueden ver unas fantásticas panorámicas de Madrid sino también de la práctica totalidad de las cerca de 100 hectáreas del parque que diseñó Ricardo Bofill en el año 2000. Si miramos al norte veremos el nudo sur de la M30 y un poco a la izquierda, ya dentro del parque, un trazado lineal que empieza en el auditorio (también llamada Plaza Verde) y que, atravesando el río acaba por encontrarse con el otro trazado que, partiendo de La Atalaya llega a los pies del cerro El Mirador. En su camino pasa por diversos sitios que animan el recorrido como el Laberinto. A la derecha discurre el llamado Paseo de los Sentidos y está el Parque Belvedere que creo integra el antiguo parque de San Fermín.
      Bajando de la Atalaya por una espectacular rampa de madera (no quiero ni pensar en su mantenimiento) se llega a una enorme pradera que conduce a la intersección con el trazado que viene del Auditorio. Esta tremenda alfombra verde, en realidad cespedera, que en este tórrido mes de agosto de Madrid parece un contrasentido ecológico, tiene a su izquierda las instalaciones deportivas que la separan de la autovía de Andalucía. Todo muy bonito y moderno en los planos y en la foto aérea pero no me atrevería a decir que es el mejor diseño de jardines para el clima madrileño. Es más, mis recorridos por este tramo, nunca conseguí que pasaran de la hora y media porque terminé sudando a chorros por la ausencia de sombras.

La rampa de madera y La Pradera, al fondo El Mirador

Ahora que lo conozco mejor me molesta bastante la poca relación estética y anímica con un barrio humilde como el de San Fermín que me parece debería ser, por lo menos en parte, la referencia para su trazado. Sin embargo, que uno de los parques que se suponen con más proyección de la ciudad esté situado en una zona de las más pobres de la capital es una nota positiva. Lo mismo que sucedía con Madrid-Río. También en este caso, el que se invierta dinero y se acerque la naturaleza a la ciudad en los sitios más vulnerables de la misma no puede recibir más que aplausos. El problema es que San Fermín es una pieza urbana aislada en la ciudad y no parece que, de momento, este tramo del Parque Lineal haya contribuido a romper este aislamiento. El barrio, construido en los años cincuenta del pasado siglo XX por la Obra Sindical del Hogar mediante expedientes de urgencia e invirtiendo la menor cantidad de dinero posible, fue concebido para dar alojar a la inmigración más pobre de esos años.

San Fermín, 1957, viviendas de realojo del poblado
chabolista de Jaime el Conquistador   urbanidade

Según María Isabel Gea: “La colonia San Fermín se halla entre la carretera de Andalucía y el camino de Perales. El origen fue a principios del siglo XX, cuando un trapero que vivía en la cercana colonia de Las Carolinas, se vino a vivir aquí y se construyó una casita. La gente pensó que estaba loco y empezaron a llamar el lugar el "barrio de los locos". Hacia 1925 se construyó en sus terrenos la colonia Su Majestad Alfonso XIII, nombre que cambió en la Segunda República por la colonia Popular Madrileña. Las casas, de dos plantas, fueron construidas por el arquitecto Jesús Carrasco. En 1930 se habían construido 450 hoteles. La colonia fue destruida durante la guerra civil y sólo se salvaron algunos hoteles. Después de la guerra civil, se construyó la actual colonia de San Fermín, el cual debe su nombre al navarro y primer director del Instituto Nacional de la Vivienda, Federico Mayo Gayarre, encargado de la reconstrucción. Y bautizó las calles con nombres de su tierra: avenida de San Fermín, calles de la Estafeta, Elizondo, Lecumberri, Oteiza, etc. Sus arquitectos fueron José Fonseca y José Gómez Mesa” (Usera y Villaverde: historia de los distritos de Madrid, La Librería, 2012).

Barrio de San Fermín y Tramo 1 aislados por las autopistas
Señalar en la imagen para verla más grande  google

El barrio es como una pieza aislada en la ciudad al estar totalmente rodeado de infraestructuras, incluidas vías de comunicación y grandes autopistas. Al norte, el nudo sur de la M30; al oeste la avenida de Andalucía (antigua autopista con varios carriles por sentido); al este, todo el corredor sur de comunicaciones: el ferrocarril de cercanías (desde donde veía, y veo, en mis viajes por la C4 a la Dama del Manzanares), AVE, etc. y la autovía de Andalucía; al sur, la M40 y la depuradora de La China. Dado que a este Tramo del Parque Lineal le pasa exactamente lo mismo ya puede entenderse el titulo de “Lugares escondidos” que le he dado al artículo.
      A este problema de falta de conexión física y mental con el resto de la ciudad hay que sumarle las dificultades de unión con el propio Madrid-Río y con el segundo tramo del Parque. Porque el Parque Lineal del Manzanares es la continuación natural de Madrid-Río. La dificultad es que, entre ambos, se encuentra el tremendo nudo sur de la M30, barrera casi infranqueable que impide resolver con sencillez la continuidad entre ambos. Tampoco tiene mejor suerte la unión con el Tramo 2 debido a los problemas creados por el nudo sur de la M40, la depuradora de La China y la propia Caja Mágica. Desde mi punto de vista resultan vitales estas conexiones, no solo porque sería la forma de dar una salida verde a la ciudad hacia el Parque Regional del Sureste, sino porque ayudaría a romper el aislamiento del barrio de San Fermín.

Los dos ejes del proyecto de Bofill desde El Mirador. madrides
Al fondo La Atalaya  Señalar en la imagen para verla más grande

Pienso que si se consiguiera coser todo el Parque con Madrid-Río la capital contaría con una de las zonas verdes más útiles y generadoras de igualdad imaginables. Y es que este Tramo 1 que estoy describiendo es solo uno de los tres que constituyen el Parque Lineal del Manzanares. El segundo tramo va desde el nudo sur de la M40 (también un nudo casi infranqueable) hasta llegar a Perales del Río, población del término municipal de Getafe, más o menos pasada la planta de tratamiento de aguas de Butarque. Podríamos simplificar diciendo que es el tramo comprendido entre las depuradoras de La China y Butarque. Un bonito recorrido entre depuradoras. Pero, aparte de la broma, este tramo es un verdadero museo al aire libre, no sólo ambiental sino también histórico. Se pueden encontrar desde trincheras de la Guerra Civil, hasta olmos centenarios (como El Abuelo que aparece en la imagen de abajo), o esclusas de alto valor patrimonial como la Sexta del Canal Real del Manzanares.

El Abuelo, un olmo centenario en el Tramo 2  parquelineal

El Tramo 3 llega hasta la desembocadura del río en el Jarama, ya en el Parque Regional del Sureste. Discurre por las Terrazas del Manzanares, pasando por lugares de alto valor ecológico como El Soto de las Juntas o la Laguna del Campillo, espacios afortunadamente recuperados para disfrute de todos. Se trata de tramo todavía más natural que el anterior. De forma que se va produciendo una gradación desde el muy urbano Madrid-Río hasta un área natural protegida. Se trata de la conexión del centro urbano con las áreas periurbanas naturales que buscan todas las ciudades en el momento actual. Un altísimo valor de oportunidad que no debería ser desaprovechado. Otro día trataré de analizar estos tramos. Y también qué pasa al norte de Madrid-Río, porque el Manzanares no se termina en el Puente de los Franceses. Y, además, porque me estoy dando cuenta de que he hablado bastante poco del río, que debería ser el centro y motor de mi relato, aunque nos acompañe todo el tiempo de forma discreta pero constante. Pero ahora vuelvo al tramo 1.

San Fermín, La Caja Mágica, el Manzanares y la A4  foroazkena

Desde mi punto de vista (aunque igual estoy equivocado), la construcción de este tramo del Parque ha sido beneficiosa para el barrio. Lo que no significa que sea una situación idílica. La depuradora de La China es un problema (un problema necesario, pero un problema) aunque está previsto su desmantelamiento. Pero el obstáculo de la depuradora se ha visto agravado con aparición de la Caja Mágica, otra de las construcciones megalómanas de Alberto Ruíz-Gallardón pensada para el Madrid olímpico. Porque la Caja Mágica solo tiene una cierta utilidad para grandes eventos, básicamente competiciones de tenis, pero con nulo aprovechamiento para el barrio. Bueno, como no sean las molestias (y algo más) ocasionadas precisamente cuando se celebra alguno de ellos, no solo por la cuestión de los aparcamientos, sino también por los ruidos y aglomeraciones. Mientras tanto el barrio reivindica equipamientos imprescindibles tales con colegios, bibliotecas, guarderías o centros para mayores.

El Parque ha mejorado la calidad de vida del barrio  madrides

Aunque pienso que la aparición del Parque Lineal ha supuesto para San Fermín una mejora en su calidad de vida, y eso es importante para un barrio humilde como este, sin embargo no ha sido capaz de romper el aislamiento de esta pieza urbana casi inaccesible para los no conocedores de la zona. En parte le pasa también a Madrid-Río. Y es que la ciudad, tradicionalmente, ha vivido de espaldas al río. Sencillamente lo ha ignorado y el río no entra en el mapa mental de los madrileños. Esto ha empezado a cambiar, pero llevará tiempo. Mientras tanto, los vecinos de Peñuelas, Legazpi o San Fermín, disfrutan de un mejor entorno urbano aunque no con el sistema de prioridades que desearían. El problema del Parque Bofill es que está pensado para un Madrid cosmopolita bastante alejado de la gente que vive en el Camino de Perales y aledaños. Y que, de momento, está escondido precisamente para aquellos a los que, se supone, va destinado. Ese es el mayor problema que le veo al Tramo 1.

Imagen inversa a la primera que ilustra el artículo.
 Las vías de la C4 desde la Dama del Manzanares.

Ahora, cuando veo la cabeza de la Dama del Manzanares elevarse por encima de las vías del tren y de los nudos de autopistas ya sé donde está y el significado del lugar en el que se encuentra. Me imagino entrando por cualquiera de las puertas que se abren al barrio de San Fermín y caminando por el Paseo de los Sentidos o subiendo al Mirador. Estoy seguro que volveré muchas más veces en diferentes épocas del año, aunque solo sea para disfrutar de un lugar único. Y de las sombras de la vegetación de ribera que, afortunadamente, todavía existe aunque no haya tenido oportunidad de mencionarla en el artículo. El resumen de mis visitas al Parque sería que he llegado al convencimiento de que, en estos momentos, Madrid cuenta con una posibilidad única de reorganizar toda su estructura vivencial y perceptiva. Para ello ha de volver sus ojos al Manzanares, ese río que según Juan de Rhebiner, embajador de Rodolfo II de Austria, es el mejor río de Europa por ser “navegable en coche y a caballo”.
      Para ello resulta imprescindible considerarlo como un todo, cosiendo las diversas partes en las que la construcción caótica de esta ciudad lo ha ido troceando. Ya se intenta en la unión del Tramo 1 del Parque Lineal con Madrid-Río y en la integración de la Caja Mágica, pero habría que ir mucho más allá. Comprendo que es complicado cuando, durante tanto tiempo, las prioridades se han centrado en las grandes infraestructuras de comunicaciones que ya son un hecho consolidado. Pero en un momento en el que hay un cambio en este sistema de prioridades y que, en muchos sitios, se empieza a pensar en una ciudad de cercanía diseña para andar, Madrid se encuentra ante una oportunidad que no debería desaprovechar.