lunes, 12 de mayo de 2014

Dos libros sobre paisaje urbano

Hace tiempo que no dedico un artículo a “mis libros”. Es decir, a aquellos libros que han dejado un impacto apreciable en mi forma de ver el urbanismo y el paisaje. Aquellos que, todavía hoy, están a mi lado. Como se trata de ayudar a los alumnos pienso que, si han sido importantes para mí, probablemente a ellos también podrán interesarles. Aunque todo el que me conoce sabe que, por razones de espacio, ya no compro ni leo libros en papel (excepto los que me regalan o dedican), sin embargo algunos de los que siempre me acompañan son todavía de la era pre-digital. Y tienen muchos años. Están usados, subrayados, pintados, con las páginas pegadas con cello, desencuadernados y con las esquinas dobladas en bastantes páginas. En fin, libros que, como mi vida, tienen ya una historia. Hoy voy a comentar dos que, aunque están en sitios opuestos de mi librería, siempre termino por consultar juntos cuando tengo que referirme al paisaje o a la escena urbana.

Casi todo mi espacio físico de trabajo lo ocupan los libros

El más antiguo está publicado, en su edición inglesa, en los años cincuenta. En su traducción al español se llama Diseño de núcleos urbanos. Escenología y plástica y su autor es Frederick Gibberd. La palabra “escenología” salta con un rojo intenso en el corrector de textos pero es que no está admitida por el diccionario de la RAE (la que propone como más cercana es: ¡escatología!) aunque está copiada tal cual de los créditos del libro. El más “moderno” es de los años sesenta del mismo siglo XX: El paisaje urbano, tratado de estética urbanística. Su autor es Gordon Cullen. Cuando estaba escribiendo el artículo pensé incluir un tercero, La imagen de la ciudad de Kevin Lych, pero al final lo deseché porque, entre otras cosas, ya lo había comentado en los tres artículos sobre “Áreas perceptivas” que publiqué casi en la prehistoria del blog, allá por el año 2007. Los dos libros, que analizaré a continuación, me servirán de disculpa para intentar articular algunas ideas acerca del llamado paisaje urbano.

Cubiertas de las ediciones en español de los libros

Ya he escrito en otros sitios del blog que el concepto de paisaje es muy diferente según el campo de conocimiento desde el que se enfoque. Y esta apreciación es básica si queremos llegar a entendernos. Porque no es que sea sólo distinto el concepto. También lo son: objetivos, metodología e, incluso, el vocabulario. Pero, probablemente, la visión más ajena a la de todos los demás profesionales (aunque no a la de la gente corriente), sea la de los arquitectos cuando se refieren al paisaje urbano. Debo advertir a los geógrafos, ecólogos, ambientólogos, ingenieros de montes, agrónomos, psicólogos, sociólogos o paisajistas (entre otros) que son libros muy de arquitectos. Esto, y a pesar de ciertas ideas preconcebidas sobre los intereses y habilidades de los arquitectos, no invalidan ni su contenido, afirmaciones, forma de exponer los argumentos que contienen o su utilidad. Pero es necesario decirlo previamente, porque conozco y he trabajado con bastantes profesionales de los campos citados, y pueden llegar a sentirse como en otro planeta si no hacen un esfuerzo de comprensión bienintencionado.

Escena urbana supuestamente útil (jugar al tenis, aparcar la bici,
 comprar chuches, terrazas, niños jugando), Getafe Norte, Madrid

Antes de empezar me gustaría establecer una diferencia entre “escena urbana” y “paisaje urbano”. Se trata de una propuesta sin más pretensiones que ponernos de acuerdo sobre el vocabulario. Entiendo el paisaje urbano como una expresión genérica relativa a como se percibe una escena urbana concreta. Si esta percepción tiene fuertes connotaciones utilitaristas (el espacio público como lugar donde se desarrollan los roles urbanos), las referencias al paisaje quedan diluidas frente a las del escenario como contenedor de usos. Mientras que si la percepción se refiere a los aspectos estéticos se aproxima más a lo que cualquier arquitecto entiende como “paisaje urbano”. Un paisaje, sea o no urbano, se mira, se admira, emociona, es feo, es bonito, se siente. En cambio, una escena urbana es más bien “útil” o no para desarrollar las actividades urbanas (entre otras, la de ser admirada o sentida, por supuesto). Si una escena urbana está bien diseñada contará con las condiciones de confort adecuadas, servirá para que los peatones circulen adecuadamente por las aceras, será segura, en ella jugarán los niños y, además, será bella.

Escena urbana supuestamente bella (su mayor utilidad es ser
 admirada, emocionar) Florencia, Piazza Annunziata  Wikipedia

El “será bella” (o fea) condiciona las características paisajísticas de ese espacio urbano. Por supuesto se trata de una opción, probablemente muy alejada de los planteamientos que haría un geógrafo (por ejemplo), pero que sirve para enfocar los elementos del análisis que haremos al comentar ambos libros. Porque los dos se refieren, en el fondo, a los elementos estéticos del espacio público. El libro de Cullen es bastante explícito en este tema, lleva por subtítulo Tratado de estética urbanística. El de Gibberd es algo más sutil ya que habla de Escenología y plástica. Pero ambos tienen que ver con la percepción de la belleza. Se trata de un campo ciertamente incómodo, pero en el que los arquitectos se sienten mucho más seguros que los ecólogos o los ingenieros de montes. Todo lo seguro que uno puede sentirse en un tema tan complejo y, muchas veces, contradictorio.

Frederick Gibberd, Town Design

Sir Frederick Ernest Gibberd nació a comienzos del pasado siglo y murió en enero de 1984. Arquitecto inglés ejerció también como planificador urbano y paisajista. Entre otros muchos trabajos fue el director del Master Plan de Harlow, una nueva ciudad inglesa diseñada después de la segunda guerra mundial para descongestionar Londres, de la misma época que Stevenage o Hempstead. Por tanto, forma parte de la denominada primera generación de nuevas ciudades inglesas. Su forma de entender el urbanismo se describe claramente en el prefacio del libro: “El trazado de ciudades abarca los de arquitectura, panorama y caminos, y estas artes se entretejen en modo tal que pierden su identidad individual y se convierten en algo nuevo: ‘la escena urbana’. Este libro se refiere fundamentalmente a la realización de esta escena y, en particular, a las cualidades de su visualidad. El tema central es el trazado de ciudades como arte; pero como la apariencia de la ciudad resulta del trabajo que este arte debe efectuar, su función, los problemas sociales, científicos y técnicos, han sido examinados suficientemente para hacer inteligibles los estéticos”.

Busto de cemento de Sir Frederick Gibberd
 Gibberd's Garden (Harlow)  DouglasGordon

De hecho, entre los espacios analizados en el libro se encuentran el barrio Mark Hall y The Stow (centro) de Harlow New Town. Pero también trata distintos ejemplos históricos y de su tiempo: desde la plaza de la Signoria en Florencia hasta el centro civico de Stevenage, pasando por el área industrial de la New Town de Crawley o el Landsdown Crescent de Bath. El libro tiene una estructura clásica de manual de urbanismo y está dividido en cuatro partes. Comienza describiendo la ciudad como un todo para pasar luego a las áreas centrales, la industria y las viviendas. Cada capítulo cuenta con dos secciones claramente diferenciadas. En la primera se estudian cuestiones conceptuales relativas a la relación entre zonas, requisitos a cumplir, o disposición de piezas y elementos. Luego tiene una segunda que llama “Análisis” en la que aparecen diferentes ejemplos comentados. Desde mi punto de vista esta segunda parte es la más interesante y la que ha hecho que el libro de Gibbert sea una referencia para mí.

Visita real al centro urbano de Harlow, 1958  Gallery

Y dentro de los análisis destacan, precisamente, aquellos más escenográficos. Por ejemplo, el del plan regulador de Guilford está bien, pero no aporta demasiado a los cientos de análisis de instrumentos de planeamiento que hay publicados. Pasa lo mismo, ya en el capítulo dedicado a la industria, con el estudio acerca del área industrial de Knutsford. En cambio, cuando lo intenta con las agrupaciones de viviendas la originalidad es mayor (aunque muy de manual inglés de urbanismo, todo hay que decirlo). Pero, probablemente, el mayor valor del libro aparece cuando trata las áreas centrales. Para entender la variedad de espacios estudiados habría que reproducir el índice. Pero, para despertar el interés del lector, voy a relacionar algunos: Venecia: piazza y piazzetta de San Marco; Florencia: piazza Annunziata; Taormina: piazza San Agostino; Michigan: Capitolio; Amsterdam: Kalver Straat; Linda Vista, California: centro comercial; Harlow: The Stow; Estocolmo: Vallingby; Stevenage: Centro Cívico.

Harlow new ¿town? Paisaje que Lych llama “suburbio frondoso”
 Modelo de ciudad jardín escasamente urbano  googlemaps

Sin embargo, donde reside su originalidad y lo que diferencia este trabajo de otros de su momento, es el método de exposición. Casi en ningún caso hay dibujos de secciones o alzados. Como se corresponde con un planteamiento puramente visual la base son las fotografías. Normalmente las fotos vienen referenciadas en una planta dibujada donde se indica desde donde se ha realizado la foto y la dirección de la cámara. A veces, esta planta maestra se acompaña de pequeños esquemas que ayudan a entender el espacio. Por ejemplo, se pueden destacar en negro las áreas vacías. O señalar las características claves de la planta mediante flechas y sombreados. Los comentarios también son básicamente visuales. Por ejemplo, al referirse a la Piazza della Signoria: “La plaza parece penetrar en la masa de edificios que la rodea, pero en ningún caso los caminos de llegada están opuestos entre sí, de donde resulta que las vistas hacia dentro de las plazas están siempre interceptadas; punto de importancia anotado por Sitte”.

Algunos esquemas que Gibberd incluye junto a las fotos

En cualquier caso siempre empieza por una descripción general y una explicación histórica muy someras (uno o, a lo sumo, dos párrafos). Esta forma de plantear el urbanismo, desde lo que ve el ciudadano, Gibberd lo utiliza también para el planeamiento urbano. Y no solo Gibberd, en muchos planes de ciudades inglesas se ven perfectamente dibujadas las viviendas o los centros comerciales claramente definidos. No se trata simplemente de delimitar una zona y dar unas condiciones de uso y una edificabilidad, sino que se dibuja un posible resultado final. Posteriormente este enfoque dio lugar a toda una corriente arquitectónica en el planeamiento para la cual en el plan tenían que aparecer dibujados hasta los árboles de alineación o los bancos. Y, por supuesto, las viviendas o los centros comerciales. En el párrafo anterior aparecía citado Sitte. No es casual. Representa una forma de entender el urbanismo que va en la misma dirección. La otra sería un cierto planeamiento más de ingeniería (que luego derivó en otro reglamentista), cuyo paradigma podría ser el plan Hobrecht para Berlín.

Reproducción de parte del análisis de la Plaza de la Signoria

Curiosamente el libro no tiene bibliografía. Como algunos de mis alumnos (aunque cada vez menos, la mayoría se conforman con leer tuits) me preguntan sobre qué libros leer de urbanismo, les voy a dar pistas en palabras de Gibbert: “Creí que podría incluir una lista bibliográfica, pero el tema es tan vasto que no ha sido posible. Los libros que más provecho me han prestado han sido los siguientes: Civic Art por Heggemann y Petts, Documents D’Urbanisme por Robert Auzelle, L’Histoire de L’Urbanisme por Pierre Lavedan, Space, Time and Architecture por Siegfried Giedion, The Art of the Building Cities por Camillo Sitte, The Culture of Cities por Lewis Mumford, Town Planning in Practice por Raymond Unwin”. Algunos de estos libros ya han sido comentados en el blog. Hay que tener en cuenta que Town Design se publicó en inglés en el año 1954 por The Architectural Press y que su enfoque está muy dirigido hacia consideraciones formales de la escena urbana.

Parte del análisis de la Piazza Annunziata en Florencia
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Si exceptuamos a Heggemann y Auzelle, los demás todavía deberían figurar en cualquier bibliografía actual porque son auténticos clásicos. Y en mis tiempos de estudiante todavía a Auzelle se le tenía bastante consideración. Por cierto, en mi libro de Gibberd de editorial Contempora, Rober Auzelle figura como Auyelle. Supongo que se trata de una errata que ya he corregido en la cita de arriba.

Gordon Cullen, Townscape

En esa dirección se mueve también Gordon Cullen. De la misma generación que Gibbert (algo más joven), aunque estudió arquitectura parece que no llegó a estar habilitado como arquitecto a pesar de haber sido miembro honorario del RIBA y tener la medalla del Instituto Americano de Arquitectos. Digo que “parece” porque no es nada sencillo encontrar información sobre su vida (ni tan siquiera he conseguido una foto). Sin embargo, realizó planes, sobre todo en Glasgow y para la London Docklands Development Corporation durante los años ochenta. Cullen fue un escritor de temas urbanos y teórico del urbanismo. Pero, sobre todo, fue un brillante ilustrador y dibujante. Sus dibujos puede decirse que crearon escuela. Todo esto se ve claramente en su libro El Paisaje Urbano, tratado de estética urbanística. Aunque la primera edición en inglés es del año 1961, “mi libro” es del año 1974 traducido probablemente de The concise townscape (reedición de Architectural Press de1971). No se trata de un escrito demasiado estructurado. Más bien parece un cuaderno de campo en el que va anotando cosas.

“Prioridad para peatones”, dibujo del libro de Cullen
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En realidad, la teoría que sustenta sus ideas está en el prólogo y en el epílogo. El prólogo en mi edición de Blume tiene doce páginas, y el epílogo cuatro: ¡Incluso su lectura es asequible a las nuevas generaciones educadas en la sociedad del tuit! Ya en el tercer párrafo introduce la noción de paisaje urbano: “Una casa, un edificio del género que sea, que se alza aislado en medio del campo, podrá ser considerado como una obra arquitectónica más o menos  agradable a la vista, pero pongamos media docena de edificios uno junto a otro, y comprobaremos que es posible la existencia de otro arte, perfectamente distinto del de la arquitectura. En el conjunto de las edificaciones se hallan presentes varios elementos cuya realidad es prácticamente distinta de los de la arquitectura e imposibles de encontrar en un edificio aislado”. Luego ejemplifica como, en la práctica, el “arte de la relación”, como le denomina, no se alcanza a través del pensamiento científico sino a través del arte. Un poco más adelante, en el epígrafe “Planificación del llano” dice: “Si alguien me preguntara en qué consiste el paisaje urbano le respondería que, en mi opinión, un edificio es arquitectura y que dos edificios son ya paisaje urbano”.

“Enclave”, dibujo del libro de Cullen
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La comprensión de ese nuevo elemento que surge de la relación entre edificios, calles, bancos, árboles, personas, coches, señales y pavimentos, se deriva de la facultad de ver, “porque es precisamente por medio de la vista por la que podemos formarnos una idea del conjunto”. Porque resulta que la visión no es solamente útil (por ejemplo, hace posible desplazarnos por el conjunto) sino que, además permite evocar recuerdos y experiencias. Es decir, emociones. Plantea que la reacción emocional ocurre mediante tres vías distintas: la Óptica, el Lugar y el Contenido. La Óptica se refiere al proceso mediante el cual los desplazamientos por un área urbana se producen en forma de revelaciones fragmentadas. Es lo que llama Visión Serial. Por ejemplo, en Madrid, bajamos por la calle Preciados rodeados de comercios y peatones, estamos en un fragmento de ciudad. Al llegar a la Puerta del Sol, otro fragmento (escenario) surge ante nosotros. Hemos “salido” de Preciados, “entrado” en Sol pero en nuestra memoria está todavía Preciados. Se puede jugar con este sistema de fragmentos o ámbitos para variar la respuesta emocional del individuo.

Visión serial, dibujos del libro de Gordon Cullen
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Respecto al Lugar, los ámbitos (escenarios) nos producen una cierta sensación de identidad o empatía con lo que experimentamos cuando estamos en ellos: “Sitúese a un hombre en el borde de un precipicio de 150 metros y tendrá un extraordinario y vívido sentido de su posición; sitúese al mismo hombre en el fondo profundo de una gruta e, inmediatamente, reaccionará ante el hecho de sentirse encerrado”. Esta sensación es la que nos permite contraponer el “aquí” al “allí”. Respecto al Contenido se refiere a la “construcción en sí de la ciudad: su color, escala, estilo, carácter, personalidad y unicidad”. El Contenido, por tanto, viene caracterizado por su forma física (aunque también está relacionado con las emociones). Y, como tal, se puede relatar con mucha mayor facilidad que los anteriores. A veces, de forma equivocada, puede quedarse en una simple descripción morfológica. Desde mi punto de vista es algo más ya que hay que estudiarlo en relación a las otras dos vías que configuran la reacción emocional.

“Aquí” y “Allí” elementos emocionales del lugar. A Coruña (España)

Estos tres conceptos los desarrolla en la segunda parte del libro a partir de apuntes que consisten en una serie de epígrafes descritos mediante textos bastante cortos acompañados de fotos ilustrativas. Para tener una idea del mecanismo que utiliza voy a relacionar a continuación algunos de los epígrafes del capítulo dedicado al Contenido: las categorías, el paisaje categórico, yuxtaposición, inmediación, calidad, visión de detalle, ciudad secreta, urbanidad, intrincación, corrección, agresividad y vigor, enmarañamiento, nostalgia, el pavo real blanco… Un sistema parecido al que usa C. Alexander en su libro Un lenguaje de patrones aunque, desde mi punto de vista, mucho más caótico. A pesar de que el sistema (claramente distinto del que utiliza Gibberd) parece que debería introducir amenidad en su lectura, la verdad es que la ausencia de una estructura lo hace difícil de seguir. Aunque a mis alumnos en clase (para animarles y en broma) les digo que se lee muy bien ya que son textos cortos con fotos y dibujos tales como les gustan a los arquitectos, acaba por resultar confuso.

Corrección. Poyete de pizarra en Robleluengo, Guadalajara (España)

Hay que insistir, leerlo varias veces, ir acumulando en la memoria los comentarios y las imágenes y, al final, uno se da cuenta de que ha aprendido más de lo que parecía. Y es solamente con el tiempo, y al encontrarse ante una situación concreta, cuando uno recuerda que aquello estaba en el libro de Cullen. Por ejemplo, en el epígrafe Corrección escribe: “La corrección es producto del respeto mutuo que una sociedad que se precie debe mantener entre sus miembros, lo cual no deber confundirse, en absoluto, con la buena educación. La foto de abajo reproduce el rótulo de una tienda de una humilde calle, e incluso en esta muestra de la artesanía metálica puede conservarse el sentido de la corrección. La corrección jamás pretende acallar, ahogar, sino que constituye una forma de autoexpresión dentro de un contexto civilizado”. Por ejemplo, comprendí ese párrafo (y me acordé de Cullen), cuando me encontré ante un poyete de pizarra al lado de la puerta de una casa rural en Robleluego, que era un prodigo de corrección entendida como respeto al lugar y cuya foto figura arriba.

Libros reales y libros digitales

He vuelto a dejar los dos libros en su sitio pero estoy seguro que no pasará mucho tiempo antes de que vuelvan a mi mesa de trabajo. Esta vez no se trata de libros fundamentales, canónicos, como algunos de los que he comentado a lo largo de estos años en el blog. Pero son libros a los que les tengo cariño porque me han acompañado, aconsejado y ayudado en diferentes etapas de mi vida. Son casi como personas que están siempre ahí cuando se necesitan. La verdad es que mi colección de libros digitales es mucho más accesible. Por ejemplo, todas las citas que he escrito las he tenido que teclear letra a letra cosa que no hubiera ocurrido caso de haber sido un archivo .doc, .epub o .pdf. Y sin embargo… No creo que nunca considere como un amigo el .pdf de Selman, Planning at the Landscape Scale, a pesar de haberlo utilizado muchas veces desde el 2006 y reconocer su interés y utilidad. Pero es que el libro de Selman es como si estuviera en el vacío digital, ajeno al lugar que es mi despacho. Y a estas alturas tengo claro que sin lugares es difícil construir asociaciones que emocionen. Los libros de Cullen y de Gibberd sí que tienen sitios físicos “donde han residido” a lo largo del tiempo, donde esperan que los vaya a buscar cuando los necesito. Y eso sí que ha creado un vínculo emocional entre ellos y yo.


Nota: los dos libros que he comentado en este artículo no son fáciles de encontrar. Si alguien desea consultarlos lo mejor es que vaya a una biblioteca. Como siempre, recomiendo para los que puedan usarla, la de la Escuela de Arquitectura de Madrid que es, desde mi punto de vista, realmente extraordinaria para estos temas y donde podéis encontrar casi todo. Los libros son los siguientes:

Cullen, Gordon: El paisaje urbano, tratado de estética urbanística. Blume, Barcelona, 1ª ed., 1ª reimp., 1974. El original en inglés lo publicó en Nueva York, Reinhold Pub. Corp. en 1961 con el título de Townscape. Diez años después en 1971 la editorial Architectural Press lo reeditó en Londres  con el nombre de The Concise Townscape. Esta edición inglesa sí es más fácil de conseguir.

Gibberd, Frederick: Diseño de núcleos urbanos. Escenología y plástica. Contempora, Buenos Aires, 2ª ed. rev. y ampl., 1961 (1ª ed., 1956). En inglés aparece publicado por primera vez por la editorial Architectural Press, en Londres, en el año 1953, con el nombre de Town Design.