martes, 3 de marzo de 2020

Paseos urbanos

Hace ya muchos años (en mayo del 2008) publiqué en el blog un artículo titulado “Careri, el andar como práctica estética”, en el que comentaba el libro de este autor titulado Walkscapes. Careri formó parte del grupo Stalker que en los años noventa del pasado siglo proponía buscar la ciudad inconsciente en esos territorios de nadie, difusos, perdidos entre áreas de urbanización dura, para experimentar con ellos. Y el método para hacerlo lo llamaron transurbancia. Se trataba de pasear, de recorrer el territorio levantando mapas no convencionales. En el libro de Careri se hace un recorrido por tres momentos que caracterizan el tema: entre el Dadaísmo y el Surrealismo; de la Internacional Letrista a la Situacionista; y del Minimalismo al Land-Art. Momentos que se describen más detalladamente en aquella entrada del blog (y, por supuesto, en el libro Walkscapes, el andar como práctica estética).

El Paseo del Prado, Madrid  antena3

Pero el recuerdo sobre el artículo que escribí sobre Walkscapes de Careri surgió a raíz de la lectura de otros dos libros aparentemente muy distintos. El primero, titulado El Paseo del Prado de Ramón Gómez de la Serna, casi de obligada lectura para mí, porque suelo asistir como miembro de ICOMOS a las reuniones de la comisión del Ayuntamiento de Madrid que intenta que se declare por la UNESCO como Paisaje Cultural el conjunto del Paseo del Prado y el Buen Retiro. Y el segundo, La ciudad infinita. Crónicas de exploración urbana de Sergio C. Fanjul, que cayó en mis manos por azares del destino y, aunque me interesó porque ya conocía Inventario de invertebrados un poemario sorprendente, me gustó un enfoque que propone la utilidad de los “paseos urbanos” a la hora de construir social y físicamente las ciudades.

Paseos urbanos, Málaga, paseo del muelle uno  ©jfarina

Las ciudades reales, las ciudades vividas, por supuesto. No las “pseudo ciudades” a las que me refería en el artículo “Hacerse un selfi en la Puerta del Sol”. Aunque, como veremos, incluso de posible aplicación en casos anómalos como el citado. Pero vayamos primero por La ciudad infinita. Todo empezó a raíz de Los Veranos de la Villa de Madrid donde en 2018 Sergio ejerció de lo que llama Paseador Oficial de la Villa, recorriendo los 21 distritos a partir de su casa de Lavapiés. Los textos resultantes los fue publicando en la web del Ayuntamiento y como pasquines para ser repartidos entre el público de Los Veranos de la Villa:
         “Y de aquellos paseos, aquellas notas, junto con otros paseos y textos que se fueron produciendo desde entonces, con otras lecturas, vivencias y todo tipo de anécdotas, surge este libro, que es un paseo por el territorio pero también por la memoria, la historia, el urbanismo o la propia biografía; y cuando digo paseo también lo digo en el sentido narrativo: lleno de meandros, digresiones, salidas de tono y accidentes catastróficos, un collage como lo es la propia ciudad y la gente que vive en ella. Un libro-ciudad que trata de demostrar lo obvio: que la ciudad es infinita. Este libro, afortunadamente, no”.

Sergio, Paseador Oficial de la Villa  yorokobu

Lo que hace el “Paseador Oficial de la Villa” a lo largo de los 21 capítulos que van desde “El distrito Centro del Universo entero” hasta “El problema del mal” es describir lo que ve y lo que siente. Dadas sus querencias poéticas todas las descripciones están teñidas de sentimiento y, en muchos casos, amor por una ciudad que va descubriendo paseo a paseo. ¿Existe relación entre la deriva situacionista de Guy Debord, la transurbancia del grupo Stalker y los paseos de Sergio? La contestación es que sí, por supuesto. Pero claro, no responden a los mismos objetivos, motivaciones ni formas de abordar el paseo.
         Pero los paseos urbanos abarcan muchos más enfoques, algunos muy diferentes. Como docente me interesó de forma muy especial el libro de Silvia Alderoqui titulado Paseos urbanos. El arte de caminar como práctica pedagógica publicado en 2013 por la editorial Lugar. Y me llamó la atención porque, en su momento, también utilicé el recurso del paseo para que mis alumnos entendieran de forma más directa el funcionamiento de la ciudad. La verdad es que los resultados fueron dispares y algún día analizaré y publicaré esta experiencia que llevé a cabo a lo largo de tres cursos académicos en la asignatura de Introducción al Urbanismo hoy ya sustituida por otra en el nuevo plan de estudios.

Portada del libro de Silvia Alderoqui

Aunque no solamente está su uso docente. También existen paseos con mirada feminista. Así, el colectivo Herstóricas, que empezó con sus paseos en Londres y luego los extendieron a Granada y Madrid, pretende utilizar los paseos como instrumento para visibilizar la presencia de la mujer. Los usan como disculpa para hablar de Clara Campoamor, Elena Fortuny o María de Maeztu. Aunque también de las verduleras del mercado de San Ildefonso o de las cigarreras de la fábrica de tabaco de Lavapiés. Incluso proponen un paseo infantil de una hora y treinta minutos que llaman “Menudas Herstóricas”. Resultaría interesante confrontar el capitulo que Sergio dedica a Vallecas (“Vallecas, puerto de mar”) con los dos recorridos que el colectivo Herstoricas dedica a este barrio madrileño y cuya duración es de dos horas y media: “Vallekanas: sus calles, su historia”, y “Vallekanas: juntas haciendo barrio”.
         Pero no son las únicas que recurren al paseo para hacer visible la situación de la mujer. Así, el colectivo Flaneadoras también lo hace. Su web aparece presidida por una cita de La Revolución de las Flâneuses (Wunderkammer, 2019) de Anna María Iglesias que dice: “La caminante pone en cuestión el orden establecido y, al hacerlo, propone un contrarrelato, una nueva manera de transitar la ciudad y el espacio público”.

De la web de Herstóricas  herstoricas

También la salud, por supuesto. Los lectores del blog ya saben que llevo años dedicado a las ciudades saludables y no hace falta ser muy conocedor del tema para darse cuenta, ya desde el principio, que el hecho de andar es básico desde este punto de vista. Ya hay muchas ciudades que proponen paseos con este objetivo. Así, el ayuntamiento de A Coruña propone Paseos Urbanos Saludables de los que dice: “Actividad que tiene como objetivo fomentar el ejercicio físico y crear hábitos saludables. Se realizarán paseos acompañados de monitor haciendo rutas por el barrio y sus alrededores haciendo previamente una serie de ejercicios de calentamiento, estiramientos, flexibilidad, etc.”. Tiene un problema, y es que va dirigido a mayores de 55 años. Es bien conocido mi interés por fomentar actividades complejas en las que la mezcla sea un criterio básico y sería interesante que fueran dirigidos a personas de todas las edades.

Zaragoza, Parques con Corazón  parques

Otros ayuntamientos también promueven el paseo para mejorar la salud física y psíquica. Como el de Zaragoza que, junto a la Sociedad Aragonesa de Cardiología y la Fundación Aragonesa del Corazón, lleva adelante el programa “Parques con Corazón” que promueve “la actividad física, el disfrute de los espacios verdes urbanos y la socialización de las personas mayores”. También aquí se habla de las personas mayores aunque luego en las fotos se ven mayores y jóvenes. De todas formas el dedicar estos paseos a personas de más de cincuenta y cinco años parece ser la tónica en todas las propuestas de este tipo. Incluso en Vitoria-Gasteiz tan adelantada en muchos de estos temas la fundación Vital en su programa 2019/20 de Senderismo Urbano dice: “La mejor combinación para fomentar la actividad física entre las personas mayores de 55 años y, al mismo tiempo, conocer el entorno de una ciudad con una altísima riqueza paisajística, medioambiental y cultural”. Comprendo la dificultad de diseñar paseos que respondan a los intereses de cualquier edad, pero se debería intentar.
         Incluso se puede pensar en paseos urbanos accesibles para todos. Es este apartado habría que mencionar a La Asociación de Desarrollo de la Sierra de Guadarrama y la Plataforma Estatal de Personas con Discapacidad Física que proponen la creación de rutas adaptadas. Incluso mediante el desarrollo de una aplicación para móviles que incluya, además de las rutas adaptadas, los cambios que serían necesarios para posibilitar otras, de forma que ayudaran a las instituciones en esta adaptación, tanto de rutas como de edificios.

Flâneur (Degas, Plaza de la Concordia, 1875)  painting

Llegado a este punto (del paseo por los paseos urbanos) me gustaría retomar a uno de mis autores más queridos: Walter Benjamin. Ya se ha mencionado a lo largo del texto la figura del flâneur que, según Beatriz Sarlo, se puede definir como “ese paseante urbano, consumidor, neurasténico y un poco dandi que, para Benjamin, sintetizaba una idea: la del anonimato en la ciudad moderna y en el mercado, espacios donde se imponen nuevas condiciones de experiencia”. Y traigo esta cita de Beatriz Sarlo por muchas razones. La más importante por la relación de su actividad paseante con la de Sergio C. Fanjul. Y es que entre los años 2005 y 2009 Beatriz  recorrió Buenos Aires paseando y tomando fotos. El resultado lo plasmó en un libro La ciudad vista. Mercancías y cultura urbana (Siglo XXI, 2009) donde plantea diferentes versiones de ciudad e, incluso habla de la ciudad imaginada. Sarlo, siguiendo la metodología de Benjamin no diferencia entre lo literario, lo imaginario, lo real, lo subjetivo o lo cultural entendiendo la cultura como compendio de todo esto.

Santiago, mercado de abastos  elmundo

Pero aunque el libro de Beatriz está dedicado a Buenos Aires, siguiendo la tradición del flâneur su imaginación y recuerdos vuelan a los lugares más insospechados. Acabo de llegar de Santiago de Compostela, donde he estado dando una charla en un curso de la EGAP y el COAG, y puedo dar fe de que todavía hoy son en parte válidas las palabras de Beatriz que, en la página 34 de su libro, en el apartado que escribe dedicado a los "ambulantes", habla del mercado ¡de Santiago de Compostela! Dice:
         “Los jueves por la mañana las mujeres llegan desde sus aldeas a vender verduras en el mercado de Santiago de Compostela. Todas, o casi todas, son viejas. Se sientan en banquitos enanos y charlan con sus clientas, que también son viejas. En las canastas no hay un solo tomate que sea igual a otro; todos tienen alguna marca, un punto negro o un lunar más claro; mazos de grelos todavía húmedos y coles pequeñas e imperfectas, como cabezas de niño. Cada una de estas mujeres tiene una relación directa con el producto que trae al mercado; viven cerca de Santiago y cerca de esas verduras, en un espacio que todavía hoy conserva algo de arcaico. Seguramente son las últimas que venden verduras orgánicas sin decorarlas con ese adjetivo hiperbólico, mitad técnico y mitad estético, propio de un vocabulario sobre lifestyles”.

Derivas urbanas, paseos míticos  fundaciontelefonica

Los paseos urbanos se han utilizado con finalidades muy diferentes pero, sobre todo, como generadores de actividad artística. Hace menos de un año en la Fundación Telefónica María Gimeno proponía dibujar con el desplazamiento de los paseantes por las calles y ayudándose del trazado vía satélite crear “un tejido mítico reconstruyendo nuestros caminos”. Es decir “realizar tejidos urbanos reconstruyendo la metodología Nasca”.
         O el Centro de Arte La Regenta de Canarias, que propone “Leer con los pies, paseos urbanos comentados” por las calles del Puerto, Guanarteme y La Isleta, y cuyo recorrido del año 2017 (por ejemplo) corrió a cargo del escritor de novela negra Alexis Ravelo el cuyas tramas están ambientadas en Las Palmas de Gran Canaria.
         También el paseo como lectura del arte urbano (grafitis, esculturas, arquitectura). Así, la propuesta de la Fundación Santander Creativa de los “paseos lentos”: “Pasear lento, mirar a tu alrededor y detenerse ante lo que siempre ha estado ahí pero hasta ahora no habías apreciado. Viejas inscripciones en plazas recónditas, esculturas desconocidas en zonas poco transitadas e infinitas piezas artísticas que ocupan la ciudad pero ni te habías dado cuenta”.

Jane’s Walk en Valencia en el 2018  patraix

Incluso en memoria de las ideas de mi querida y admirada Jane Jacobs se han organizado paseos. En el año 2007 en Toronto se propusieron siete paseos siguiendo sus indicaciones. A partir de entonces se ha creado un festival en el que participan más de treinta países y cerca de doscientas treinta ciudades en lo que se ha venido llamando Jane’s Walk. En el año 2010, un primero de mayo, un grupo de militantes peripatéticos, en su centeranio, pasearon por la Gran Vía. Otros años han paseado por La Cañada, por Vallecas, Lavapiés o Carabanchel. El último del que tengo noticias es de 2016 por Tetuán, Cuña Verde Latina y Chamberí. Incluso se ha publicado un libro titulado El paseo de Jane: tejiendo redes a pie de calle (Modernito Books, 2016). Además han colaborado la mayor parte de los colectivos madrileños activistas como Basurama, Arquitectura Sin Fronteras o Carabancheleando. Incluso existe una guía de Como hacer un paseo de Jane cuya autora es Susana Jiménez.

Dibujo de Alenza con el que termina el libro de
 Ramón Gómez de la Serna sobre el Paseo del Prado

Como me está quedando un artículo demasiado largo voy a dejar de lado otras posibilidades como el turismo, y voy a finalizar deambulando por el Paseo del Prado. Con Ramón Gómez de la Serna, claro. Habla de algo importante (desde mi punto de vista, aunque también se refiere a esto Careri en su Walkcapes, el andar como práctica estética) cuando al escribir sobre uno de los paseos por antonomasia como es el del Prado dice: “El sendero del Prado creó el Prado. Si no hubiera habido ese sendero estrecho, como trazado por nadie, que como raya de una cabeza era la raya de todas las tierras de alrededor, todos hubieran tirado por otro lado. Esas sandalias que primero pisan unos matorrales y vencieron su maleza y crearon la vereda, son los que crean las orientaciones y los caminos”. Esos primeros senderos, esos caminos, pisados una y otra vez que, a veces, se sabe perfectamente a donde conducen y que terminan como paseos reglados y fuente de relaciones sociales. Y esos otros relacionados con el azar, con la transurbarcia, con el anonimato. Ambos son la esencia de la ciudad, de lo urbano.
         Para dar fin a este artículo voy a hacerlo con las mismas palabras que Ramón Gómez de la Serna utilizó para terminar su recorrido por el Paseo del Prado: “Estamos al final, pero no salgamos de él. Retrocedamos. Volvamos a recorrerle. Sólo al salir de él nos desorientamos. Paseemos de arriba a abajo, de abajo a arriba. El paseo de Atocha o de invierno tiene como un clima oriental; pero debemos curtirnos y sentir la sensación remachada del frío y del calor del Prado”. Que ustedes paseen bien, es sano, gratificante y, además, barato.



  • Nota.-Visto que no ha habido protestas por la eliminación de los comentarios y, efectivamente, los errores cometidos me los han señalado los lectores a través del correo electrónico (y ya han sido subsanados), mantengo su eliminación ya que ha significado una disminución importante de mi carga de trabajo en el mantenimiento del blog.