domingo, 3 de mayo de 2020

City Beautiful Movement

Estos días en los que solo se especula con el covid19 (la mayor parte de las veces sin la reflexión ni el fundamento necesarios) la impresión es de que algo importante está cambiando. Algo, aparentemente, muy importante. En mi encierro “coronavírico” no sé cuántas veces habré escuchado la canción de Dylan “The Times They Are a-Changin'” pensando que, efectivamente, a este hombre le han dado el Nobel con toda justicia. Pero los recuerdos de 1964 unidos al confinamiento de 2020 me han llenado de melancolía. Y el estado de melancolía está muy bien para hacer un poema, pero es un desastre para pensar racionalmente. De forma que, para curarme de tanta melancolía me puse a leer Sin noticias de Gurb ya que, como el mismo Mendoza dice “no hay en él una sola sombra de melancolía”. El resultado “inesperado” ha sido este artículo sobre el City Beautiful Movement.

Ilustración del libro de Mulford Modern Civic Art pág. 219
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Digo “inesperado” aunque la verdad es que ya lo tenía medio decidido desde que terminé el del mes pasado dedicado a la figura de Olmsted muy relacionada con el tema, pero he tenido que reprimir bastante mis deseos de especular sobre el futuro que nos espera (que es lo que están haciendo casi todos). Tiempo habrá para plantear seriamente como afrontar, atendiendo al título y a la tesis del último libro de Beck, esta Metamorfosis del mundo que al parecer, se está produciendo. Por desgracia, en el momento de su fallecimiento no pudo ver más que indicios de lo que está ocurriendo ahora. De forma que, dejando atrás la especulación y la melancolía, es el momento de centrar un tema casi intrascendente, y que, planteado con parámetros de hoy mismo, parece casi fuera de lugar. Pero que, por lo menos, me permitirá salir del círculo pernicioso que empieza y termina en el covid19 y mirar un poco hacia lo que ya se ha hecho para, en la medida de lo posible, aprender.

Chicago 1858 Vista del sureste desde el Palacio de Justicia
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La primera duda fue si debería traducir la expresión inglesa, incluso si sería bueno que titulara un artículo en inglés. Pero me pareció que aquellos que leen el blog lo entenderían mejor así ya que es como se le conoce internacionalmente. Para empezar nos vamos a situar en los Estados Unidos de Norteamérica en la última década del siglo XIX. Desde mediados de ese siglo las ciudades habían crecido en USA de forma que podríamos denominar desaforada. Así, entre 1860 y 1910 el número de ciudades de más de cien mil habitantes aumentó casi un 700%. El resultado de tanta rapidez en la construcción fue un desastre. Las ciudades resultantes no solamente eran feas, sino deshumanizadas e, incluso, faltas de funcionalidad. Algunos autores empezaron a exigir que se planificaran de otra forma. O, por lo menos, que se planificaran.

Mapa de Nueva York en 1850
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Hay que recordar que en aquellos momentos las grandes corporaciones dominaban con mano de hierro la economía, después de una época de un liberalismo exacerbado. De forma que el beneficio de los promotores inmobiliarios era el único principio que regía la construcción. Y el loteo en cuadrícula era la norma por su facilidad para edificar rápidamente sin complicaciones y facilitar todos los trámites legales sobre la propiedad del suelo. Era la misma solución que, a lo largo de la historia, habían adaptado los conquistadores cuando pretendían dominar un territorio, desde Roma hasta los españoles cuando llegaron a América. Por tanto, el suelo se cuadricula independientemente de cualquier otra consideración de tipo funcional, cultural o ambiental, y luego la arquitectura (cualquier tipo de arquitectura) se encarga de construir los edificios rellenando la cuadrícula. Por cierto, en USA una arquitectura que todavía en aquellos momentos se estaba formalizando como profesión.

Burnham (izquierda) y Root en su estudio, 1888
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Daniel Hudson Burnham llegó a Chicago en el año 1854 donde se convirtió en arquitecto y luego se asoció con John Wellborn Root. En el año 1871 fue cuando tuvo lugar el gran incendio que asoló la ciudad que fue necesario reconstruir casi por entero al quedar prácticamente destruída. En su reconstrucción no solo colaboraron Burnham y Root sino también arquitectos tan significativos como Sullivan, Adler o Roche. Al principio, la búsqueda de un estilo norteamericano propio (la "Ciudad de los Rascacielos" como se llegó a denominar en algún momento) parecía un camino adecuado y separado de las más conocidas y tradicionales formas de hacer ciudad. Y el dúo Burnham y Root parecía transitar en cierta medida por el mismo camino que comenzaban y luego siguieron Sullivan y, en parte, Wright. Pero en el año 1891 muere Root, y Burnham se queda un tanto desamparado. Su desorientación le lleva a buscar refugio estético en el historicismo. De forma que decide mirar hacia Europa.

Chicago después del gran incendio de 1871  momentos

Todo el mundo parece de acuerdo en que la exposición mundial Colombina celebrada en Chicago en 1893 constituye el punto de afirmación del llamado City Beautiful Movement. Su planificación corrió a cargo de Burnham (ya sin la colaboración de Root fallecido dos años antes) auxiliado por un plantel de arquitectos en su mayoría formados en la École des Beaux-Arts de París. Frederick Law Olmsted se encargó en encontrar el sitio en la zona del Jakson Park donde ya había trabajado, y se ocupó de la planificación de las superficies de agua y sus entornos. Los principios inspiradores del plan fueron, básicamente, estéticos e historicistas. Así como el diseño la laguna situada al norte responde a los criterios más pintorescos y asimétricos de Olmsted, el resto de la exposición está dominada por los ejes, la simetría, y una arquitectura neoclásica pintada de blanco que hizo que a Chicago se la conociera como “La Ciudad Blanca”.

Chicago expo 1893 vista aérea
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Pero la exposición de Chicago de 1893 no respondió a ningún principio de regeneración urbana, funcional, cultural o moral. Fue sencillamente una forma de responder a la depresión económica de aquellos momentos. Tres grandes ciudades, St. Louis, Nueva York y Chicago compitieron entre sí para conseguir un evento que prometía grandes beneficios económicos (y no solo para el sector inmobiliario). Y ello a pesar del fracaso en 1876 de la feria mundial de Filadelfia. La competición entre las tres ciudades consistió, básicamente, en poner la mayor cantidad de millones de dólares sobre la mesa. A pesar de la potencia de Nueva York (JP Morgan, Cornelius Vanderbilt y William Waldorf Astor respaldaban la candidatura) al final el Congreso de decantó por Chicago cuando el banquero Cage consiguió en 24 horas varios millones adicionales.

Chicago expo 1893 El gran estanque central
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Pocas veces se menciona el planteamiento económico que estaba detrás de la propuesta, pero es fundamental para entender el desarrollo de los acontecimientos. La continuación, tanto el proyecto como la construcción subsiguiente de “La ciudad blanca”, probablemente responda más a un proceso azaroso que a cualquier otra consideración. Si Root no se hubiera muerto, probablemente Chicago no habría sido la afirmación del City Beautiful Movement. Incluso es posible que ni hubiera existido como tal y la búsqueda de la ciudad norteamericana de Sullivan y Wright se hubiera impuesto y le hubiera dado un contenido muy diferente. El caso es que incluso los intereses comerciales y el derecho de propiedad de los terrenos determinaron su ubicación final, no en el centro de la ciudad como hubiera sido lo razonable sino en un terreno pantanoso que, como sabemos muy bien, era la especialidad de Olmsted.

Chicago expo 1893 el Osaka Garden de Olmsted hoy
 El pintoresquismo otra forma de belleza choosechicago

La exposición de Chicago tuvo una gran repercusión en todo el país. Luego, al propio Burnham le encargan en 1906 el plan de Chicago, así como los de San Francisco o Washington. Otras ciudades también siguieron este camino: Cleveland, Sacramento, San Diego o Denver. Pero la City Beautiful fue algo más que un movimiento puramente estético. Sus principios fueron adoptados por multitud de sociedades de mejora cívica que proponían embellecer y ordenar las ciudades de forma que fueran más espaciosas, con calles, plazas y parques más saludables, y edificios emblemáticos que representaran los valores morales de sus sociedades. Y todo ello sin violentar el estatus económico y social imperante. Estos planteamientos, que tuvieron un auge bastante importante durante principios del siglo pasado, se derrumbaron cuando llegó la Gran Depresión que, en la práctica, dinamitó el movimiento.

Chicago expo 1893, The Court of Honor
 La “Ciudad Blanca”  oldnorthwetterritory

La idea subyacente de que una ciudad bella (blanca y radiante como una novia) haría que sus habitantes fueran más felices y, por tanto, más virtuosos moral y socialmente, estaba detrás de todo y servía de justificación ética. La filantropía y el paternalismo se ocupaban de todo para evitar desordenes. De forma que los pobres, que eran pobres básicamente por su propia incapacidad de enriquecerse, seguirían siendo pobres, pero por lo menos serían felices y no incordiarían demasiaddo. Además, los ricos no tendrían necesidad de desplazarse a los suburbios ya que los centros blancos y radiantes de las ciudades serían lugares maravillosos para vivir. Con esta idea de conseguir una “ciudad blanca” Burnham reformó también Washington: el Capitolio, el lago, los monumentos, incluso el centro comercial, se configuran para conseguir un paisaje urbano dominado por la idea del orden, la arquitectura neoclásica, los espacios verdes y abiertos, los ejes de simetría, y las hermosas casas de los ricos.

Burnham, Union Station 1908 Wahington DC  architecturalrecord

Este planteamiento se repite también en Nueva York, básicamente en Manhattan en la zona de Madison Square y en edificios emblemáticos como el Woolworth, aunque también en Brooklyn sobre todo en la Grand Army Plaza y el Prospect Park (donde ya conocemos la intervención de Olmsted y Vaux). Pero el movimiento, aunque fundamentalmente USA, no se circunscribe exclusivamente a ciudades norteamericanas. Por ejemplo, en Canadá destacan los casos de Otawa o Regina, que trataron de seguir estos principios. Incluso Vancouver con el Plan Bartholomew de 1928. En Europa, aunque también en la órbita anglosajona, destaca el caso de Bolton en Manchester. El arquitecto paisajista Thomas Hayton Mawson desarrolla entre 1910 y 1916 el plan “Beautiful Bolton”. Propone la creación de suburbios jardín con las viviendas agrupadas en torno a espacios triangulares que las ordenaran y grandes avenidas y bulevares que relacionaran el centro histórico con el paisaje natural circundante.  

Mulford Robinson, Modern Civic Art  archive
   
El encargado de convencer a políticos y empresarios de la bondad del movimiento fue un periodista de Rochester llamado Charles Mulford Robinson. Robinson estaba convencido de que si una ciudad era bella y armoniosa sus habitantes serían felices y los problemas sociales desaparecerían. Publicó sus teorías en el año 1901 en un libro titulado The Improvement of Towns and Cities que se convertiría en el texto de referencia de la Beautiful City. Un auténtico fervor por las virtudes de lo bello le llevaba a afirmar que: “En la batalla mundial entre fealdad y belleza, hay que mirar a quienes se han posicionado al lado de la belleza”.
         En 1903 publica Modern Civic Art; or The City Made Beautiful donde llega a escribir: “El arte urbano consiguió sus mayores victorias cuando las ciudades eran más poderosas. En la medida en que es arte, sus principios son eternos como la verdad, y sus conquistas deben ser al menos tan viejas como las ciudades. A lo largo de la Edad Media, poetas y pintores soñaban con la 'ciudad hermosa'; los poetas gaélicos irlandeses lo cantaron; Nero el bárbaro se esforzó por realizarlo; el apóstol transcribió igualmente su visión; los filósofos griegos se inspiraron en tanto que Atenas lo consiguió; y el gran profeta nombró a Babilonia 'la gloria de los reinos'. Como antiguamente, el amanecer con su resplandor dorado ha transformado las ciudades, ha habido un sueño, un suspiro, un acercamiento, con el arte urbano como meta”.

Burnham y Bennent, Plan Chicago 1909, avenida Michigan
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Suele considerarse este movimiento como de planificación urbana integral. Pero, para otros tratadistas, esto es un tópico ya que, más bien, habría que hablar de proyectos urbanos. De cualquier forma, el trabajo que mejor responde a un planteamiento de este tipo probablemente sea el plan que diseñó Burnham (junto con Edward H. Bennett) para Chicago en el año 1909 y que le fue encargado en 1906 por el Merchants Club. Plan que no deja de ser una serie de propuestas que van desde la mejora del frente del lago hasta el arreglo y el adecentamiento de las calles, pasando por la creación de nuevos parques exteriores o la construcción de edificios emblemáticos en el nuevo centro cívico. Incluso propone la unificación de las redes de ferrocarril, la mejora de las terminales y un novedoso sistema de autovías de ámbito regional que anticipaba un área metropolitana de la que Chicago sería el centro. Burnham murió en 1912 y el plan lo llevó a cabo Bennett, un licenciado de la École des Beaux-Arts, que propuso llevar a cabo el plan utilizando un diseño basado en el París del siglo XIX.

Burnham y Bennent, Plan Chicago 1909, centro cívico
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Las críticas, a pesar de que sus fundamentos se basan en la mejora de las condiciones sociales, proceden de sus consideraciones excesivamente formalistas. A pesar de ello, por ejemplo en los trabajos previos del Plan de Chicago se aborda el estudio y análisis de las necesidades sociales de la ciudad, aunque luego en la publicación definitiva no se recogieran. Es como sí el célebre aforismo arquitectónico de “la forma sigue a la función” (Form Follows Function) que nos han repetido como un mantra en todas las escuelas de arquitectura, se transformara en “la forma determina la función” y que representa la vieja utopía arquitectónica de poder cambiar la sociedad modificando el sitio en el que se vive. En cierto sentido sería sobrevalorar las posibilidades de la arquitectura y el urbanismo de liderar el cambio social. Luego, que esta forma se concretara en la arquitectura y el urbanismo decimonónico de Paris estudiado en École des Beaux-Arts es otra cosa ajena a su fundamento. Una deriva distinta, como hemos visto en el artículo anterior, es la que lidera Olmsted para el cual el pintoresquismo en el paisaje era la manera de conseguir el objetivo final que era también el de la belleza.

Chicago expo 1893, Burnham y Olmsted, dos enfoque de lo bello
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En general, puede decirse que el City Beautiful Movement no es demasiado conocido (ni que interese excesivamente) en el momento actual. Sin embargo, desde mi punto de vista, pone blanco sobre negro y ejemplifica claramente las contradicciones de algunas teorías arquitectónicas y urbanísticas. Sobre el aparato conceptual sobrevuela la idea ilustrada de que no es posible llorar de emoción ante la belleza de una ópera si, previamente, el oído no está acostumbrado a oír óperas. Y que el orden geométrico, la simetría, el blanco de la “Ciudad Blanca”, cuando se conocen y se vuelven una costumbre, son capaces de cambiar el espíritu de la gente y organizar una sociedad mejor.
         De todas formas, cuando se plantea esta base como una crítica es necesario advertir que hay teorías que se han comprobado científicamente (desde el ámbito de la seguridad), como la llamada de los “cristales rotos”, que asocian delincuencia a desorden urbano y que proponen aumentar la seguridad objetiva y, en parte la objetiva, cambiando el entorno. En el blog hay bastantes artículos al respecto. En cualquier caso habría que ser cauteloso ya que, una cosa es disminuir la delincuencia desplazando, por ejemplo, el delito de oportunidad a otros lugares de la ciudad o disminuirla cambiando verdaderamente los comportamientos. En definitiva, no está nada claro (más bien es muy discutible) que vivir en un ambiente bello nos haga virtuosos por el mero hecho de vivir en ese ambiente que es, en realidad, lo que pretendía el City Beautiful Movement. Y ya, que un ambiente bello sea el del orden, la simetría, la arquitectura neoclásica, y los edificios blancos y radiantes todavía habría que ponerlo más en cuestión.

  • Nota 1.-He conseguido terminar sin hacer una sola referencia al coronavirus. Eso sí, me ha costado un gran esfuerzo resistir la tentación de relacionar algunas de las cuestiones que aparecen con el tema que nos ocupa hoy a todos. Pero tiempo habrá para meditar sosegadamente sobre esa Metamorfosis del mundo a la que se refería Beck y a la que aludía al comenzar este artículo. Ahora ya puedo volver a sumergirme en la melancolía y oír una vez más a Dylan:
Come gather ’round people
Wherever you roam
And admit that the waters
Around you have grown
And accept it that soon
You’ll be drenched to the bone
If your time to you is worth savin’
Then you better start swimmin’ or you’ll sink like a stone
For the times they are a-changin’
(¿seguro?)
  • Nota 2.- El libro The Improvement of Towns and Cities or the Practical Basis of Civic Aesthetics de Charles Mulford Robinson en la reimpresión de 1906 puede encontrarse en este enlace. Y la segunda edición del Modern Civic Art; or The City Made Beautiful en este otro.