Italo Calvino, Las ciudades invisibles, Cloe claudionimuc
Supongo que, por el título, ya lo habréis adivinado. Se trata de un escrito inclasificable que publicó Italo Calvino allá por el año 1972 como Le città invisibili: “Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades”. Su comentario, además, me va a servir de excusa para referirme a uno de esos grupos experimentales que proliferaron en la segunda mitad del pasado siglo XX. En el blog ya he escrito sobre algunos en La sociedad del espectáculo (Grupo Cobra, Movimiento Letrista, Internacional Situacionista), y en el artículo sobre Walkscapes (Grupo Stalker, Constant, Tony Smith). También en enero del año pasado os hablé de Umberto Eco y prometí en un futuro comentar algo de la semiología, la semiótica, los happening de los setenta, la teoría de la comunicación (Barbery, Mendoza y Ángel Ramos)… Todavía os los debo pero no tengo tiempo de todo, lo siento. Hoy me voy a referir a un grupo aparentemente alejado de la arquitectura y del urbanismo llamado Oulipo, cuya extraña denominación corresponde a las iniciales del llamado “Ouvroir de littérature potentielle”. Más o menos bien traducido: taller de literatura potencial.
Oulipo en Boulogne, casa de François Le Lionnais oulipo
Se trata de un extraño grupo de gente que intenta la búsqueda de nuevas estructuras formales recogiendo la herencia del surrealismo y el dadaísmo. Se creó en el año 1960 por impulso de Raymond Queneau y François Le Lionnais. Intenta unir matemática y literatura. No creáis que Oulipo es historia. Podéis buscar qué pretenden, sus actividades del mes, bibliografía, enlaces, etc., en su página web. He traído este movimiento de “literatura matemática” al blog por dos razones. La primera es obvia: Italo Calvino fue miembro de Oulipo desde 1974 aunque desde su llegada a París en 1967 ya estaba relacionado con el grupo, y Le città invisibili es un ejemplo de la llamada literatura combinatoria. La segunda también se comprende rápidamente. Entiendo la arquitectura y el urbanismo, en parte, como un proceso artístico, y la generación de nuevas formas, sean arquitectónicas o urbanas, como una necesidad disciplinar. Lo vio claramente Javier Seguí hace ya bastantes años con su Seminario de Generación de Espacios Arquitectónicos. Además, como profesor, mi obligación es suministrar a los alumnos la mayor cantidad posible de instrumentos que puedan ayudarles a conseguirlo.
Raymond Queneau, fragmento de Photomaton, 1928 Queneau.net
A pesar de que recogen la herencia surrealista y dadaísta, luego transitan por caminos diametralmente opuestos. Ya vimos en otro artículo del blog la relación tan estrecha que se produce entre el azar y los postulados dadaístas y entre el subconsciente y los surrealistas, tratando de afirmar las vanguardias huyendo de la razón. Los “oulipistas” no niegan la razón, tratan de establecer un sistema “razonable” para impulsar la creatividad. El procedimiento básico se centra en las llamadas restricciones: acrósticos, palíndromos, lipogramas, anagramas, tutogramas. También en la combinatoria, la numerología o, incluso, la cábala. No es casual que Jorge Luis Borges, el “padre” de algunos de los autores adscritos a Oulipo, escribiera en Vindicación de la Cábala: “Esta idea prodigiosa de un libro impenetrable a la contingencia”. Llegan a afirmar en su propia página web: “Oulipo es el anti-azar”. El texto básico oulipiano es el libro de Queneau titulado Ejercicios de estilo publicado en 1947. También fue muy importante Cent Mille Milliards de Poèmes, que publicó en 1961, en forma de diez sonetos cuyos versos se pueden combinar entre sí produciendo millones de posibilidades. Entre otras cosas, a esto se refiere la llamada “literatura combinatoria”.
La vida instrucciones de uso, Perec mondrianetienne
Guía del recorrido por el edificio siguiendo el caballo de ajedrez
Ya sabéis que uno de mis autores favoritos en Georges Perec. Pues bien, Perec se integra en Oulipo en 1967, y dos años después publica en francés La Disparition, una novela escrita sin utilizar la letra e. Y eso que la letra e es la más abundante en ese idioma. Al mecanismo literario que se basa en esta restricción se le llama lipograma. Según Perec en esta obra “no hay una sola palabra fortuita, ya que todo tiene su justificación, y por tanto su significación”. Ya en otro artículo del blog comenté la obra de Perec, La vida instrucciones de uso. Entonces ya expliqué que la novela (por cierto, dedicada a la memoria de Raymond Queneau) estaba organizada en forma de rompecabezas siguiendo el recorrido de la pieza del caballo en el ajedrez. El prólogo se abre con una cita de Paul Klee que dice: “La mirada sigue los caminos que se le han reservado en la obra”, y luego puede leerse: “De todo ello se deduce lo que, sin duda, constituye la verdad última del puzzle: a pesar de las apariencias, no se trata de un juego solitario: cada gesto que hace el jugador de puzzle ha sido hecho antes por el creador del mismo; cada pieza que coge y vuelve a coger, que examina, que acaricia, cada combinación que prueba y vuelve a probar de nuevo, cada tanteo, cada intuición, cada esperanza, cada desilusión han sido decididos, calculados, estudiados por el otro”.
Manual de Ougrapo Ougrapo
Ya me voy acercando a Las ciudades invisibles y a Italo Calvino. Pero antes querría explicar un poco porque me he detenido tanto tiempo en Oulipo siendo, básicamente, un movimiento que tiene que ver con la literatura. Ya conocéis mis simpatías por los intercambios entre campos creativos y de conocimiento. En estos momentos, que yo conozca, además de Oulipo existen: Oupeinpo, dedicado a la pintura, Oulipopo centrado en la novela policiaca, Oubapo aplicado a los tebeos, Ougrapo sobre el diseño gráfico, y un grupo “segregado” llamado El Álamo dedicado a las investigaciones informáticas relacionadas con el tema. Urbanistas y arquitectos trabajamos generalmente con procesos artísticos sometidos a diferentes restricciones: económicas, sociales, de entorno... Deberíamos conocer estos caminos creativos, esencialmente basados en el aumento de restricciones, como forma de estimular la inventiva. No se trata de formalizar a estas alturas un Ouurpo o un Ouarpo. Se trata de aprovechar en la medida de lo posible, todos los sistemas, sean experimentales o no, para conseguir aumentar las posibilidades creativas de conseguir nuevas formas urbanas y arquitectónicas. Algo que hoy necesitamos de manera imperiosa.
Italo Calvino y Jorge Luis Borges shutupandbuckleup
Como ya dije al comienzo del artículo, Italo Calvino publicó Las Ciudades Invisibles en el año 1972. Aunque formalmente se integró en Oulipo en 1974, en realidad entró en su esfera de influencia desde su llegada a París en el año 1967. Es a partir de entonces cuando aparecen las cuatro obras que, generalmente, se adscriben a la llamada “época combinatoria”: Il castello dei destini incrociati, Le città invisibili, La taverna dei destini incrociati y Se una notte d'inverno un viaggiatore. Antes, ya había escrito un ensayo Appunti sulla narrativa come processo combinatorio y Ti con zero. Bien, una vez contextualizado el tema (espero, además, haber despertado algún interés por Oulipo) voy a tratar de comentar esta obra que me parece uno de los poemarios más grandes que se han escrito sobre la ciudad. Ya me he referido en otros artículos a mi debilidad por Borges. No tenéis más que fijaros en la parte superior de la página y, a mano derecha, aparece una frase suya que es como el compendio, el origen y el destino de lo que intento reflejar en el blog. Pues bien, Borges está en todas y cada una de las ideas, de las imágenes, del rigor literario, de Las ciudades invisibles.
Italo Calvino, Las ciudades invisibles
Nora Sturges, óleo y acrílico, 2004 norasturges
Sólo esto ya sería suficiente para mí. Pero es que, además, el libro está organizado mediante una estructura puramente arquitectónica. Lo mismo que sucedía con el rompecabezas de La vida instrucciones de uso, de Perec, su construcción responde a las propuestas de Oulipo. Está organizado en nueve capítulos, digamos que, tradicionales. Es decir, con su número romano identificativo que comienza por el I y termina en el IX. Pero luego, la distribución de cada capítulo es otra historia. En realidad existen once temas que se van colocando por los diferentes capítulos. Por orden de aparición (que según sus palabras se corresponde con un cierto orden cronológico) son los siguientes: las ciudades y la memoria, las ciudades y el deseo, las ciudades y los signos, las ciudades sutiles, las ciudades y los intercambios, las ciudades y los ojos, las ciudades y el nombre, las ciudades y los muertos, las ciudades y el cielo, las ciudades continuas y las ciudades escondidas. Me he molestado en reproducir los nombres de todos los temas porque los urbanistas que lo lean estarán de acuerdo que se corresponden, en su mayor parte, con lo que podría ser un índice de un manual de urbanismo. Eso sí, bastante heterodoxo.
Italo Calvino, Las ciudades invisibles, Ottavia: interpretaciones
Jane Krejberg, estudiante danesa de arquitectura janekreijber
Luego, cada tema se distribuye en cinco artículos. De tal forma que, por ejemplo, tenemos: 'las ciudades y el deseo 1'; 'las ciudades y el deseo 2'… y así, hasta cinco con todos los temas. En total, cincuenta y cinco artículos, cada uno de ellos dedicado a una ciudad concreta que lleva el nombre de una mujer. Así: 'las ciudades y el deseo 1' está dedicado a Dorotea o 'las ciudades y el nombre 5' a Irene. El primer capítulo tiene diez artículos. Luego, todos los demás son de cinco, excepto el último que vuelve a ser de diez. La distribución de temas en los capitulos no es aleatoria. Los temas van apareciendo, se van intercalando con otros, y luego desaparecen. Así, sólo hay artículos de las 'ciudades y la memoria' en los capítulos I y II. En cambio, 'las ciudades sutiles' forman parte de los capítulos I, II, III, IV y V. Si se analiza la distribución de temas por capítulos se encuentra una evidente simetría. Es bueno dedicar unos minutos a leer el índice para entender la arquitectura del libro. Bueno, ya llevo tres folios y, en realidad, hasta ahora no he dicho ni una sola palabra de poesía, y poco de ciudad ¿o sí?
Zaira chourmo
La poesía y la ciudad aparecen cuando uno lee cada uno de los artículos. Para ello no es necesario preocuparse del número, ni del capítulo, ni del tema. Sólo abrir el libro y dejarse llevar: “En esta ola de recuerdos que refluye, la ciudad se embebe como una esponja y se dilata. Una descripción de Zaira como es hoy debería contener todo el pasado de Zaira. Pero la ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcado a su vez cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones, cañonazos”. En Zaira nos habla de las 'ciudades y la memoria', y en Armilla de las 'ciudades sutiles': “Si Armilla es así por incompleta o por haber sido demolida, si hay detrás un hechizo o sólo un capricho, lo ignoro. El hecho es que no tiene paredes, ni techos, ni pavimentos: no tiene nada que la haga parecer una ciudad, excepto las cañerías del agua, que suben verticales donde deberían estar las casas y se ramifican donde deberían estar los pisos: una selva de caños que terminan en grifos, duchas, sifones, rebosaderos. Contra el cielo blanquea algún lavabo o bañera u otro artefacto, como frutos tardíos que han quedado colgados de las ramas. Se diría que los fontaneros han terminado su trabajo y se han ido antes de que llegaran los albañiles; o bien que sus instalaciones indestructibles han resistido a una catástrofe, terremoto o corrosión de termitas”.
Armilla, fragmento, tinta china y acuarela, 1995
Emanuele "Piero" Pierobon pieroweb
El libro consiste en una serie de relatos de viaje que Marco Polo hace a Kublai Kan, emperador de los tártaros. Calvino toma a Marco Polo como paradigma cultural del viajero, siempre llegando y a la vez partiendo de ciudades que se van acumulando en la memoria. El viajero, al final del viaje, siempre llega a una ciudad. La ciudad de llegada es entonces la ciudad del deseo. Y la ciudad del deseo se hace de sueños y de memoria: “Al hombre que cabalga largamente por tierras selváticas le acomete el deseo de una ciudad. Finalmente llega a Isadora, ciudad donde los palacios tienen escaleras de caracol incrustadas de caracoles marinos, donde se fabrican según las reglas del arte catalejos y violines, donde cuando el forastero está indeciso entre dos mujeres encuentra siempre una tercera, donde las riñas de gallos degeneran en peleas sangrientas entre los apostadores. Pensaba en todas estas cosas cuando deseaba una ciudad. Isadora es, pues, la ciudad de sus sueños; con una diferencia. La ciudad soñada lo contenía joven; a Isadora llega a avanzada edad. En la plaza está la pequeña pared de los viejos que miran pasar la juventud; el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos son ya recuerdos”.
Isadora, “Vecchi Panteschi” pantelleria
De forma que, cada capítulo empieza con puntos suspensivos […] que abren un diálogo soñado, imaginado, entre Marco Polo y Kublai Kan y que da paso a los artículos que describen las diez o las cinco ciudades que componen cada uno. Y que se cierra con otra reflexión y otros puntos suspensivos que nos remiten a otro espacio temporal diferente. En la edición de mi libro (ignoro si está también en otras) se incluye una introducción que, en realidad, es una conferencia que pronunció Calvino en 1983 para los estudiantes de la Graduate Writing Division de la Columbia University de Nueva York, en la que el autor destaca la importancia de estos diálogos en la estructura del libro. Las ciudades se entienden como alegorías de la vida: “Lo que le importa a mi Marco Polo es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, razones que puedan valer más allá de todas las crisis. Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos. Mi libro se abre y se cierra con las imágenes de ciudades felices que cobran forma y se desvanecen continuamente, escondidas en las ciudades infelices”.
Baucis, fragmento, Incisione all’acquaforte e acquatinta, 2003
Colleen Corradi Brannigan cittainvisibili
Espero que algunos de vosotros os animéis a leer este libro. Mi recomendación es que lo hagáis como os apetezca. Es decir, leedlo como os lo pida el cuerpo. Saltando de aquí para allá de forma azarosa (leer algunos de los artículos no lleva más de dos minutos). O bien, empezando por el primero a acabando por el último. También podéis agruparlos por temas. O caminando de los extremos hacia el centro: “Pero está también la otra vertiente, la que sostiene que el sentido de un libro simétrico debe buscarse en el medio: hay críticos psicoanalistas que han encontrado las raíces profundas del libro en las evocaciones venecianas de Marco Polo, como un retorno a los primeros arquetipos de la memoria, mientras estudiosos de semiología estructural dicen que donde hay que buscar es en el punto exactamente central del libro, y han encontrado una imagen de ausencia, la ciudad llamada Baucis. Es aquí evidente que el parecer del autor está de más: el libro, como he explicado, se fue haciendo un poco por sí solo, y únicamente el texto tal como es autorizará o excluirá esta lectura o aquélla. Como un lector más, puedo decir que en el capítulo V, que desarrolla en el corazón del libro un tema de levedad extrañamente asociado al tema de la ciudad, hay algunos de los textos que considero mejores por su evidencia visionaria, y tal vez esas figuras más filiformes («ciudades sutiles» u otras) son la zona más luminosa del libro”. En cualquier caso, si es que todavía no lo habéis leído, leedlo. No os arrepentiréis. Eso sí, no es precisamente una novela de acción. Quien busque acción que lea, por ejemplo, a Michael Crichton o a Dan Brown.
Diomira, tinta y óleo señalar en la imagen para verla más grande
Mauricio Pettinarolli, El Bolsón, Patagonia mauriciopetinaroli
La entrada de hoy contiene muchas citas literales. Pero es que la poesía, y este libro es poesía aunque esté escrito en forma de prosa, es imposible de resumir o trasliterar. Empecé con una cita de la ciudad de Cloe y, simétricamente, terminaré con otra de las primeras páginas del libro extraída del artículo número uno de las 'Ciudades y la memoria', que ya sabéis a estas alturas del blog (después de cinco años de relaciones) es el tema con el que me siento más identificado: “Partiendo de allá y caminando tres jornadas hacia Levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas en bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de oro que canta todas las mañanas sobre una torre. Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades. Pero es propio de ésta que quien llega una noche de septiembre, cuando los días se acortan y las lámparas multicolores se encienden todas juntas sobre las puertas de las freidurías, y desde una terraza una voz de mujer grita: ¡uh!, sienta envidia de los que ahora creen haber vivido ya una noche igual a ésta y haber sido aquella vez felices”.