Yi-Fu Tuan en China sesenta y cuatro años después gftbooks
Aunque la edición que voy a comentar es la traducción al español del año 2007 del original inglés que se titulaba Topophilia: a study of environmental perception, attitudes, and values publicada por Prentice-Hall en 1974, mi primer contacto con la obra fue del original. Lo mismo que otro libro que publicó tres años después titulado Space and Place: The Perspective of Experience, que complementa muy acertadamente el de Topofilia pero al que no me voy a referir porque no existe traducción al español (o yo no he sido capaz de encontrarla) y los lectores del blog ya saben que procuro que las lecturas que recomiendo puedan leerse por la comunidad hispanohablante sin necesidad de recurrir a otro idioma.
Para completar la lectura de Topophilia y de Space and Place también resulta de sumo interés el titulado Landscapes of Fear publicado en Nueva York por Pantheon Books en el año 1979 del que tampoco conozco traducción al español. Para aquellos que no tengan problema con el idioma inglés también recomiendo su lectura.
La edición original inglesa y la traducción al español
Lo primero que habría que decir es que la palabra “topofilia” no la recoge el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Sin embargo, se viene usando desde antes de la propuesta de Yi-Fu Tuan porque ya la utilizó en su momento Gaston Bachelard como “topophilie” en su obra La poétique de l´espace, aunque luego sería convertida al castellano como “topolifia” en la edición del Fondo de Cultura Económica en 1965. Pues bien, Gaston Bachelard al referirse a la topofilia habla de espacio feliz. Comprendería un conjunto de imágenes muy sencillas que “aspiran a determinar el valor humano de los espacios de posesión, de los espacios defendidos contra fuerzas adversas, de los espacios amados. Por razones frecuentemente muy diversas y con las diferencias que comprenden los matices poéticos, son espacios ensalzados. A su valor de protección que puede ser positivo, se adhieren también valores imaginados, y dichos valores son muy pronto valores dominantes”.
El propio Tuan dice que en su obra y concepto de la topofilia no influyó sólo Bachelard sino también el poeta Wystan Hugh Auden y, en concreto, se refiere a los poemas que llevan el nombre de “Paysage moralise” escritos en 1934. El hecho es que Auden incluye la palabra en su introducción al libro de poesía titulado Slick but Not Streamlined de John Betjeman. Por cierto, este libro se puede considerar como un precursor de una forma de entender la sostenibilidad bastante curiosa. En cualquier caso, la palabra “topofilia” si se analiza, aunque sea de forma muy elemental, veremos que está compuesta de “topo” que viene del griego “tópos” = lugar, y “filia” de “fhilos” + “ia” = amor + cualidad. En definitiva, viene a indicar un sentimiento positivo, de amor, de cariño, hacia el lugar.
Cartel del ciclo “La poética del espacio” celebrado en León en 2015 ileon
El libro se compone de quince capítulos, todos de gran interés, pero algunos más relacionados con las materias del blog y que será en los que me detenga. En realidad, los seis primeros sirven de introducción para que los lectores que no se desenvuelvan con soltura en cuestiones relacionadas con la percepción puedan luego entender el enfoque psicológico con el que plantea el tema. Y es que Yi-Fu Tuan es geógrafo. Y dado que su propuesta, desde la geografía, no es tanto del espacio considerado ontológicamente (en realidad, mensurable y objetivo) que sería la clásica en esta materia, sino del espacio como introspección, puede llevar a equívocos. Hay que considerar que Tuan es un representante de la llamada geografía humanista o humanística. Incluso algunos autores llegan a plantear su enfoque como geografía romántica. De forma que estos capítulos que tratan sobre los sentidos, las estructuras y las respuestas psicológicas, el etnocentrismo, los mundos personales, las actitudes hacia el entorno o la percepción y visión del mundo, se pueden entender a modo de introducción.
El sentido del lugar thehumanimprint
El capítulo ocho lleva por título “Topofilia y entorno” y el nueve “Entorno y topofilia”. Se trata de las mismas palabras pero en diferente orden para dar una idea del peso de ambos conceptos en un capítulo y otro. En el octavo, el elemento central es la topofilia y en el noveno el entorno. Es necesario leerlos conjuntamente (y a ser posible de un tirón) para entender la especial relación que Tuan establece entre ambos. En palabras textuales entiende la topofilia como el conjunto de “manifestaciones específicas del amor humano por el lugar”. Primero estudia la respuesta al entorno partiendo de la apreciación visual y estética hasta el contacto físico para centrarse luego en factores concretos tales como la salud, el parentesco o la conciencia del pasado. También plantea el impacto de la urbanización en la apreciación de lo que llama “el campo y las tierras vírgenes”, para dedicar luego todo el capítulo nueve al análisis de la forma en que los elementos del medio son consustanciales con los contenidos de la topofilia.
“Topofilia” de Francesca Dasso francescadasso
Para Tuan la topofilia es un sentimiento. Así entendido el concepto, su análisis hay que hacerlo partiendo básicamente del sujeto y no del objeto que sería el entorno. De todas formas admite que este análisis del individuo a través de la percepción está mediatizado por la cultura y, probablemente (aunque esto no lo llega a decir con claridad hasta el resumen final) en ciertos casos, por las mismas condiciones físicas del entorno. Con este planteamiento, en realidad bastante radical, no están de acuerdo algunos autores. Así, Carlos Mario Yori en un artículo titulado “El concepto de topofilia entendido como teoría del lugar” dice:
“Sobre esta base, si bien compartimos con Tuan su idea de que nuestra comprensión del espacio habitado pasa necesariamente por la propia comprensión que tengamos de nuestra relación con él, (definida para el geógrafo por la carga emocional que establezcamos con sus atributos en razón de los juicios categoriales de valor que para el efecto establece: topofilia, topofobia, topolatría o toponegligencia); diferimos en que la comprensión de nuestra relación con tal tipo de espacio pueda reducirse, sin más, a la adjetivación emocional que el uso de dichas categorías comporta”.
“Topofilia. Geografías imposibles” Pamela Arce miraflores
Sin embargo esto no es tan evidente. Bueno, habría que decir que en este libro casi nada es evidente y firme. De cualquier forma, en la parte final cuando hace un resumen de las ideas que plantea en el texto, y después de una cierta ambivalencia a lo largo del mismo, puede leerse que “el entorno material por sí mismo afecta la percepción. La susceptibilidad a ciertas ilusiones en personas que viven en un mundo «con escuadras de carpintero» es diferente a la de aquellos que viven en ambientes no ortogonales”.
Y además, tal y como hemos ya dicho en párrafos anteriores resulta que un elemento básico en la percepción es la intermediación cultural de forma que, según Tuan, raramente es posible establecer relaciones causales entre características ambientales y divergencias de percepción debido a este elemento de negociación que resulta ser la cultura. El problema es que, de forma indirecta, los elementos culturales al organizar el entorno influyen en la percepción del mismo, no sólo a través de sus características inmateriales sino también de la propia conformación física de los elementos espaciales. Surge así la idea casi tópica de que, en realidad, el individuo crea el entorno y, a su vez, es influido por el.
“Topofila #2” Filipa Reis muteart
A partir del capítulo nueve se tratan una serie de temas directamente ligados a los intereses de los lectores del blog. Se habla de paisaje, de la ciudad ideal, del escenario físico y los estilos de vida, de las imágenes y percepción de las ciudades norteamericanas así como de suburbios y ciudades nuevas. Su concepto de paisaje lo antepone directamente al cosmos y lo vincula a la horizontalidad frente a la verticalidad del primero. En Europa lo sitúa en un momento entre 1500 y 1700 en el que la concepción medieval del mundo va cambiando paulatinamente. Dice que: “El hombre desempeña dos papeles: el social-profano y el mítico-sagrado; el uno atado al tiempo, el otro trascendiéndolo. Estos papeles pueden ser representados por miembros de clases o castas diferentes, en cuyo caso tenemos estratificación social. O pueden ser desempeñados por la misma persona en ocasiones diferentes”.
Yi-Fu Tuan en el paisaje, Arizona, 1954 datadeluge
Su planteamiento de las relaciones entre naturaleza, panorama y paisaje, se basa sobre todo en sus implicaciones semánticas y la traducción al castellano plantea algunas dificultades pero en lo que respecta al paisaje intenta aclarar su sentido mediante el recurso de la pintura paisajista. Explica como un cuadro colgado en la pared, si se trata de un paisaje, es como una ventana por la que el espectador puede penetrar en el plano vertical y mirar hacia el horizonte. Y cuando en Occidente se “inventa” la perspectiva esta mirada es capaz de considerar la horizontalidad. Resulta de gran interés su explicación de las diferencias con la cultura china es este tema cuando afirma que “Una escena pintada no es tanto un paisaje, es decir una unidad de tierra, sino un shan shui, es decir, una composición con montañas (shan) y agua (shui)”.
Estas diferencias entre la cultura europea y la china las amplía a los jardines isométricos y con perspectiva. La última parte del capítulo la dedica al análisis de lo simbólico y lo sacro hasta llegar a los lugares sagrados. Plantea que la definición del espacio no es más que la creación de un orden a partir del desorden: “No sólo la edificación de un santuario, sino la construcción de una casa o de un pueblo obligaba tradicionalmente a la transformación ritual del espacio profano”. De forma que este espacio ordenado se opone radicalmente a la inhóspita naturaleza (no a los campos cultivados) percibida como morada de seres malignos e incomprensibles que, generalmente, infundían temor.
“Le Livre des Prouffitz Champestres et Ruraulx”
Petrus Crescentis 1503 catawiki
Surge la ciudad como un lugar de liberación frente a los caprichos de la naturaleza. De esta forma se convierte en un ideal que es capaz de superar a la vida rural. Ideal que, poco a poco, va perdiendo sus connotaciones de lugar de privilegio para, sobre todo a partir de la Revolución Industrial, hacer patentes sus problemas y defectos. Para Tuan el origen de la ciudad no es económico ni defensivo sino, básicamente, la idea de una creación sobrenatural de un mundo. De forma que, en muchos casos, “Como símbolo del cosmos, la ciudad adopta la forma geométrica regular de un círculo, de un cuadrado, de un rectángulo o de algún otro polígono”. Es así como una gran parte de las ciudades ideales se suelen representar por estas figuras geométricas aunque existen diferencias entre la cultura occidental y la china.
De cualquier manera, en casi todas las ciudades se hacen guiños hacia lo trascendental mediante monumentos, fuentes, plazas, calles importantes o parques. Sin embargo, en muchos casos, este sentido de lo trascendental se ha ido perdiendo poco a poco sepultado por las necesidades de lo cotidiano. La manera en que el medio influye sobre los estilos de vida (y a la inversa) la analiza Tuan a partir, no sólo a partir de ciudades históricas occidentales como Atenas, Roma o la ciudad medieval, sino también (lo que no es tan común) de ciudades chinas como Ch’ang-un o Hang-chou. Asimismo estudia los entornos callejeros de ciudades georgianas o victorianas hasta llegar a Los Ángeles, la negación de los mismos.
Dibujo de la parte histórica de Ch’ang-un pinterest
Respecto a los trabajos encaminados a conocer la preferencia de los ciudadanos concluye que no hay estudios suficientes y los que hay, como el caso de Kevin Lynch en La imagen de la ciudad, están sesgados y son parciales: “Merece la pena, por lo tanto, repetir que la imagen de la ciudad obtenida en el trabajo de Lynch proviene de una clase social determinada, y que la muestra representa a un grupo de adultos en edad activa”. Esta crítica al trabajo de Lynch, aunque fundada e parte, no tiene en consideración muchas de las investigaciones posteriores (sin estos problemas metodológicos) que corroboran las conclusiones de La imagen de la ciudad, desde mi punto de vista un libro clave en el análisis de la percepción urbana.
Es por ello que termina por reclamar la necesidad de un William James para estudiar las variedades de la experiencia del entorno, con objeto de aumentar la cantidad de trabajos al respecto debido a que no se trata de un comportamiento único. Dice: “La topofilia adquiere diversas formas y varía considerablemente tanto en grado como en intensidad emocional. Describir estos sentimientos es, al menos, un comienzo: la fugacidad del placer visual; la delicia sensual del contacto físico; el amor por el lugar que nos es familiar, porque es nuestro hogar o porque representa el pasado, o porque suscita el orgullo de la propiedad o de la creación; el regocijo en las cosas por simples razones de salud y de vitalidad animal”.
“Topofila #2” Filipa Reis muteart
Pero de lo que se muestra seguro Tuan es que las ciudades representan nuestros entornos vitales comunes y de que, por tanto, el amor a ese entorno, la topofilia, tiene relación directa con ellas. También, que el ideal más allá de la ciudad no era un ideal que residiera en la naturaleza sino en el campo. Es decir, en la naturaleza domesticada, no en la naturaleza salvaje que se solía asociar a lo maligno, caprichoso e incomprensible. La idea de la naturaleza como Paraíso perdido es más bien una creación de las sociedades modernas sobre todo a partir de la ciudad de la Revolución Industrial cuyo entorno urbano estaba plagado de defectos. Al principio, el Paraíso perdido estaba en el campo, no en el yermo (la naturaleza). Dice textualmente Tuan:
“El yermo se identificaba con el caos, con la morada de demonios y, al mismo tiempo, con la pureza. El jardín y la granja representaban la vida idílica, pero hasta el Edén tenía una serpiente; la propiedad de grandes extensiones agrícolas provocaba melancolía, mientras que la granja era sólo para los campesinos. La ciudad simbolizó orden, libertad y gloria, pero también mundanidad, corrupción de las virtudes naturales y opresión. En el mundo occidental, el romanticismo de la naturaleza en el siglo XVIII fue pronto seguido por los horrores de la revolución industrial; juntos condujeron a que la opinión pública encareciera los méritos del campo y de la naturaleza en detrimento de los de la ciudad. Así, las imágenes se invierten, de suerte que el yermo significa orden (el orden ecológico) y libertad, mientras que el centro de la gran ciudad es el caos: una selva gobernada por los parias de la sociedad”.
El paisaje intermedio (el campo) como ideal
Imagen extraída del libro de Tuan
De forma que la naturaleza como paisaje placentero, como ideal, como Paraíso perdido, se basa más bien en un supuesto romántico, en una creación artificial de un estilo de vida actual, que todavía se enfrenta en el siglo XXI a ciertos horrores urbanos que no hemos conseguido desterrar de la ciudad heredada de la Revolución Industrial. Este planteamiento me recuerda el artículo que escribí para el blog hace bastantes años (en octubre del 2007) que se titulaba “La paradoja ecológica o el malvado ecologista” en el que reproducía un párrafo de Cortázar en el que se podía leer: “Un paisaje, un paseo por el bosque, un chapuzón en una cascada, un camino entre las rocas, sólo pueden colmarnos estéticamente si tenemos asegurado el retorno a casa o al hotel, la ducha lustral, la cena y el vino, la charla de sobremesa, el libro o los papeles, el erotismo que todo lo resume y lo recomienza”.
El paisaje de la naturaleza como ideal
Imagen extraída del libro de Tuan
Sin embargo, dado que la capacidad perceptiva del habitante de la ciudad no es capaz de abarcar la ciudad entera, sobre todo si se trata de grandes urbes, el amor al lugar se suele circunscribir a la parte conocida donde se desarrolla nuestra actividad vital. Y, a veces, sobre todo en ciudades que han conseguido asociarse a un símbolo o a una imagen simbólica o real, también existe una identificación con esta globalidad urbana. De forma que este amor al lugar puede llegar a expresarse en los dos extremos, lo particular (la vivienda, el edificio, la calle, a veces el barrio) y lo global (la imagen o el símbolo), desapareciendo en las brumas de lo desconocido todos aquellos espacios que no forman parte de nuestro entorno vital y que nos son ajenos. Se iluminan así en nuestra mente algunas zonas concretas, generalmente discontinuas, bien en el espacio bien en el tiempo, mientras que el resto de la ciudad nos resulta indiferente y no somos capaces de sentirla con igual intensidad, de amarla.
“Topofilia. Geografías imposibles” Pamela Arce miraflores
Esta relectura de libro de Tuan me ha llegado a emocionar. No sólo porque me ha llevado a los primeros años de mi labor docente que ahora ya, como profesor emérito, está en su fase final, sino porque me he dado cuenta de hasta que punto somos deudores de libros que se leen un par de veces y luego se olvidan. Pero que permanecen ahí, soterrados en el inconsciente, influyendo de forma más o menos intensa en nuestra forma de pensar y configurando nuestro desarrollo vital. En cerca de cuarenta años no me he acordado de Tuan, no lo he citado ni una sola vez en los cientos de artículos que he escrito, pero ahora sé al releerlo que le debo parte de mi forma de enfocar la profesión y la enseñanza. Comprendo que he superado muchas de las cosas que dice, y que con otras ni tan siquiera estoy de acuerdo, pero lo mismo que muchos de los lugares que a veces ni tan siquiera recordamos, este libro forma parte de mí desde hace mucho tiempo igual que tantos otros que probablemente ni tan siquiera recuerde aunque los vuelva a leer. No sé si existe la bibliofilia, pero caso de que no exista alguien debería inventarla.