martes, 22 de enero de 2008

Ulrich Beck: “La sociedad del riesgo”

Hoy voy a comentar otro de los libros básicos que nos pueden ayudar a entender la situación en la que se encuentra la sociedad actual. Su autor es el sociólogo alemán Ulrich Beck. Nacido en el año 1944 no pertenece todavía al “club de los octogenarios” del que se nutre buena parte de la intelectualidad actual.


Las fotografías que ilustran la entrada (excepto la última) proceden del Blacksmith Institute donde se recogen los lugares más contaminados del mundo. Del desastre de Chernobyl, que hizo cambiar tantas cosas en la relación entre ciencia y progreso, no he incluido las fotos que hizo Paul Fusco para la Agencia Magnum tal y como tenía previsto, porque no estoy seguro que se puedan reproducir libremente. Pero es muy recomendable, ahora que vuelve a ponerse de moda hablar de la energía nuclear como algo benéfico, visualizar este vídeo realizado con las fotos de Fusco. Advierto que es muy duro, pero utilizar la táctica del avestruz frente a la realidad sólo sirve para equivocarnos. A pesar de que uno siente la tentación de cerrar la ventana, olvidarse de lo que está viendo y volver al confortable fondo de escritorio con nuestras fotos más felices, recomiendo (sobre todo a los jóvenes) que traten de llegar al final. Está en inglés (lo siento) pero las imágenes son suficientes para entender el mensaje.

La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad fue publicado en el año 1986 (la edición en castellano es de Paidós, del año 1998) y desde su publicación ha dado lugar a un nuevo enfoque en la disciplina que podríamos denominar “sociología del riesgo”. Después, Beck publicó obras también muy importantes como Las políticas ecológicas en la sociedad del riesgo (1988), La sociedad del riesgo global (2002), La individualización : el individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas (2003), La mirada cosmopolita o la guerra es la paz (2005) o Cómo los vecinos se convierten en judíos. La construcción política del extraño en una era de modernidad reflexiva (2007).


Pienso que se trata de un libro de lectura imprescindible, aunque no exenta de dificultades, probablemente debido a la traducción del alemán de la que se han encargado varias personas distintas.

Aparece dividido en tres partes. En la primera, que llama “Sobre el volcán civilizatorio: los contornos de la sociedad del riesgo”, estudia la evolución de una sociedad basada en el reparto de la riqueza a otra basada en el reparto de los riesgos, y la teoría política del conocimiento en la sociedad del riesgo. En la segunda “Individualización de la desigualdad social: la destradicionalización de las formas de vida de la sociedad industrial”, se ocupa de las clases y las capas sociales, las desigualdades entre hombres y mujeres, la individualización y la desestandarización del trabajo productivo. Y por fin, en la tercera, que denomina “Modernización reflexiva: hacia la generalización de la ciencia y de la política”, muestra a modo de conclusión las relaciones en las subpolíticas, los riesgos y la ciencia.

Dicho lo anterior de forma tan aséptica y abrupta, he podido más bien desanimar que animar a su lectura, de forma que ahora me corresponde centrarlo en los temas que he ido introduciendo en el blog. Sin embargo he de advertir que, aunque muchos han querido reducir las propuestas de Beck a los riesgos producidos por las nuevas tecnologías (de la mano de la ciencia), sus planteamientos van mucho más allá y, aunque por la índole de nuestra temática nos centremos en estas cuestiones no podemos hacer como si el resto no existiera. De forma que, aunque sea algo más largo y pesado, voy a intentar comentar el planteamiento global haciendo énfasis en las cuestiones ambientales y ecológicas.

Chernobyl (Ucrania), Accidente nuclear
Población afectada 5.500.000 personas
“El sarcófago nuclear” (Julien Behal)
Imagen extraída del Blacksmith Institute

En la sociedad industrial clásica la estratificación social y los conflictos venían marcados por el reparto de riqueza. La familia, los empresarios, los sindicatos, es decir, los agentes tradicionales se posicionaban en razón a este reparto. El ideal lo era de progreso, siguiendo el principio de que a mayor producción mayor bienestar social. El excelente funcionamiento de este sistema trajo consigo la aparición de nuevos riesgos con grandes dificultades para su manejo y control. Riesgos que, además, afectaban de forma bastante indiscriminada a todos los estamentos y a todas las clases. En estas circunstancias ha aparecido una nueva forma de organización en la cual la sociedad ya no está basada en un reparto de la riqueza sino en un reparto de los riesgos. Y aquí es donde aparecen los nuevos conflictos sociales. El problema es que, de hecho, la sociedad industrial ya ha dado el paso a una sociedad del riesgo, mientras que en el plano normativo, de valores, etc. perviven todavía las instituciones y comportamientos correspondientes a un tipo de sociedad basada en el reparto de riqueza.

Se supone que la diferencia entre peligro y riesgo está, en cierta medida, en la voluntariedad. El peligro tiene directamente que ver con la fatalidad, con aquello que ocurre exterior a nosotros y que no podemos evitar y el riesgo con la exposición voluntaria y deliberada y calculada a un daño, normalmente para obtener algo a cambio. Cuando Beck se refiere a los nuevos riesgos atómicos, químicos o genéticos, se está refiriendo a unos riesgos normalmente imperceptibles (necesitamos que la ciencia nos diga que hay radiación atómica, no la notamos, aunque sí sus consecuencias), que no se pueden limitar temporal o localmente, es decir son globales, y que suelen ser irreversibles, difícilmente cuantificables e indiscriminados (afectan tarde o temprano a todos, ricos o pobres, aunque no de la misma manera).

Chernobyl (Ucrania), Accidente nuclear
Población afectada 5.500.000 personas
“Secuelas de la radiación” (Julien Behal)
Imagen extraída del Blacksmith Institute

A pesar de todo ello siguen siendo riesgos en el sentido de que son voluntarios, aunque los sujetos no los perciban como tales y, por tanto, subjetivamente los conviertan en peligros. Y son voluntarios porque la sociedad podría decidir, por ejemplo, no cultivar transgénicos. O cerrar definitivamente todas las centrales nucleares. Sin embargo, el desfase entre una sociedad del riesgo y una sociedad en la que todavía perviven comportamientos correspondientes a la etapa anterior impide que los sujetos los perciban como tales y entonces se habla, por ejemplo, de los “peligros de la industrialización”.

En todo este discurso aparece en lugar central el tema de la ciencia. El papel que tradicionalmente se le ha asignado a la ciencia ha sido el de dominio y control de la naturaleza y en este dominio y control se ha basado todo el llamado “progreso” de la sociedad industrial. Con la crisis medioambiental este papel ha sido modificado y, en realidad, a pasado a ser el de apaga-fuegos, adaptando y ajustando una naturaleza que, previamente, se había encargado de volver disfuncional incendiándola sin miramientos. Accidentes como el de Chernobyl (que está en el origen de este libro) se convierten en referentes de la pérdida de autoridad científica como consejera y de la credibilidad de los políticos que confían en ella. El abuso de la ciencia que han realizado los políticos ha hecho que se haya producido una "cientificación" de la política pero también una politización de la ciencia.

Linfen, (Corazón industrial de China)
Contaminaciones del aire
Población afectada 3.000.000 personas
“Joven afectado” (Andreas Haberman)
Imagen extraída del Blacksmith Institute

Llega, por tanto, un momento en el cual, el éxito de la Modernidad pone en peligro la propia continuidad de la misma. Es la primera vez en la Historia en que el desarrollo del sistema va en su contra. Ante esta situación la sociedad, en una segunda etapa, reacciona, produciéndose un fenómeno que Beck llama “Modernidad Reflexiva”. Esta idea de la “Modernidad Reflexiva” aparece tan destacada en el libro como el de la “Sociedad del Riesgo” ya que supone el cuestionamiento de todo el entramado en el que se ha basado la primera Modernidad. La ciencia, el progreso, la industrialización, son objeto de revisión.

En particular, la ciencia, sometida a una profunda crítica, tanto externa como interna, aparece en el fondo, como la causa y el origen de los riesgos de la Modernidad. La ciencia es la causa como se vio en Chernobyl y en tantos otros sitios. Pero la ciencia es también la encargada de definir los riesgos ya que sin su ayuda sería imposible construirlos socialmente. Lo que sucede es que esta definición de los riesgos, muchas veces, es una pura falacia “científica”. Veamos como explica el propio Beck el tema de los llamados “valores límites de tolerancia”:

“La cuestión de si planta, animal o humano pueden soportar una cantidad grande o pequeña de ese “poco” veneno y qué cantidad –y, en este contexto, qué se entiende por “soportar”, acerca de estas encantadoras cuestiones de horror; surgidas de la cocina de toxinas y antitoxinas de la civilización avanzada, trata la determinación de los valores límite.”

“Dicho de forma más precisa debería leerse: no envenenarnos completamente. Ya que, irónicamente, posibilita el famoso y controvertido “poco”. No se trata, por tanto, en esta “reglamentación” de impedir el envenenamiento, sino de la medida permitida de envenenamiento. El hecho de que esto esté permitido ya no cabe dudarlo sobre la base de esta reglamentación. Los valores límite de tolerancia son, pues, en este sentido, líneas de retirada de una civilización que se cubre a sí misma en abundancia con sustancias nocivas y tóxicas. La exigencia obvia de no envenenamiento es rechazada por ella como utópica.”

Valle de Sukinda (India), minería
El 60% del agua potable contiene cromo tóxico
Población afectada 2.600.000
“Aguas contaminadas” (Petros Morgos)
Imagen extraída del Blacksmith Institute

En definitiva, según el autor, no existen soluciones científicas al problema del riesgo ya que el conocimiento científico se ve imposibilitado de evaluar soluciones culturalmente aceptables. En este campo “La racionalidad científica no sirve de nada sin racionalidad social, pero la racionalidad social es ciega sin racionalidad científica”.

A pesar de todo, el subsistema científico-técnico ha mantenido su poder incluso en la segunda Modernidad (“Modernidad Reflexiva”) ya que el subsistema político-administrativo ha dejado en sus manos la determinación de los riesgos, limitando el debate a una cuestión científica. De esta forma estamos en manos de una tecnocracia que no ha eliminado sino tan solo disimulado los conflictos. Según Beck ha ello han contribuido también determinados movimientos ecologistas que al luchar por aminorar los daños ambientales reducen a veces el conflicto a disputas entre expertos.

Bhopal (India), Fuga de isocianato de metilo
La peor catástrofe industrial del mundo
Población afectada 600.000 personas
"Union Carbide, la fábrica abandonada"
Imagen extraída del archivo de Greenpeace

Su propuesta plantea, en primer lugar, más democracia participativa para que los ciudadanos de las sociedades de riesgo sean más autónomos y libres. En segundo lugar habla de la subpolítica, una zona intermedia entre el sistema político y la sociedad civil, donde articular los nuevos sistemas de lucha en el que tendrán una gran importancia las “comunidades de riesgo”. Estas comunidades aparecen a partir de la percepción de un peligro. Por ejemplo, frente a las fábricas de productos químicos que contaminan el mar se forman grupos contrarios constituidos por pescadores, empresas conserveras, ecologistas, ciudadanos… Enfrente: las fábricas y sus trabajadores, los expertos científicos, algunos políticos, otros ciudadanos, etc. En definitiva, grupos transversales a las propias clases sociales tradicionales e incluso a los grupos de interés.

Por supuesto que la Sociedad del Riesgo y la Modernidad Reflexiva cuestionan muchas cosas, por ejemplo la teoría de los sistemas autorreferenciales y autopoiéticos de Luhman. Pero también han sufrido duras críticas de todo el conjunto de teorías que se agrupan bajo el nombre de “modernización ecológica” (en torno a Mol y Spaargaren), y que buscan la salida en el propio conocimiento científico y tecnológico, tales como el concepto de post-normal science. Aunque desde mi punto de vista la altura intelectual y ética de ambas posturas ("Sociedad del Riesgo" frente a "Modernización Ecológica") no es comparable, trataré de introducir en un futuro algún artículo acerca de esta discusión. Pero esto quedará para otro día y otro libro.