martes, 3 de diciembre de 2024

Voyage, voyage

Hace unos días oí (casualmente) una canción que me trajo muchos recuerdos de la segunda década de los años ochenta: “Voyage, voyage” (Viaje, viaje). La cantaba una francesa llamada Desireless y el estribillo repetía de forma machacona la expresión que daba título a la canción. Creo que luego se hizo una versión en castellano pero la que yo recuerdo es la original en francés. Su desarrollo era bastante sencillo. En cada estrofa se viajaba a diferentes lugares: “de las nubes a los pantanos”, “por encima de las capitales”, “más allá de la noche y el día”, “sobre el agua sagrada de un río indio”, “entre los negros, entre los sikhs, entre los amarillos”, “sobre las dunas del Sahara”, “por encima de alambres de púas”… Eso sí, con una particularidad interesante: “Et jamais ne revient” (Y nunca volvió).

Voyage, voyage, fragmento portada del disco  emp

De forma que, durante unos días, mientras leía el libro de Rodolphe Cristin titulado Contra el turismo, ¿Podemos seguir viajando?, resonaba en mi cabeza de forma machacona, una y otra vez, y como ruido de fondo, el estribillo de “Voyage, voyage”. Hasta que me di cuenta de que, el viaje, tal y como estaba planteado en la canción significada que, en el fondo, se viaja para no volver. Justamente lo contrario de lo que hace el turismo que trata siempre (con alguna excepción que no viene al caso) de un viaje con retorno. Hasta tal punto que, aquellos que me conocen, saben que defino el turismo como aquella actividad insostenible caracterizada por “llevar cuanta más gente mejor lo más lejos posible, para volverla a traer al lugar de donde partió, después de haberse hecho un selfi en el lugar de destino”.

Fragmentos de la portada del libro de Cristin  elsalmon

Ya puede comprenderse que el libro me interesó de forma muy especial porque coincide en muchas de sus afirmaciones y análisis con mis ideas sobre el tema. En particular me gustó aquella parte en la que asocia directamente el turismo con la sociedad de consumo. Es decir que, idealmente, el turismo está destinado a la masificación. Este es un problema importante. Otras dos cuestiones que suelo mencionar y que pueden llegar a justificar en cierta medida la actividad turística son: promover la tolerancia y comprensión entre diferentes culturas, y que ayude a producir un cierto reequilibrio de rentas. Respecto a la primera justificación, también la apunta Cristin pero dice que no hay ninguna prueba de que esto suceda así. Por ejemplo, nos advierte sobre la crisis humanitaria en el Mediterráneo, donde el turismo llevado al paroxismo se produce a la vez que la represión brutal a los inmigrantes.

Turismofobia  huelvared

Y respecto a las cuestiones económicas… Qué voy a decir cuando en tantas poblaciones autóctonas lejos de producirse un reequilibrio de rentas aparece la “turismofobia”, resultado de la elevación de los alquileres (y de los precios en general), la pérdida de la identidad del lugar, desplazamiento de los residentes, deterioro del entorno local… El problema se deriva de la consideración del turismo como una industria masiva. Casi todas las soluciones pasan por reducir la cantidad de turistas. El problema es que, como toda actividad económica de tipo masivo su rentabilidad depende, precisamente, de la cantidad de turistas. O bien, de que el turismo esté enfocado de forma casi exclusiva a los más ricos. Así planteado, trae consigo un problema social evidente: El de la injusticia que se produce respecto a los menos acaudalados.

¿Es posible un turismo no masificado?  elpais

Y es que la cuestión social es importante. En el primer tercio del siglo pasado se establece la “necesidad” de concederle al trabajador un cierto tiempo libre. Claro, el problema era qué hacer con este tiempo libre. Surge así el turismo enfocado a las clases trabajadoras. Pronto se vio que este tiempo libre podía ser una fuente de ingresos importante si se consideraba como una industria. Así que el “turismo de masas” fue cada vez más masivo. Y, de forma bastante acelerada, el turismo (el viaje de ida y vuelta) perdió completamente su carácter de conocer culturas que no son como las nuestras y aumentar la tolerancia y la comprensión, para pasar a ser pura diversión. Pero uno no se divierte en lugares incomprensibles de forma que partes importantes de los destinos turísticos se convirtieron en auténticos parques de atracciones para que pudieran adaptarse a todos, desvirtuando el carácter local.

La ciudad como parque de atracciones  hijosdecanarias

Ya he escrito en otros artículos del blog sobre los “no lugares” de Marc Augé. Precisamente algunos de los “no lugares” son producto evidente del turismo. Esta necesidad del turista de encontrarse con un destino turístico comprensible desde su situación y su cultura, además de seguro, trae consigo necesariamente la pérdida de identidad de ese destino convirtiéndolo en un “no lugar”. Aquellos interesados en el tema pueden leer el artículo del blog titulado “Los ‘no lugares’ de Marc Augé” publicado en agosto del año pasado como un recuerdo a su fallecimiento ocurrido meses antes. En dicho artículo se analizan las palabras clave de los “no lugares” frente a lo que entiende por lugares: identidad, relación, historia. Pero también, y sobre todo, ligados al concepto de sobremodernidad. Como ya analicé estas claves en su momento ahora solamente diré, que el turismo tiende a crearlos de forma masiva.

Inmigrantes, el otro viaje  elmundoes

Pero, probablemente, lo más importante de confrontar el concepto de no retorno de “Voyage, voyage” con el turismo surge si se piensa en dos tipos de viajes: los que llevan a cabo los inmigrantes y los turistas. Los primeros viajan, pero su objetivo fundamental no es volver sino, precisamente, buscar otra vida (mejor) en el lugar de destino. Justo lo contrario de los viajes turísticos cuyo objetivo básico en el entretenimiento, el pasar el tiempo y volver a su lugar de origen. Además, resulta que, en parte,. el turismo necesita de mano de obra inmigrante de forma que, en realidad, ambos tipos de viajes son complementarios. Y ambos producen desarraigo. El migrante deja su cultura, su familia, sus amigos… para tratar de integrarse, la mayor parte de las veces en un lugar turístico que, a su vez, para conseguir convertirse en masivo, ha desarraigado a la población autóctona. Una ecuación difícil de resolver.

Sevilla, plaza de España ¿De pago para turistas?  europapress

Últimamente está empezando a proliferar una forma de enfrentarse a esta “plaga” que tantos problemas produce en muchos lugares. Se trata de “acotar” partes de una ciudad (incluso casi de una ciudad entera como Venecia) o de un territorio, como de acceso limitado al turista. A cambio, eso sí, de un pago. Esta aparente solución no está exenta de muchos problemas. El primero, por supuesto, es la libertad de circulación de cualquier persona que se encuentre en el espacio público. Pero también, el hecho de que partes emblemáticas del lugar de destino sean de uso restringido. De forma que, la separación entre las zonas de “uso turístico” y las de “uso autóctono” ya se aleja, completamente, de la justificación del viaje como la inmersión en una cultura distinta que facilite una mayor comprensión y tolerancia entre la gente, y se aproxima todavía más al viaje como entretenimiento.

22.000 aviones volando simultáneamente (26-05-2023)  a21mx

Pero claro, si planteamos el tema desde el punto de vista de la sostenibilidad del planeta el “turismo sostenible” no se sostiene de ninguna forma. En 2023 un total de 1.300 millones de turistas (casi el 88% de los niveles pre-pandemia) han recorrido el planeta de una parte a otra. Y muchos de esos trayectos se realizaron en avión (alrededor de unos treinta millones de vuelos). Tantos viajes para llegar a los destinos turísticos, hacerse un selfi y volver al lugar de origen, han supuesto la emisión de enormes cantidades de gases de efecto invernadero, tales como CO2, nitrógeno o azufre. Hasta tal punto que se estima que para el año 2050 estos viajes serán los responsables aproximadamente de la emisión de la cuarta parte del total de emisiones de este tipo de gases. Ya pueden, por tanto, observarse los graves inconvenientes, desde el punto de vista global, que trae consigo esta actividad de carácter masivo.

Turismo como actividad compensatoria  postermywall

Por tanto, problemas de carácter local, de carácter global, pero también problemas que afectan a los individuos personalmente. Cristin asimila el turismo a una actividad de tipo “compensatorio” ¿Qué quiere decir con esto? Este autor habla de la “adicción turística”. La gente siente que necesita vacaciones, cargar las pilas, desconectar… Ello es debido a que las condiciones normales de vida son cada vez más insoportables y el turismo se convierte en una actividad compensatoria “sufro, trabajo todo el año, por lo que me concedo alguna semana de pausa”. De forma que la industria turística se basa en esta forma de vida para, en su publicidad, convencernos que, en realidad, trabajamos, sufrimos, para conseguir, al final, una semana en la Costa Maya, en la Costa del Sol, o en París. Si tenemos suerte, quince días.

El sociólo Rodolphe Cristin  asombrario

Después de lo que he escrito en este artículo en compañía de la voz de Desireless y de la lectura de Rodolphe, me reafirmo en la mayor parte de mis ideas, pero respecto a otras, se han abierto algunas grietas que necesitan buenas dosis de meditación. Para acabar, y aunque no esté de acuerdo totalmente con esta frase que escribe Cristin en el libro que he comentado hoy, me siento en la obligación de reproducirla: “El turismo es una dimensión esencial de nuestro modo de vida, metódicamente devastador. Un mundo en transición tendrá que aprender a deshacerse del reflejo turístico. Cambiar de paradigma implicaría lógicamente eliminar el turismo, o al menos reducirlo drásticamente, mucho más que cambiar la forma en que lo practicamos”. Mientras leo y medito sobre palabras tan contundentes siguen, de forma machacona, resonando en mi cabeza las notas de “Voyage, voyage” que, en el fondo, me dicen que el cambio es posible tal y como se demostró en la pasada pandemia. Pero esto requiere otro artículo.



Nota 1.-El libro que comento en este artículo se titula Contra el turismo ¿Podemos seguir viajando? Su autor es Rodolphe Cristin y está publicado en castellano en el año 2023 por la editorial El Salmón. Puede adquirirse en esta editorial o en Amazon.