miércoles, 3 de julio de 2024

Más naturaleza en las ciudades

Estamos en unos momentos críticos respecto al clima. Independientemente de las discusiones ideológicas, de los intereses creados, de si la culpa es antrópica o se trata de un ciclo “natural”, lo cierto es que nos encontramos ante una situación de incertidumbre para la que no son válidos los sistemas tradicionales de previsión adoptados en planes y proyectos urbanos. Ya hemos propuesto en diferentes foros la necesidad de complementar las metodologías estadísticas con otras más parecidas a las utilizadas en planificación estratégica tales como las de escenarios. También la posibilidad de crear Oficinas de Adaptación que se encarguen de ir revisando en tiempo real la evolución de las previsiones o de los escenarios, y que intervengan basándose en el llamado urbanismo táctico: actuaciones pequeñas, baratas y reversibles.

Renaturalización del río Manzanares en Madrid  eldiario

Sin embargo, existen algunos planteamientos que podrían ser considerados casi en cualquier circunstancia. Después de años de estar trabajando en el tema de las ciudades sostenibles llevo ya algunos otros haciéndolo en el de las ciudades saludables. Aunque los objetivos no sean los mismos resulta que las estrategias para conseguirlos son muy parecidas. Básicamente son tres: ciudades pensadas para caminar, introducción de la naturaleza en la ciudad y creación de espacios de convivencia. En los párrafos que siguen se analizan algunas cuestiones relacionadas con la segunda estrategia de las mencionadas. En urbanismo se suele afirmar que las ciudades se crearon precisamente para separarse de la naturaleza. Pero existen muchas razones para pensar que es necesario revisar si esta forma de verlo es la más adecuada.

Fragmento de la portada del libro de Wilson  erratanaturae

En el año 1984 Edward O. Wilson publica Biofilia. Amor a la naturaleza o aquello que nos hace humanos. En este libro dice que durante cientos de miles de años el Homo sapiens se relacionó tan estrechamente con su entorno natural que se creó una “necesidad emocional profunda” de seguir en contacto con el mismo. Así, se pueden leer en este libro frases como la siguiente: “La necesidad humana de la naturaleza está vinculada no sólo a la explotación material del medio ambiente, sino también a la influencia de la naturaleza en nuestro bienestar emocional, estético, cognitivo e incluso en el desarrollo espiritual”. Independientemente de que, con posterioridad, algunos de sus seguidores convirtieran a la “biofilia” casi en una secta, Wilson fue de los primeros en plantear el contacto con la naturaleza como una necesidad.

El contacto con la naturaleza básico para los niños  rtve

Y así, otros autores como Richard Louv inciden en esta cuestión. En 1985 publica el libro El último niño de los bosques: salvar a nuestros niños del trastorno por déficit de naturaleza. Plantea que la desconexión con la naturaleza crea numerosos problemas físicos y mentales, sobre todo en los niños. Y aunque no está claro (como el mismo dice) que el término “trastorno” tal y como lo usa en sus publicaciones se corresponda con un término médico, si le parece bastante interesante como medio para divulgar y explicar este tema. Pero no solamente Louv. Así, Shanahan y otros autores, en un artículo titulado “Pathways to health benefits from urban nature”, publicado en el año 2015 en la revista American Journal of Public Health, proponen la necesidad de una dosis mínima de naturaleza accesible a toda la población.

Evolución temperatura media global  smn
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Pero todas estas son razones que podrían ser aplicables a cualquier ser humano y en casi cualquier circunstancia independientemente de su lugar de residencia. Pero existen muchas otras derivadas de la actual crisis climática que hacen todavía más necesario comenzar a plantearnos cambios al respecto. Probablemente el aumento global de la temperatura media en el planeta sea una de las consecuencias más conocidas del problema, aunque no la única. Esto significa que, en general, tenemos que prepararnos para soportar temperaturas más elevadas de lo acostumbrado. Y todavía más en las ciudades. Efectivamente, es bien conocido el efecto denominado “isla de calor” por el cual la temperatura en los centros urbanos suele ser uno, dos, y hasta tres grados (según las circunstancias) por encima de las áreas no urbanas.

Isla de calor de Barcelona  nationalgeographic

También está estudiado el efecto de las zonas verdes en esta “isla de calor”. Así, en la tesis doctoral de Farshid Aram titulada Park Cooling Effect and Its Physical and Psychological Impact on Thermal Comfort. Case study: Retiro Park, Madrid, se demuestra como el Parque del Retiro situado en el interior de la ciudad de Madrid contribuye de forma notable a la disminución de la “isla de calor” en el lugar donde está situado. Aunque también se analiza que conforme el espacio urbanizado se va alejando del parque vuelve a aumentar la temperatura como se puede observar en el gráfico de abajo extraído de su tesis. Esto significa que la introducción de zonas verdes, adecuadamente situadas en el interior de las ciudades, puede contribuir a rebajar la temperatura de las mismas reduciendo el efecto “isla de calor”.

Madrid, disminución del enfriamiento producido por El Retiro
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Pero no solamente ayuda a bajar la temperatura. Además, debido al efecto de la evapotranspiración, contribuye a aumentar la humedad relativa del aire equilibrando, en general, la sequedad de las ciudades debido a que otro de los efectos del cambio climático es la escasez de las precipitaciones. Esto en términos globales y en zonas de interior, por supuesto, ya que en determinados países (como el caso de España) la mayor parte de la lluvia va a caer en forma de tormentas de gran intensidad propiciando las inundaciones. También un suelo natural puede contribuir a rebajar la virulencia de estas riadas ya que su coeficiente de escorrentía (relación entre el agua que escurre y la que absorbe el suelo) es mucho menor que el de los suelos artificiales ya que parte se filtra hasta alcanzar el nivel freático. Esto de forma general ya que, en cada caso concreto, habría que realizar estudios específicos al respecto.

Efecto de una pantalla vegetal frente al viento  oaupm
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Pero, además de reducir la “isla de calor”, la introducción de naturaleza en la ciudad es beneficiosa para modificar un microclima urbano que tiende a acentuar los extremos en casi todos los aspectos relacionados con la temperatura del aire, la humedad relativa o el viento. Por ejemplo, en el caso del viento, según la disposición relativa de los edificios o las calles puede producirse un aumento de su velocidad por el efecto embudo, o una disminución (incluso su anulación) al ejercer de barrera en determinadas situaciones. En el primer caso podría disminuirse su velocidad mediante la vegetación, sobre todo mediante los árboles. La vegetación también puede contribuir a la reducción de la contaminación. No solamente la visual o la acústica, sino también la de los gases e incluso de partículas si se eligen las especies adecuadas. Casi todo lo que hemos visto hasta ahora tiene que ver con el clima, cosa muy importante dada la crisis climática que tenemos encima. Pero también afecta a otras cuestiones.

Ulrich, recuperación de los niveles de estrés  depts
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Entre las más importantes están las relacionadas con la salud. Una de las más estudiadas ha sido la recuperación del estrés. Es muy conocido el gráfico de Ulrich en el que se puede ver cómo, después de someter a una serie de grupos a elevados niveles de estrés, se recuperan mucho antes los que se encuentran en un ambiente de naturaleza frente a los de otros ambientes. Esto es importante, no solo desde el punto de vista de la salud mental sino también desde determinados aspectos de la salud física. Según Kaplan, las áreas de naturaleza ejercen un efecto restaurador de gran interés. Es decir, ayudan a restablecer las capacidades cognitivas que tienen que ver con el procesamiento de la información por las personas. Incluso otros estudios como los publicados por Hu & Liebens & Rao demuestran que tienen un efecto muy positivo en cuestiones como la regulación de la presión arterial o el colesterol.
 
Áreas de naturaleza: idóneas para la interacción social  unoytres

En relación a la cuestión de la interacción social, cada vez más importante en unas ciudades pensadas con otros objetivos y que afecta de forma negativa sobre todo a las personas mayores, también hay multitud de trabajos que demuestran como las áreas naturales incrementan el bienestar y la cohesión social. Podíamos citar, entre otras, publicaciones como las de Kuo & Sullivan. Asimismo, facilitan la realización de ejercicio físico, cuestión clave en una sociedad muy sedentaria como la actual. Por estas razones, y muchas otras que no cabrían en este artículo, la introducción de la naturaleza en la ciudad debería de ser un objetivo prioritario en todos los planes y proyectos urbanos. Y al hablar de naturaleza no se trata solo de verde (árboles, praderas, matorrales) sino también del agua (ríos, arroyos, lagunas) y seres vivos.

Vitoria-Gasteiz, recuperación del arroyo Batán,
hace unos años estaba entubado bajo la calle  elpais


Pero tan importante como su introducción es su cercanía a las viviendas. Las zonas de naturaleza deberían de ser de proximidad. Un máximo de trescientos o cuatrocientos metros seria la norma aconsejable. Y no es necesario que sean muy grandes. Hay una regla que se ha hecho famosa, la del 3-30-300, que puede ayudar a entenderlo. El profesor Cecil Konijnendijk dice que todo el mundo debería poder ver 3 árboles desde su casa, que un 30% del espacio del barrio sea verde y que tenga a menos de 300 metros un espacio de naturaleza de dimensiones aceptables. Como cualquier "regla" de este tipo hay que tomarla con precaución y atender a cada caso concreto, pero el que proponga que sea una situación de cercanía es importante. Está demostrado que si la zona está a menos de diez minutos de la vivienda la frecuentación a la misma es máxima, mientras que si está a media hora o más es mínima.

Vitoria-Gasteiz, infraestructura verde urbana  vitoriagasteiz
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Por último, habría que decir que todos estos espacios verdes de cercanía deberían estar unidos unos con otros formando una especie de infraestructura verde urbana, de interés no solo desde el punto de vista ecológico para que no se conviertan en relictos con pérdida de biodiversidad, etc., sino también desde una perspectiva saludable. Esto es así ya que los conectores entre las diferentes áreas que conforman dicha infraestructura permitirían realizar circuitos peatonales o de bicicletas favoreciendo el ejercicio físico, y también la interacción con gente diferente a la del entorno más inmediato. Al fin y al cabo, una de las conquistas de la ciudad es precisamente, la relación con “el otro”, con el que no es conocido por vivir al lado. Como se puede ver se trata de un tema muy importante, no solo desde el punto de vista de abordar una crisis climática que tenemos ya, sino también para conseguir ciudades más saludables y sostenibles.




Nota 1.-Muchos de los datos que se ofrecen en el texto están extraídos del capítulo titulado “Zonas verdes de proximidad en la ciudad y efectos sobre sus habitantes”, publicado en el libro de Julián Britz, Manfred Köhler e Isabel de Felipe titulado: Agricultura urbana en altura, Editorial Agrícola Española, pp. 283-295, y que redacté conjuntamente con José Antonio Corraliza.

Nota 2.-La tesis doctoral (en inglés) de Farshid Aram titulada Park Cooling Effect and Its Physical and Psychological Impact on Thermal Comfort. Case study: Retiro Park, Madrid, puede consultarse en este enlace.

Nota 3.-Más información sobre la regla 3-30-300 puede encontrarse (en inglés) en este otro enlace.