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Resulta evidente que los actuales sistemas de planificación basados en considerar a la ciudad como el centro del universo han llegado a su colapso. Durante décadas las ciudades han sido seres extraterrestres posados sobre un territorio ajeno. Se hablaba del sistema de ciudades sin considerar nada más que las grandes aglomeraciones y las relaciones entre ellas. Todavía muchos estudios de planificación sólo saben diseñar estrategias basadas en la competitividad mundial y en situar a la ciudad que les ha encargado el plan en lo más alto de la clasificación con más crecimiento que nadie. Pero ya en la segunda década del siglo XXI estos planteamientos basados en el desarrollo porque sí (y sobre todo en el desarrollo que consiste en quitarle a los demás su cuota de riqueza o progreso), se está constatando que conducen a un callejón sin salida. Las ciudades más avanzadas, y no me refiero a las de mayor tamaño, vuelven ya la mirada a sus territorios. A esos territorios despreciados y degradados durante años, y empiezan a hablar de desarrollo endógeno. Algo es algo. No es suficiente, pero es un comienzo.
Mosaico de ecosistemas que conforman un paisaje cultural ideal
Es decir, se empieza a hablar de regiones con base no sólo económica o cultural, sino también natural. Áreas territoriales en las cuales la propia ciudad, la agricultura, la ganadería, la industria, los aprovechamientos forestales, las áreas de naturaleza más o menos virgen que quedan, deben pensarse como un todo. En este contexto el objetivo ya no es el crecimiento a cualquier precio, sino conseguir que los habitantes vivan de una forma digna y puedan realizarse como personas sin obstáculos debidos a las desigualdades o a la discriminación. Eso supone, por supuesto, que la naturaleza del territorio impone límites a la capacidad de acogida. Tradicionalmente estos límites se han superado mediante el transporte. Que no tenemos cereal suficiente, lo traemos de Rusia. Que no tenemos cobre suficiente, lo traemos de Chile. Que no tenemos petróleo suficiente, lo traemos de Kuwait. Que no tenemos espárragos suficientes, los traemos de Perú. Que tenemos que desprendernos de residuos nucleares, pues los llevamos a África. El problema es que este método funciona mientras el precio del transporte de toda esa energía, materiales y personas es asumible por el sistema. Pues bien, empieza a no serlo.
Marco para el desarrollo de los indicadores del informe
Parece evidente que si esto es así va a producirse un cambio radical en los instrumentos de planificación. Y este cambio pasa por una reconsideración del territorio y de sus posibilidades. Desde cosas tan elementales como los ámbitos (las unidades administrativas actuales son auténticas perversiones del sistema) hasta los objetivos, pasando por las formas de gestión o la reconsideración normativa del plan. Todos los profesionales del planeamiento estamos de acuerdo en que el plan (sobre todo el de urbanismo) tal y como lo conocemos hoy, por lo menos en España, está muerto. No sirve más que para enriquecer, tanto a corruptos como a inversores de buena fe (no corruptos). Desde luego para lo que no sirve es para adecuar recursos y servicios a las necesidades de las personas y organizarlos racionalmente asignándoles lugares en el territorio. Probablemente tan sólo la normativa y planificación de protección, tanto la cultural como la ambiental, sean las únicas que, en estos momentos, mantienen un mínimo de coherencia y, aunque con grandes dificultades, están intentando salvar lo poco que queda.
Razas ganaderas autóctonas amenazadas
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Porque ese territorio tan olvidado, esquilmado y despreciado, es la base que permite la existencia de las ciudades y su funcionamiento. Aunque, desde una perspectiva urbana, a algunos les pueda parecer un tópico derivado de una visión romántica de la vida, sin naturaleza no serían posibles las ciudades. Ya hace años que vengo planteando esta cuestión en términos de orden y entropía. Pero no es necesario recurrir a logaritmos neperianos para darse cuenta de que la naturaleza, no sólo sirve para producir bienestar, sino que constituye la misma posibilidad de que existan urbanitas. Simplemente como recordatorio de lo que no hemos tenido en cuenta estos años me gustaría repasar algunos de los beneficios que esta naturaleza, entendida como un ejército de ecosistemas, nos suministra. Es lo que se conoce como “servicios ecosistémicos” o “servicios de los ecosistemas” propuestos, sobre todo, como una forma de ponerlos en valor. De los que más directamente dan soporte a las actividades urbanas y que, normalmente se organizan en redes sustituyendo con ventaja en muchos casos a la infraestructura gris, ya he hablado en varios artículos anteriores con el nombre de “infraestructura verde”.
Los impulsores del cambio en la biodiversidad
Existen diferentes clasificaciones de estos servicios. Para lo que pretendo ahora la elección de una u otra es casi irrelevante, ya que mi objetivo es dar un significado más intencional a expresiones muy de moda tales como desarrollo endógeno, resiliencia o territorios productivos. Por la sencilla razón de su accesibilidad, y porque suministra datos concretos para nuestro país, voy a seguir la propuesta de la Evaluación de los ecosistemas del milenio en España (EME) que comenzó en el año 2009 y todavía con algún capitulo en revisión. Vamos a empezar con algunos números impactantes: “De acuerdo con los cálculos realizados en este proyecto (informe Stern), la biodiversidad tiene un valor económico de entre 10 y 100 veces mayor que el coste relacionado con su conservación y que en la primera década del s. XXI se han perdido servicios por valor de unos 50.000 millones de euros anuales sólo en lo referente a los ecosistemas terrestres. Esta estimación es una aproximación conservadora ya que sólo contempla algunos de los servicios de los ecosistemas suministrados por la biodiversidad terrestre, obviando por el momento los ecosistemas marinos, los desiertos o los Círculos Polares”.
Suministros en función de la gestión realizada
En el informe los servicios se clasifican en tres grandes grupos. En el primero aparecen los llamados “Servicios de Abastecimiento”: aquellas contribuciones directas al bienestar humano que provienen de la estructura biótica y geótica de los ecosistemas. Entre estos servicios podemos destacar:
- Alimentos procedentes de la agricultura, ganadería, pesca, acuicultura, apicultura, etc.
- Alimentos obtenidos directamente de los ecosistemas naturales o poco modificados culturalmente.
- Agua para consumo humano o para usos agrícolas e industriales.
- Materias primas de origen biótico (madera, celulosa, fibra textil, etc.).
- Materias primas de origen geótico (sal marina o continental).
- Energías renovables (biomasa, hidroeléctrica, eólica).
- Información genética usada en biotecnología.
- Medicinas naturales, como las obtenidas a partir de plantas silvestres.
Estado de los ecosistemas en relación a los servicios
El segundo grupo está formado por aquellos servicios llamados “de regulación”, ya que se trata de contribuciones indirectas al bienestar humano producidas por el funcionamiento de los ecosistemas. Entre otras se pueden destacar las siguientes:
- Regulación climática.
- Regulación de la calidad de aire.
- Regulación hídrica y depuración del agua.
- Control de la erosión y fertilidad del suelo.
- Regulación de perturbaciones naturales, como el control de inundaciones.
- Control biológico, como el control de plagas.
- Polinización de cultivos agrícolas y plantas aromáticas o medicinales.
Estado de los ecosistemas en relación a los servicios
El tercer grupo está constituido por los llamados “Servicios culturales”, es decir “aquellas contribuciones intangibles que la población obtiene a través de su experiencia directa con los ecosistemas y su biodiversidad”. Puede parecer anecdótico este grupo pero tiene también gran importancia porque está directamente relacionado con cuestiones de salud mental tal y como hemos visto en el artículo anterior y como se refleja en muchos documentos que contienen evidencias científicas al respecto. Como ya he dedicado varios artículos al tema lo dejo aquí:
- Conocimiento científico.
- Conocimiento ecológico local.
- Identidad cultural y sentido de pertenencia.
- Sentimiento espiritual y religioso.
- Disfrute estético de los paisajes.
- Actividades recreativas y de ecoturismo.
- Educación ambiental.
Estado de los ecosistemas en relación a los servicios
Yo mismo he propuesto en alguna publicación otra clasificación de estos servicios enfocada a la planificación urbana (más operativa y menos valorativa): elementos ecológicos, de infraestructura y de equipamiento. En cualquier caso, estos beneficios producidos por los ecosistemas sólo en casos muy excepcionales y puntuales han sido considerados a la hora de planificar nuestros territorios. Pero esta situación está cambiando. Cuando los recursos no pueden venir de fuera hay que buscarlos en casa. El problema es que muchas de nuestras casas (territorios) han sido ya desvalijadas. En este mismo informe puede leerse: “El ecosistema urbano considerado como un consumidor de servicios de otros ecosistemas ha incrementado la demanda del 84% de los servicios evaluados (16 de 19) en los últimos 50 años. Todos los servicios de abastecimiento, regulación y culturales han incrementado su demanda salvo tres que se han mantenido estables básicamente porque no son servicios que se puedan proveer desde el exterior. Por ejemplo, los relacionados con las zonas verdes en las ciudades, que son de regulación (polinización, fertilidad del suelo)”.
Los servicios en el sistema urbano
Recomiendo la lectura completa del informe (aunque tiene partes en revisión, se puede obtener gratuitamente en el enlace que figura al final del artículo). Para el análisis de la situación se han considerado ocho ecosistemas terrestres: bosque y matorral esclerófilo, bosque y matorral mediterráneo continental, bosques atlánticos, montaña alpina, montaña mediterránea, zonas áridas, ecosistemas macaronésicos y agroecosistemas. Cuatro ecosistemas acuáticos: marino, ríos y riberas, lagos y humedales de interior u acuíferos. También el litoral como ecosistema de transición y los ecosistemas urbanos. De todos ellos se hace un análisis desde el punto de vista de los servicios que suministran, el estado actual y su evolución previsible. Por supuesto que unos capítulos son más interesantes que otros, pero en general, el informe es de lectura bastante asequible e interesante. Hay muchos datos que pueden resultar sorprendentes. Por ejemplo, el hecho de que España es el país que más superficie protegida aporta a la red europea Natura 2000 con casi el doble de hectáreas que Suecia que es el segundo, y más del doble de lo que aportan Alemania, Francia o Finlandia.
Número de especies de plantas vasculares por área en Europa
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De todos los sistemas considerados voy a comentar algunas de las conclusiones relativas a los Agroecosistemas ya que son los que ocupan la mayor superficie de suelo: más o menos un 60%. Aunque las cifras pueden variar, globalmente este es el orden de magnitud. Los principales servicios que produce son, claro está, los de abastecimiento alimentario a través de la agricultura y la ganadería, pero también provee muchos otros tales como “servicios esenciales de regulación (almacenamiento de carbono, fertilidad del suelo, regulación hídrica, polinización) y culturales (conocimiento ecológico local, recreación y ecoturismo, educación ambiental, conocimiento científico)”. En general, dice el informe, “los agroecosistemas españoles mantienen sus servicios de abastecimiento, aunque con pérdida de agrobiodiversidad, lo que incrementa la dependencia respecto a empresas suministradoras de semillas, los pesticidas y fertilizantes. A ello se añade un consumo de energía creciente. Aunque la capacidad de producir alimentos está asegurada, no se aprovechan las enormes posibilidades que ofrece el extenso espacio rural español para la producción ecológica y como opción atractiva para la calidad de vida”.
Los servicios en los agroecosistemas
Esta visión optimista desde el punto de vista del abastecimiento no se mantiene en lo referente a los servicios de regulación: “En cuanto a los servicios de regulación, son los que muestran un estado más débil. Cinco de ellos, los más asociados al mantenimiento de procesos ecológicos esenciales, no mejoran y mantienen una situación mixta, tanto los que podrían contribuir a moderar los efectos del cambio global (regulación climática, de la calidad del aire, de perturbaciones) como los que dependen de dinámicas biológicas (polinización, especies amenazadas). Dos se deterioran claramente, la regulación de la fertilidad del suelo – aumentando la dependencia de materias primas minerales, fertilizantes, en gran medida importadas-, y la regulación morfosedimentaria debido al abandono de usos. Por último, dos tienden a mejorar: la eficiencia en el uso del agua agrícola y los métodos de control biológico”.
Nivel de afectación a los servicios de los agroecosistemas
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Respecto a los servicios culturales cinco de ellos "aumentan su importancia, debido principalmente a las demandas de la población urbana: servicios de educación, disfrute estético y espiritual, actividades deportivas, etc.; pero ello ocurre en paralelo a una pérdida del conocimiento ecológico local y el deterioro del sentido de identidad y pertenencia de las sociedades rurales. El peligro de terciarización del espacio rural –siguiendo un modelo tipo parque de ocio, con uniformización de contenidos- y la preponderancia de servicios desligados del carácter y función agraria de estos ecosistemas, es muy evidente”. También se destacan en el informe otros problemas relacionados con este ecosistema como, por ejemplo, la pérdida del acervo genético y cultural de la agricultura y ganadería tradicionales. Pérdida que podría impedir un mayor rendimiento, por ejemplo, en la comercialización ecológica ya que, aunque se han producido algunos avances en lo “bio” no se han producido en consonancia con lo que ha ocurrido en otros países. Probablemente sería necesario un apoyo institucional y social decidido para modificar la esta tendencia.
Mosaico de ecosistemas que conforman un paisaje cultural ideal
Estamos en un momento francamente interesante tanto desde el punto de vista de los cambios en la organización social como de nuestros territorios. La necesidad de compatibilizar la vuelta a “la tierra” con una visión de “la Tierra” como un sistema global, está obligando a replantear las bases de un mundo heredado de la Revolución Industrial y que está dando sus últimos estertores. Y esto va a afectar también al planeamiento. La prueba de que algo se mueve es que no son pocas las universidades y centros de investigación en los que estos temas empiezan a considerarse se forma prioritaria. Por no alejarme demasiado del lugar donde trabajo a mi propio grupo de investigación se le ha concedido un I+D+I que lleva por título “Integración de los espacios agrarios periurbanos en la planificación urbana y territorial desde el enfoque de los servicios de los ecosistemas”. Trabajo que se está desarrollando en estos momentos. Y con este mismo enfoque dirijo dos tesis doctorales. Probablemente falta todavía tiempo para que investigaciones de este tipo puedan concretarse en recomendaciones a las que sea sensible la sociedad y puedan ser asumidas por los políticos, pero el camino no parece que pueda ser otro que el de los “servicios de proximidad”. Es decir, el acortamiento de las distancias entre servicios (tangibles o intangibles) y población, frente al dominante en la actualidad que es justo el contrario: buscar estos servicios cada vez más lejos.
Referencias:
- Los informes de evaluación de los ecosistemas del milenio pueden encontrarse en la página web Millennium Ecosystem Assessment.
- Para el caso español la página con los informes es la de Ecomilenio donde, además hay noticias, enlaces y la agenda de actividades del EME.
- El Informe de Síntesis del EME de septiembre de 2011 (el que he comentado en el artículo) puede encontrarse en la página web Ecomilenio.es, y obtenerse gratuitamente bien por capítulos o en su totalidad.
- El Informe de Resultados del EME de marzo de 2012 puede encontrarse en esta misma página web de Ecomilenio.es y obtenerse gratuitamente por capítulos (aunque algunos están todavía en revisión).
- Existen muchas publicaciones interesantes pero, por su carácter intermedio entre la divulgación y el rigor recomendaría la titulada “Servicios de los ecosistemas y el bienestar humano” coordinada por Nekane Viota y Maider Maraña, de Unesco Etxea, publicada en el año 2010. Puede obtenerse en pdf en este enlace.