¿A que se ha debido este crecimiento tan espectacular? Imagino que muchos ya lo sabréis. El responsable ha sido el Decreto 436/2004 mediante el cual el precio de la energía solar fotovoltaica quedaba fijado en el 575% de la tarifa regulatoria media durante los primeros 25 años de vida de la instalación y en el 460% a partir del año siguiente. Con la aprobación del real decreto 661/2007 que muchos suponían iba a ser un paso atrás las cosas quedaron bastante bien: hasta 100 KW de potencia instalada los 25 primeros años se pagaban 44,0381 € por kWh y partir del siguiente 35,2305. Se trataba de un negocio redondo. Probablemente uno de los mejores que se podían acometer en este país (aparte del ladrillo, claro). En el 2007 y comienzos de 2008, como se preveía un cambio en la legislación a final de año, las empresas forzaron mucho sus inversiones para acogerse al decreto antiguo. La prueba es el bajón que se ha producido en el 2009.
Y es que en el momento actual las cosas han cambio de forma bastante notable. El Real Decreto vigente, el 1578/2008 ha supuesto un giro importante ya que rebaja bastante el incentivo (34 o 32 € por kWh según el tipo) y, sobre todo, establece un “Registro de preasignación de retribución” que burocratiza notablemente el proceso. La justificación aparece en el preámbulo del Real Decreto y es la siguiente: “Así como una retribución insuficiente haría inviables las inversiones, una retribución excesiva podría repercutir de manera significativa en los costes del sistema eléctrico y desincentivaría la apuesta por la investigación y el desarrollo, disminuyendo las excelentes perspectivas a medio y largo plazo para esta tecnología De ahí que se considere necesaria la racionalización de la retribución y, por ello, el real decreto que se aprueba modifica el régimen económico a la baja, siguiendo la evolución esperada de la tecnología, con una perspectiva a largo plazo”. Pretende además, “racionalizar la implantación de grandes instalaciones en suelo pertenecientes a una multiplicidad de titulares, de tal forma que se evite la parcelación de una única instalación en varias de menor tamaño, con el objetivo de obtener un marco retributivo más favorable”. Bueno, bueno, ¡parcelaciones ilegales también en la granjas solares!
No hay ninguna duda de que el futuro energético de aquellos países como el nuestro con una gran dependencia exterior pasa por diversificar las fuentes energéticas. Y las granjas solares son una buena solución. Hasta tal punto que se ha propuesto la creación de granjas solares en el desierto del Sahara para producir electricidad suficiente para el mercado europeo. Para conseguirlo en el 2050 habría que realizar una inversión de 450.000 millones de euros. Con ello se obtendrían alrededor de 100 gigavatios que ayudarían de forma muy importante a las necesidades energéticas europeas. Pero no vayáis a pensar que lo del Sahara es un locura (también están los Monegros, claro), la empresa CSEM ha diseñado una isla solar flotante. Sólo cuesta 5.000.000 $, tiene unos cien metros de ancho y sus paneles solares son capaces de generar 1 MW de potencia. Ya podéis imaginar quien la ha comprado: los Emiratos Árabes, por supuesto. El país que tiene la mayor huella ecológica del planeta y, a la vez, patrocina los premios sobre sostenibilidad más importantes.
Las granjas solares han empezado a aparecer en casi todas las Comunidades Autónomas incluyendo las del norte de España con una cantidad de horas de sol muy inferiores a las del sur. Claro que uno de los países punteros en la materia, Alemania, tampoco se distingue precisamente por tener un soleamiento deslumbrante. Esta especie de fiebre por la energía solar fotovoltaica alcanza a todos los países. California tiene pensado construir las dos plantas solares más grandes del mundo, una de 550 megavatios y la otra de 250, que se supone abastecerán de electricidad a 250.000 viviendas. Pero, en realidad ¿qué es una granja solar? No es más que un terreno donde se colocan un conjunto de paneles solares fotovoltaicos. Estos paneles están formados, a su vez, por células fotovoltaicas que se encargan de transformar la luz solar que reciben en energía eléctrica que, o bien se almacena o se vuelca a la red. También, en lugar de panales fotovoltaicos, se pueden colocar concentradores que calientan un gas que, a su vez mueve un motor que produce electricidad.
Según los materiales que se usan para construirlos hay de muchos tipos, los principales son: de silicio puro monocristalino (con rendimientos comerciales más o menos del 16%) y los policristalinos (más baratos pero con un rendimiento del 14%). También se utilizan otros para paneles de lámina delgada: silicio amorfo, teluro de cadmio, arseniuro de galio (uno de los más eficientes con rendimiento que llegan al 20%) o de diseleniuro de cobre en indio. Asimismo existen paneles en tándem formando un sándwich con dos tipos de semiconductores distintos.
Estos paneles se pueden colocar estáticos sin que tengan ningún movimiento. Son los más baratos y, por tanto, los que más se encuentran en las granjas solares. Hay que orientarlos e inclinarlos adecuadamente según la latitud del lugar para que la energía solar que reciban sea la máxima. Luego los hay de un eje y de dos ejes. Los de un eje son más baratos que los de dos, pero sólo pueden seguir al sol, bien según el acimut o bien según la altura, pero no ambos a la vez. Los más completos son los de dos ejes que pueden seguir al sol en todo momento. Con los sistemas de dos ejes se puede conseguir un aumento del 40% de la energía captada. Para aumentar la cantidad de energía captada también se recurre a otros sistemas como pueden ser elementos reflectantes que dirigen la radiación a las células fotovoltaicas.
Pero el sector está en continua evolución de forma que también se utilizan discos solares que no son más que colectores parabólicos que concentran la energía que se utiliza para producir vapor con el que se accionan generadores eléctricos convencionales. También en este apartado figuran los colectores Fresnel que calientan el agua en un tubo y la convierten en vapor. Estas granjas solares podríamos llamarlas granjas solares térmicas ya que no utilizan células fotovoltaicas sino concentradores de energía y vapor de agua. A este tipo pertenece el sistema Stirling basado en el antiguo motor de vapor. Dicen que es el generador solar más eficiente del mundo. La concentración solar en el foco, alcanzando altas temperaturas, obliga al hidrógeno comprimido expandirse, moviendo un motor de cuatro cilindros que da vueltas a un generador 25000 watios/hora. El gas se expande pero no se pierde y vuelve a la cámara de expansión en un ciclo cerrado de forma parecida a los frigoríficos o a los sistemas de aire acondicionado. La buena noticia es que consigue un rendimiento cercano al 30% sin utilizar células de silicio. La mala es que tiene demasiados componentes que se mueven lo que significa un mantenimiento importante.
Pero volviendo a los paneles fotovoltaicos, incluso se anuncian ¡rendimientos del 40%! La empresa californiana Spectrolab, especialista en paneles para el espacio, lo que hace es concentrar la luz solar en las células del panel utilizando espejos y lentes. Pero no se para aquí (por ejemplo, la empresa Soliant también lo hace) sino que utiliza tres capas de semiconductores, ya hablé de la utilización de dos en los tándem, de forma que cada capa captura partes distintas del espectro electromagnético. Spectrolab puede meter tres capas debido a que utiliza materiales metamórficos. Estamos en un momento de avances muy importantes y es obvio que la energía solar da pasos adelante para convertirse en la energía del futuro. Pronto veremos como nuestras zonas más áridas y desérticas se pueblan de granjas solares cada vez más eficientes y competitivas con las energías tradicionales. Bien es verdad que, ahora mismo, los países más adelantados lo están porque ofrecen suculentas subvenciones (En Alemania el 500% del costo de la energía consumida, en España ya lo hemos detallado más arriba) pero no es menos cierto que la investigación está avanzando a pasos agigantados y este tipo de industria debería ser una alternativa real a la construcción que tanto daño ha hecho a este país.
Sin embargo las granjas solares no son la única alternativa. Por encima están las plantas solares (no todas tienes porque ser fotovoltaicas, ya lo hemos visto) y, por debajo, las instalaciones individuales en tejados o en fachadas. Respecto a las centrales, los sectores empresariales más agresivos se quejan de que no se trate con el mismo rasero a las grandes instalaciones que a las pequeñas. Así, Ignacio Ruiz-Jarabo, consejero de COPISA y ex presidente de la SEPI, se quejaba en un artículo de octubre de 2006 que el decreto del 2004 (vigente en aquellos momentos) limitaba la dimensión de las instalaciones a 100 KW y dice refiriéndose al tema “-tamaño insignificante en términos industriales-, lo que ha motivado que el argot popular haya bautizado a las plantas fotovoltaicas como granjas solares”. Esta tendencia a primar las “granjas” sobre las “plantas” se mantuvo en el decreto del 2007 y en el actual del 2008.
Sin embargo, los ecologistas se quejan justamente de lo contrario. Alegan que el Real Decreto del 2008 penaliza claramente a las instalaciones domésticas, sobre todo las situadas sobre cubierta y en fachada. A pesar de lo que se dice en el preámbulo: “El nuevo régimen económico también pretende reconocer las ventajas que ofrecen las instalaciones integradas en edificios, ya sea en fachadas o sobre cubiertas, por sus ventajas como generación distribuida, porque no aumentan la ocupación de territorio y por su contribución a la difusión social de las energías renovables”, lo cierto es que no le falta razón a las protestas. Y no le falta razón porque se equipara en la subvención (0,32 € por KW) las instalaciones en el suelo a las colocadas sobre cubierta o en las fachadas.
Pero, sobre todo, la complejidad del marco legislativo y la burocracia creada hace muy complicado que los particulares lo intenten. Dice la Fundación Tierra: “El Real Decreto 1578/2008 obliga a depositar un aval de 500 euros/kW, disponer de un proyecto visado con el que se ha concedido un punto de conexión y la correspondiente licencia municipal. A partir de ahí se inscribe uno en un Plan de Preasignación que determinará si puede o no acogerse a la tarifa bonificada. Con la actual bonificación y los costes de una instalación no se amortiza en menos de 15 años”. Y más adelante: “España no dispone como en Alemania de un marco legal estable fijado por ley y que les permiten conectar hasta 30 kW de fotovoltaica en un tejado doméstico o de una granja sin más problema que remitir una comunicación a la administración”. A pesar del interés que dice que tiene, el gobierno parece que ha apostado decididamente por las granjas “olvidándose” de los productores domésticos y de la necesidad, por ejemplo, de introducir las nuevas tecnologías en la rehabilitación de edificios.
Hace unos años cuando empezaron a aparecer miles de grandes molinos de viento en las zonas más paisajísticas de este país algunos profesionales levantaron su voz para denunciar que, tal y como se estaban realizando las instalaciones eólicas suponían un atentado evidente contra algunos de nuestros mejores paisajes. Sin embargo no se hizo prácticamente nada. Los molinos siguieron surgiendo como setas en los lugares más impensables. Se podía haber pedido un proyecto de paisaje conjunto o, por lo menos, un estudio de las afecciones al respecto. Porque aunque los parques eólicos de 50 ó más generadores (10 en el caso de zonas especialmente sensibles), o que estén a menos de dos kilómetros de otro parque eólico están sometidos al procedimiento de evaluación ambiental de proyectos, de una u otra forma la mayoría han conseguido evitar la normativa. Algo parecido está empezando a pasar con las granjas y centrales solares (aunque en este caso el límite está en los 300 MW lo que excluye a bastantes).
La primera condición para la instalación de una granja solar sería que el terreno no pudiera destinarse a otros usos. Estamos necesitados de áreas forestales de forma que no debería permitirse que terrenos agrícolas no rentables pasen a ser productores de electricidad ya que estos terrenos agrícolas deberían reforestarse si fuera posible (no sólo necesitamos energía sino también sumideros de contaminación) aplicándoles también las correspondientes subvenciones en caso necesario. Por tanto, resultarían ideales terrenos áridos o desérticos (en España tenemos unas cuantas hectáreas). También, por supuesto, cubiertas y fachadas de edificios en áreas urbanas, aunque habría que sopesar muy bien las necesidades para subvencionar, o bien cubiertas térmicas, o fotovoltaicas o verdes (es el mismo caso de los terrenos). La aplicación de paneles fotovoltaicos impermeables en las cubiertas tiene todas las papeletas para ganar frente a los tejados verdes aunque habría que estudiar el interés de unas y otros desde el punto de vista de la sostenibilidad.
La segunda es que hubiera algún tipo de evaluación de las afecciones. Porque no es inocuo tapar el sol a hectáreas y hectáreas de terreno. Pueden causarse problemas ecológicos evidentes no solamente por este hecho sino por la antropización y fragmentación del territorio que se produce. Porque no es sólo el hecho de “plantar” los paneles, son necesarios también, reguladores, baterías, inversores, casetas transformadoras y, sobre todo, cerrar el terreno. Estas granjas solares pueden llegar a ocupar mucho suelo. Como anécdota, se ha calculado que todo USA podría abastecerse de energía solar ¡ocupando una superficie de 160x160 km (2.560.000 hectáreas, es decir, 2.560.000 campos de fútbol)!
La tercera sería realizar un estudio paisajístico de la instalación. Se están empezando a ofrecer en la prensa y en Internet terrenos para granjas solares. Por ejemplo, este anuncio del 30 de marzo del 2009: “Alquilo terreno rústico de 50.000 m2 exento de árboles, con poste de media tensión dentro del mismo perteneciente a Iberdrola, ideal para la colocación de paneles solares y pegado al embalse de Castrejón. Precio por Ha o producción a convenir”. El terreno está situado en la localidad de Burujón (Toledo). El hecho de que esté “pegado al embalse de Castrejón” es inquietante porque dicho embalse está en el perímetro de las Barrancas de Burujón, espectaculares cortados arcillosos formados por la erosión de las aguas y el viento sobre sedimentos de hace 25 millones de años. La extensión de las cárcavas puede llegar a un kilómetro y, en el punto más alto (El Pico del Cambrón) alcanza los cien metros. Además constituye el refugio de numerosas especies de aves. Existe una “Senda ecológica de Las Barrancas” con varios miradores (aprovecho para invitaros a que vayáis, es espectacular). Es obvia la necesidad, en un sitio así de hacer un estudio del paisaje y cómo le va a afectar la instalación de una granja solar con sus paneles, casetas, cercados, etc.
En un reciente viaje que hice en coche a Santiago de Compostela para asistir a un tribunal de la Escola Galega de Administración Pública (EGAP) me sorprendió el crecimiento espectacular de este tipo de instalaciones según se puede ver a todo lo largo de la carretera de A Coruña, y que me ha llevado a escribir este articulo. Crecimiento que se ha producido en este último año y medio que es el tiempo que llevaba sin viajar por ella. También observé un aumento notable de los aerogeneradores, pero nada comparable a las hectáreas y hectáreas de granjas solares. En la mayoría de los casos se trata de paneles fotovoltaicos fijos y no puedo deciros si, además de plantados, están ya produciendo electricidad (en caso contrario los inspectores pueden multar hasta con seis millones de euros a los infractores). Lo que sí puedo deciros es que, en un ochenta por ciento de los casos no cumplen los tres requisitos que he mencionado anteriormente, particularmente el primero y el tercero (el segundo es mucho más difícil de apreciar a simple vista). Otro problema que, pienso, no ha sido suficientemente considerado es el de la seguridad. No es el momento ahora (el articulo está quedando demasiado largo) pero la mayor parte de las granjas que he visto, aparentemente y hasta el momento, se han volcado poco con los sistemas de seguridad lo que va a suponer un coste añadido que no ha sido considerado de forma suficiente. Los robos de paneles (a pesar de las cámaras de seguridad) parecen lo suficientemente apetitosos como para que se fijen en ellos tanto los ladrones individuales como las mafias organizadas.
Planta de Amareleja (Portugal), de Ecoclimático
250 hectáreas, 2.520 seguidores solares, 262.080 módulos
250 hectáreas, 2.520 seguidores solares, 262.080 módulos
A pesar del estancamiento que se ha producido en el primer trimestre del 2009 el crecimiento de este tipo de instalaciones es imparable y estamos en un momento crítico. Hay que controlar y regular de forma mucho más afinada las autorizaciones para granjas y plantas solares y simplificar los trámites para instalaciones sobre cubierta y en la fachada de los edificios. También habría que plantear una nueva estética del paisaje (urbano y no urbano) que no pusiera en contra del paisajismo a la mayor parte de las fuerza progresistas, ecologistas, y público en general mediante regulaciones muy cerradas como las del Institut del Paisatge Urbà i la Qualitat de la Vida de Barcelona (pionero en muchas cosas) al que se refiere Terra.org cuando dice: “En realidad, en Barcelona, que tiene un organismo para velar por la ‘calidad del paisaje urbano’, hace más de una década que se dan subvenciones para instalaciones fotovoltaicas en cubiertas urbanas, pero cuyo objetivo es que se ‘compense’ la menor productividad debido a que se primen los aspectos estéticos. Claro que en esto de la estética habría mucho que opinar. Sin embargo, este organismo barcelonés, el Institut del Paisatge Urbà i la Qualitat de la Vida, dirigido por verdaderos amantes de la arquitectura plana, racionalista y asocial, incentiva los módulos en ‘vertical’, que las instalaciones no sean visibles desde ningún lugar a pie de calle. Tampoco permiten las pérgolas en cubiertas, pues piensan que en el futuro podrían servir para levantar ‘barracas’ en las terrazas donde se ubican”. Estamos en un momento es que las regulaciones en estos aspectos deberían ser sustituidas por recomendaciones exceptuables ya que la nueva estética que conllevan estas instalaciones todavía no tiene una “vara de medir” en el inconsciente colectivo de la sociedad, aunque parece que sí en el de los “paisajistas”.