Cartel del taller celebrado en la aldea de O Couto fundación
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Aquellos que me conocen saben de mis querencias por el rural. Mi tesis doctoral, mi primera publicación, mi primera conferencia, fueron sobre el rural gallego. Y algunos de mis amigos que dicen a veces de broma que en lugar de “urbanista” debería llamarme “ruralista”. Pero como hoy en día no está claro a qué nos referimos cuando hablamos de “lo rural” (el llamado modo de vida rural como contraposición al urbano que, desde Wirth nos permitía diferenciar ambos mundos, parece que a día de hoy sólo existe en la teoría) no me siento un intruso urbanista al adentrarme en las aldeas. Como existe la intención de publicar las diferentes propuestas que los seis equipos que constituían el taller hicieron para O Couto voy a centrarme en las conclusiones algo más generales que se derivan, no sólo de las propuestas sino también de las conferencias que tuvieron lugar como apoyo al trabajo del taller.
El estuario del Anllóns desde el Monte Branco
De todas formas es necesaria una pequeña introducción. La zona en la que se encuentra la aldea pertenece al área paisajística de A Costa da Morte en la unidad del estuario del río Anllóns. El área es de una gran riqueza agrícola y marisquera. En el estuario hay bancos de berberechos y la zona es muy rica en percebes hasta tal punto que se dice que Ponteceso es el municipio en el que se recogen más percebes del mundo. Por si esto fuera poco resulta que Ponteceso es el lugar de nacimiento de Eduardo Pondal, el poeta gallego autor de Queixumes dos pinos base de la letra del himno gallego. Y el paisaje natural es sencillamente extraordinario. Por tanto estamos en un territorio con una fuerte identidad y enormes posibilidades de revitalización. Sin embargo, de los 262 habitantes que tenía O Couto en el año 2000 se ha pasado a 154 en 2018. Se trata de uno de los pocos lugares de la costa con problemas de densidad y envejecimiento poblacional (por lo menos con relación a otros) lo que plantea no pocos interrogantes.
La antigua rectoral, hoy sede de la fundación Eduardo Pondal © p.arroyo
Pero esto nos lleva a analizar el primer tema que es necesario abordar sin tópicos, aunque duela. El mundo rural, dependiente de una economía agrícola, ganadera, forestal o (en algunos casos) pesquera, ha sufrido una fuerte transformación debido a dos factores: el gran crecimiento del rendimiento de las explotaciones y la irrupción de la globalización y las importaciones alimentarias. Ya nada volverá a ser igual. La situación en la que se encuentra O Couto es similar a la de otros muchos asentamientos rurales gallegos y, en general, en toda España. Es más, es relativamente buena comparándola con cientos y cientos de aldeas que, probablemente, no van a tener posibilidad alguna de mantener a sus habitantes en un plazo relativamente corto o que ya los han perdido definitivamente. Se trata de una situación difícil y dolorosa que, en bastantes casos, va a ser imposible revertir.
Aldea de O Couto, iglesia y cementerio © p.arroyo
Por tanto, para poder abordar la situación con un mínimo de posibilidades parece necesario como primera condición que el lugar cuente con recursos que permitan cambiar la tendencia. Y entre estos recursos, además de los puramente materiales, está la capacidad de innovación. Por suerte, en el caso de la aldea de O Couto, parece que esto es así. Además de un paisaje natural y cultural extraordinario la gente que queda en la aldea está dispuesta a trabajar para cambiar lo que sea necesario. La prueba está en este mismo taller. Pero hay muchas más cosas. Los habitantes que quedan son capaces de llevar adelante una serie de iniciativas que promueven actividades y asociaciones como un día propio Das Letras Galegas, la Fundación Pondal situada en la antigua Rectoral al lado de la iglesia, a Casa dos Veciños inaugurada hace más de veinticinco años, Festiletras… Se trata de una base de partida óptima que, seguramente, hará posible el cambio.
Pero no hay que pensar que esta situación pueda generalizarse a todo el rural gallego y, mucho menos, a todo el de España. La primera condición es, por tanto, que el lugar a revitalizar cuente con una gente y un territorio que permitan el impulso en la dirección adecuada.
Festiletras, haciendo Galicia desde O Couto
Todos los participantes parecían de acuerdo en la necesidad de partir de las bases económicas y culturales tradicionales. En el caso de O Couto se trata de una base agrícola, ganadera, forestal y pesquera bastante diversificada. Sobre esta base tradicional es imprescindible introducir las innovaciones necesarias para poder competir en un mercado cada vez más complejo. La palabra innovación resulta, por tanto, crítica para poder atraer a la gente emprendedora. Algunas de las propuestas resultantes del taller iban en este sentido: cultivos ecológicos, productos de alta calidad a ser posible con denominación de origen, pequeñas industrias de transformación, conservas especiales… Y, por supuesto, intentar la conquista de los mercados urbanos cercanos. La alimentación de proximidad ligada a una estrategia agroalimentaria de carácter más global debería ser la base de la reconversión de la economía tradicional. Esto ya se está empezando a intentar en Ponteceso tal y como se puede ver en la imagen de abajo.
Compra en el comercio local. Compra en Ponteceso
Paso siguiente: productos de cercanía
Una vez innovada la base cultural y económica tradicional podría parecer que con esto ya es suficiente. Sin embargo, por la experiencia de otros casos, resulta necesario diversificar. Aunque ya de por sí la base tradicional de O Couto lo está (agrícola, pesquera y en menos medida ganadera y forestal) los participantes en el taller señalaron el interés de plantear actividades complementarias a las tradicionales. No solo por introducir complejidad en el sistema sino por atraer a personas con diferentes perfiles profesionales. En general, un abordaje de los problemas desde una perspectiva de complejidad suele dar buenos resultados. Complejidad implica diversidad de elementos y relaciones entre ellos. Habría que aprender de los fracasos de entidades basadas en una única actividad económica de exportación. Así, Detroit, Cleveland o, más cerca, Ferrol. Incluso el propio mundo rural se podría considerar un monocultivo económico con el resultado que empieza a manifestarse de forma casi irreversible.
Horreos en la Aldea de O Couto © p.arroyo
Ahora bien, estas actividades complementarias deberían tener este carácter, no terminar convirtiéndose en la base de una economía en la que sería imposible competir con las ciudades. Casi todos los grupos señalaron al turismo como una de ellas. El turismo ya ahora mismo ha empezado su despegue basado en un paisaje natural excepcional pero incluso se ha planteado (ya desde su inicio) diversificado. El senderismo, la literatura (Eduardo Pondal) o la gastronomía (los percebes o la recuperación de las habas tradicionales) tienen ya un cierto recorrido. Pero incluso en estas actividades complementarias que ya empiezan a despuntar habría que innovar. Y, en concreto, en lo que se refiere a la actividad turística habría que romper la estacionalidad que es el gran problema aunque se plantee como una actividad complementaria. Y, en este sentido, se encaminaban algunas de las propuestas que espero se publiquen.
Puesta de sol en el faro del Roncudo
Un problema importante en relación con la actividad turística es la necesidad de que las rentas turísticas beneficien a la gente que vive en O Couto. Habría que intentar que el turismo, tanto como uno de los generadores de empleo más eficientes en relación con el capital invertido como generador de riqueza que pueda complementar las rentas obtenidas por las actividades básicas, beneficie a la gente que vive en la aldea. Esto a veces es complicado ya que las ciudades cercanas (o lejanas) tienden a quedarse los beneficios hasta el extremo de que, en muchos casos, se produce un verdadero colonialismo: como no me puedo llevar el territorio lo uso como si fuera mío y me quedo con las rentas turísticas que produce. Esto ocurre de forma muy acusada si se trata de turismo de naturaleza. Por ejemplo, el consumo de paisaje de un urbanita que se desplaza a un mirador, se maravilla ante tanta belleza y se vuelve a su casi sin haber dejado ningún beneficio al habitante de ese lugar que lo ha cuidado por generaciones para que hoy pueda ser disfrutado por todos.
Paseando por el estuario del Anllóns © p.arroyo
También es importante plantear, en el caso de los paisajes naturales, la necesidad de que los valores ambientales no desaparezcan por una inadecuada carga turística. Y no solamente los valores puramente estéticos sino también los ecológicos. Habría que seguir el planteamiento del Tourist Board que dice: "El valor propio del medio ambiente es siempre superior a su valor turístico; su relación debe desarrollarse de tal manera que el primero pueda ser mantenido a largo plazo; las actividades turísticas deben de respetar el equilibrio y el carácter del sitio; el turismo debe contemplarse como una actividad positiva capaz de beneficiar al medio ambiente, a la comunidad local y a los visitantes". Para que todo esto sea posible es necesaria una excelente relación entre el desarrollo turístico, los problemas ambientales y las buenas prácticas de gerencia. Lo más complicado cuando se habla de turismo rural es conseguir una gerencia adecuada para lo cual suele ser necesaria la asociación entre varias localidades.
A Costa da Morte como paisaje cultural, el Roncudo camiñodosfaros
Incluso en las cuestiones turísticas es necesaria una diversificación también de los ámbitos. El que una aldea con los valores de O Couto forme parte de un paisaje cultural como el que constituye la llamada Costa da Morte debería ser convenientemente aprovechado. Pero para ello, por ejemplo, sería excelente que se consiguiera una declaración internacional con el respaldo de la UNESCO de este ámbito paisajístico. Ámbito que, por supuesto, supera el propio de la aldea que estamos intentando revitalizar pero que, sin duda, podría ser un reclamo para atraer gente de todo el mundo.
Es un tema que supera las posibilidades de esta aldea en concreto pero que podría ser planteado ante instancias superiores para que lo intentaran. Además, una declaración de este tipo suele venir acompañada de compromisos institucionales que ayudarían al mantenimiento de los valores naturales y culturales propios del lugar ya que, muchas veces, su conservación solo se puede abordar desde ámbitos más extensos.
En la aldea de O Couto ya lo están intentando lavozdegalicia
Pero estas actividades complementarias no se reducen exclusivamente al turismo. Algunas de las que se señalaron en el taller tenían que ver directamente con la educación. No solo habilitando lugares en los que los escolares pudieran ver y sentir tanto la naturaleza como las labores del campo, sino también enfocados a la capacitación de los habitantes (tanto del lugar como foráneos) en técnicas modernas que permitieran cambiar la forma de hacer rentable la base económica tradicional.
La primera estaría encaminada a que colegios e institutos pudieran encontrar un sitio donde estudiar en la realidad algunas de las unidades docentes que imparten. Ello, por supuesto, implicaría una preparación de las mismas en colaboración con los profesores de forma que estos encontraran, no solo el sitio adecuado sino también la organización y el personal complementario para realizar la actividad con la eficacia necesaria.
Universidad Rural, aunque con otra intención fep
Pero la segunda tendría probablemente más interés. Se trataría de enseñar a ganaderos, agricultores, o en general, a todas aquellas personas interesadas, nuevas técnicas de cultivos, aprovechamientos diferentes de los elementos que constituyen la base económica tradicional del lugar o nuevas formas de comercializar los productos obtenidos. Para ello se podría recurrir, tanto a edificios pensados para actividades similares tales como escuelas como a las propias viviendas abandonadas sometidas a un necesario proceso de rehabilitación. El impulso de renovación podría venir de la propia administración previa declaración de la zona como área de rehabilitación o mediante mecanismos similares.
Este planteamiento se podría extender a la adaptación de las viviendas para uso turístico como alojamientos rurales. Respecto a este tema se señalaba como un problema difícil de resolver el de la estacionalidad aunque estas actividades se podrían realizar de forma complementaria en el tiempo con las de capacitación.
Entrada a la Fundación Eduardo Pondal © p.arroyo
Casi todos los grupos estaban de acuerdo en la necesidad de utilizar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para lo que resulta básico tener la infraestructura necesaria. Pero probablemente lo más importante de todo es contar con la población local, sus usos, costumbres, tradiciones, en definitiva su cultura e identidad. Es precisamente a partir de esos elementos identitarios críticos sobre los que hay que empezar el trabajo de innovación adaptándolos en la mayor parte de los casos mediante las nuevas tecnologías a las necesidades del siglo XXI. Resumiendo: no todo el rural podrá renacer, solo aquellas aldeas que cuenten con las condiciones adecuadas. Además parece necesario partir de las bases económicas, culturales e identitarias tradicionales adaptándolas a las demandas actuales y hacer más complejo el sistema diversificando estas bases y añadiendo elementos nuevos de carácter complementario. Y todo ello relacionado entre sí.
Los participantes en el taller
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Sería una discusión casi interminable (que afortunadamente en el taller no se produjo) pero en Europa, ese mundo rural que tal claramente diferenciaba del urbano Louis Wirth en el ya célebre artículo “El urbanismo como forma de vida” publicado en el número 44 del American Journal of Sociology, sencillamente ha desaparecido. Y, probablemente, no volverá nunca. En mi caso se acabó cuando en el pueblo donde vivía, no se sabe debido a qué avatares del destino, el programa que escuchábamos los niños en la radio cambió su horario de las ocho de la tarde a las ocho y veinte. Y las campanas de la iglesia que sonaban justo a esa hora dejaron de congregarnos en torno al aparato del que salían las aventuras de nuestro héroe para acudir presurosos a la consulta de un reloj. La necesidad de un reloj lo cambió todo, el mundo urbano se había impuesto definitivamente al rural y nada volvería a ser como antes.
Pero eso no quiere decir que no sea necesaria la agricultura o la ganadería o que no se siga saliendo a sacar berberechos de la arena o peces del mar. Solo quiere decir que ha de adaptarse. Es más, en algunas aldeas el rural del siglo XXI ya está despertando.
Nota.-Puede encontrarse información sobre este taller en la página web de A Escola Galega da Paisaxe da Fundación Juana de Vega. Y noticias sobre la Fundación Eduardo Pondal en su página de Facebook.