La Agenda Urbana Española
La Agenda Urbana Española fue presentada en el Consejo de Ministros del pasado día 22 de febrero. Se culminó así un proceso de cerca de dos años, iniciado por el Ministerio de Fomento y en el que han participado multitud de personas, organismos y entidades. Desde expertos independientes hasta la academia y la sociedad civil, pasando por otros ministerios, el sector privado, las entidades locales o las comunidades autónomas. En la reseña de la presentación al Consejo de Ministros se puede leer: “Se trata, en definitiva, de un documento que busca inspirar e informar a los encargados de tomar decisiones desde una amplia visión que incluye a todos los pueblos y ciudades con independencia de su tamaño y población, y bajo el triple prisma de la sostenibilidad económica, social y medio ambiental”.
Lo transcribo literalmente porque incluye dos cuestiones importantes desde mi punto de vista. La primera es la ausencia de carácter normativo del documento ya que habla de “inspirar e informar”, no de obligar. Y la segunda, la aparición de la palabra “sostenibilidad”. Los lectores del blog ya conocen mi alergia al uso dicho término y todavía más cuando se distingue entre sostenibilidad económica, social y ambiental. Sin embargo lo destaco por el hecho de que toda la AUE está impregnada y deriva, en buena parte, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados en la ONU por los líderes mundiales el 25 de septiembre de 2015.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible
Señalar en la imagen para verla más grande
Los ODS no son más que los 17 grandes objetivos que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó bajo el nombre de Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Objetivos que se desarrollan mediante 169 metas a conseguir y se plantean como “Plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia”. Nada menos. Tan loables propósitos tienen un plazo para conseguirse, quince años: “Estamos resueltos a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales”.
No es mi deseo ponerme cáustico ante tal derroche de bondad y optimismo. Lo interesante es saber cómo se pretende conseguir llevar adelante semejante plan de acción. Y, más en concreto, de qué forma las ciudades pueden contribuir. Para hacerse una idea, lo mejor (¡) es recurrir al teléfono móvil (celular en Latinoamérica), e instalarse una app (aplicación) llamada ODS en Acción que se puede conseguir gratis en Google Play y en la App Store. Y ya podréis consultar en cualquier momento de vuestra vida (cruzando un paso de peatones, conduciendo un camión de 30 toneladas o con los cascos puestos para dejar de oír el llanto de vuestro hijo que no para de berrear) que cosas podéis hacer para mejorar el planeta.
Una aplicación para llevarla en el móvil por si en
algún momento no sabemos qué hacer con el planeta
Bien, ya con la App instalada nos vamos al apartado “Los objetivos” y señalamos el número 11 que lleva por titulo “Ciudades y Comunidades Sostenibles” y, después de una pequeña introducción podemos elegir entre los apartados “Datos y cifras” donde se os suministran exactamente siete datos, “Metas” (diez metas), “Qué puedo hacer” (puedo hacer seis cosas), “Estudio de casos” (hasta el momento de escribir este artículo y durante todos estos años doce casos), “Acciones relacionadas” y “Galería” (con cuatro fotos, exactamente cuatro).
Como me interesa particularmente el apartado de “Metas” veamos lo que se dice en alguna de las nueve. Por ejemplo, la primera: “Para 2030, asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales”. O la quinta: “Para 2030, reducir de forma significativa el número de muertes y de personas afectadas por los desastres, incluidos los relacionados con el agua, y reducir sustancialmente las pérdidas económicas directas vinculadas al producto interno bruto mundial causadas por los desastres, haciendo especial hincapié en la protección de los pobres y las personas en situaciones vulnerables”. Sí, sí, sí… Claro que sí, me apunto. ¿Pero es que alguien, excepto el Maligno, puede estar en contra?
Hábitat III, la Nueva Agenda Urbana
Bien, esta es una de las fuentes de la AUE. Otra es la Nueva Agenda Urbana aprobada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III) celebrada en Quito el 20 de octubre de 2016 y ratificada en diciembre de ese año. La Nueva Agenda Urbana es también heredera de la Agenda 2030 y ya la critiqué suficientemente en el artículo del blog de 2 de noviembre de 2015 escrito en pleno proceso de elaboración. Para dar una idea de las incongruencias en las que, necesariamente, se cae cuando se tratan de abordar los problemas locales desde una perspectiva mundial (también puede leerse el artículo del blog de diciembre de 2017 titulado Europa como estado de ánimo donde se trata el mismo problema en el ámbito europeo) sencillamente voy a transcribir el apartado 10 de la Declaración de Quito incluida en la Nueva Agenda Urbana:
“La Nueva Agenda Urbana reconoce que la cultura y la diversidad cultural son fuentes de enriquecimiento para la humanidad y realizan un aporte importante al desarrollo sostenible de las ciudades, los asentamientos humanos y los ciudadanos, empoderándolos para que desempeñen una función activa y singular en las iniciativas de desarrollo. La Nueva Agenda Urbana reconoce además que la cultura debería tenerse en cuenta en la promoción y aplicación de nuevas modalidades de consumo y producción sostenibles que contribuyen a la utilización responsable de los recursos y contrarrestan los efectos adversos del cambio climático”.
Basurero del mundo, Agbogbloshie, Accra, Ghana marlenenapoli
Nuestros “principios y compromisos” no parecen los mismos
Este reconocimiento a la diversidad (no sólo cultural sino también climática, topográfica o ecológica) es bastante difícil de conciliar con lo que viene luego: “nuestro ideal común”, “nuestros principios y compromisos”, etc. Partiendo del hecho de la complicada justificación de la existencia de un “ideal común” ante situaciones de partida tan diferentes y expectativas tan variadas de las que puedan deducirse “principios y compromisos”, resulta bastante poco creíble ya que no hay ni el más mínimo análisis del fracaso de las obligaciones adquiridas por los estados miembros veinte años atrás en Hábitat I y Hábitat II, repitiéndose en muchos casos las mismas ilusiones y esperanzas como una rutina atemporal para tranquilizar conciencias. La pequeña aldea gala y el invasor romano es probable que no tengan el mismo ideal común a menos que sea algo tan genérico como ser felices o algo parecido.
Nuestros “principios y compromisos” no parecen los mismos
Europa, “nuestro ideal común” (también "un estado de ánimo")
Y sin embargo… Veamos otro de los antecedentes de la AUE: la Agenda Urbana para la Unión Europea. A pesar de que nos encontramos ante una situación de diversidad también muy importante, en este caso es más factible encontrar un sustrato común que justifique la existencia de un “ideal común” más allá de unas cuantas líneas de generalidades y la suposición de que todo el mundo es bueno (el artículo 1 de la Constitución Española de 1812 no solo lo suponía: “obligaba” a todos los españoles a ser buenos y benéficos). A pesar de la falta de competencias de la UE en temas urbanos o, precisamente por ello, la cuestión se aborda desde una perspectiva distinta. No parece pertinente en este artículo analizar el Pacto de Ámsterdam ni de la cuestión de la gobernanza multinivel que está en la base del planteamiento europeo, pero sí destacar un par de temas.
El primero es el hecho ya mencionado de la complejidad institucional. Muchas veces se ha planteado como un problema pero el resultado es la necesidad de negociación a muchos niveles, desde el puramente europeo hasta el local, lo que da lugar a una riqueza mucho mayor de soluciones y formas de afrontar los problemas comunes o no. La segunda ha sido la necesidad de crear doce ejes prioritarios organizados en doce comisiones para trabajar en temas concretos (desde la Economía Circular hasta la Movilidad) con el objetivo de acercarse en cada uno de ellos a las diferentes realidades de las ciudades europeas.
Agenda Urbana Europea, los doce temas prioritarios
Señalar en la imagen para verla más grande
Bien, va siendo hora de que diga algo de la Agenda Urbana Española. Ya puede comprenderse, después del análisis de los antecedentes, que es mucho más sencillo en un ámbito como el español, y a pesar de su diversidad cultural, económica, ecológica o climática, encontrar elementos comunes que en un agenda cuyo ámbito sea el planeta. Para conseguirlo el documento dedica todo un apartado al diagnóstico incluyendo mapas de síntesis territorial por Comunidades Autónomas. Este acercamiento a la diversidad me parece importante porque, sin más que ver los mapas, se puede advertir que la situación de partida, los problemas y las metas son muy diferentes. Es cierto que luego, dentro de cada Comunidad no es lo mismo el caso de Loeches que Madrid (por poner un ejemplo). Pero si se pueden encontrar nexos de forma mucho más sencilla que entre algunas ciudades africanas y otras danesas. Pero es que, además, sí que existen problemas comunes incluso entre Comunidades Autónomas, aunque su resolución se aborde de forma distinta según cada caso.
AUE, leyenda y fragmento del mapa de síntesis de Madrid
Señalar en la imagen para verla más grande
El siguiente apartado se titula “Marco estratégico y modelo territorial y urbano. Objetivos estratégicos”. En la propia declaración de intenciones del marco estratégico puede leerse que: “La Agenda Urbana Española parte de la necesaria apuesta por una visión integral del componente territorial y por la defensa del concepto de geografía variable respecto de las estrategias, porque es el vector de la propia estrategia el que define el ámbito territorial y no al revés”. Esta forma integral de entender el territorio es otro de los logros de la Agenda y el concede un valor adicional aunque complique bastante la consecución de los objetivos que se plantean en forma de decálogo:
“1. Ordenar el territorio y hacer un uso racional del suelo, conservarlo y protegerlo; 2. Evitar la dispersión urbana y revitalizar la ciudad existente; 3. Prevenir y reducir los efectos del cambio climático y mejorar la resiliencia; 4. Hacer una gestión sostenible de los recursos y favorecer la economía circular; 5. Favorecer la proximidad y la movilidad sostenible; 6. Fomentar la cohesión social y buscar la equidad; 7. Impulsar y favorecer la Economía Urbana; 8. Garantizar el acceso a la Vivienda; 9. Liderar y fomentar la innovación digital; 10. Mejorar los instrumentos de intervención y la gobernanza”.
AUE, el decálogo de objetivos básicos
Señalar en la imagen para verla más grande
Entiendo que todos los grandes temas que nos afectan se abordan en este decálogo. Pero luego, estos diez objetivos se desarrollan en 30 específicos y 291 líneas de actuación. Así, si nos fijamos en el objetivo estratégico 5 (Favorecer la proximidad y la movilidad sostenible) que me es tan querido y al que le he dedicado bastantes artículos del blog, se subdivide en dos: favorecer la ciudad de proximidad y potenciar modos de transporte sostenibles. A su vez, en el de favorecer la ciudad de proximidad se habla de un modelo urbano de usos mixtos, de priorizar la ciudad para el peatón desarrollando redes peatonales y ciclistas, o de pensar en plataformas logísticas de distribución de mercancías por barrios, entre otras líneas de actuación.
En general se puede decir que estos diez grandes objetivos estratégicos compendian buena parte de “lo que se debe de hacer” según los expertos. He llegado a decir en algún foro que, probablemente, la AUE sea uno de los mejores manuales de Introducción al Urbanismo que se pueden encontrar actualmente. Y para el caso español, no solo aborda una diagnosis planetaria derivada de los antecedentes mencionados en las agendas de ámbitos mayores, sino que plantea los problemas específicos de nuestro territorio. De forma que, tanto el diagnóstico como el marco estratégico y el modelo territorial y urbano, constituyen una aportación muy estimable al conocimiento urbanístico de la realidad de este país. Y, sobre todo, marcan el rumbo que se debería seguir en la medida de lo posible.
Luego, todos estos objetivos hay que llevarlos a la práctica…
Obras para construir, obras para reformar actualidad21
Todo esto hay que hacerlo realidad. Convertirlo en calles, plazas, parques y edificios que sirvan eficaz y eficientemente a las personas para las que deberían haber sido pensadas. Y aquí empiezan las dificultades. No solo de la AUE sino también de cualquier intento de convertir las ideas en realidades, sea un plan, un proyecto o un diseño. Para conseguirlo, en la AUE lo intentan recurriendo a los llamados Planes de Acción. Incluso plantean el manido análisis DAFO y una herramienta para la implementación de las líneas de actuación. Además se incluyen una serie de indicadores de seguimiento y evaluación. Esto quiero pensar que sea debido a la firma de acuerdos internacionales tales como los vistos anteriormente y a compromisos adquiridos. Porque la propuesta de indicadores globales para todo el territorio no deja de ser un peligro, ya que pueden deformar la realidad de forma notable al partir de situaciones tan distintas y encontrarse en contextos tan diferentes una buena parte de las ciudades españolas.
…El problema es que la ciudad debería construirse entre
todos, lo que supone una dificultad añadida elcorreoex
Además existe un problema añadido: que las ciudades deberían de construirlas las personas que las habitan. Es decir que, en realidad, estamos hablando de un proceso. Un proceso en el que los actores principales no deberían ser los políticos, los técnicos, o las asociaciones ecologistas o de vecinos, sino la sociedad entera. Estamos hablando de participación, el talón de Aquiles de todo el planeamiento, no solo español. Me hubiera gustado que, de alguna forma, en la AUE se hubiera, por lo menos, planteado uno de los temas más complejos en la construcción de nuestras ciudades. Comprendo que es difícil, pero desde que los geógrafos radicales americanos propusieron la educación como base hemos avanzado poco. No hablamos de la educación en los colegios, institutos o universidades (que también) sino de la educación en el conocimiento de la ciudad en la que se vive. Y para ello no queda más remedio que plantear estructuras estables y permanentes de participación, con sede física reconocible. Estructuras en las que, por ejemplo, se explicara a los habitantes de mi ciudad la AUE y sus enseñanzas para conseguir ciudades más habitables considerando los límites del planeta.
Tengo la esperanza de que, en alguna de las ciudades en las que se intente realizar un Plan de Acción según se propone en la Agenda, traten de llevar adelante alguno que responda a esta necesidad que, en muchos casos, es casi perentoria.
- Nota 1.-Recomiendo encarecidamente la lectura de la Agenda Urbana Española, es un documento que merece la pena. Se puede consultar gratuitamente en este enlace. Y el pdf completo se puede bajar de aquí.
- Nota 2.-La aplicación que permite llevar en el móvil la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y, por tanto, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) existe, no es ninguna broma. Se puede obtener de forma gratuita bajándola desde este enlace. Está disponible también tanto en Google Play como en la App Store.