jueves, 20 de noviembre de 2008

Espacios malditos: Madrid, plaza de Castilla

(A propósito del obelisco de Calatrava)

He escrito en este blog sobre muchos lugares mágicos. Pero en nuestros territorios y ciudades además de lugares mágicos hay lugares que, según los dadaístas "no tienen razón de existir" e incluso otros, que podríamos calificar de malditos. Malditos no en el sentido de que tengan en sí algo diabólico (aunque es posible que también) sino porque les ocurren todas las desgracias. Hoy quería escribir sobre uno de esos lugares malditos (que, por cierto, a veces emocionan tanto o más que los mágicos): la plaza de Castilla en Madrid. Sería interesante hacer una analogía con la barcelonesa plaza de Catalunya porque, desde mi punto de vista, ambas presentan curiosas coincidencias (y fuertes divergencias) pero, al contrario que la plaza madrileña, no se trata precisamente de un plaza con mala suerte sino al contrario. Desde su misma existencia (no estaba en el proyecto de Cerdá aunque sí en el de Rovira y en el alma de la burguesía de la ciudad) ha ido sobreviviendo y haciéndose, igual que la plaza de Castilla, sin una idea clara de que iba a ser cuando se hiciese mayor, pero sin ese hálito casi diabólico de lugar con mala estrella de la plaza madrileña.

Empieza la erección del obelisco, de ¡Es por Madrid!

Pienso que es oportuno el artículo para llamar la atención de mis alumnos (y lectores en general) sobre la última incorporación de un elemento a la plaza madrileña: el obelisco de Calatrava. El obelisco está en fase de erección y la erección de un obelisco siempre es algo digno de ser presenciado. De forma que es el momento oportuno de darse una vuelta por la plaza maldita y comprobar como se van colocando las tres grandes patas del trípode de hierro que va a salvar el túnel de la Castellana. Por supuesto que las erecciones de obeliscos desde lo que hizo en Roma el Papa Sixto V han quedado un tanto devaluadas ya que será muy difícil en la historia del Urbanismo hacer algo parecido. Pero también será complicado encontrar un urbanista a la altura del Papa Sixto V. Y, sobre todo, será casi imposible volver a presenciar una obra de ingeniería como derribo del obelisco que Calígula había colocado en la spina del Circo de Nerón, su traslado y nueva erección justo allí, en el punto exacto donde siglos después se iba a encontrar el centro de la Plaza de San Pedro. A quién le interese puede leer una descripción magnífica en el libro de Giedion Espacio, tiempo y arquitectura. Claro, en comparación con esto lo que está pasando en la Plaza de Castilla tiene un relativo interés (aunque lo tiene).

Plaza de Castilla en 1910, de La Druida

Pero vamos por partes, porque antes de llegar a la guinda (el obelisco de Calatrava) que va a coronar la tarta hay que cocinar la tarta. Y la tarta de la Plaza de Castilla empieza relativamente tarde. A principios de siglo los terrenos que ocupa pertenecían al Ayuntamiento de Chamartín de la Rosa, en aquellos años independiente del de Madrid, y era el lugar donde acamparon las tropas que procedían de África. Luego, el campamento provisional se convirtió en permanente, se fueron instalando comerciantes y terminó convirtiéndose en el barrio de “Tetuán de las Victorias” (el nombre es bastante alegórico). A finales de los años cuarenta del pasado siglo XX el ayuntamiento es absorbido por el de Madrid aunque antes ya habían empezado a aparecer las primeras piezas del puzzle.

Plaza de Castilla en la década de 1930, de Urban Idade

Entre 1930 y 1941 se construye en un terreno colindante el cuarto depósito subterráneo de almacenamiento de agua del Canal de Isabel II. El depósito se pone en funcionamiento en 1942. Tiene unas dimensiones de 242x130x6,75 metros con una capacidad de 180.000 m3. En la actualidad una parte de este depósito subterráneo se ha reconvertido en recinto de exposiciones y la parte superior en un parque. Este parque ha estado sometido a muchas críticas, desde su infrautilización hasta el propio diseño para el lugar que ocupa. Lo cierto es que queda como extrañamente colocado en el caos de la plaza e impide marcar claramente su entrada. Puede observarse la asimetría respecto al edificio de los juzgados situado enfrente.

Relación entre los juzgados y el parque, de Microsoft Maps

Por cierto, juzgados que van a ser llevados a la llamada Ciudad de la Justicia situada en Valdebebas dejando desocupado un suelo que, posiblemente, sea uno de los más apetecibles de España e incluso de Europa. La venta ya ha comenzado pero los problemas surgidos por la actual crisis inmobiliaria la tienen prácticamente paralizada. Una propuesta sobre qué hacer con un edificio que todos los usuarios califican de desastroso para la misión encomendada, puede leerse en iabogado (el blog de Javier Muñoz) en un articulo que titula “El damero maldito de Plaza de Castilla” (que conste que ya había puesto mi título antes de conocer este articulo y de saber que la palabra maldito se podía aplicar también al edificio de los juzgados): “Me permito sugerir una solución para este edificio una vez se trasladen los juzgados a un inmueble más propio del siglo que corremos. Toda reforma o remodelación es inútil. Solo cabe su completa y definitiva destrucción mediante explosivos, ex radice, desde los garajes hasta la última planta. Y por favor, llámenme para verlo. Esperaré todo lo que haga falta”. No sé si esta solución radical se podría aplicar a la totalidad de la plaza aunque no es descartable.

Plaza de Castilla en la década de 1940, de Urban Idade

Pero casi a la vez, el Canal empieza a construir, muy cerca del depósito subterráneo, el segundo depósito elevado de Madrid (el primero se construyó en Santa Engracia) para permitir atender a las demandas de presión de agua de las partes más altas de la ciudad. Las obras comienzan en 1935 pero pasan por diversas vicisitudes (entre ellas la Guerra Civil) y no se ensaya provisionalmente hasta 1941 inaugurándose casi diez años después. Constituye, por tanto, la primera estructura elevada de la plaza y, durante años, conforma un hito visual de primer orden que marca la entrada a la ciudad por el norte y desde la calle Bravo Murillo. No tanto desde la propia Castellana al quedar desplazado y semioculto por el edificio Corea (donde vinieron a vivir los norteamericanos, hoy rehecho y derribado debido a la aluminosis). Las instalaciones del Canal se completan con la antigua Estación Elevadora de Aguas, actualmente reconvertida en la sede de la Fundación Canal y un auditorio.

El monumento a José Calvo Sotelo, de Theremin y La Druida

Aparte de las instalaciones del Canal y el edificio de los juzgados situado enfrente, la segunda pieza a considerar en la tarta, es el monumento a José Calvo Sotelo del escultor Carlos Ferreira y el arquitecto Manuel Manzano Monís inaugurado por Francisco Franco en el año 1960. Como se ve en las fotos de arriba el monumento estaba resguardado por una pantalla vegetal que, de alguna manera, se constituía en el cierre de La Castellana. Este monumento fue desplazado en fechas posteriores hasta ocupar el sitio actual justo a la entrada del subterráneo y frente al edificio de los juzgados. El cierre vegetal ha sido eliminado y suele aparecer en las fotografías en el eje de las torres KIO porque la especie de proa de piedra que marca la estatua contrasta curiosamente con la inclinación de los edificios. De todas formas a día de hoy es imposible hacer la foto de abajo porque justo delante y en el mismo eje de la estatua alguien ha colocado una bodrio-pirámide de Navidad que la oculta completamente (igual son pruebas para ver si, definitivamente, se quita de ahí).

El monumento y las Torres Puerta de Europa, de FotoMadrid

La tercera pieza sería la llamada Torre Castilla construida por Filasa y terminada en el año 1979. Durante un tiempo destacó por su altura ya que se encontraba en un lugar elevado y, además sobrepasa los 70 metros. Fue construida por una cooperativa de jueces que trabajaban en el edificio de los juzgados y tal y como se puede observar en la fotografía representa otra pieza más sin aparente relación (como no sea la judicial) con las anteriores. Y, desde luego, sin conexión formal, volumétrica, visual o espacial alguna con el resto de piezas que configuran el espacio maldito.

Torre Castilla, foto de la torre Ecthelion en Urbanity.es

Pero lo que le ha dado un carácter más marcado a la plaza (hasta el momento actual) ha sido la construcción de las llamadas, en su momento, torres KIO (debido a la empresa que las promovió Kuwait Investments Office). Su nombre oficial es Torres Puerta de Europa y su proyecto, de 1989, se debe a los arquitectos estadounidenses Philip Johnson y John Burgee. Fueron los primeros rascacielos inclinados del mundo. Su inclinación de 15º respecto a la vertical hace que cada planta tenga una distribución distinta ya que no todos los ascensores llegan a las 27 plantas en las que se distribuyen sus 114 metros de altura. A pesar de que se empezaron a construir en 1989 no fueron inauguradas hasta 1996. Constituyen uno de los lugares más fotografiados de la ciudad. En una entrada anterior relativa a la silueta urbana de Madrid ya hice referencia a esa especie de leyenda que las relaciona con el mal. Leyenda que poco a poco va creciendo.

Torres Puerta de Europa, de El País

El caso es que estas torres parecía que iban a fijar definitivamente la imagen de la plaza. Sin embargo esto no ha sido así. La construcción, unos metros más adelante, de las Cuatro Torres Business Area, ha vuelto a descoyuntar otra vez todos los elementos formales de la plaza. La maldición continua y tanto el eje constituido por el monumento a Calvo Sotelo y las Torres, como el acento puesto por las propias Torres Puerta de Europa se vuelven a romper.

Torres machacan torres, de Víctor Pascual

Sin embargo, en la imagen y funcionamiento de la plaza no intervienen sólo los elementos de afirmación, también lo hacen, y mucho, otros más “banales” como las paradas del metro o los cientos de autobuses que la recorren diariamente. Hace menos de un año que se ha terminado el intercambiador subterráneo que da servicio a 270.000 viajeros al día, con 59 líneas de autobuses (urbanas e interurbanas), 3 líneas de metro, 29 dársenas y 400 plazas de aparcamiento.

El nuevo intercambiador subterráneo, de ¡es por Madrid!

Este nuevo intercambiador se aprecia en superficie por unos extraños cubos de cristal que se corresponden con las entradas y los lucernarios (presume de luz natural en todas las plantas). Aunque no situados exactamente en la misma plaza sino en la Avenida de Asturias que es una de las calles que la conforman, representan un elemento extraño más en este espacio tan curioso (lo de curioso es una forma de hablar). En cualquier caso forman parte de la textura de la plaza como una suerte de autobuses inmóviles en las aceras, cajas de cristal esperando ser rellenas de regalos y adornadas con lazos de colores. Pobre plaza.

Cubos de cristal de los lucernarios y entradas, de ¡es por Madrid!

Pero la imagen cercana de la plaza ha estado durante mucho tiempo marcada por las marquesinas del intercambiador en superficie. Marquesinas que, para muchos miles de madrileños, han supuesto un cierto resguardo de las inclemencias del tiempo y, sobre todo, un elemento de identidad muy importante en su configuración. Aunque, en realidad, tampoco están situadas propiamente en la plaza sino en la prolongación de la Castellana, sobre el túnel y entre las dos Torres de Puerta de Europa son claramente visibles desde la misma y forman (formaban) parte muy evidente de la visión cotidiana de muchos madrileños.

Dársenas del intercambiador en superficie, de ¡es por Madrid!

Pues bien, en el momento actual estas marquesinas están siendo desmanteladas (probablemente cuando publique este artículo ya lo estén totalmente) y van a ser sustituidas por 22 dársenas nuevas separadas de la zona de espera de viajeros que estará climatizada y resguardada de las inclemencias meteorológicas. Además se está procediendo a la remodelación integral de la estación de metro. Todo ello está suponiendo cambios muy importantes tanto desde el punto de vista de la textura como de la composición y va a afectar, una vez más, a un espacio que no acaba de encontrar su identidad.

Las marquesinas actualmente desmanteladas, de Microsoft Maps

Ya casi tenemos todos los ingredientes de la tarta. No se sabe muy bien quién los ha elegido, con qué finalidad, qué es lo que se pretende conseguir (un sabor a chocolate, a caramelo, aromas a canela o a fruta, con base de licor…) pero ya tenemos los ingredientes. Además ya están todos colocados en su sitio, con las cantidades precisas y lo único que queda es esperar tranquilamente a que salga del horno. El cocinero tiene una cierta curiosidad por saber qué saldrá de todo esto. Se teme (tiene una gran experiencia) que no puede salir nada bueno cuando, simplemente, se ha echado mano a todas las existencias alimenticias que había en la cocina, se las ha juntado en un molde y se ha puesto el molde a hornear. Pero siempre existe la emoción de saber que las leyes del azar funcionan y que acaso pudiera suceder que, con todos ingredientes aleatorios, consiguiéramos una nueva receta extraordinaria. Claro que las posibilidades son realmente pequeñas.

Todos los ingredientes con la guinda incluida, de MadridesMadrid

Además, siempre queda el recurso de la guinda. Aunque el resultado sea una porquería que apenas se pueda llamar plaza (perdón, tarta) si le colocamos una guinda (digan lo que digan) aquello será una tarta (perdón, una plaza). Así que al cocinero le dicen que coloque un obelisco. Bien es verdad que un obelisco no se parece demasiado a una guinda pero puede hacer las veces. Y, además, si dicen que es gratis, todavía mejor. Como se había desplazado el monumento de de José Calvo Sotelo y había quedado libre justo la rotonda central parece el sitio adecuado para la guinda y, aunque no se pueda colocar justamente centrado en la plaza no importa demasiado unos metros más o menos cuando no existe ni un solo elemento de los estudiados hasta ahora relacionado geométrica ni visualmente con cualquier otro.

El proceso de montaje, de ¡es por Madrid!
 
Señalar en la imagen para verla más grande

Hace unos años CajaMadrid (en el 2002 con ocasión del Tercer Centenario de la entidad) presentó a los ciudadanos madrileños un regalo para la ciudad, la primera obra de Santiago Calatrava en Madrid: un obelisco de unos 120 metros de altura formado por un conjunto de lamas móviles de bronce dorado que girarían produciendo un efecto ondulatorio. Los 120 metros de altura han quedado reducidos a 93 por razones de seguridad. La base es un cono truncado elevado hasta seis metros sobre la rasante de la plaza, anclado sobre un trípode de acero que salvará el túnel de La Castellana. Cada una de las tres patas pesa 50 toneladas y se apoyan sobre pilotes de hormigón de más de 25 metros de longitud.

El obelisco de Calatrava, de ¡es por Madrid!
 
Señalar en la imagen para verla más grande

El mástil vertical será de acero y contendrá una escalera interior hasta la coronación. Sobre esta estructura se fijarán mediante articulaciones 462 lamas de bronce dorado revestidas por su parte exterior con pan de oro de 7,70 metros de longitud y agrupadas en once tramos. El obelisco contendrá cuatro cañones de luz tangentes a su estructura de 1000 w cada uno, y un cañón de 4000 w en la parte superior, que van a iluminar hacia el cielo. Aunque no girará, la columna estará dotada de movimiento ya que las lamas, al moverse, simularán un desplazamiento helicoidal. Todo muy sostenible (sobre todo si el trípode queda bien enganchado en los pilotes). Lo que nadie sabe es cuanto le costará a CajaMadrid el regalo. Supongo que formará parte de su llamada “obra social” para mejorar las condiciones de los más necesitados.

Construcción del mástil vertical, de ¡es por Madrid!

Tampoco se sabe muy bien cómo este regalo ha ido a parar a la plaza maldita. Supongo que como el resto de elementos que la configuran, porque sí. Lo máximo que he conseguido es encontrar la siguiente coletilla en diferentes lugares de Internet (por ejemplo, en ecodiario.es): “La razón por la que se eligió la Plaza de Castilla para ubicar este singular ornamento es "porque es la 'Puerta de Europa', un eje clave del urbanismo más contemporáneo de Madrid y emplazamiento actual, además, de la sede central de Caja Madrid, y porque el Ayuntamiento ha considerado que ese punto era el lugar idóneo para esta primera obra que Santiago Calatrava ejecuta en Madrid", según informaron las mismas fuentes a Europa Press”. Vamos, porque, total ¿qué más da poner una cosa más en esa plaza si es casi imposible empeorarla?

Pruebas en el tunel de viento de la UPM, de Urbanity

La verdad es que estoy deseando que el pastel salga del horno. Siempre cabe la posibilidad de que la pobre plaza maldita se redima con la guinda. En cualquier caso puede llegar a convertirse en una auténtica leyenda urbana si siguen circulando por la red, en lugares poco convencionales (!) eso sí, “teorías” como esta referidas a las torres KIO y al obelisco: “Como hemos ido conociendo en los últimos años, las dos columnas Jachín y Boaz (en este caso, torres) son una referencia al Templo del Rey Salomón venerado por los masones. Si le añadimos un obelisco, el templo masónico queda completado. Pero si todavía decimos que el arquitecto se apellida Calatrava, de la Orden de Calatrava de toda la vida, la cosa queda meridianamente clara”. Termina con la frase: “Los masones madrileños pueden estar de enhorabuena, y también el Dajjal, por supuesto”.

En Internet ya figuran fotomontajes como este, de ¡es por Madrid!

En todas las ciudades existen, por unas u otras razones, puntos singulares. Espacios que se escapan a todo control, y que van evolucionando (casi como si tuvieran vida propia) hacia una configuración aparentemente no premeditada. En algunos casos son realmente feos. En otros no funcionan adecuadamente. Casi nunca se sabe muy bien que hacer con ellos porque nadie se puede imaginar hacia donde van (y, muchas veces, ni tan siquiera de donde vienen). Y sin embargo… son como esas plantas que son capaces de crecer entre las baldosas hidráulicas aunque nadie las haya sembrado, fuente de una biodiversidad imprescindible en nuestros entornos. A veces pienso que sin estos espacios malditos que se desarrollan en los resquicios, en las junturas de las grandes piezas y actuaciones urbanas, las ciudades serían organismos muertos y esclerotizados. A veces, cuando paso por la Plaza de Castilla y veo en lo que se va convirtiendo aquel campamento de militares que venían de África no dejo de asombrarme y, más allá de su falta de composición, de belleza, de la descoordinación que afecta a todas sus piezas, me emociono profundamente.

Ayer por la noche (19/11/2008 19:00 horas) se
trabajaba a gran ritmo en la soldadura de las patas

Estoy ansioso por ver terminado el obelisco. Al fin y al cabo, Prigogine dice que “desarrollos que desde hace mucho tiempo se producían paralelos en la teoría termodinámica de los procesos irreversibles, en la teoría de los sistemas dinámicos y en la mecánica clásica, convergen finalmente y demuestran de forma innegable que la separación entre lo simple y lo complejo, entre el orden y el desorden es mucho menor de lo que se había pensado hasta ahora”. Quien sabe si el obelisco de Calatrava es la pieza que la plaza maldita ha estado esperando desde principios del pasado siglo XX. Y en cualquier caso, si no lo es tampoco importa demasiado: un ingrediente más en la tarta no creo que, a estas alturas de la película, le vaya a hacer mucho daño. Lo que por supuesto recomiendo a todos es que no os vayáis a perder la erección de un obelisco en pleno siglo XXI.