jueves, 26 de junio de 2014

Robert E. Park, sobre ecología y comunicación

En estos momentos estoy trabajando en un conjunto de temas que podrían parecer escasamente relacionados entre sí: ecología, comunicación e identidad. Como siempre, me muevo en los ecotonos de estos temas, bien en bordes o bien en zonas intermedias. Ya he hablado en otros sitios de mi predilección por los lugares frontera, y de mi escaso sentido del ridículo que me permite meterme en campos muy especializados sin ser un especialista en ninguno, pero que me sirve para tener otra óptica acerca de aquellos más cercanos. Intentando establecer conexiones entre ecología urbana e identidad llegué a la importancia de la Teoría de la Comunicación para entenderlas. No aquella teoría cuantitativa aplicada a la ciudad sobre la que hice un trabajo de investigación en los años setenta. No, no estoy hablando ni de Shannon ni de Wiener. Estoy hablando de aquellas cuestiones relacionadas con los “mass media” y sus implicaciones en los temas de identidad. Es así como he llegado a otra forma de acercarme a un clásico de la ecología urbana: Robert Ezra Park.

Robert Ezra Park  uchicago

Porque Park siempre ha sido para los urbanistas, casi exclusivamente el padre de la Escuela de Chicago y, en todo caso, uno de los pioneros de la ecología urbana. Como la lección con la que obtuve la plaza de profesor titular fue sobre la Escuela de Chicago (hace unos años para “acreditarse” como profesor, entre otras cosas, había que explicar una lección) le tengo bastante cariño al tema. Pero en aquella época sólo nos interesaba de este grupo de investigadores cómo estudiaban la población en áreas urbanas y su relación con los presupuestos ecológicos de competencia, conflicto, acomodación y asimilación. También mencionábamos al hablar de Park (aunque sin profundizar) los temas raciales e interculturales, pero poco más. Ya puede comprenderse mi interés cuando encontré un artículo de María Rosa Berganza publicado en Comunicación y Sociedad (revista de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra) titulado “Hacia una recuperación del pensamiento de los pioneros: el concepto de comunicación en la teoría sociológica de Robert E. Park”.

Fragmento página manuscrita de Park  uchicago

El hecho de que a Park se le estudiara como a un personaje de cierta relevancia en Teoría de la Comunicación me hizo ver que, realmente, mis conocimientos sobre su figura debían de ser bastante limitados. Llevo ya algún tiempo trabajando en temas de la comunicación (en relación con las cuestiones de identidad) y el encuentro fue inevitable. Temas aparentemente ajenos a mis áreas habituales de conocimiento, pero con los que me divierto bastante y que, además, me aportan un enfoque fresco y diferente. No trataré ahora de explicar las conclusiones a las que estoy llegando que, entre otras, tienen que ver con cuestiones de aculturación, urbanismo genérico, construcción de las formas urbanas o conservación del Patrimonio heredado. Más bien este artículo va enfocado a tratar de añadir a la figura de Park otras facetas menos consideradas por los urbanistas actuales, e intentar relacionarlas con aquellas más conocidas. Para ello me voy a basar sobre todo en el artículo de María Rosa Berganza y en el libro de recopilación de escritos de Park al que hago referencia en el apartado de notas.

La prensa elemento básico de comunicación en
 la primera mitad del pasado siglo XX  periodistadigital

En 1887 Park obtiene la licenciatura en filosofía por la Universidad de Michigan donde conoce a John Dewey. Dice Emilio Martínez en el estudio preliminar del libro recopilatorio a que me refería en el párrafo anterior: “Dewey mostraba en sus clases, y después en sus libros (School and Society, 1899; The Public and its Problems, 1927), que la sociedad existía en y por la comunicación; es decir, había que entender la comunicación como un factor de integración social que hacía posible la vida individual y colectiva en un conjunto interrelacionado. De algún modo esto queda reflejado en el planteamiento parkiano, en su actividad profesional como reportero y en sus preocupaciones teóricas (la comunicación como instrumento de urdimbre social, los problemas de vertebración, interacción y cohesión en las grandes ciudades, la supervivencia de los pequeños grupos o grupos primarios tal como C.H. Cooley planteaba también desde Michigan y la formación de la opinión pública). Dewey le abrió además tres vías: una le condujo hasta Franklin Ford; otra le conectó con el pragmatismo de William James; y la última consistió en enseñarle a mirar los problemas de la ciudad".

Congoleños sostienen manos amputadas como muestra de las
 atrocidades cometidas por los colonos. Foto Alice Harris  mielost

Después de un tiempo dedicado al periodismo, vuelve a la actividad académica en Harvard estudiando psicología con Münsterherg y filosofía con Josiash Royce y William James. Luego se marcha Alemania donde contacta con Simmel que se convierte en su referente. En 1904 lee su tesis doctoral, que le dirige Windelband, en la Universidad de Heidelberg con el título de Masa y público. Al volver a USA imparte clases como auxiliar de filosofía en Harvard, y luego deja la docencia y se dedica al activismo integrándose en una asociación para la defensa del Congo en la que se implica de forma muy intensa. En el año 1911 conoce al sociólogo WiIliam Thomas que le invita a incorporarse al departamento de sociología de la Universidad de Chicago donde permanece hasta que se jubila. Fue en este período cuando formó su equipo de investigación en ecología humana centrándose, básicamente, en el estudio de la ciudad: “Pero si la ciudad es el mundo que el hombre ha creado, también constituye el mundo donde está condenado a vivir en lo sucesivo. Así pues, indirectamente y sin tener plena conciencia de la naturaleza de su obra, al crear la ciudad, el hombre se recrea a sí mismo. En este sentido y en este aspecto podemos concebir la ciudad como un laboratorio social”.

La lógica de la economía subterránea en la construcción de la ciudad
 Ciudad Solar, Guadalajara. "Ruinas Modernas", J. Schulz-Dornburg  24horas

Muchas veces he comentado en este blog las importantes aportaciones de la sociología a la comprensión de la ciudad. Realmente no se podría concebir una teoría de la urbanización sin la sociología. La paradoja es que la sociología interviene en escasa medida en la construcción de nuestras ciudades siendo sustituida en este papel (como muchas otras disciplinas) por lo que llamo la economía “subterránea”. Y digo “subterránea” porque obscuros intereses y motivaciones de base económica son los que, sin ningún tipo de aparato analítico ni democrático, configuran buena parte de las áreas urbanizadas.  Resulta curioso constatar las dificultades de los análisis casi perfectos a la hora de convertirse en propuestas operativas de actuación, mientras la realidad “subterránea” urbaniza casi a su antojo y sin discusión. Y no estoy hablando de la teoría económica sino de la economía de la depredación. Claro que si empezamos por considerar en los equipos de planificación a los sociólogos exclusivamente como demógrafos empezamos mal. Aunque seguramente un papel de mayor relevancia no cambiaría demasiado las cosas frente al poder de estos intereses espúreos.

Modelo de anillos concéntricos para Chicago según Burgess
 que fue uno de los discípulos destacados de Park  cronodon

Todavía más paradojas. Aunque en algunos ámbitos (particularmente en los de planeamiento) así se le considera, Park no fue ni tan siquiera un pionero de la sociología urbana. Incluso, a pesar de haber sido durante años  presidente de la Asociación Sociológica Americana, su profesión "base" era el periodismo. Para complicar las cosas, y, frente a otros sociólogos de la Escuela de Chicago, no se puede decir que su aportación haya sido la construcción de un corpus teórico asentado, racional y congruente. Más bien tomó materiales, básicamente de Durkheim y Simmel (aunque no sólo de ambos), señaló caminos, elementos críticos y luego sus discípulos, como Burgess, Hoyt o Wirth, se encargaron de construir el entramado teórico. Algunas veces se ha dicho que su metodología era la del reportero: buscar la noticia en la realidad de los hechos, titularla y describirla. De forma que su aportación, desde este punto de vista, no es demasiado canónica. Pero puede ser muy válida, precisamente por impulsar enfoques distintos y salir de los campos disciplinares cerrados. Porque resulta que su territorio de partida no estaba en la ecología ni en la sociología, sino en la comunicación.

El templo del libre mercado, Universidad de Chicago.
 Booth School of Business  chicagobooth

Ante los dos planteamientos básicos de la sociología americana de la época: el no intervencionista y el reformista, Park opta por el segundo. El primero, típicamente americano, que proponía dejar todo en manos de la autorregulación (así por ejemplo, W.G. Sumner) era, esencialmente capitalista y conservador, mientras que el segundo derivaba de un cierto espíritu moral. No hay que olvidar el pasado activista de Park en la asociación para la defensa del Congo. Es complicado este camino de la moral para una explicación ecológica, pero veremos más adelante como Park y sus discípulos lo intentan. Se ha señalado en muchas ocasiones que ecología y economía comparten la misma raíz griega oikos. Parece lógico, por tanto, que estos dos enfoques estén presentes en ambas disciplinas. Lo que resulta sorprendente es que años después, la llamada Escuela Económica de Chicago (con base en la escuela de negocios Booth) optara por el libre mercado, rechazando el keynesianismo frente a la hipótesis de la eficiencia. Aunque el tema sobrepasa este artículo no puedo dejar de apuntar que, así como la sociología urbana de la Escuela de Chicago reconoce la existencia de intereses distintos a los ecológicos, la económica olvida la existencia de un "poder" subterráneo (por si alguien se molesta en llamarle "economía") que es el que construye la ciudad, y no el libre mercado.

Un semáforo como algo más que el orden natural de un árbol
 Londres. "Traffic Light Tree" del escultor Pierre Vivant  viajeros

Para compatibilizar este intervencionismo con los principios ecológicos aplicados a la ciudad (¿no se autorregulan los ecosistemas? ¿para qué intervenir?) Park y sus discípulos necesitan elevarse por encima del plano puramente biológico. Dice Emilio Martínez: “La ciudad no sólo exhibe un orden natural y espacial característico sino también un nuevo orden moral”. Y algo más adelante: “Como expresión de una organización social compleja evolucionada, la ciudad se sitúa en las antípodas de la pequeña comunidad. En efecto, el ambiente urbano, concebido desde ese determinismo ambiental (densidad física) se caracteriza por una potente carga secularizadora y un racionalismo imposible de hallar en el medio rural, mucho más concreto y particular, mucho más apegado al terruño, a sus ritmos cotidianos, a sus interacciones previstas”. Hasta ahora, y ya llevo tres folios, todavía no ha hablado casi nada de comunicación. Pero me resulta imprescindible recordar algunas de las bases de la ecología urbana según la Escuela de Chicago para plantear la relación que se establece.

El mundo rural basado en la tradición. Foto: Dante Fernández  wladimircarcamo

Y todavía no he terminado con ellas. Para Park serían tres las características básicas que nos podrían ayudar a definir una comunidad. La primera, por supuesto, la existencia de una población más o menos organizada territorialmente. Por tanto, el territorio sería un elemento imprescindible para la existencia de una comunidad (ya hemos abordado en el blog este tema en varias ocasiones). La segunda tiene que ver con la vinculación con ese territorio. Es seguro que la palabra arraigo define bastante bien esta característica. Es decir, es necesaria una población establecida en un territorio con una cierta organización y arraigada en el mismo. Y, por último, la existencia de una “interdependencia simbiótica” entre sus miembros. En este contexto comunitario se produce la lucha por la existencia darwiniana. Y, aunque según veremos en el párrafo siguiente, para Park en una comunidad humana este concepto trasciende el puramente biológico, sigue operando en los momentos críticos y se complementa con los de dominio y sucesión, también procedentes de la ecología natural.

La lucha por la existencia al límite, la competitividad como modelo.
 Sociedad distópica de la película "Mad Max"  thefwoosh

Según Park en su libro Ecología Humana: “La competencia opera en la comunidad humana (al igual que lo hace en la comunidad vegetal y animal) para realizar y restaurar el equilibrio comunitario cuando éste es alterado por la aparición de algún factor extraño procedente, del exterior o cuando sencillamente sucede en el curso normal de su ciclo de vida. Así, cada crisis inicia un periodo de rápido cambio durante el cual la competencia se intensifica, desembocando en un periodo de equilibrio más o menos estable y en una nueva división del trabajo. De esta forma la competencia crea una condición por la cual es sustituida por la cooperación. Puede decirse que cuando la competencia declina y en la medida en que lo hace, el tipo de orden que llamamos sociedad existe”. De forma que la lucha por la existencia en la ciudad sublima de alguna forma la puramente biológica. Así se van estableciendo ciertas áreas funcionales ligadas directamente a los principios de competencia y dominación que Park llama “áreas naturales”. Pues bien, estas áreas serían sobre las que el planeamiento, que entiende como “un intento de dirigir y controlar la organización ecológica” (Pak, La organización comunitaria y el temperamento romántico), debería actuar.

El mundo urbano basado en el acuerdo, Osaka, Japón  laeconomia

Esta lucha entre instinto y cultura es la esencia de las propuestas de la Escuela de Chicago. El cómo resolver el conflicto entre ambas tensiones comunitarias es la base de la organización social. Y esta base tiene mucho que ver con el otro aspecto de la obra de Park: la comunicación. Ya escribí en los primeros párrafos lo que le debe Park a Dewey en los aspectos relativos a la comunicación. Según María Rosa Berganza: “Común, comunidad y comunicación son términos muy relacionados para Dewey: los hombres viven en comunidad en virtud de las cosas que tienen en común (una tradición, una cultura); y la comunicación es la forma por la cual las adquieren”.  Un grupo de personas no son sociedad sólo por vivir cerca ni por trabajar en un mismo objetivo.  Para ello es necesario un propósito común y un interés. En este punto es donde aparece la comunicación: “Cada uno tiene que saber lo que opina el otro y poseer algún medio para tener al otro informado de sus propios propósitos y progresos. El consenso exige comunicación”. Estas palabras de María Rosa son claves para entender cómo se resuelve el conflicto entre instinto y cultura: mediante el consenso.

Tradición y acuerdo, bases del consenso, en oposición al instinto
 son posibles gracias a la comunicación  jenchan

El consenso es un concepto básico en las intuiciones de Park y que, más adelante elabora con la ayuda del alguien mucho más sistemático que él, su discípulo Burgess. En su obra conjunta, Introducción a la ciencia de la sociología, plantean que “La sociedad humana, entonces, a diferencia de la animal es principalmente una herencia social, creada y transmitida por la comunicación. La continuidad y la vida de una sociedad depende de su éxito en transmitir de una generación a otra sus costumbres, tradición, técnica e ideales. Desde el punto de vista del comportamiento colectivo estos rasgos culturales pueden todos reducirse a un término: ‘consensus’. La sociedad, vista abstractamente, es una organización de individuos; considerada de forma concreta es un complejo de hábitos organizados, sentimientos, y actitudes sociales, en resumen, consenso”. Aunque nos ha costado cuatro folios y unos cuantos minutos ya hemos llegado al elemento central del artículo: la comunicación. Según Park, se configura como la clave que nos permitirá entender de qué forma una sociedad concreta permite superar los momentos darwinianos de la lucha por la existencia predominantes en las crisis evolutivas o debidas a circunstancias exteriores, pero secundarios en los períodos de estabilidad.

Comunidad y sociedad son necesarios y se sustentan
 en procesos culturales distintos  faecta

Por tanto, lo que permite la existencia de la cultura, de las tradiciones, del establecimiento de vínculos con el territorio, es lo que llama el consenso. Y aquí sí que Park avanza un paso más que Dewey para el cual es consenso es algo más limitado y que atañe sólo a la toma de decisiones colectivas. Se posiciona, además, con las ideas de Tönnies (que ya hemos explicado en otro artículo del blog: La ciudad orgánica) al diferenciar entre comunidad y sociedad. En la primera la mayoría de relaciones son personales y basadas en la tradición, y se corresponden con el tipo de grupos primarios cercanos al territorio. Mientras que la segunda, más propia de la vida urbana, se fundamenta en el contrato y en acuerdos escritos. Aunque en los dos casos son necesarios tanto la tradición como los acuerdos. Para Park la sociedad se compone de comunidades concretas y específicas ligadas por una componente espacial.  Ahora es el momento de recordar lo que escribí unos párrafos más arriba: territorio, arraigo, simbiosis. Es precisamente la comunicación la que hace posible la sociedad y la superación de la lucha por la existencia. Comunidad y sociedad son necesarias pero se sustentan de procesos culturales distintos.

Un hecho es cultural cuando ha sido comprendido por un pueblo
 mediante una experiencia compartida y pública  ciperia

Para terminar simplemente querría establecer unas pinceladas sobre el papel que, según Park, tiene la comunicación en el proceso cultural. Como María Rosa Berganza lo describe maravillosamente en su artículo es suficiente con citarla: “Park afirma que ‘la comunicación, es imprescindible en el proceso cultural, aunque no son lo mismo’. Para este autor, la cultura puede tener muchas y variadas formas, materiales y no materiales, pero lo que convierte a un hecho en cultural es que es comprendido por un pueblo o por un grupo determinado, que ha sido alcanzado a través de una experiencia compartida y pública. La cultura, por tanto, incluye todo lo que es comunicable, cualesquiera que sean sus formas y símbolos. Las actitudes y los sentimientos, las costumbres y los modos de sentir, actuar o pensar de un grupo social, son los componentes esenciales de ese tejido de comprensión que llamamos ‘cultura’. La esencia de la cultura es la comprensión, afirma Park siguiendo a Edward Sapir”.  Esta comunicación sirve para varias cosas: hace posible el consenso y, por tanto, la sociedad; establece el entramado de costumbres y expectativas intercomunitarias; permite el concierto, es decir los acuerdos escritos, mediante la política; transmite tradiciones y valores en las comunidades.

Los nuevos medios planetarios de comunicación digital
¿cambian estos planteamientos?¿de qué forma?  dualshockers

La verdad es que no he podido entrar demasiado en este mundo que es fascinante. Se han quedado en el tintero (bueno, en el teclado) muchas cosas. Desde los medios más válidos para cumplir las funciones asignadas a la comunicación, hasta los procesos de aculturación, pasando por el análisis de los nuevos sistemas planetarios de difusión masiva y su repercusión en el consenso social y la pervivencia de las tradiciones comunitarias, o el significado de la conservación del llamado Patrimonio Cultural y su papel. Espero haber despertado vuestro interés sobre estos temas que considero claves para entender la situación en la que se encuentran nuestras ciudades. Pero, sobre todo, he intentado ofrecer una visión algo más completa de la figura de Robert Ezra Park que la tradicional de los manuales de urbanismo. Se trata de un personaje difícil de comprender, no sólo por su trayectoria vital, sino por su desestructurada teoría (incluso podríamos hablar de ausencia de teoría) construida más bien a golpe de intuiciones que mediante un método riguroso y que, realmente, formalizaron sus discípulos. Siento que el artículo de hoy haya sido todavía más duro de leer que los anteriores (me voy superando en conseguir anti-tuits) pero mi campo de trabajo en estos momentos es así de complejo y, aunque no lo aparente, también divertido.


Notas: Independientemente de todo lo que tengo ya escrito para el trabajo que estoy realizando actualmente y de las referencias y bibliografía que publicaré en su momento, para escribir este artículo me he apoyado básicamente en dos publicaciones:
  • Berganza Conde, María Rosa: “Hacia una recuperación del pensamiento de los pioneros: el concepto de comunicación en la teoría sociológica de Robert E. Park”, Comunicación y Sociedad, vol. 12, nº 1, 1999. El artículo cuenta con abundantes notas a pie de página y referencias imprescindibles. Además se puede leer gratuitamente en línea aquí.
  • Park, Robert Ezra: La ciudad y otros ensayos de ecología urbana, ediciones del Serbal, Barcelona, 1999. Se trata de una recopilación de textos de Park que cuenta con un excelente estudio preliminar de Emilio Martínez que también se encargó de su traducción. El original en inglés es un libro recopilatorio (Human Communities) que corresponde al segundo volumen de las obras completas de Park en el que figuran aquellos textos centrados en los aspectos más sociales y ecológicos de la ciudad. La selección ha sido realizada por sus discípulos: Everelt C. Hughes, Charles S. Johnson, J. Masuoka, Robert Redfield y Louis Wirth. Se incluyen todos los escritos fundamentales como “Ecología humana” o “La ciudad como laboratorio social”. Imprescindible para los que tengan problemas para leer inglés porque, además, la traducción está muy cuidada.