viernes, 29 de agosto de 2014

Ciudades más equitativas

Uno de los problemas que no ha conseguido resolver el actual sistema es el de las desigualdades sociales. Por desgracia, ni tan siquiera está en vías de solución. Todo lo contrario, parece como si el mero hecho de plantearlo fuera “poco moderno”. Y es que esa poderosa minoría de los más favorecidos económicamente cuenta, a día de hoy, con herramientas formidables que les ayudan a "modelar" la opinión pública y conseguir, no sólo que todo siga como está, sino que sean cada vez mayores las desigualdades sin que la gran mayoría se levante en contra. Incluso han conseguido que lleguemos a creer que el derecho fundamental no es el de la igualdad, sino en de que todos "tengamos la posibilidad" de ser iguales. Y aquí entramos en el cielo de la esperanza en un futuro mejor, de la sana competencia o de la valía personal. Todo esto estaría muy bien si, realmente, al nacer todos fuéramos iguales, si la competencia de verdad fuera sana y si las posibilidades de desarrollo fueran las mismas para todos. La ciudad desigual se puede entender como un síntoma, pero también como parte de esta patología.

Ciudad rica, ciudad pobre  adeevee

Como este no es un blog sobre política (o quizás sí) me gustaría tratar esta cuestión centrándola en las ciudades. Porque la ciudad debería ser, como mínimo, el marco neutro en el que las posibilidades de desarrollo de los ciudadanos fueran idénticas para todos. E, idealmente, que ayudara positivamente a eliminar la discriminación. De hecho, es un tema que hace muchos años que me preocupa. Incluso con publicaciones concretas. Por ejemplo, en el Informe de Valladolid 2002 sobre los derechos humanos y la ciudad, publiqué un artículo titulado “Planificación, competitividad y solidaridad” donde me refería, básicamente, a la insolidaridad que se desprendía de las metodologías adoptadas por los llamados Planes Estratégicos y describía, sobre todo, las consecuencias para la viabilidad del planeta. El caso es que me acordé de aquel antiguo artículo cuando, hace unos días, leí un informe de UN-Habitat publicado este año y titulado Construcción de ciudades más equitativas, políticas públicas para la inclusión en América Latina. Aunque el trabajo está realizado para un área geográfica concreta algunas de sus conclusiones pueden servir para cualquier otro lugar del mundo.

Construcción de ciudades más equitativas  informe

El informe tiene interés y aconsejo su lectura (incluso está en español). Al final del artículo podéis encontrar el enlace para conseguirlo de forma gratuita. Algunos autores tienen fuertes reticencias ante cualquier tipo de informe “oficial” porque la publicación final siempre es el fruto de múltiples presiones explícitas o implícitas, cuyo resultado suele ser un producto de consenso cuya finalidad es la de disgustar lo menos posible a la mayor cantidad de gente. Desde mi punto de vista ahí radica, precisamente, su interés. Tendría que dedicar más de un artículo a explicar esta posición que no suele coincidir con la opinión mayoritaria, pero pienso que ahora no merece la pena. Me parece que se intuye bastante bien cuáles son los argumentos que la avalan. En cualquier caso aconsejo que, de vez en cuando, se repasen las publicaciones de UN-Habitat. Entre las últimas destacaría: Planning for Climate Change: Guide (hay también otra publicación sobre herramientas); Women in Post-Conflict Settlement Planning; o también las Gender Issue Guide en Economía Urbana e Investigación Urbana y Desarrollo.

Desigualdad y discriminación  adeevee

Según el diccionario de la RAE la palabra equidad tiene que ver con el sentido del deber, con la conciencia, la igualdad de ánimo y, en su acepción tercera: “Justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva”. La igualdad aparece relacionada con la equivalencia, correspondencia o proporción. Y la igualdad ante la ley: “Principio que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los mismos derechos”. En un recuadro que aparece en el informe se intenta también diferenciar estos dos conceptos pero, al final, tampoco se consigue de todo. Quizás lo principal sea distinguir entre procesos y resultados. Esto lo explica Urban Jonsson, por ejemplo en temas de género, mediante la llamada discriminación positiva: “…significaría, entonces, el uso de un proceso equitativo, moralmente defendible, pero desigual, que permite lograr la igualdad en los resultados”. Aunque se trata de una polémica ya con un cierto recorrido, para simplificar vamos a entender que todas las personas son iguales ante la ley pero para que esta igualdad pueda cumplirse es necesario admitir las diferencias. Lo que significa poner a los distintos en condiciones de conseguirla: y esto podría entenderse como equidad.

¿Igualdad y equidad?   adeevee

Por ejemplo, en el caso de los salarios, dos trabajadores tendrían que hacer el mismo trabajo en las mismas condiciones, con los mismos presupuestos de partida y obtener los idénticos resultados. En este caso los salarios deberían ser iguales. Pero si hacen trabajos diferentes, o en diferentes circunstancias, o los resultados son diferentes, los salarios deberían ser equitativos. Es decir, que tanto equidad como igualdad son, sencillamente, utopías imposibles de conseguir ya que sólo excepcionalmente se producen situaciones de igualdad o para el caso de la equidad, formas “metodológicamente” sanas de establecer comparaciones. Esto no quiere decir que no deban de ser metas a alcanzar (probablemente “la meta” a alcanzar como base del consenso social, según la exposición que hice en el artículo sobre Park). La traducción para el caso de las ciudades, sería que todos los ciudadanos se encontraran en parecidas condiciones para poder conseguir su desarrollo personal y social, y pudieran desplegar plenamente sus capacidades, independientemente de su condición económica o física, edad, sexo, religión o etnia.

¿Oportunidades para todos?  marcelosereno

La primera pregunta sería ¿el hecho de vivir en una u otra ciudad cambia las posibilidades vitales de los ciudadanos? Y la segunda: ¿aunque se viva en la misma ciudad estas posibilidades son las mismas en los diferentes barrios con independencia de la condición económica, étnica, social o de cualquier otro tipo que pueda producir discriminación? Para contestar a estas preguntas no hay necesidad de hacer ningún informe: es obvio que sí. Sin embargo, los investigadores estamos acostumbrados a no fiarnos de lo obvio y centrarnos en lo demostrado. Esto es lo que hace el informe. Nos ofrece números de lo que está pasando en América Latina tomando como base los ingresos y parcialmente el consumo. Utiliza el índice de Gini que es un valor de la dispersión de los datos en torno a lugares centrales. En planificación urbana y territorial se utiliza bastante con datos georreferenciados. Lo que importa ahora saber, para lo que sigue, es que valores altos significan más desigualdad: valor 0, igualdad perfecta; valor 1, desigualdad total. No es un índice sin problemas, claro (no lo es ningún índice), pero puede servirnos para establecer unos ciertos criterios de comparación.

Desigualdad de ingresos por regiones  informe
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Atendiendo a los valores que figuran en el anexo, podemos leer lo siguiente: “De acuerdo con la base de datos estandarizada sobre desigualdad de ingresos en el mundo, que agrega valores a nivel nacional, América Latina y el Caribe aparece como la región con mayores desigualdades (0.483) seguida de cerca por el África Subsahariana (0.442). Los países de ingresos altos que agrupan varias subregiones emergen como los países más igualitarios (0.309), seguidos por Europa del Este y Asia Central (0.354). Asia se encuentra en medio de estos dos extremos (0.404) cruzada por la línea que ONU Hábitat describe como Alerta Internacional”. Aunque estos valores, que corresponden a 2008, cambian según los sistemas de medición, pueden servir desde el punto de vista comparativo para introducir el tema y obtener una visión panorámica de la situación. En el gráfico de arriba pueden verse los valores del índice de Gini relacionados con el PIB correspondientes para año 2010 según la Base de datos de UN-Habitat. Otros países y regiones, Banco Mundial, WDI, 2013.

Desigualdad de ingresos por países y ciudades  informe
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Pero si ahora nos vamos a ciudades concretas en cada una de estas regiones veremos que las diferencias son muy importantes. Así, y centrándonos directamente en las capitales de la zona estudiada, nos encontramos casos como el de Caracas con un índice de Gini de 0,38 (datos de 2010) frente a Brasilia con un 0,67 (datos de 2009). Lo relevante son las grandes desigualdades que se producen entre ciudades, incluso dentro de un mismo país: “Algo similar ocurre en Centroamérica: grandes diferencias entre el Gini nacional urbano y las ciudades del país se observan también en Nicaragua, donde más del 71 por ciento de sus ciudades (11) tiene valores por abajo del promedio nacional. Por el contrario, 4 de las 10 ciudades brasileñas tienen índices superiores al promedio nacional urbano en el rango de ‘Extrema Desigualdad’ (grupo 6). Estos casos demuestran que con frecuencia, la práctica de presentar valores nacionales agregados ha escondido más de lo que ha revelado, pues impide apreciar la heterogeneidad local y dificulta el diseño de políticas públicas de lucha contra la desigualdad que tomen en cuenta esas diferencias”. Estas cifras se ilustran en el gráfico de arriba.

Las múltiples formas de la desigualdad  informe
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Por tanto, ya vamos teniendo claro que las políticas de lucha contra la desigualdad deberían de abordarse de forma prioritaria desde lo local, ya que no parece lógico aplicar el mismo sistema en Chile a Santiago o a Temuco con un índice de Gini de 0,558, que a Antofagasta con un 0,376. Todavía más: dentro de cada ciudad los espacios de desigualdad llegan a presentar diferencias más importantes que entre ciudades. Dice el informe: “Para profundizar en el análisis, es oportuno recalcar que no solo el ingreso resulta desigual. La riqueza que se distribuye en la ciudad en la forma de servicios básicos, bienes y servicios públicos, infraestructura, es también muy desigual. Es así como la desigualdad económica se convierte en una desigualdad geográfica. El espacio –físico, social, político– de las ciudades latinoamericanas se presenta intrínsecamente desigual, de tal forma que en la mayoría de los casos, se puede hablar de dos o más ciudades al interior de una misma ciudad. Una frase puede resumir parte de los hallazgos de esta investigación: las ciudades son un espacio dividido”.

Segregación espacial, segregación social  opinionmalaga

Bien, ya vamos teniendo algunas cosas claras. La más importante (según he señalado en el párrafo anterior) es que, como en tantas cosas, la lucha contra la desigualdad se debería desarrollar desde el ámbito local dada la diversidad y especificidad de las situaciones que se presentan. Pero también habría que decir algo sobre qué se puede hacer para que las cosas mejoren. Cuáles son los elementos urbanos críticos que se ha constatado pueden ayudar a conseguir ciudades más equitativas aumentando las posibilidades vitales de desarrollo de todos los ciudadanos, y eso es lo que trataré de plantear a continuación. Sin embargo, aunque hasta el momento nos hemos centrado en las desigualdades económicas hay que dejar claro que hay muchas otras que no se refieren a los niveles de renta traducidos en ingresos y consumo. Hay desigualdades de raza, género, edad, etnia o religión, además de las económicas. En varios artículos anteriores ya escribí sobre la necesidad de conseguir ciudades inclusivas que no discriminen por estos motivos. Pero el artículo de hoy, como se basa en el informe al que he aludido al comienzo, trata sobre todo de desigualdades económicas.

¿Ciudades sólo para varones caucásicos, sanos, de 30 años, con dinero?  granadaymedia

Parece que no hay duda de la íntima relación existente entre ingresos y consumo en las áreas urbanas. Una disminución en los ingresos afecta de forma determinante al consumo. Al disminuir el consumo esta disminución repercute, a su vez, en las posibilidades de ingreso al aumentar el desempleo, etc. Una pescadilla que se muerde de cola y de la que, además, tenemos un claro ejemplo actual en el caso europeo aunque en un ámbito diferente. Se podrá discutir (y esto es política dura) sobre la forma de romper este círculo vicioso. Y aquí sí que hay opciones para todos los gustos. Sin embargo, lo que no se puede discutir es la necesidad de que existan unos niveles mínimos para que funcione. Y no sólo para que funcione desde el punto de vista del crecimiento económico, sino desde una perspectiva de que exista equidad. Es decir, de las posibilidades en las que se basa todo el sistema occidental actual de que “cualquiera pueda llegar a ser presidente de gobierno” (o de lo que sea). Sin la existencia de esas condiciones mínimas todo el andamiaje democrático no deja de ser más que una tramoya teatral. Como diría La Lupe: “teatro, puro teatro”.

Asentamiento Tiro al Blanco, Antofagasta, Chile  bid

Respecto al cómo se traducen en las ciudades estas desigualdades dice el informe: “En el análisis de ese nexo ingreso-consumo, resulta interesante acotar que las estructuras urbanas tales como los precios de los bienes inmuebles, la calidad y precio del transporte, o la amplitud, calidad y costo de los servicios educativos públicos dictan pautas distintas para el uso que la población le da al ingreso. De esta manera, las desigualdades del ingreso y el consumo se intersectan con otras formas de desigualdad, ya sea en las esferas sociales, legales, culturales y ambientales. Dicha conjunción de desigualdades refuerza a su vez las privaciones que enfrentan grupos e individuos específicos. Y estas diferencias se expresan casi siempre en las ciudades, creando espacios y barrios fragmentados. Las zonas de abundancia coexisten entonces con zonas de carencias y áreas de oportunidades cohabitan con áreas de desventajas concentradas. Las ciudades pueden convertirse en espacios abiertos o cerrados dependiendo de la capacidad de sus habitantes para acceder, ocupar y utilizar el espacio urbano. También pueden ser espacios abiertos o cerrados de acuerdo con la capacidad de sus moradores para acceder a las decisiones públicas y a diversos tipos de interacción e intercambio”.

¿Quiere vivir distinto?: Alquile una favela en Río  diariomas

A pesar de ser un poco largo me ha parecido interesante reproducir el párrafo entero, porque describe muy bien la forma en la que las cuestiones económicas se reflejan en disposiciones espaciales concretas con el resultado de una falta de equidad en el proceso y una importante discriminación, poniendo en duda las bases de la pretendida meritocracia que sostiene la situación actual. La ciudad es uno de los ámbitos donde se reflejan las incongruencias del sistema y sus fallos. La pregunta, no por antigua (ya la plantearon los marxistas) es menos relevante: ¿la disposición y organización urbana es una consecuencia del sistema o, por si misma, tiene capacidad de producir discriminación? En esta materia entramos, de momento, en territorios especulativos. Sin embargo, desde el punto de vista práctico, no me parece tan importante. Sea un síntoma del Mal, o el Mal mismo, habría que poner remedio. A veces la mejora de los síntomas ayuda a vencer la enfermedad. Es decir, deberíamos planificar ciudades inclusivas que facilitaran o, por lo menos, hicieran posible la promoción personal independientemente de consideraciones económicas, de sexo, edad, religión o étnicas.

Por unas ciudades más inclusivas  bestebi

Según el informe, los aspectos básicos que deberíamos considerar al diseñar y planificar estas ciudades más equitativas serían: vivienda, infraestructuras y servicios y transporte. Respecto a la vivienda, de las ciudades analizadas en el informe (no olvidemos que se refiere exclusivamente a América Latina y Caribe) resulta que las más pobres destinaban un 21% de sus gastos a la vivienda, mientras que las más ricas un 28%. Una diferencia tan pequeña que evidencia una desigualdad muy importante en el gasto. Además del porcentaje de renta, otros elementos importantes que “ayudan” a la desigualdad son: la situación espacial, los materiales y el saneamiento. Los hogares más pobres están construidos en un 27% con materiales precarios y sólo el 55% están conectados a la red de saneamiento, mientras que en los más ricos los materiales precarios sólo constituyen el 4% del total y están conectados a la red de saneamiento en un 90% de los casos. Todas estas diferencias son barreras casi infranqueables en muchos casos para que se pueda hablar de posibilidades reales de mejora y promoción personal.

Vivienda y equidad  informe
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Respecto al tema del transporte no parece existir ningún tipo de duda. Según otro informe de UN-Habitat publicado el año pasado Planificación y diseño para una movilidad urbana sostenible, parece que la movilidad restringida es un elemento cardinal de la exclusión social y un factor determinante de la desigualdad y la pobreza: “De esta manera, unos habitantes pueden acceder a ciertos lugares y bienes y servicios, mientras que otros no, disparidad que establece así una clara relación entre transporte y exclusión. Los expertos en el tema aseveran que la desigualdad no se genera solamente por la falta de oportunidades sociales, sino por la falta de acceso a dichas oportunidades. El transporte público es, pues, un factor que puede coadyuvar a la equidad social”. Resulta además, que la situación de la vivienda precaria lo normal es que sea periférica y, por tanto, muy dependiente del transporte para poder acceder a centros educativos, hospitales, bibliotecas o museos. Servicios y equipamientos de los que estas áreas no suelen estar muy bien dotadas. Además la evolución no es demasiado positiva. De 1995 a 2010 los más pobres aumentaron el gasto en transporte del 6% al 9%, mientras que los más ricos lo disminuyeron del 20% al 13%.

Bogotá, Transmilenio BRT  felipepardo

La base de partida es bastante clara: “De cualquier forma, cuando las familias pobres reciben bienes y servicios públicos, tienen un margen de gasto mayor que el que tendrían sin la intervención del Estado”. Y es precisamente este margen mayor el que permite gastar en otros conceptos distintos e, incluso, considerar el ahorro o la inversión. Parece claro que la reducción de la desigualdad pasa por una intervención decidida de los poderes públicos mediante políticas conscientes y coordinadas entre las instituciones locales y estatales. Esta cuestión de la gobernanza, tantas veces tratada en el blog, es determinante: “Una ciudad que tenga un compromiso político con las reglas claras, con un plan establecido, con una estructura eficiente y basada en resultados, y que tome decisiones con base en criterios técnicos y transparentes ofrecerá a sus ciudadanos oportunidades reales de prosperar. En contraste, un gobierno local que opere desde el clientelismo, la dejadez de funciones de planificación, el cortoplacismo y las decisiones partidistas estará perpetuando las condiciones de desigualdad y, por ende, poniendo en riesgo la prosperidad de su ciudad a largo plazo”. Más claro no se puede decir.

La enseñanza es un elemento crítico para reducir la desigualdad  purochile

Pero el informe también aborda otros temas más técnicos. Por ejemplo, lo que llaman la “conexión espacial” como sistema básico para corregir las desigualdades. El problema se deriva de varios factores, pero uno de los que se consideran críticos es la falta de planificación espacial. Y se ponen ejemplos concretos de la forma en la que esta falta de planificación conduce directamente a un modelo de crecimiento desordenado e informal con la consecuencia de niveles elevados de exclusión. Las políticas no intervencionistas han dado lugar a fuertes contrastes entre urbanización precaria y urbanizaciones cerradas en las que se refugian los más ricos. Así, en el año 2007 en Buenos Aires las urbanizaciones cerradas de la periferia metropolitana ocupaban 360 kilómetros cuadrados habitados por unas 250.000 personas. Mientras que en los límites administrativos de la ciudad de Buenos Aires, en la mitad de esta superficie, vivían alrededor de 3.000.000. El objetivo debería ser el de planificar el suelo y distribuir los servicios para reducir la distancia física y la necesidad de desplazamientos. Lo que hemos dicho tantas veces: cortas distancias con diversidad y complejidad de usos y clases sociales.

Barrio cerrado, Nordelta, Tigre, Argentina  elinmobiliario

Esta segregación espacial se manifiesta en muchos factores pero algunos son más cruciales que otros. En particular la distribución de servicios y equipamientos es clave. Si nos centramos, por ejemplo, en los de tipo educativo entenderemos claramente el problema. Como ya le he dedicado un artículo al geógrafo William Bunge y a los trabajos que hizo en Detroit para concienciar sobre el problema educativo de los ciudadanos negros respecto a los blancos, os remito a lo que publiqué en junio de 2012 y el significado de una desigual distribución de los centros educativos respecto a los fenómenos de exclusión social (y para el momento actual no me refiero sólo a la educación básica y media). Como el contexto analizado es el latinoamericano, aparecen en el informe otros elementos también críticos porque afectan en algunos casos incluso a la salud, tales como problemas con las infraestructuras de saneamiento, agua potable o electricidad. Sin mencionar las cuestiones relacionadas con las nuevas tecnologías tales como el acceso a Internet. Por supuesto que estas desigualdades espaciales afectan de forma muy desigual según las ciudades concretas. 

Siempre se puede encontrar sitio para una biblioteca  bibliobus

En el informe se describen de forma muy clara algunos ejemplos. He elegido dos: “La situación de Belo Horizonte, en Brasil, ayuda a ilustrar cómo se manifiesta este factor de desigualdad en la región. El desequilibrio de la localización de servicios entre el área central y el extrarradio tiene raíces históricas en esta metrópoli. Se trata de la primera ciudad planificada de Brasil a finales del siglo XIX, con el plan de Belo Horizonte, el cual se pensó para resolver preocupaciones higienistas, con amplias calles y avenidas. Pero como fue concebida como un centro político y administrativo, la ciudad no preveía áreas de actividad industrial y suelo para viviendas asequibles. Los propios trabajadores que la construyeron ocuparon irregularmente las áreas colindantes a la ciudad planificada, proyecto que sí contemplaba un sistema de transporte, de educación, de saneamiento y de salud, y edificios públicos para los funcionarios del Estado (…) Otro caso es el de Curitiba, donde los municipios colindantes cuentan con un menor nivel de servicios que el área administrativa de la ciudad, con deficiencias sobre todo en el acceso a la salud y a la educación. La provisión de servicios sería suficiente para la población que vive en el área municipal, donde también se concentra la oferta de empleo. Pero si se consideran los municipios colindantes, la prestación es escasa, y esto pudiera ser un factor que induce la desigualdad extrema que registra la ciudad”.

Curitiba, con BRT desde 1974  floriano

Pero a veces, sobre todo en las grandes áreas metropolitanas, esta distribución más o menos igualitaria es casi imposible. Surge entonces el imperativo de conseguir un transporte público eficaz y barato, que permita poner todos los servicios y equipamientos al alcance de los más desfavorecidos. Diferentes estudios han demostrado la importancia de esta cuestión en términos de reducción de las desigualdades en la ciudad. En el informe se describen los casos de Bogotá, Lima, Quito, Medellín y Curitiba, sobre todo con el caso de la introducción del sistema de buses rápidos (BRT, siglas en inglés). El caso de Curitiba es paradigmático y un ejemplo de que sólo un sistema de transporte bien diseñado no es suficiente. Se trata de un caso bien conocido ya que la ciudad fue pionera en la introducción del BRT (1974) con un éxito notable, lo que hizo que fuera muy imitada. Sin embargo, el no haber logrado que servicios y empleos se fueran distribuyendo a lo largo de los ejes en lugar de acumularse en el área central, unido a otros problemas como que el sistema no alcanzara a todas las zonas periféricas, ya en el año 2000 colapsó el sistema y obligó a la introducción de mejoras como la adquisición de material rodante de mayor capacidad, los MegaBRT, o la introducción de cambios en el sistema de paradas.

Para terminar, MegaBRT en forma de regalo biarticulado  felipepardo

De todo el análisis anterior podemos extraer bastantes conclusiones. Pero, para finalizar este artículo que, como siempre, se ha vuelto demasiado largo, me gustaría mencionar sólo dos. La primera sería que, para reducir las desigualdades no es suficiente sólo centrarse en un único aspecto del problema. Como pasa casi siempre ante cualquier intervención urbana es necesario actuar en varios frentes a la vez. En el informe se plantean cuatro grandes grupos de temas: conexión espacial, cohesión social, capacitación y coordinación institucional. Probablemente a los planificadores físicos nos afecten sobre todo los relacionados con el primer grupo. Pero sin una visión global y un plan para el resto de actividades, las actuaciones exclusivamente centradas en la resolución de las desconexiones espaciales es muy posible que nos lleven al fracaso. La segunda es que los criterios recomendables para conseguir ciudades más inclusivas (lo mismo que, por ejemplo, para la adaptación al cambio climático) no se diferencian demasiado de aquellos que ya hace bastantes años proponíamos como adecuados para mejorar la “sostenibilidad” de nuestras ciudades. En el fondo sólo se cambian los acentos, lo que no deja de ser una suerte y, probablemente, una prueba de que se trata del camino adecuado.


Notas:

Nota 1: El informe al que se refiere el artículo se titula: Construcción de ciudades más equitativas. Políticas públicas para la inclusión en América Latina y está publicado por UN-Habitat en marzo de este mismo año. Ha sido coordinado por José Carrera (CAF) y Eduardo López Moreno (ONU Hábitat) que, además, es el responsable de su autoría. Se puede obtener de forma gratuita (formato pdf) en este enlace. Es interesante revisar las publicaciones y otros materiales de UN-Habitat en esta dirección donde también es posible suscribirse a las novedades y obtener el catálogo en Excel y pdf.

Nota 2: La polémica que en el texto he denominado de “largo recorrido”, respecto a la relación entre igualdad y equidad, tiene varios orígenes. Probablemente el más importante provenga de las organizaciones feministas. Pero todavía hoy la discusión no es precisamente pacífica. Los interesados en el tema podéis buscar los escritos de Amelia Valcárcel que llega a decir de forma bastante contundente que “la igualdad es ética y la equidad política”. Aunque se pueda o no estar de acuerdo con esta afirmación, lo que sí parece claro es que la distinción entre ambos términos fundamenta, en cierta medida, la discriminación positiva que tanta importancia tiene para explicar algunos de los conceptos básicos sobre políticas de género. Probablemente la controversia más conocida se deriva de los trabajos preparatorios de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Pekín en 1995 en la que las mujeres latinoamericanas pensaban que hablar de equidad en lugar de igualdad cambiaría la idea que llevaba a pensar que igualdad era equipararse a los hombres. En cualquier caso el tema va para mucho allá de una simple nota y un párrafo. Por otra parte, además de los problemas de discriminación por género la relación entre ambos conceptos se aborda también desde el ámbito educativo, el sanitario y también, por supuesto, el urbano.

Nota 3: El problema de la discriminación urbana se puede plantear desde muchas perspectivas diferentes, una de las cuales se refiere a las condiciones de partida que hacen necesarias políticas discriminatorias positivas. Lo que implica la detección de aquellas áreas que no cumplen los mínimos requeridos. Para el caso español, la lectura del informe comentado puede complementarse con las publicaciones siguientes: