Barcelona, el Raval beroomers
A las operaciones de renovación urbana se han destinado varios artículos del blog destacando el hecho de que, en muchos casos, fueran acompañadas de gentrificación. Y también se advertía sobre la necesidad de ser cautos con estos temas. Siempre es fácil plantear a toro pasado una hipótesis de “lo que evidentemente iba a suceder” pero lo cierto es que se trata de un ejemplo que, desde el punto urbanístico, es necesario analizar con la máxima prudencia posible. Mi impresión personal después de una rápida visita es que el Raval, que evidentemente ha mejorado respecto al que yo conocí, en algunos de sus rincones (sobre todo en la zona sur) todavía podría ser el escenario de cualquier novela negra. Lo que no parece muy descabellado sabiendo que Manuel Vázquez Montalbán se crió en la Plaza del Pedró en pleno Raval. Muy cerquita, por cierto, de la Residencia de Investigadores donde me alojó la Universidad.
El Barrio Chino y la prostitución ABC
Para aquellos que no lo conozcan, se trata de un barrio muy céntrico perteneciente al distrito de Ciutat Vella. Situado el borde la muralla hasta mediados del XIX, fue durante la Edad Media una zona agrícola en la que se instalaron unas cuantas instituciones religiosas entre las que ocupaba un lugar central el monasterio de San Pau del Camp. Pero, poco a poco, se fue convirtiendo en un barrio pobre y marginal. Hasta tal punto que, cuando en el año 1977 estuve un tiempo en Barcelona, se le conocía con el nombre de Barrio Chino con las connotaciones consiguientes, y su imagen estaba muy ligada a la prostitución, pero también a la droga y la delincuencia. De forma que, en realidad, la consideración del Raval como un lugar marginal viene ya casi desde siempre. Por lo menos, desde que yo supe de su existencia.
Pero esta no es la causa de que le dedique un artículo. Al fin y al cabo barrios marginales existen en todas las ciudades. La razón de mi interés es que se trata de uno de los ejemplos más importantes de intento de rehabilitación y renovación urbana de una zona degradada mediante “inyecciones culturales” ahora tan de moda. Dado que, desde el punto de vista de la ortodoxia urbanística de hace unos años este intento cumplía todas las condiciones que cualquier profesional consideraba deberían ser tenidas en cuenta a la hora de intentarlo, la pregunta sería: ¿Funcionó este sistema? No sé si voy a poder responder ya que se trata de un tema muy complejo que requeriría un estudio a conciencia realizado por un equipo de investigadores competentes y que, probablemente esté ya hecho (aunque yo lo desconozco). Pero, por lo menos, intentaré describir lo que me ha llamado la atención.
La otra razón es personal. Hasta tal punto que pensé titular el artículo como “El Raval revisitado” porque tenía bastante interés en saber si todo lo que había oído y leído sobre las actuaciones realizadas habrían cambiado mi percepción del barrio. La verdad es que estos días tampoco tuve una vivencia suficientemente prolongada como para consolidar una opinión personal pero, por lo menos, sí para contrastar impresiones. Es como cuando alguien conoce a un niño y no lo vuelve a ver hasta que es adulto. Lo normal es que diga: no lo reconocería si me lo encontrara si no me dicen quien es. Pero también, cuando se sabe quien es esa persona, se identifican rasgos, actitudes, posturas. En definitiva, invariantes que son capaces de superar el paso del tiempo. Bien, pues si exceptuamos la zona de La Rambla y algunas arquitecturas que salpican sobre todo el norte del barrio, pienso que el cambio no ha sido tan fuerte como me esperaba después de cuarenta años. Bueno, si exceptuamos turistas y patinetes.
Inyectando cultura al caos libremercado
Dado que la nostalgia me invade al recordar una etapa de mi juventud, voy a tratar de hacer un recorrido también nostálgico por algunas noticias que me han ido impactando a largo de los años y que leía con más o menos interés cuando aparecía la palabra Raval en los medios de comunicación. Es decir, voy a abordar el tema intentando un relato de mis “recuerdos leídos” que han dejado huella en mi memoria. Además, como ahora con Internet es relativamente sencillo recuperar los que he perdido, este recorrido me servirá, además, como historia de lo ocurrido. Una historia, eso sí, muy personal e intransferible.
El impacto más fuerte y que recuerdo con mayor nitidez me lo produjo un artículo de Javier Calvo en El País titulado “El Raval, un barrio prostituido”. Al buscarlo (es muy sencillo, basta poner en Google “Javier Calvo” y “El Raval”) veo que lo publicó en septiembre de 2009. El párrafo destacado debajo del título dice textualmente: “El antiguo Barrio Chino de Barcelona se hunde cual 'Titanic' en un mar de crimen y sexo en las calles. Las dos décadas de política municipal supuestamente renovadora sólo han sido un sueño húmedo capitalista”. Bueno, aunque demos por supuesto que Javier Calvo es un tanto tremendista y que su forma de escribir más bien cinematográfica lo cierto es que, en su momento, no me pareció en consonancia con todos los esfuerzos que sabía se habían estado realizando por mejorar el barrio casi desde que me marché de Barcelona.
En el artículo de Javier Calvo se puede leer textualmente: “Entre 1984 y 1992 se diseñaron las grandes líneas de esas intervenciones, siguiendo las directrices del Plan Especial de Reforma Interior (PERI), ejecutadas por la empresa mixta pública-privada Procivesa en forma de expropiaciones masivas y venta de inmuebles para ganar capital. Para el Raval Norte, menos degradado, se ideó un 'eje cultural' de museos para atraer a los turistas más sibaritas, que de momento todavía no han aparecido por el barrio. En el Raval Sur se intervino en dos fases: primero la demolición de una parte (habitada) del barrio para abrir la Rambla del Raval, que en su origen se concebía como escenario de festivales institucionales de música al aire libre, olvidando al parecer que allí vivía gente, aunque hay que decir que el hecho de que en el Casco Antiguo de Barcelona viva gente siempre ha molestado a nuestros gobernantes. La segunda fase es la tristemente célebre Operación Illa Robadors, donde se destruyeron 50 edificios, 450 viviendas y 93 locales comerciales para levantar un hotel de lujo y una filmoteca, en un ejemplo de urbanismo salvaje y mobbing descomunal que ha trascendido nuestras fronteras”.
Rambla del Raval. Espacio, palmeras y terrazas airbnb
He querido copiar literalmente sus palabras porque dan voz a lo que, al parecer, pensaban algunos de los vecinos del barrio. Y porque describe de forma descarnada lo que en el aséptico lenguaje urbanístico podría ser algo así: En el año 1985 se aprueba definitivamente el PERI del Raval basado en el PGM de 1976 que, básicamente, intenta tres objetivos. El primero, reajustar la distribución de usos del suelo. El segundo, rehabilitar los edificios menos degradados mediante la instalación de equipamientos culturales y demoler los más degradados mediante operaciones de esponjamiento. Y el tercero, empezando por la zona norte hasta llegar a la parte central, consistiría en la apertura de una gran plaza central (lo que transcurrido el tiempo y los proyectos sucesivos sería la Rambla). En la primera mitad de los años ochenta dirigía una empresa dedicada al planeamiento y, por fuerza, el PERI del Raval me llamó la atención. Sobre todo porque, además, parecía que se enfocaba desde una perspectiva diferente ya que el Ayuntamiento llegó incluso a un acuerdo con la Asociación de Vecinos del barrio.
PERI del Raval y del sector oriental
Señalar en la imagen para verla más grande
Pero no fue solo el PERI. En el año 1986 se aprueba que el distrito de Ciutat Vella sea un Área de Rehabilitación Integrada. La declaración de ARI conlleva, casi siempre, no sólo actuaciones de rehabilitación sobre la vivienda sino también sobre el espacio urbano y los tejidos sociales. Un año después se crea una Comisión Gestora con la participación de las asociaciones vecinales. En 1994 se accede a los Fondos de Cohesión de la UE, en el quinquenio del 94 al 99 a los planes cuatrienales de vivienda y ya en 1999 al programa URB-AL de la UE con el proyecto Ciudades Puerto y Centro Histórico. Se actúa, por tanto, desde varios frentes a la vez. Aparentemente las cosas se intentan hacer bien. Hasta tal punto que el programa es premiado en el Concurso de Buenas Prácticas de Dubai del año 2002. En aquellos momentos, desde mediados de los años ochenta hasta el fin del siglo, parecía que estábamos ante un enfoque adecuado de una operación de rehabilitación y regeneración urbana casi modélica.
Rambla del Raval desde la calle Hospital Google
Sin embargo, algunos signos de que no todo iba bien ya se vislumbraban. El día de la inauguración de la Rambla del Raval (21/sep/2000) aparecía el siguiente titular en El País: “La apertura de la Rambla del Raval dispara los precios de comercios y pisos próximos”. Y en el primer párrafo: “Las placas de las calles de Cadena y de Sant Jeroni ya no aparecen en el corazón del barrio del Raval de Barcelona. Han sido sustituidas por otras: las de la nueva Rambla del Raval, un paseo de más de 300 metros de longitud por casi 60 de ancho que se inaugura hoy. La mayor operación urbanística de Ciutat Vella, de trascendencia histórica para este barrio, ya ha tenido un efecto: el alza de los precios de locales y viviendas, signo evidente de la revalorización de la zona. Han aparecido nuevos comercios y buena parte de los edificios de la flamante calle han sido ya rehabilitados”. Y esto, la subida de precios, parecía una buena noticia. Indicaba, ni más ni menos, que el barrio empezaba coger impulso.
Hoy sabemos que una subida de precios de los inmuebles no siempre es positiva. Es magnífica para los inversores, claro. Pero no necesariamente para los vecinos. Lo que parece dar razón a Javier Calvo cuando dice que “el hecho de que en el Casco Antiguo de Barcelona viva gente siempre ha molestado a nuestros gobernantes”. Y este problema no sólo se aplica al caso del Raval. Se trata de “el problema” en casi todas las operaciones de rehabilitación y renovación urbana que suele terminar en la expulsión de los residentes más vulnerables.
L’Illa Robadors ya limpia de “molestias” elpaís
Pero casi a continuación de la apertura de la Rambla se acometió otra de las operaciones más discutidas: la de l’Illa Robadors. La modificación del PERI del Raval que permitiría la ejecución del proyecto se aprobó el 28 de septiembre de 2001. El ámbito era un sector delimitado por las calles Sant Rafael, Robador, Sant Josep Oriol y la antigua calle de la Cadena. El derribo, que afectó a unos 50 edificios con un total de 450 viviendas y 93 locales comerciales iba a permitir la construcción de un hotel de 14 plantas, oficinas, 120 viviendas protegidas y la filmoteca de la Generalitat. El proyecto global se encargo al estudio MBM (Martorell-Bohigas-Mackay) y la gestión a la empresa mixta Focivesa. Hubo numerosas protestas, sobre todo relacionadas con la altura del hotel (que se cambió varias veces) pero el caso es que el 16 de abril de 2004 se derribaba el último edificio que quedaba en pie. La demora fue debida a que el propietario del bar Ciutat Vella de la calle San Rafael se negaba a abandonar el inmueble por entender que la indemnización no era justa. Al final aceptó, pero hacía casi quince años que Focivesa había empezado la compra de los edificios. Las críticas fueron muy importantes y las protestas de la Taula del Raval o de la Coordinadora d’Entitats contra l’Especulació del Raval se sucedieron en contra de lo que entendían una operación especulativa.
Pero lo que sucedió en l’Illa Robadors fue muy similar a la remodelación de la l’Illa Negra (San Ramon) entre 1988 y 1999. Por diversas circunstancias personales no me enteré hasta que no leí un artículo de Rodolfo Rufián Roto (heterónimo de un antropólogo de la UB) en el 2011, que despertó mi interés porque pensé que me daría información sobre la l’Illa Robadors. Pero, en realidad, describía como realizar una operación especulativa magnificando una guerra por el control del narcotráfico entre gitanos y negros. Lo traigo ahora a colación sencillamente para demostrar que determinados invariantes se mantienen a pesar de todas las operaciones de renovación, rehabilitación e, incluso, gentrificación, en este barrio que en un momento histórico fue “rojo, rojo, rojo, el más rojo de Europa”. Incluso rojo y negro ya que se le llegó a considerar centro del anarquismo español.
Plaza del Pedró en 1900 lamarea
Bueno, pues lo que pretendía el plan Maciá de 1933 y que luego medio consiguieron las bombas de la Guerra Civil, parece que ahora, con estas operaciones de rehabilitación mediante inyecciones culturales y esponjamiento (San Ramon, Rambla, Robadors y los muchos edificios “culturales” situados sobre todo en la zona norte), aparentemente se ha conseguido. Claro que digo “aparentemente”. En realidad, y según ya anticipaba en el párrafo anterior, si pongo uno detrás de otro mis recuerdos y mis recortes a lo largo de todo este proceso, desde que tomé contacto con este barrio tan especial hasta casi hoy, parece que las cosas no han cambiado demasiado. Titulares de La Vanguardia (28/12/2012): “Los problemas del Raval se enquistan pese a las reformas urbanísticas. La prostitución opera en la calle Robador y los pisos mantienen las pancartas. El Ayuntamiento cerrará en los próximos días 13 'meublés' de la zona. Los vecinos conviven desde hace meses con un punto de menudeo de heroína y cocaína”.
Los problemas del Raval se enquistan
pese a las reformas urbanísticas lavanguardia
Ese mismo año, (tres años después del artículo de El País con el que empezaba mi relato de hoy) en una entrevista que le hacen a Javier Calvo en Joanen Cunyat puede leerse: “A mi me gusta vivir aquí, pero la historia cultural de Barcelona de las últimas décadas me parece la historia de una degradación y de un empobrecimiento terrible. Si coges el punto álgido de la creación cultural en el Raval, más allá de la época anterior a la Guerra con el Ateneo Libertario y el anarquismo, después de la Guerra Civil, a partir de los años 60 y 70 donde está todo el tema underground, con los dibujantes, el teatro, la Fura dels Baus, Nazario… toda esta contracultura del barrio, que es en esos momentos la oposición, la cultura subterránea… a partir de esos momentos todo se va al garete, es una degeneración progresiva”. Pero no todos piensan igual. Jordi Corominas titula un artículo publicado en El Mundo a finales del 2015 de forma bastante explícita: “El Raval, de 'distrito de los horrores' a centro neurálgico de la cultura alternativa”.
Todas las ciudades están poseídas blocmanueldelgado
Se trata de una curiosa rehabilitación en la que existe una guerra soterrada (bueno, a veces no tan soterrada) entre los habitantes del Raval de toda la vida y los nuevos. Además, “los nuevos” resulta que no son mayoría como en otros casos. Y se quejan. Dice Miquel Fernández en un excelente artículo titulado “Viejos problemas y nuevos vecinos. Consecuencias de una gran reforma urbana en el barrio del Raval, Barcelona” publicado en 2016 en la Revista Iberoamericana de Antropología: “Como una carcoma, la interpretación sobre lo que ha pasado y está pasando en la calle d’en Robador pivota insistentemente sobre el hecho de que allí todavía vive gente trabajadora, pobre e ‘inmigrante’. Llegan paulatinamente turistas con mayor poder adquisitivo —gracias, en parte, a la propulsión del lujoso hotel Barceló Raval—; burócratas como los que puede llegar a atraer la sede de UGT o ‘profesionales autónomos’, instalados en los pisos de ‘protección oficial’ de la Illa Robador. A esto se le añade la ubicación de ‘centros culturales’ como la sede del IEC o la nueva sede de la Filmoteca Nacional de Catalunya”.
Pero no es sólo en trabajos de investigación, la prensa nos dice que la situación no parece haber cambiado a pesar de todo. Titular de El Mundo del pasado año: “Barcelona impulsará cláusulas ‘antigentrificación’ en edificios rehabilitados con dinero público”. O en ABC hace unos meses: “Polémica en Barcelona por los ‘narcopisos’ en el Raval. Vecinos y oposición reclaman contundencia a Colau y el Consistorio la exige a los Mossos”. Hace unos días en La Vanguardia: “Un vecino del Raval graba una pelea a machetazos a plena luz del día”. Esta misma mañana en El Periódico: “Narcopisos: dos historias de terror en el Raval”. O en Economía Digital la semana pasada: “La degradación del Raval y los narcopisos ponen contra las cuerdas a Colau”.
En realidad, algunas cosas nunca se han ido blogmiyares
Pero acabo de darme cuenta de que todavía no he contado mis impresiones al reencontrarme con el Raval. Voy a intentar hacerlo en un par de párrafos (aunque no sé si lo conseguiré) porque, como siempre, el artículo ya es tan largo que no creo que casi nadie sea capaz de llegar al final. Espacio público y edificios: Notable mejoría en casi todo el barrio respecto a mis recuerdos. Seguridad: No me sentí inseguro en ningún momento, ni por la noche ni por el día. La gente: Multicultural como antes. Eso sí, en algún momento se sentí transportado a Marruecos o a Pakistán. Pero lo que más vi fueron turistas. Verdaderos enjambres de turistas que ocupaban todo. Lo más divertido fue ver como un grupo de alemanes se dedicaban a fotografiar a una chica que, delicadamente, cortaba jamón en el bar/restaurante (no se sabe muy bien que era) donde cené la noche de mi llegada. Luego, hablando con la chica resultó ser una muchacha italiana que había aprendido allí mismo “por ciencia infusa” a cortar jamón como una auténtica maestra cortadora. ¿Autenticidad?: Multiculturalidad.
El Raval, un barrio que resiste, ¿también al turismo? todoporhacer
Sigue la prostitución, como siempre, sobre todo en la calle d’en Robador. Pero lo que más me sorprendió fue ¡la cantidad de personas que se desplazaban en patines de todo tipo! Y las masas de turistas. No sé cuando volveré al Raval. Igual mañana o pasado, o le seré infiel durante otros cuarenta años, no se sabe por qué circunstancias de la vida. Pero, la verdad, con tanto turista no sé si me apetece demasiado. Voy casi a terminar reproduciendo el final del artículo de Miquel Fernández al que me he referido un par de párrafos atrás: “Se espera que el arribo de nuevos vecinos, el aumento del flujo de turistas y la erección de nuevos templos en honor a la Cultura, impongan sus cualidades redentoras o expiatorias para purificar los restos del mitificado Barrio Chino. Tal y como aquí se ha expuesto, ninguna de estas estrategias, por separado o coordinadamente, han conseguido acabar con la representación hiperbólica asociada al mito del Barrio Chino ni con las formas de vida otra que se niegan a desaparecer. Es más, podríamos decir que mito y realidad del Barrio Chino están más vivos que nunca”.
Mi Barrio Chino sigue siendo mi Barrio Chino. Eso sí, se ha convertido en un parque temático de mi Barrio Chino. Cualquier día, como en Venecia, pondrán tornos para entrar, incluso fijaran un aforo máximo y cobrarán la entrada a cinco euros. O veinte si se incluye el espectáculo de pelea a machetazos por un narcopiso (con derecho a grabarlo en el móvil y a un selfie con los contendientes de fondo). Es lo que tiene haber creado una marca-ciudad de éxito, aunque pensando sólo en el negocio de algunos y olvidando que en ellos vive gente. Esa gente que, según Javier Calvo, molesta a los gobernantes. Sin embargo hay que reconocer que el Raval resiste. Algunas ciudades, algunos barrios, son capaces de sobreponerse a cualquier cosa: Planes de todo tipo, especulación, turismo, drogas, ejes culturales, prostitución, ARIs y PERIs. Probablemente sea porque son auténticos. Eso tan difícil de encontrar y que el turismo hace desaparecer en un soplo en cuanto lo encuentra. He construido este relato del Raval casi a golpes de recuerdos. Probablemente sea un relato caótico pero, afortunadamente, es lo que corresponde a un barrio que es todavía más caótico que mi relato, y al que todavía quiero como lo quise en mi juventud. A tal señor tal honor.
Nota.-En el artículo de hoy no pensaba incluir ninguna referencia ya que está hecho con retazos de recuerdos. Pero, al final, no me he resistido y he decidido incluir algunas. Sin ánimo de nada ya que sólo son parte de mi memoria. Podía haber añadido bastantes más pero las que van abajo pueden ayudar a completar la narración y aportar perspectivas distintas. He procurado huir de análisis puramente urbanísticos que, en este caso, me interesan menos aunque, sin duda, habría que hacer y tienen su importancia:
- Calvo, Javier: "El Raval, un barrio prostituído". El País, 8 de septiembre de 2009.
- Corominas, Jordi: "El Raval, de 'distrito de los horrores' a centro neurálgico de la cultura alternativa". FCinco, 1 de diciembre de 2015.
- Delgado, Manuel: "Todas las ciudades están poseídas". En El Cor de les aparences, bloc de Manuel Delgado publicado el 14 de septiembre de 2016.
- Fernández González, Miquel: Matar al Chino: Entre la revolución urbanística y el asedio urbano en el barrio del Raval de Barcelona. Tesis doctoral leída en el año 2012 y luego publicada por la editorial Virus en el año 2014.
- Fernández González, Miquel: "Viejos problemas y nuevos vecinos. Consecuencias de una gran reforma urbana en el barrio del Raval, Barcelona". En Revista de Antropología Iberoamericana, vol 11 nº 2, pp. 225-246, mayo-agosto, 2016.
- Rufián Roto, Rodolfo: "Un caso paradigmático: La rehabilitación de las calles d'en Robador y Sant Ramon del barrio del Raval de Barcelona. El oscuro antecedente de la Isla Negra". Sin Permiso, 6 de marzo de 2011.
- Subirats, Joan y Rius, Joaquin: Del Chino al Raval. Cultura y transformación social en la Barcelona central. Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, 2006.