sábado, 16 de junio de 2018

Mi tesooooro… El Anillo (verde) de Vitoria-Gasteiz se reinventa 25 años después

Todos los que me conocen saben de mi gran aprecio por lo que se está haciendo, desde hace bastantes años, en la ciudad de Vitoria-Gasteiz. Sobre todo en materia ambiental y ecológica. He ido a ayudar y aprender cada vez que me han llamado y, por eso, me llevé una gran alegría cuando me invitaron tanto al Taller como a las Jornadas organizadas para conmemorar el 25 Aniversario del Anillo Verde. Ya anticipo que, una vez más, no me han defraudado. Estuve dudando bastante si escribía o no este artículo precisamente por mi cariño por esta ciudad. Comprendo que no soy objetivo. Pero es muy difícil ser objetivo al encontrar que se está haciendo, precisamente, lo que uno piensa que se debe de hacer. Y después de tantos artículos criticando con bastante dureza cosas que entiendo están mal enfocadas, es un alivio pasarse al lado bueno de la fuerza. Es decir, a la alabanza.

25 años del Anillo Verde

Y es que en Vitoria-Gasteiz, en estos momentos, se están replanteando una nueva utopía adaptada a las necesidades del siglo XXI. Y no me cabe ninguna duda de que, con mayores o menores dificultades, la van a conseguir convertir en realidad. Bueno, por lo menos en parte, ya que una utopía nunca llega a realizarse enteramente. Convertir una ilusión, una imagen, en realidad es exactamente lo mismo que hicieron con el actual Anillo (mi tesoro).
       No voy a construir un relato de lo sucedido ni en las Jornadas ni en el Taller sino que, como hice en el artículo del Raval, voy a escribir sobre aquellos elementos “catalizadores” (como los llama Emanuel Carter que ha sido, una vez más, otro de los profesores invitados) que determinan el cambio de una a otra utopía considerados desde un punto de vista estrictamente personal. Eso sí, después de haber recibido impactos muy importantes tanto de los participantes en el Taller (con personas como ellos el futuro está asegurado) como de los panelistas de los tres días que han durado las Jornadas. Y es que el Anillo, además del peso profesional y de investigación, tiene para mí una componente de implicación personal muy importante.

Luis Andrés Orive, Lena Chang, Rebeca Dios
 y el autor, en el primer día de las Jornadas.

Porque resulta que el Anillo de Vitoria-Gasteiz, independientemente de lo que se esté pensando para los próximos 25 años, ya ha sufrido una evolución muy importante a lo largo del tiempo transcurrido. Evolución a la que, en sus últimas fases, he asistido. Es casi como ver crecer un niño hasta que se convierte en adolescente. Tal y como plantearon, tanto Luis Andrés Orive como Rebeca Dios el primer día de las Jornadas, estos cambios en el propio concepto del Anillo Verde se han ido materializando progresivamente en su propio diseño.
       En realidad, casi todos los anillos verdes se entendieron al principio como una pieza urbana más. Y, en muchos casos, como una pieza urbana de contención de la propia ciudad. Pero esto no sucedió exactamente así en el caso de Vitoria-Gasteiz. En los primeros momentos, se aprovechó la oportunidad de la existencia de una serie de zonas no edificadas (unas “verdes” y otras no) para plantear la idea del Anillo como una imagen, como una utopía de lo que podría ser una parte “verde” de la ciudad cercana a todos por el hecho de rodearla.
       Pero esta imagen, aparentemente, nunca se construyó con la idea de limitar el crecimiento de la ciudad como, por ejemplo, sucedió en el Green Belt de Londres sino más bien con la intención de suministrar un entorno verde a la población de Vitoria-Gasteiz cercano a casi todos sus habitantes puesto que rodeaba el área edificada.

El Anillo como verde de cercanía  PaisajeTransversal

Sin embargo, una vez consolidada no sólo la imagen sino también la realidad del Anillo, se empezó a pensar que se trataba de un instrumento formidable que permitía hacer muchas otras cosas. E incluso antes de que se empezara a hablar de Infraestructura Verde de forma generalizada, ya en Vitoria-Gasteiz empezaban a trabajar en la relación entre las áreas verdes interiores y determinados ejes viarios, con el Anillo. En definitiva, una Infraestructura Verde Urbana en la que, por supuesto, se incluía el cinturón verde que ya estaba consolidado como Anillo Verde. Como casi siempre sucede en esta ciudad maravillosa las ideas, una vez debatidas y analizadas, se llevan a la práctica.
       Y, por supuesto, el tema del agua, presente en los comienzos de lo que luego se llamó Infraestructura Verde, sobre todo tal y como se entendía en USA en los años noventa del pasado siglo XX, también estaba presente casi desde el comienzo en esta utopía llevada a la práctica. Y así, las avenidas del río Zadorra se pensó en controlarlas, no mediante tubos de evacuación cada vez mayores, sino utilizando el propio terreno para laminar las aguas. ¿Y qué decir de una ciudad que, en lugar de entubar un arroyo para que circule debajo de sus calles lo saca a la luz, recupera (en la medida de lo posible) los márgenes y la vegetación de ribera y lo integra en el diseño urbano? Esto lo ha hecho Vitoria-Gasteiz con el arroyo Batán que discurría por debajo de la avenida Gasteiz y que ahora corre a la vista de todos. 

El arroyo Batán vuelve a discurrir sin entubar
 a lo largo de la avenida Gasteiz  v-g

Todavía recuerdo, y eso que fue hace seis años, el anterior Taller en el que participé y donde empezamos a trabajar con el llamado anillo interior. Además de Emanuel Carter, con el que también coincidí en ese Taller del Foro de Paisaje, formaban parte del profesorado  Timothy Beatley y Anne Whiston, está última profesora de Planificación y Arquitectura del Paisaje del Departamento de Planificación y Estudios Urbanos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Tim es profesor de Comunidades Sostenibles del Departamento de Planificación Urbana y Medioambiental de la Universidad de Virginia y uno de los discípulos más entusiastas de las ideas de Wilson y, todavía más, de lo que podríamos llamar “cultura de la biophilia”. Nos acompañó en las Jornadas de este año mediante una conferencia en vídeo donde explicó la llamada Red de Ciudades Biofílicas de la que, por cierto, forma parte Vitoria-Gasteiz.
       También es miembro destacado de esta red la ciudad de Singapur de donde venía otra de las expertas mundiales invitadas, Lena Chang, directora de la división de conservación de la biodiversidad de los Parques Nacionales de esta ciudad, que explicó la importancia de la biodiversidad y la aplicación del llamado “índice de biodiversidad de Singapur”.

La bio-región de Álava central planteada ya hace unos años

Parece, por tanto, que nos encontramos en los dominios de “lo verde”: el Anillo Verde (mi tesoro), la biophilia, el índice de biodiversidad... Pero, además de lo verde, el segundo tema estrella en el que Vitoria-Gasteiz lleva trabajando ya desde hace bastantes años es el de las bio-regiones. Hace ya tiempo, creo recordar que en el año 2010 o 2011, en unos diálogos celebrados en el pórtico de la Catedral de Santa María, se planteó la necesidad de incorporar el llamado Anillo de las Tierras Altas, una serie de montes y parajes naturales que rodean Vitoria-Gasteiz más allá de la llanada y las tierras rurales. En el diálogo me correspondió enfrentarme a Antonio Serrano con la moderación de Santiago González. Pero no hubo tal enfrentamiento. En realidad, los dos (bueno, los tres, el moderador también) estábamos de acuerdo en la necesidad de considerar la ciudad, no en sus límites estrictos, sino en el ámbito de una región cultural, económica y, sobre todo, natural (eco-región). Antonio también vino a las Jornadas de este veinticinco aniversario a plantear, una vez más, la bio-región como marco básico de la planificación de la ciudad.
       Pero el poner de acuerdo a tantos ayuntamientos implicados, muchos de ellos rurales, para realizar un planeamiento común en el que, además, el mayor peso corresponde precisamente a la ciudad es una ardua tarea independientemente de las posibilidades de un sistema de planificación pensado más bien desde el crecimiento urbano y con un ámbito básicamente municipal. Se propusieron muchas soluciones (incluso como Reserva de la Biosfera) pero, de momento, la bio-región de Vitoria-Gasteiz no deja de ser una utopía a conseguir. Lo que no quiere decir que se abandone la idea. En realidad, es la posibilidad más racional de futuro que se puede plantear en estos momentos.

Hace ya unos años que Vitoria-Gasteiz
 cuenta con una estrategia agroalimentaria

Pero mientras tanto (como me gusta esta gente cuando plantea sus “mientras tanto” como en Zorrozaurre en Bilbao) están pensando en cómo dirigirse, paso a paso, a esta bio-región. Y, claro, lo que está más cerca son las zonas rurales. De forma que casi un día entero de las jornadas estuvo dedicado al tema de la alimentación de proximidad con todas las ventajas que tiene. Tanto desde la sostenibilidad del planeta al reducir una de las lacras de la civilización actual que es el transporte, en concreto el transporte de alimentos, hasta la creación de empleos agrícolas, ganaderos y forestales, pasando por conseguir ciudades más saludables. Así que, en la segunda jornada Eduardo Rojas, Marian Simón, Renato Ferlinghetti o Antonio Lorenzi, trataron sobre este tema en contextos diferentes. 
       En eso están ahora. El Anillo probablemente dejará de ser de color verde (o verde de la clorofila mezclado con el azul del agua) para volverse más marrón, más amarillo, aunque sin duda seguirá siendo “verde” en el sentido más ecológico del término. El que en Vitoria-Gasteiz se hable de una estrategia alimentaria de proximidad debería de hacer reflexionar a muchas ciudades hacia dónde parece sería interesante dirigirse en estos momentos de incertidumbre. También quedó claro que no se trata de conseguir el autoabastecimiento de alimentos. Aparte de ser, probablemente, inviable desde el punto de vista económico hay que pensar en que tenemos la espada de Damocles del cambio climático encima y el comportamiento del tiempo atmosférico probablemente no sea, a partir de ahora, demasiado previsible con las consecuencias de todo tipo tanto para la agricultura como para la ganadería. De lo que se trata es de conseguir rebajar, en la medida de lo posible, la dependencia alimentaria.

Alimentación de cercanía, algo más que huertos
 urbanos con finalidad educativa o terapéutica v-g

También resulta evidente que una alimentación de proximidad no es plantear unos huertos urbanos con efecto educativo o terapéutico, sino conseguir una agricultura y una ganadería que no obliguen a que los alimentos tengan que recorrer grandes distancias, pero enfocando el tema desde un punto de vista eminentemente comercial. Adquieren, por tanto, una gran importancia los sistemas de distribución, sean de ciclo corto (directos o cuasi-directos del productor al consumidor) o mediante estructuras de intermediación mínimas y cercanas. De forma que no se trata tan solo de pensar en unos suelos de secano, regadío o pastos que es necesario poner en producción, sino en la manera en la que se van a comercializar los alimentos resultantes en condiciones de competitividad. Y desde este punto de vista la administración debería de encargarse de las condiciones para que suceda. Todavía estamos lejos de la utopía pero ya se está pensando en las posibilidades de las nuevas tecnologías y la era digital.
       Incluso al hablar de una estrategia alimentaria habría que plantear la cuestión del usuario final. Es decir, cual es la dieta de un urbanita medio y cuál debería de ser una dieta saludable. Se vuelve clave la relación entre estos tres factores: qué consumir y en consecuencia qué producir, y cómo distribuir. En un momento en el que en algunos foros se empieza a hablar, por ejemplo, de agricultura urbana en altura parece algo fuera de toda lógica que terrenos productivos, cercanos a las ciudades, se mantengan en espera de “no se sabe qué” (en el fondo se sabe) o se urbanicen sepultando hectáreas y hectáreas de excelente suelo cultivable bajo el asfalto, las baldosas hidráulicas o que se conviertan en vertederos.

Alumnos del Taller llegando a la Casa de la Dehesa,
 antigua sede del Centro de Estudios Ambientales

También se insinuaron otros temas críticos como la cuestión de la energía o los residuos. Pero tan solo se insinuaron, aunque en el Taller se plantearon con una mayor profundidad. En el último día de las Jornadas se habló de ciudades neutras en carbono, regeneración urbana y el programa de Cambio Global. Los ponentes fueron Dominique Richard de la Agencia Europea del Medio Ambiente, Claire Roument directora de Energy Cities, Rainer Konerding de la ciudad de Hannover e Ignacio de la Puerta que planteó el caso del País Vasco. También Juan Requejo y Fernando Prats. Como se puede ver, se trataron aquellas cuestiones en las que ahora mismo están trabajando los centros más avanzados del mundo. Todo ello se completó con un Taller en el que unos alumnos extraordinarios resultantes de un proceso de selección entre los mejores, junto a cuatro profesores, trataron de poner sobre los planos algunas de las ideas que he ido mencionando a lo largo del artículo.

Una celebración de convivencia ciclista, familiar y colegial
 nos despide (hasta la próxima ocasión) de mi tesoro.

Hay pocas ciudades como esta en las que se piense más en las personas que en el crecimiento urbano sin medida y sin plantearse para qué. Espero, estoy seguro, que dentro de 25 años cuando se celebre el cincuenta aniversario del Anillo Verde, ya no será ni el de hoy ni aquella idea que comenzó casi como una imagen de algo que podría ser. Igual ni tan siquiera se llamará Anillo. Pero lo que sea, se pensará para que las vitorianas y los vitorianos sean felices, y seguro que respetando los límites del planeta. Vitoria-Gasteiz será un lugar (ya los es) en el que sus habitantes no estarán aquejados por el trastorno de déficit de naturaleza al que se refiere Louv. Donde se producirá la mayor parte de la energía y los alimentos cerca, sin que megavatios, hortalizas y carne tengan que recorrer miles de kilómetros a lo largo de todo el planeta. Donde apenas se producirán residuos, y los que produzcan tendrán solución en su bio-región sin necesidad de convertir continentes entereos como África en un basurero. Claro que habrá problemas (si fuera un político diría retos). Como los hay ahora. O peores, porque se avecinan tiempos difíciles. Pero seguro que sabrán enfrentarse a ellos.


Anexo.-Programa de las Jornadas que tuvieron lugar los días 30 y 31 de mayo y 1 de junio de 2018 en el Palacio de Congresos:
  •  Intervinieron en la primera jornada, que me correspondió moderar y que respondía al tema de visiones y funciones de los Anillos Verdes: Luis Andrés Orive, director del CEA y uno de los “padres” del Anillo; Rebeca Dios investigadora en el tema; Timothy Beatley “biophílico” seguidor de Wilson en la Universidad de Virginia; y Lena Chang directora de la división de conservación de la biodiversidad de Parques Nacionales de Singapur.
  • En el segundo día, moderado por Albert Cuchí de la Escuela de Arquitectura del Vallés (Barcelona), se abordó la cuestión de los sistemas verdes integrados y los anillos agrícolas: Antonio Serrano, presidente de Fundicot; Emanuel Carter, universidad de Syracuse (New York); Eduardo Rojas, decano del Colegio de Ingenieros de Montes; Marian Simón, investigadora en agricultura de proximidad; Renato Ferlinghetti, administrador del parque del Colli; y Moris Antonio Lorenzi, Centro de Estudios sobre el territorio “L. Pagani”.
  • Y, por último, el tercer día con la moderación de Alicia Torrego, presidenta de la Fundación CONAMA y con el tema de Biorregiones y ciudades neutras en carbono: Dominique Richard, de la Agencia Europea del Medio Ambiente; Claire Roumet, directora de Energy Cities; Rainer Konerding, Proyect Manager, Hannover; Ignacio de la Puerta, director Planificación Territorial, Urbanismo y Regeneración Urbana; Juan Requejo, consultor; y Fernando Prats, asesor CCEIM para el programa Cambio Global.
El taller estuvo a cargo de Miriam García, Emanuel Carter, Yon Bárcena y yo mismo.