Los dos meses anteriores los he dedicado a tratar de razonar sobre la necesidad de cambiar el modelo urbano actual y enfocar este cambio hacia la llamada ciudad de cercanía. He recibido muchos correos (algunos casi indignados) diciendo que todo esto es muy bonito pero que, la realidad es la que es, y que el coste del cambio es tan grande que hace inviables este tipo de propuestas. Independientemente de que no estoy de acuerdo con la afirmación de que el coste del cambio sea mayor que el intentar que las cosas sigan igual, resulta que se pueden proponer medidas muy baratas, sencillas e incluso reversibles, que encaminen el nuevo urbanismo en la dirección adecuada y que permitan, además, ensayar. Estas pequeñas acciones, posibles y asequibles que se caracterizaban por su gran capacidad de transformación del entorno urbano, suelen acogerse bajo el nombre de “urbanismo táctico”.
En cualquier caso, ambas corrientes pretenden cambiar el rumbo de la nave a base de pequeñas actuaciones, baratas y flexibles. El artículo de hoy es exclusivamente sobre urbanismo táctico y dejo el tema de la apucultura para otra ocasión. Voy a empezar por Michel de Certeau. En el año 1990 publica en francés un libro titulado L'invention du quotidien I. Arts de faire. Este libro tiene una segunda parte publicada en 1994 titulada L'Invention du quotidien, 2. Habiter, cuisiner. Los dos tienen traducción al español (ver la referencia al final donde amplío estos datos) y su lectura es altamente recomendable aunque compleja. Pues bien, en el primer tomo diferencia entre estrategia y táctica y se refiere a esta última de la siguiente forma:
“La táctica es un arte del débil. Clausewitz lo comentaba a propósito de la astucia, en su tratado sobre la guerra. Mientras más crece una potencia, menos puede permitirse movilizar una parte de sus medios para producir efectos de trapacería: es, en efecto, peligroso emplear efectivos considerables para aparentar, cuando este género de ‘demostración’ resulta generalmente vano y cuando ‘lo serio de la amarga necesidad hace tan urgente la acción directa que no deja sitio para este juego’ (...) . La potencia está comprometida por su visibilidad. En contraste, la astucia es posible al débil, Y a menudo ella sola, como un ‘último recurso: Mientras más débiles son las fuerzas sometidas a la dirección estratégica, más capaz será ésta de astucias’. Traduzco: más se transforma en táctica”.
Pero realmente el urbanismo táctico aparece como movimiento después de una reunión del grupo “Next Generation of New Urbanist”, en Nueva Orleans, durante el año 2010. Es entonces cuando surge la figura de Mike Lydon que va a ser clave en la conceptualización del término. Sobre todo cuando publica con Anthony Garcia el libro Tactical Urbanism: Short-Term Action, Long-Term Change cuya lectura también recomiendo. Lo mismo que la serie de guías que siguieron al libro. Este libro resumía lo planteado en su momento en Nueva Orleans y era el heredero de dos publicaciones anteriores del 2011 y del 2012 (ver nota al final). En el libro citado pueden leerse algo parecido a una definición de urbanismo táctico cuando se refiere a intervenciones de este tipo: “son acciones a corto plazo que buscan generar cambios a largo plazo promoviendo el desarrollo de capital social entre ciudadanos, construyendo capacidad de organización entre instituciones público/privadas, no lucrativas y ONGs”.
Desde entonces se han llevado a cabo multitud de actuaciones que pueden llamarse “urbanismo táctico” aunque casi nunca se denominen de esta forma a pesar de que se incluyan en la definición de Mike Lydon. En casi todos los artículos dedicados al tema se menciona la transformación de Times Square en New York de una ruidosa y caótica intersección de coches en una zona peatonal. Según Lydon es, precisamente, en un blog donde se refería a esta peatonalización donde aparece por primera vez el término. Actuaciones de este tipo se llevaron a cabo también en San Francisco con la reconversión de plazas de estacionamiento en pequeñas áreas verdes. O Panamá camina, en Panamá. También el cambio de la calle Madero de México. O el Paseo Bandera en Santiago de Chile. Y, muy reciente, en Barcelona la Superille de San Antoni, dentro del programa de Superilles de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona.
En todos estos casos las actuaciones son sencillas, generalmente reversibles, ágiles, de bajo coste, y (algo muy importante) enfocadas a la mejora de la convivencia de la comunidad y con su participación. Desde este punto de vista, suele afirmarse que se trata un urbanismo que choca frontalmente con el sistema actual de planeamiento en la mayoría de los países. Sin embargo, es probable que esto no sea así. Es que, mientras escribo estos párrafos tengo en la cabeza las actuaciones en Zorrozaurre a las que me refería al comienzo. Más bien parece otro enfoque con objetivos distintos al planeamiento urbano tradicional. Lo he pensado bastante y lo veo más bien como un complemento, como un apoyo, como una ayuda incluso en forma de ensayo, al sistema más formal y “estratégico” de un plan de urbanismo o similar. Es decir, no como algo que sustituya al planeamiento tradicional o al estratégico.
Porque la táctica no sustituye a la estrategia. Es más, ambos son conceptos complementarios cuya finalidad es ganar: la batalla o la guerra. La guerra que hay que ganar actualmente es la sostenibilidad del planeta. Y para ello hay que afrontar una serie de batallas. Y se necesita de estrategia, pero también de táctica. Durante tiempo parecía que la llamada planificación estratégica iba a ser la panacea que nos iba a permitir ordenar y organizar territorios y ciudades de la forma más racional posible. Pronto se advirtió de los problemas de proponer una estrategia participativa en la cual las cuestiones técnicas y el conocimiento sectorial eran importantes y complicados de entender por la mayor parte de la gente. A pesar de que los términos relacionados con la guerra y las batallas no me son demasiado queridos pueden entenderse como metáforas que ayuden a la comprensión de los diferentes enfoques que se pueden proponer a la hora de enfrentarse a los temas urbanos.
Y es que, desde el punto de vista de la facilidad de participación, el abordar los temas a partir de una perspectiva “táctica” es mucho más factible que plantear metas a muy largo plazo que dependen, en la mayor parte de los casos, de factores que se escapan a la comprensión de los no especialistas. Y, además, muchas veces, una determinada coyuntura puede ayudar a plantear cuestiones que, debido a su “no urgencia”, se habían ido dejando. Salvar el planeta evitando su sobreconsumo, mitigar el cambio climático, disminuir la pérdida de la biodiversidad, son objetivos loables pero lejanos y, además, “si los demás no hacen nada…”. Pero, de pronto, aparece una pandemia como la que actualmente padecemos (por ejemplo). Y todo el mundo entiende la necesidad de mantener la llamada distancia interpersonal, cosa imposible con las aceras que tenemos actualmente. De forma que ampliamos las aceras.
Por ejemplo, La ciudad de Logroño cuenta con un Plan General Municipal aprobado ¡en el año 1985! A pesar de que se haya ido adaptando sobre todo a los cambios legislativos e introducido algunas modificaciones puntuales sorprende que siga vigente después de treinta y cinco años. Además, tampoco consideraba demasiado los temas de movilidad que, últimamente, se suponen críticos en toda planificación física. Pero también tiene aprobado desde el año 2013 un Plan de Movilidad Urbana Sostenible del que se han ido realizando algunas actuaciones (pocas) como la limitación a 30 km/h en la velocidad de dos de las áreas pacificadas propuestas. En estas condiciones y vistos los problemas creados por la COVID19 el Ayuntamiento, con la colaboración de GEA21 e Improvistos, pone en funcionamiento en mayo de 2020 la campaña Calles Abiertas. Estrategia para la movilidad activa en Logroño Covid19.
¿En qué consiste esta estrategia? Ni más ni menos que en una serie de actuaciones que podíamos denominar urbanismo táctico aunque pueda sonar contradictorio. Se trata, según el folleto del propio ayuntamiento, de la “adaptación urgente de nuestras calles durante el alivio del confinamiento”. De “una serie de intervenciones ligeras y rápidas creando un reparto más justo del espacio público de Logroño”. Y de “una campaña de difusión para explicar las actuaciones a vecinos y vecinas”. Como puede observarse, cumple todas las condiciones del llamado urbanismo táctico y, para ello, se apoya en un hecho imprevisto como es el de la pandemia que estamos sufriendo actualmente en todo el mundo. Para ello se empieza por unas actuaciones piloto en las calles Gonzalo de Berceo y Siete Infantes de Lara, con la pretensión de extenderlas a otros lugares de la ciudad. Previo análisis de los resultados obtenidos, por supuesto. Y las medidas a adoptar serán “urgentes, de bajo coste y reversibles”.
Medidas que se pueden agrupar en cinco grandes apartados: red ciclista saludable, red peatonal saludable, áreas pacificadas, mejora de entornos y apoyo al transporte público. Por supuesto, con las necesarias adaptaciones normativas. Para ello se establecen una serie de prioridades de intervención basadas en: importancia de la calle para la movilidad peatonal; cumplimiento de la legislación de accesibilidad; comparación de la sección peatonal con la requerida para el distanciamiento interpersonal; distribución de la sección entre las aceras, los aparcamientos y la calzada; capacidad de estimular la actividad económica (terrazas, comercios) y la habitabilidad; y también el encaje en proyectos y planes previos. Así, por ejemplo, se estudia la anchura de las aceras y su relación con la distancia interpersonal o el cumplimiento de la legislación sobre accesibilidad y, con todo ello, se hace una propuesta de actuaciones concretas.
Actuaciones con el criterio, como ya se ha dicho, de que sean de bajo coste y reversibles. Así, de las dos actuaciones piloto a que me refería anteriormente, la de la calle Gonzalo de Berceo consistió en reducir la anchura de los carriles destinados a los coches calmando el tráfico. Además, según los tramos, se dejan algunos aparcamientos y otros se reconvierten para situar los contenedores y habilitar espacio para destinarlos a personas con movilidad reducida. En la calle Siete Infantes de Lara, muy utilizada para caminar entre La Cava y el centro, se ha actuado de forma muy parecida ampliando el espacio peatonal reduciendo los aparcamientos en línea. Se pasó de una anchura que en algunos puntos no llegaba a los dos metros y medio, hasta los cinco aumentando la comodidad y haciendo posible mantener la distancia interpersonal.
Pero no se trata solo de estos dos casos. Así, en el barrio Madre de Dios se ha creado un área pacificada que ya estaba prevista en el Plan de Movilidad Sostenible. Pero la disculpa (y la urgencia) de su puesta en marcha ha sido debida a la Covid19. Según la página web del ayuntamiento: “Algunas de las medidas son las ampliaciones de aceras, los recorridos en zig-zag, la creación y señalización de puertas de entrada, la peatonalización de tramos, reordenación de sentidos y la mejora de intersecciones. La propuesta en Madre de Dios mejora la seguridad vial y sanitaria dando facilidades para usos saludables en la calle, como la estancia, el juego, los desplazamientos a pie y en bicicleta. Además, las actuaciones se priorizan en espacios de alto valor convivencial, es decir, lugares donde se producen encuentros y posibles aglomeraciones de personas. Estos espacios son los entornos de destinos cotidianos del barrio, como la biblioteca, colegios, centro de salud y comercios de primera necesidad”. Además, se crea un carril de dos direcciones para bicicletas y se limita la velocidad en el interior a 30 km/h.
De forma análoga a las anteriores se han planteado acciones de este tipo en una serie de calles como las de: Guardia Civil, Republica Argentina, Sagasta, Fundición y Vara del Rey. En general, y según se recoge en diferentes medios de comunicación locales y nacionales, estas actuaciones han tenido un impacto muy positivo en la convivencia y participación de los vecinos y vecinas afectados. Probablemente muchas de ellas serán ya irreversibles como ya ha pasado en otras ciudades donde se han llevado a cabo medidas de este tipo. Según se recoge en elDiario.es de 30 de julio, el concejal de Desarrollo Urbano Sostenible, Jaime Caballero afirma que sería injustificable que el espacio recuperado a los coches para cedérselo a peatones y ciclistas volviera a la situación anterior. Esto que está pasando en Logroño ha pasado también en Pontevedra, en Vitoria o, incluso, en Madrid.
La cuestión del urbanismo táctico podría parecer un tema menor o de escaso interés si lo comparamos en las necesidades previstas en un sistema de planificación estratégica o en el planeamiento urbanístico. Sin embargo, llevar a la práctica la forma de seguir un rumbo determinado requiere de tácticas concretas. Hubo un tiempo (cuando era “más” joven) en el que navegaba a vela y, muchas veces, para llegar a puerto, aunque la dirección a seguir fuera una determinada, según soplara el viento había que tomar otra distinta. Sin objetivo final, sin saber a dónde dirigirnos, era absurdo dar bordada tras bordada. Pero sabiéndolo, no siempre el camino más recto era el adecuado. Es más, según soplara el viento, el camino más recto probablemente sería inadecuado o, sencillamente, imposible de seguir. De forma que, táctica y estratégica son dos caras de la misma moneda. Es evidente la necesidad de conocer la dirección a la que dirigirnos pero, el rumbo concreto en un instante concreto, no tiene porque coincidir. Me temo que, en la situación del planeamiento urbano actual, no se considera nada de esto. Muchas cosas tienen que cambiar. Pero actuaciones como las que propone el urbanismo táctico pueden ayudar bastante a conseguir un cambio que ya es urgencia.
- Nota 1.-Resulta básica la lectura del libro de Mike Lyndon. Sin embargo puede ser algo confusa su consulta. A raíz de la reunión del grupo “Next Generation of New Urbanist”, en Nueva Orleans, se publica un opúsculo (ni tan siquiera aparece el año de edición) titulado Tactical Urbanism: Short-Term Action, Long-Term Change Vol. 1, en el que figura como editor Mike Lydon y como autores Dan Bartman, Ronald Woudstra y Aurash Khawarzad. Parece ser que fue publicado en 2011. Puede leerse y descargar de ISSUU en este enlace. Un año después se publica Tactical Urbanism: Short-Term Action, Long-Term Change Vol. 2, en que aparecen como coeditores Mike Lyndon y Dan Bartman (el primero, además, como autor) y Tony García, Russ Preston y Ronald Woudstra. La publicación se abre con una cita de Jaime Lerner. En este caso si figura la fecha de marzo de 2012. También puede consultarse en ISSUU en este otro enlace. Por último, en el año 2015 la editorial Island Press publica el libro de Mike Lydon y Anthony García titulado Tactical Urbanism: Short-Term Action, Long-Term Change con un prólogo de Andrés Duany.
- Nota 2.- También tiene interés la lectura del libro que cito en el texto de Michel de Certeau. Es de consulta más complicada que el anterior pero tiene ideas de gran interés. Aquellos que puedan, mejor que lean el original en francés: L'invention du quotidien I. Arts de faire. Gallimard, 1990 (1ª edición 1980). La segunda parte: L'Invention du quotidien, 2. Habiter, cuisiner no es enteramente suyo sino que comparte la autoría con Luce Giard y Pierre Mayor. Gallimard, 1994 (1ª edición 1980). Está traducido al español La invención de lo cotidiano, México: Universidad Iberoamericana/ITESO/Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1999. Hay reimpresiones posteriores.
- Nota 3.-Y, por supuesto, la página Logroño Calles Abiertas donde se plantea una estrategia “de adaptación de nuestras calles que persigue un reparto más equilibrado y justo del espacio en la ciudad. Responde también a la lucha contra el cambio climático y su puesta en marcha se ha acelerado debido a la pandemia provocada por la COVID-19”. En ella se pueden encontrar, desde los documentos de la propia estrategia y su resumen hasta el Plan de Movilidad Sostenible de 2013, así como las acciones llevadas a cabo hasta el momento. El enlace es este.