El pasado día 26 de enero de 2023 el Ayuntamiento de Valencia aprobó de forma provisional el Plan Especial del Cabanyal-Canyamelar. A pesar de que no suelo escribir artículos demasiado centrados en el planeamiento, dado el interés que tiene debido al conflicto suscitado entre vecinos y Ayuntamiento, me he decidido a plantear el tema a pesar de las dificultades que conlleva para el lector no especializado. En otros lugares del blog ya se ha aludido al enfrentamiento producido en Valencia por la pretendida prolongación de la Avenida de Blasco Ibáñez hasta llegar al mar, a través del tejido del antiguo pueblo de pescadores del Cabanyal algunos de cuyos elementos tienen una evidente importancia cultural. De ahí el interés por ver la forma en que el planeamiento puede abordar un problema tan complejo.
Como ya señalaba Leticia Alcalde en el artículo del blog titulado “Internet y análisis del paisaje” publicado en febrero de 2016, esta prolongación de la Avenida de Blasco Ibáñez supondría “el desplazamiento de 1200 familias, el derribo de 1651 viviendas integradas en 500 edificios, de los cuales, un centenar estaban catalogados por el PGOU y la modificación de la estructura urbana histórica”. Tras fuertes enfrentamientos entre vecinos, técnicos y políticos, se produce una auténtica guerra, incluso en el frente legal. Llega a intervenir el Ministerio de Cultura del gobierno español que en el año 2009 declara la existencia de expolio y exige la modificación del planeamiento de forma que se salvaguarde y proteja el Patrimonio Cultural en peligro. Por supuesto este solo era una batalla más de la guerra declarada entre las partes. La Generalitat Valenciana interpuso el correspondiente recurso.
Señalar en la imagen para verla más grande artHervas
En el año 2014 el Tribunal Supremo respalda la paralización del Plan Especial de Reforma Interior diciendo que “los casos de expoliación del patrimonio cultural son competencia del Estado”. Y es que la Generalitat alegaba “que la actuación del Estado en esta materia era excepcional y subsidiaria, solo legitimada cuando la comunidad autónoma no actuara en defensa del bien protegido”. Frente a esta interpretación el TS dictamina que “los casos de expoliación del patrimonio cultural, artístico y monumental son una competencia exclusiva atribuida por la Constitución al Estado”. Sin embargo, habría que decir algunas cosas. La primera es que el Ministerio no actuó “de oficio”. Se vio obligado a hacerlo en cumplimiento de una sentencia del TSJ de Madrid y otra del TS ante la demanda de “Salvem el Cabanyal” contra la negativa del Ministerio de Cultura de denunciar al Ayuntamiento y la Generalitat.
El caso es que el plan de la discordia no se ejecutó. Nos encontramos ahora, en marzo de 2023, con un Plan Especial que no deja de despertar mi curiosidad. Catorce años después de la declaración de expolio ¿cómo se han resuelto los principales problemas? El detonante de todo, la prolongación de Blasco Ibáñez, ha quedado ha quedado resuelto en los tribunales. Pero subsisten muchos otros. Según Jorge Hervás en el año 2017, cuando se acomete el nuevo plan: “el Cabanyal languidece, confirmándose, a nivel demográfico una tendencia casi permanente hacia el progresivo envejecimiento y despoblamiento de este distrito, desde los 22.125 habitantes en 1991 hasta los 20.544 en el ejercicio 2016, con una población extranjera de 3.040 habitantes. Asimismo, y a nivel arquitectónico, el Cabanyal incorpora un número aproximado de 11.603 viviendas, con un porcentaje superior al 60% con una antigüedad superior a los 50 años, por lo que el grado de obsolescencia de su parque inmobiliario es manifiesto y preocupante”.
Pienso que lo mejor es preguntar directamente al director del equipo que redactó el Plan, Gerardo Roger Fernández, sobre algunas cuestiones que suscitan mi curiosidad. Es obvio que el Plan habrá desechado la prolongación de la Avenida de Blasco Ibáñez tal y como estaba planteada en el planeamiento anterior. Es decir, pensada como conexión de la ciudad con el mar atravesando todo el tejido del barrio de forma indiscriminada y destruyendo una parte del Patrimonio Cultural, origen de todo el problema. Entonces, ¿de alguna manera se ha pensado alguna alternativa de conexión o, sencillamente, dicha conexión no tenía la importancia que, al principio, se le daba? En realidad, muchos pensaban que dicha prolongación no era más que una operación especulativa que pretendía obtener unos beneficios sustanciosos convirtiendo un barrio de pescadores en otra cosa (inmobiliaria, claro) mucho más rentable.
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Gerardo Roger: Ciertamente el viejo Plan era una distópica operación haussmanniana situada totalmente “fuera del tiempo” que sólo se justificaba por lamentables razones especulativas. De hecho, la ciudad y el mar ya están suficientemente conectadas por tres amplias vías de circulación que satisfacen de sobra esa conexión rodada. Lo fundamental es mejorar el espacio público y tejido urbano existente facilitando la accesibilidad amable de los vecinos al mar optando por una red “en peine” de manera análoga, por ejemplo, a cómo funciona la Baixa de Lisboa sin que la Av. da Liberdade la “destripe”.
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He podido leer en la memoria del Plan Especial que se considera de forma prioritaria la Regeneración y Rehabilitación Urbana de su patrimonio que, ya hemos visto en párrafos anteriores y según lo que dice Jorge Hervás, en un porcentaje superior al 60% cuenta con una antigüedad superior a 50 años. ¿Hasta qué punto se ha tenido esto en cuenta? Experiencias anteriores nos ilustran sobre la necesidad de que la rehabilitación y regeneración del patrimonio construido vaya acompañada, además, de la correspondiente a los elementos urbanos tales como calles, plazas y zonas verdes, ¿también se ha considerado esta cuestión? Y, por último, en relación a la degradación del barrio, las consideraciones económicas son muy importantes, ¿se ha pensado también, por ejemplo, en cómo mejorar el empleo?
Gerardo Roger: La atención a la rehabilitación patrimonial ha sido fundamental en el Plan, pero aportamos y ponemos un espacial énfasis en las medidas de revitalización y reutilización vecinal de sus espacios públicos. Más de un 10 % de toda la superficie viaria rodada del Barrio se transforma en viales de coexistencia que conforman ejes, pasillos verdes y espacios ajardinados de relación que conectan el Barrio con la Playa y a través del Barrio, con la Valencia “posterior”. Asimismo, y sin perjuicio de la atención básica al tejido residencial existente y a los equipamientos y servicios públicos necesarios, se incorporan, en dimensión intencionadamente acotada, usos terciarios, culturales, universitarios (el Barrio linda por el norte con la Universidad Politécnica), comerciales de proximidad y de servicios a la playa con la finalidad de enriquecer el tejido social mediante la creación de nuevos empleos que lo revitalicen.
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Bueno, esperemos que todo esto sea posible. Pero, si de verdad se consigue volver este barrio a la vida existe un peligro que ya se ha detectado en otras ocasiones a pesar de los esfuerzos realizados por evitarlo. La palabra mágica se llama “gentrificación”. Por experiencias llevadas a cabo en otros lugares existe un peligro real de sustitución de la población original del barrio por otra, normalmente de mayor capacidad económica, que se encarga de “ocupar” (en sentido figurado, por supuesto) las áreas regeneradas y rehabilitadas. Esto ha sucedido en ciudades que, incluso, cuentan con procedimientos encaminados a evitarlo como en el caso de Barcelona en las supermanzanas, Madrid en las actuaciones junto al río, y tantas otras ciudades que se han embarcado en procesos de este tipo. ¿Se ha pensado en alguna forma de evitarlo?
Gerardo Roger: Obviamente, evitar la especulación urbanística y la gentrificación, connatural a cualquier operación de regeneración urbana, ha sido vector principal del Plan. De las aproximadamente 1.100 Viviendas de nueva creación que se prevén, alrededor de 900 viviendas se destinan a integrar un Parque Público Permanente de Viviendas en Alquiler Social para realojar a los vecinos que fueron expulsados del Barrio durante “el expolio” ocasionado por el viejo Plan, así como para “acomodar a la baja”, en lo posible, los actuales precios al alza de las viviendas de renta libre, tanto las de nueva construcción como las que procedan de eventuales operaciones de sustitución o de renovación de las preexistentes.
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Recomiendo al lector interesado que busque aquellas cuestiones que le susciten su curiosidad en el enlace que pongo al final de este artículo donde podrá encontrar no sólo la memoria, planos, catálogo y estudio de integración paisajística, sino también una cantidad ingente de información relacionada con los períodos de información pública llevados a cabo tanto desde el punto de vista de las alegaciones como de su subsanación. Y es que, desde mi perspectiva (parcial al no ser valenciano), este plan aborda un conjunto de temas que, sobre todo, relacionados con el Patrimonio Cultural, tienen un gran interés para muchos de los lectores del blog. Pero también otros como los de regeneración y empleo de índole más económica. Por tanto, me gustaría pedirle a Gerardo Roger que destacara algún elemento del que se sienta particularmente orgulloso o que haya sido de difícil resolución.
Gerardo Roger: Aparte de las prioritarias medidas encaminadas a garantizar la rehabilitación patrimonial y a la regeneración y revitalización de sus espacios públicos, el Plan pone un interés preferente y especial en un análisis ciertamente innovador en este tipo de planes, que atiende intencionadamente a sus factores económicos con la finalidad de garantizar razonable y socialmente su viabilidad financiera y urbanística mediante la rigurosa formulación de su Memoria de Viabilidad Económica (“peor que un Plan malo es un Plan que no se cumple” o cuyos resultados “resulten ser socialmente injustos”).
Para ello, aplicando el mandato constitucional de su artículo 47 y para impedir la especulación del suelo, el Plan desciende, rigurosamente, a poner de manifiesto los ingresos y gastos que las previstas cuatro actuaciones urbanizadoras generan, y tras establecer cuidadosamente un beneficio-umbral razonable para la iniciativa privada, aquellas plusvalías que superan ese umbral se publiciten y se reinviertan en la financiación de las actuaciones públicas que el Plan programa para el Barrio (en palabras coloquiales “que el urbanismo pague el urbanismo”). Este es un aspecto del Plan que satisface especialmente a los responsables del equipo redactor y, más en concreto, a su director.
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Espero que el artículo de hoy haya puesto de manifiesto que el planeamiento urbano puede llegar a ser una pieza fundamental en la organización de nuestras ciudades. Aunque en algunos casos (y como he dicho tantas veces) no sea más que “un seguro del inversor inmobiliario”, en otros manifiesta virtudes que deberían ser consideradas con interés. En cualquier caso, independientemente de los aspectos técnicos, en todo plan de urbanismo (sea general, parcial o especial) pueden rastrearse objetivos y estrategias que deberían estar en consonancia con los deseos y expectativas de la población a la que va dirigido. Cosa que no ocurre más que en contadas ocasiones y no solo por el aparato técnico que rodea cualquier plan de urbanismo sino por esconder intenciones no declaradas. Para terminar, solo me queda darle las gracias a Gerardo Roger, que no solo es uno de los profesionales del urbanismo más competentes con los que contamos en este país, sino también un buen amigo de tantos años.
Nota 1.-Toda la documentación de este Plan Especial se puede encontrar en este enlace del Ayuntamiento de Valencia.
Nota 2.-En el artículo también aparece citado el trabajo de Jorge Hervás Más titulado “El barrio del Cabanyal-Canyameral de Valencia: historia y futuro” publicado en la revista Ciudad y Territorio – Estudios Territoriales 191 de 2017, donde se puede encontrar bastante información, sobre todo de la evolución histórica del barrio.