sábado, 17 de noviembre de 2007

Reivindicación del color

Cuando a un alumno de segundo de carrera se le ofrece casi total libertad para rediseñar una plaza en un lugar que ha estado estudiando a lo largo del semestre, las probabilidades de que obtengamos una plaza plana, horizontal, gris, con árboles de hoja caduca debajo de los cuales se instalan los bancos, alguna lámina de agua situada en un lugar donde generalmente interrumpe el paso y la zona de juegos perfectamente rectangular y situada en un área descampada, son muy altas. Por supuesto que el 90% de los alumnos de arquitectura “se inspiran” en proyectos que han visto en revistas y en otros lugares. Esa parte entra en la dinámica del aprendizaje y la mayor parte de los profesores conocen perfectamente la procedencia de su inspiración. La pregunta sería: ¿en qué proyectos “se inspiran”? Es decir, ¿qué buscan? Es raro encontrar que alguno se sienta tentado por buscar imágenes basadas en el color. Generalmente el resultado es gris, gris, pero muy gris. Como máximo alguno se atreve con el verde de los árboles. Por eso sorprende el trabajo que voy a intentar exponer a continuación para el que la autora ha procurado buscar referencias basadas en el color.


A mí, particularmente, tampoco me importa que parte del trabajo sea reciclado de otros ejercicios o proyectos. En realidad todos lo hacemos y nos copiamos a nosotros mismos muchas veces y esto sirve para ir creando un camino. La cuestión está en cómo el alumno va siendo capaz de construir su propia iconografía, su mundo. De cómo va introduciendo variaciones sobre aquellos temas que considera están bien y como va descartando otros. Es verdaderamente un privilegio observar como se va haciendo a si mismo. La misión del que enseña, en este complicado camino que hace el alumno, a veces es anecdótica y otras crucial, pero siempre debería limitarse a ser una ayuda. El discípulo disciplinado cuyo único objetivo es interiorizar la experiencia del maestro podrá llegar a ser un buen artesano (lo que no es poco), pero raras veces será capaz de encontrar caminos nuevos. La marca puede llegar a ser demasiado profunda, demoledora. Por eso en las disciplinas artísticas, como la música o la pintura, no siempre los genios, los artistas, son los mejores maestros.


Viene todo esto a cuento del recuerdo de determinado “maestro” (cuyo nombre prefiero no mencionar), magnífico arquitecto, que literalmente pulverizó a un grupo entero de alumnos, entre los que me encontraba, imprimiéndonos a fuego su particular visión de las cosas. Entre ellas, el hecho de que el color era algo insano e impropio de la verdadera arquitectura (ni que decir que la ciudad ni la mencionaba) que debía de centrarse en la proporción, el espacio y la forma. Incluso en un alarde de prodigalidad llegó a admitir la textura (supongo que por aquello de la archi-textura) como algo no deleznable. El color era, simplemente, algo que tenía que ver con los decoradores, seres de una estirpe inferior, por supuesto. Que conste que era un arquitecto extraordinario pero lo mejor que podía haber hecho era no hablar de arquitectura y, desde luego, abandonar la enseñanza, no por sus opiniones, tan respetables como las de cualquiera (aunque él no solía respetar a los demás), sino sencillamente por su pretensión de que todos fuéramos clones suyos.

Pinchando en las secciones se pueden ver a mayor tamaño

A lo mejor por esto mismo me ha quedado una cierta querencia por el color y he decidido traer aquí este ejercicio que ha buscado su inspiración en lugares no tan habituales y ha procurado huir del formato "blanco y negro" tan corriente (probablemente derivado de las tradicionales dificultades, antes técnicas y ahora económicas, de introducir el color en las revistas de arquitectura). Esta "inspiración" basada en las revistas tiene sus ventajas pero también crea problemas en el aprendizaje y este del color es uno. Por eso siempre resulta interesante presentar proyectos cuya selección de fuentes de información es diferente, como este basado en colinas con diferentes tipos de flores. En la publicación de donde está extraída la idea, y en una parte del ejercicio no reproducida, se incluyen los nombre de las especies, la evolución a lo largo de los meses del año e incluso la condiciones bioclimáticas. Es una pena que en este caso sea muy complicado que pueda verse el resultado en condiciones con el formato de blog. Pero voy a intentarlo. Lo siento Adela, pero no he conseguido reproducir mejor los dibujos. Comprendo que los colores están algo saturados, que las líneas se han roto, y he tenido que borrar casi todas las explicaciones porque no se veían al reproducirlas pero estoy seguro que los que lean esta entrada se darán cuenta que tu trabajo se sale de forma muy positiva de la mediocridad. El ejercicio corresponde al taller de Introducción al Urbanismo del semestre de primavera del año pasado que en la Escuela de Arquitectura de la Politécnica de Madrid se imparte en el segundo año, y su autora es Adela González Casero.


He preferido incluir el croquis de la planta en lugar de la planta a escala porque se veía francamente mal en la reproducción al tamaño admitido por el blog. Por desgracia las secciones tampoco se ven demasiado bien (aunque pinchando en la imagen pueden verse a un tamaño algo mayor), pero por lo menos los dibujos sí. Una parte importante del color se produce por colinas de flores de diferentes tipos. Se supone que, tanto el diseño de las plantaciones, que parece cambiante, como el mantenimiento, forman parte de las actividades de los vecinos. Entresaco, en cursiva, algunas frases extraídas del trabajo. Unas pertenecen a la propia autora y todas, en cualquier caso, parece que las suscribe enteramente.


La plaza actual se encuentra supeditada al automóvil y a la configuración de los edificios existentes. Por tanto estamos ante un espacio residual, que ha perdido su función de espacio público de interacción ciudadana. Los viales que configuran la plaza no actúan como tales sino que podemos decir que lo hacen como verdaderos acumuladores – contenedores de automóviles, privando al verdadero ciudadano, del espacio. En la propuesta se trata de devolver al hombre la ciudad ya que hemos perdido el espacio público para el ciudadano y se lo hemos cedido al automóvil.



El espacio público es un espacio de todos, que debe funcionar como soporte para múltiples actividades y acontecimientos. Mi propuesta trata de compensar la falta total de actividad. Busco un lugar para la gente, cuya forma venga definida por la propia actividad en cada momento. La nueva programación surge de lo cotidiano y definida por actividades que no estén orientadas a un único uso.


A través de las especies vegetales utilizadas se busca establecer un control del confort medio ambiental que se produce en la plaza. El paisaje, asociado con la idea de resolución, solo adquiere sentido al asociar una densidad adecuada de vegetación. Esta se ubica en distintas colinas y macetas de diferentes dimensiones que serán gestionadas con la colaboración vecinal. Aparecen, por tanto, diferentes formas de agrupación de masas vegetales, según como se quiera modificar el soleamiento. Además de los vegetales se cuenta, para el control del soleamiento, con una serie de parasoles móviles que permiten modificar las condiciones ambientales según las necesidades.