A principio de Junio estuve en el jurado de los premios Rey Jaime I en Valencia. La modalidad que me correspondió fue la de Urbanismo, Paisaje y Sostenibilidad (si hubieran incluido también territorio se correspondería exactamente con el enunciado de temas de este blog con lo que se parece anunciar una cierta convergencia de estas materias). No os voy a contar las deliberaciones del jurado que requieren una cierta discreción. Pero, de forma general, si puedo deciros que todavía esta integración entre Urbanismo, Paisaje y Sostenibilidad está lejos de conseguirse aunque se van dando las condiciones. Los cuatro primeros premios de esta área han correspondido otros años a urbanistas digamos “puros” escasamente contaminados por temas de paisaje y sostenibilidad (El primero se le concedió a Fernando de Terán con el que estoy preparando una entrevista para un próximo artículo. Por cierto en el blog de “stephen y barno” me han hecho una entrevista bastante larga, si os apetece podéis leerla aquí).
El que nosotros fallamos este año correspondió a Joan Nogué Font, geógrafo, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Girona y Director del Observatori del Paisatge de Catalunya. Es decir, que se adjudicó a una persona de reconocido prestigio en el ámbito del paisaje. Esperemos que, poco a poco, podamos seguir encontrando perfiles que indiquen una cierta integración de estos temas, no tan alejados entre sí unos de otros.
Para mí tuvo un interés adicional el reencontrarme (en algunos casos y conocer en otros) en el jurado con prestigiosos profesionales y estudiosos de esta área. Como son muchos, quince en total, sólo me gustaría destacar a los más conocidos sencillamente para daros una idea de las personas tan importantes que lo componían (excepto mi caso, por supuesto). Estaban entre otros: Emilio Casinello, director del Centro Internacional de Toledo para la Paz; Juan Castillo, hasta unos días antes decano del Colegio de Arquitectos de la Comunidad Valenciada; Mario Gaviria, profesor de sociología de la Universidad Pública Navarra; Sir Peter Hall, Bartlett School of Arquitecture and Planning, University College London; Juan López de Uralde, director de Greenpeace España; también Carl Steinitz, Research Professor of Landscape Architecture an Planning, Harvard University. Para mí supuso un interés especial reencontrarme con Sir Peter Hall, o conocer a Carl Steinitz (con quien tengo alumnos estudiando con él) y a Mario Gaviria que, por esas cosas de la vida todavía no conocía personalmente.
Uno de los miembros del jurado que no he mencionado hasta ahora porque le voy a dedicar más espacio, es Arancha Muñoz-Criado, Directora General de Paisaje de la Consellería de Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana. Independientemente del cargo político que ostenta desde el año 2007, Arancha es básicamente una técnica de prestigio formada en Pamplona como arquitecta y en Harvard en Arquitectura del Paisaje. Me regaló dos libros. La versión preliminar para la consulta y participación pública del Plan de Acción Territorial de Protección de la Huerta de Valencia (que conocía en parte), y La nueva política de paisaje de la Comunitat Valenciana (que desconocía totalmente). Ya os había dicho en artículos anteriores que, a raíz de la ratificación por España del Convenio Europeo del Paisaje las Comunidades Autónomas empezaban a tomar posiciones. Una de las que lo está haciendo, incluso antes de la propia ratificación ha sido la Comunidad Valenciana.
Después del artículo sobre la huerta de Las Fuentes en Zaragoza ya os podéis imaginar que una de mis preocupaciones actuales es el tema de la agricultura en las franjas periurbanas. Este tema, hasta ahora sin respuesta tanto por parte de los urbanistas como de los especialistas en medio natural (no es ciudad ni es naturaleza pura), pienso que, en algunos lugares, es clave en términos de sostenibilidad y paisajísticos. Por supuesto que el tema de la huerta valenciana debería ser paradigmático en este aspecto. Por eso ya había leído en parte este Plan de Acción Territorial de la Huerta de Valencia. Durante muchos siglos, desde la época árabe hubo un equilibro entre ciudad y huerta que se rompió a mediados del siglo XIX. Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XX cuando se empezó a producir una verdadera disminución de las zonas de huerta a favor de la urbanización. Esta cementación del suelo fértil ha sido un verdadero drama que los políticos, hasta ahora, no han sabido (o no han querido) detener. El problema se ha denunciado en muchas instancias, incluso europeas, con respuestas contundentes sobre la necesidad de conservación. Por ejemplo, según el informe Dobris, de la Agencia Europea del Medio Ambiente publicado en el año 1998 sólo quedan seis espacios de huerta mediterránea en Europa. Sin embargo, parece complicada su conservación. A mediados del siglo pasado sólo había desaparecido el 10% de la huerta histórica, pero en el año 2006 esta desaparición había llegado el 30% (página 18 de la versión preliminar del Plan). Bien, no voy a decir más porque el tema político no es el que voy a tratar en este articulo.
Este libro sobre el Plan de Acción Territorial de Protección de la huerta de Valencia cuya dirección y coordinación corresponde a Arancha está estructurado en cuatro apartados: El área metropolitana de Valencia, una oportunidad histórica; la huerta histórica de Valencia; la evolución reciente de la huerta; y el Plan de Acción Territorial. Además cuenta con dos anexos: uno sobre el plan de participación pública y otro sobre el contenido del Plan en su versión preliminar. Independientemente de que os recomiendo la lectura del libro me gustaría comentaros algunas cosas sobre el tercer apartado: la evolución reciente de la huerta, porque incluye algunas cuestiones que no son sólo de aplicación a la huerta valenciana sino a la mayor parte de las huertas en franjas periurbanas. Como siempre voy a reproducir párrafos enteros del libro sin ponerlo en cursiva para facilitar la lectura aunque los entrecomillaré. Las imágenes están extraídas también de ambos libros.
El primer problema denunciado es el de la falta de eficiencia del riego y la mala calidad de las aguas. El sistema, magníficamente diseñado en la época islámica entró en quiebra a mediados del siglo XIX cuando la economía urbana se empezó a desvincular de la actividad agraria. Pero el desarrollo industrial posterior a la época de los años sesenta del pasado siglo rompió de forma abrupta el delicado equilibrio establecido. “En primer lugar, los vertidos de aguas residuales sobre la red de riego han afectado negativamente a la calidad ambiental de la Huerta y los ecosistemas asociados. Posteriormente, los caudales aliviados por la red de riego sobre el sistema de saneamiento urbano están causando problemas en dicha red y en sus plantas de depuración”. Después de un análisis de problema se llega a la conclusión de que “para el futuro de la Huerta resulta claro que no se pueden mantener los criterios de reparto basados en los derechos históricos porque llevan al sistema a una grave ineficiencia hídrica. Son las acequias que más han sufrido la reducción de su superficie en riego por la urbanización las que precisan intervenciones más radicales, tanto en su infraestructura como en su gestión”.
El segundo, en el que ya sabéis que llevo trabajando bastantes años, es la fragmentación debida a las infraestructuras y el deterioro del borde urbano. Este apartado está claramente poco estudiado aunque se afirman algunas cosas interesantes, pero sin establecer conclusiones (el propio enunciado es la conclusión) ni líneas de acción aunque algunas propuestas si se hacen luego en el propio Plan. “La situación a principios de los años ochenta había generado un crecimiento urbano en la ciudad de Valencia ligado a sus ejes de comunicación, que dejaba espacios de huerta fragmentados y confinados. El borde urbano en estos lugares presentaba una forma aserrada y algunas calles terminaban en la Huerta. Sin embargo, dos décadas más tarde, se invierte el modelo y el borde con la Huerta queda definido por grandes infraestructuras de comunicación”.
Los siguientes apartados se refieren al abandono de la actividad agrícola y del patrimonio cultural con el colofón del deterioro del paisaje visual de la huerta. Respecto al abandono de la actividad agrícola, que desde mi punto de vista es la clave de todo el problema, se denuncia la dificultad de mantenerla y se proponen como soluciones: la necesidad de reducir los costes unitarios, la necesidad de reconquistar la ciudad como mercado natural y la de reformar los sistemas de distribución. Casi lo mismo que proponía en el articulo sobre la huerta de Las Fuentes en Zaragoza. Pero es que hay pocas alternativas más. Se concluye con la necesidad de redactar un Plan Agrícola Especial. Por supuesto que el abandono del patrimonio cultural, que en este caso es la huerta, está directamente ligado al abandono de la actividad agrícola. Respecto la deterioro del paisaje visual, también ligado a los dos anteriores se señalan como afecciones: la expansión de la ciudad sobre terrenos de la huerta; la construcción de infraestructuras en la huerta; los tendidos telefónicos y eléctricos; las construcciones no tradicionales; los carteles y anuncios; el abandono de los campos y el abandono de las residencias tradicionales de la huerta.
Respecto al propio Plan me gustaría hablaros un poco de la Estrategia 2: Fórmulas sostenibles de gestión y financiación de la actividad agrícola. Pienso que es un tema muy importante y cualquier idea o aportación debe ser bienvenida. En la página 81, al comienzo del capitulo se dice que “las propuestas deben estar basadas en la mejora de la eficiencia económica de la producción agrícola y, en la medida de lo posible, en la internalización por parte de las zonas urbanas de parte de los costes ambientales que implican proteger el espacio abierto de la Huerta, ya que esta constituye un factor de mejora de la calidad de vida tanto de los municipios de la Huerta como de la propia ciudad de Valencia”. Por fin el reconocimiento en un documento público de la necesidad de que la sociedad asuma parte de los costes de la protección de la agricultura como elemento que mejora la calidad de vida de los habitantes de las ciudades de las que constituyen su franja periurbana. No he visto cómo se pretende hacer esto. En realidad se desvía el problema a la redacción de un Plan Agrícola. Pero, por lo menos el reconocimiento está ahí. También la mejora del rendimiento agrícola. Más adelante se habla también de la posibilidad de obtener rentas complementarias procedentes de la actividad recreativa y turística, de los fondos europeos destinados a la agricultura y la agricultura periurbana, así como de la Generalitat y de Fundaciones privadas. Para ello se necesita la creación de un Ente Gestor que aparece bastante desarrollado en el informe.
El segundo documento que me regaló Arancha Muñoz se titula La nueva política de Paisaje de la Comunitat Valenciana que, debo reconocer, desconocía hasta su existencia. En mi descargo he de decir que no tiene ISBN, ni depósito legal ni año de publicación por lo que no puede estrictamente definirse como libro, y el acceso a un documento de este tipo es mucho más complicado. Sin embargo, desde mi punto de vista, es de altísimo interés. Consta de dos partes. La primera se llama “Estudio del paisaje visual de la Comunitat Valenciana” y el segundo “Programas y actuaciones en marcha 2008-2011”. Me interesa particularmente la primera parte que utilizaré el próximo curso como material para mis alumnos de “Paisaje y Territorio” de la Escuela de Arquitectura de Madrid.
Se trata de un estudio dirigido por Arancha Muñoz y Carl Steinitz. La metodología se basa en la desarrollada en los años sesenta por el Departamento de Planificación Ecológica del Paisaje de la Universidad de Harvard. Lo traigo aquí por dos razones principales. En primer lugar por lo que implica de proceso de participación ciudadana. Y en segundo lugar por su claridad metodológica que lo hace idóneo para explicarlo tanto a cualquier persona como a un estudiante de paisaje ya más especializado en el tema. Este proceso metodológico se desarrollo en siete fases: división de la Comunitat Valenciana en ocho zonas de trabajo; realización de 5.000 fotografías de los paisajes valencianos; selección de los encuestados, perfiles socioeconómicos; realización de 900 encuestas; determinación de los factores de preferencia visual; tratamiento y validación estadística de los datos y extracción de resultados. “Los resultados obtenidos identifican cuales son los paisajes más y menos valorados por la población, así como la imagen de la Comunitat Valenciana que se desea para el futuro”.
Voy a tratar de explicar un poco cada uno de los apartados. En primer lugar, dado el gran tamaño de la Comunidad Valenciana fue necesario dividir el territorio en zonas de trabajo. Esto se hizo mediante criterios “de proximidad geográfica, topografía y densidad de población, utilizando la división administrativa en provincias y comarcas como referencia”. A cada zona se asignó un equipo de trabajo de tres personas (residentes en la Comunidad y con escasa o nula experiencia en estos temas) cuya misión era recorrer las carreteras más transitadas y los itinerarios de alto valor escénico tomando fotografías de los paisajes que veían “evitando centrar su atención únicamente en elementos o escenas notables, ya fuera por su muy alto o por su muy bajo valor estético. El objetivo era que las fotografías recogiesen los principales tipos de paisajes y usos del suelo presentes en cada zona”. Estos equipos realizaron 4.800 fotos de las que se seleccionaron unas 60 (de cada una de las ocho zonas) para la encuesta. De estas 60 fotos, 44 eran específicas de la zona y 16 comunes a todas.
Para la realización de las encuestas se recurrió a los datos del Instituto Valenciano de Estadística y de la Consellería de Turismo. Dado que la muestra tenía que ser representativa se partió de una población de 5.016.348 habitantes (año 2008) y de 22.698.870 turistas (año 2006) de los que el 24% eran extranjeros y el 76% nacionales. Se aumentó el porcentaje de encuestas en algunos sectores profesionales como el de los agricultores dada su relación directa con la gestión de grandes extensiones del territorio. Las 900 encuestas que, en total, se realizaron, incluían tres tareas a realizar por cada encuestado: ordenar las 60 fotos de su zona por orden de preferencia agrupándolas en cinco categorías: desde paisajes muy valorados hasta los muy pocos valorados; además deberían seleccionar las seis fotos que representaran mejor el paisaje actual de la Comunidad; y las seis que les gustaría que representasen dentro de 20 años dicho paisaje.
Luego se identificaron “los factores que podrían explicar la preferencia visual de los residentes y visitantes de la Comunidad”. Estos factores se definieron claramente y se clasificaron en una escala del 1 al 5 desde la preferencia visual muy baja (1) hasta la máxima (5). “El elevado número de participantes en esta fase y su distinta procedencia geográfica, formación, género y edad permitieron generar un listado con 22 posibles factores explicativos de las preferencias visuales”. Del total de 22 factores se eliminaron aquellos que no resultaban de aplicación a las condiciones específicas del trabajo. De forma que quedaron, en realidad, reducidos a trece: carácter tradicional de la arquitectura; carácter natural del paisaje; presencia de vegetación; diversidad de la vegetación natural; hitos visuales artificiales; densidad del espacio urbanizado; carácter costero; vistas a masas de agua dulce; uso del suelo; caos y orden; profundidad visual; horizontalidad; y productividad del paisaje. El paso siguiente sería el valorar la aplicabilidad de cada uno de estos factores a las fotografías encuestadas.
Por último se procedió al tratamiento y validación estadística de los resultados. “El tratamiento estadístico de los datos fue realizado en la universidad de Harvard y permitió determinar cuales de los posibles factores explicativos de la preferencia visual inicialmente contemplados eran estadísticamente significativos en cada zona de trabajo, y en qué medida explicaban la preferencia visual para poder introducir los datos en el SIG y poder realizar el mapa de preferencia visual”. También se estudiaron las preferencias en función de grupos y segmentos de población mediante análisis de correlación, pero no se observaron diferencia significativas “según género, edad, tipo de presencia (residente o visitante) ni zona de la Comunitat Valenciana. Por ello es posible definir un plano de preferencia visual y una política de Paisaje común para toda la Comunitat Valenciana con la que la gran mayoría de la población se sienta identificada”.
El resultado fue un listado con los paisajes más valorados (sólo voy a incluir cinco de los diez como ejemplo):
- Vistas al mar, a ríos y a láminas extensas de agua.
- Pueblos compactos y de reducidas dimensiones, situados en relieves montañosos con paisaje predominantemente forestal y presencia de paisaje agrícola en torno a los pueblos.
- Relieves abruptos en un paisaje predominantemente forestal y sin construcciones.
- Paisajes rurales extensos con presencia puntual de construcciones de carácter tradicional (huerta, cereales, cítricos, viñedos) o núcleos urbanos compactos y bancales con frutales de secano o cultivos herbáceos.
- Playas de arena con palmeras y vegetación dunar.
Los cinco menos valorados fueron los siguientes:
- Polígonos industriales sin vegetación y con presencia evidente de vehículos aparcados.
- Estructuras urbanas continuas o conurbaciones sin espacios verdes diferenciadores de la personalidad de los núcleos urbanos.
- Residencial de adosados en laderas de montaña.
- Accesos a núcleos urbanos con naves industriales y comerciales, sin orden, con vallas publicitarias y sin vegetación.
- Postes de líneas eléctricas en primer plano o plano medio y en paisajes llanos.
Respecto a la encuesta de las seis fotos sobre la imagen actual y la deseada estos fueron los resultados. Imagen actual:
- Estructuras urbanas continuas o conurbaciones sin espacios verdes diferenciadores de la personalidad de los núcleos urbanos.
- Urbanizaciones de media y baja densidad en la costa con tejidos urbanos dispersos y con edificaciones repetidas y banales.
- Nuevos complejos culturales y recreativos con arquitectura de vanguardia.
- Puertos deportivos en zonas litorales montañosas.
- Humedales y marjales extensos.
- Núcleos urbanos antiguos en posición topográfica elevada con agricultura en su entorno.
Imagen deseada:
- Humedales y marjales extensos.
- Pueblos compactos tradicionales en zonas montañosas y agrícolas.
- Paisaje forestal con formaciones de relieve abruptas y singulares.
- Núcleos urbanos rodeados de su paisaje agrícola: naranjos, huerta, bancales de secano.
- Puertos deportivos en zonas urbanas.
- Nuevos complejos culturales y recreativos con zonas verdes.
En definitiva “A la población de la Comunitat Valenciana le gustaría que los paisajes del agua, de la naturaleza, de las ciudades con paisajes urbanos de calidad y los pueblos con encanto, fueran la imagen futura de la Comunitat Valenciana”. Con ello ya fue posible realizar el mapa de preferencia visual.
He transcrito en los dos últimos párrafos datos concretos por dos razones. La primera para insinuar que, probablemente, el 80% de la población española (no sólo la valenciana) suscribiría estos datos. Y la segunda para afirmar que la imagen deseada para su paisaje por los valencianos coincide casi punto por punto con una imagen de sostenibilidad. Quiero decir que la mayor parte (por no decir todos) de los puntos reseñados podrían constituir las bases de un territorio más sostenible. Siempre he sospechado que los paisajes más valorados por la gente coinciden apreciablemente con los territorios organizados de la forma más sostenible. Tendría que hacer un estudio más detenido pero pienso que este trabajo lo insinúa claramente. De forma que acabo como he empezado: la convergencia entre urbanismo, territorio, paisaje y sostenibilidad está mucho más cercana de lo que parece y debería confluir en algún instrumento de planeamiento (el planeamiento del siglo XXI) que integrara a las cuatro. Y propondría a los responsables de los premios Rey Jaime I que el próximo año incluyeran también el epígrafe de territorio de forma que se sume a los de urbanismo, paisaje y sostenibilidad.