Calle del barrio de Lavapiés en Madrid patriciocoronado
Para ello he elegido el trabajo de uno de mis alumnos del máster que impartimos en nuestro departamento. Se llama Roberto Cilleros y su investigación fue dirigida por Fernando Roch uno de mis compañeros de trabajo que mejor conoce el barrio. Roberto es sociólogo y, por tanto, tiene un punto de vista distinto al de un arquitecto o un ingeniero. Ya sabéis que son precisamente las otras miradas sobre la ciudad las que, para mí, tienen un interés adicional. Siempre me ha parecido que ver el mismo objeto desde diferentes perspectivas es una de las cosas que más enriquecen el conocimiento. Además, metodológicamente, el hecho de que se utilice una técnica (la de la entrevista) bastante ajena a los trabajos más cuantitativos, le confiere un interés adicional. Interés al que se suma el hecho de que Roberto analiza unos acontecimientos en los que ha participado activamente. Esta forma no canónica de enfocar un trabajo de investigación no está exenta de críticas ni de riesgos, pero por eso me apetecía traerlo aquí.
Economía alternativa en Lavapiés elpaseodejane
Los lectores asiduos ya lo saben, he destrozado el artículo de Roberto para poder acomodarlo blog. Si alguien tiene interés en leerlo en un formato más académico y en su versión original probablemente se publicará pronto en la revista del departamento Territorios en Formación. Las citas sin indicar procedencia son transcripciones de las entrevistas en profundidad realizadas. Todas las imágenes (menos las dos que se reproducen del trabajo) son exclusiva responsabilidad mía. Roberto no tiene culpa ni de su elección ni de su reproducción.
El papel de Lavapiés en el activismo madrileño
Autor: Roberto Cilleros
Este trabajo no pretende más que realizar un análisis del papel que tiene Lavapiés en el activismo social y político madrileño actual. Mi posición, ligada tanto al barrio como al activismo, es en gran parte la principal motivación y el punto de partida de este estudio. Desde un punto de partida ligado a la experiencia personal, he llevado a cabo una investigación que ha utilizado principalmente dos enfoques: una exhaustiva revisión documental y bibliográfica –artículos en prensa, archivos web, vídeo reportajes, documentales audiovisuales, etc.– en torno al tema, y un acercamiento cualitativo a los relatos de los activistas a través de entrevistas en profundidad. De esta forma, se plantea el interrogante de por qué el barrio de Lavapiés parece tener un papel fundamental en el activismo madrileño, en los ciclos de movilización, y en fenómenos contra-hegemónicos como Podemos o Ahora Madrid.
El método utilizado
La aparición y/o emergencia de campos de investigación de alta complejidad analítica y discursiva reclamaba la atención sobre la necesidad de usar dispositivos de investigación alternativos que se centrarán en aspectos comunicativos de la realidad donde, según Luis Enrique Alonso, “la palabra es vector principal de una experiencia personalizada, biográfica e intransferible”. La entrevista cualitativa surge como técnica que puede aprehender dimensiones demasiado complejas de la realidad, como las ligadas a la acción colectiva, los movimientos sociales o las propuestas de emancipación y contra-hegemónicas. Se enfoca aquí la entrevista en profundidad como una conversación entre iguales, aunque esta supuesta igualdad entre investigador-entrevistado sea puesta en duda por autores tan reconocidos como Pierre Bourdieu. En este trabajo se ha optado por entrevistas diseñadas en profundidad para cada entrevistado donde el objetivo es asegurar que las preguntas tengan el sentido apropiado.
Lavapiés en marcha acsur
Cabe señalar aquí que he participado en movimientos sociales y políticos desde hace ya tres lustros. Los diez primeros años en Salamanca ligados al movimiento estudiantil: las movilizaciones anti-LOU, anti-LOCE y contra la guerra; y las movilizaciones contra Bolonia. Luego me mudé a Madrid en pleno post-15M, en octubre de 2011. En esta época, he tenido un contacto bastante intenso con activistas y militantes políticos. Además he acabado viviendo en el barrio de Lavapiés. Con esto, simplemente pretendo exponer que gran parte de los conocimientos que dieron lugar a mi interés por este tema procedían de mi experiencia vital. Lejos de desechar todo este conocimiento experiencial acumulado, he intentado ponerlo bajo vigilancia epistemológica, para que pudiera constituir una herramienta más del trabajo. En definitiva, la propuesta metodológica de esta investigación del activismo madrileño y su relación con el céntrico barrio de Lavapiés, surge de la de la triangulación entre: revisión bibliográfica y documental, entrevistas en profundidad, y observación participante.
El barrio de Lavapiés
El origen de Lavapiés está en los arrabales, en las zonas extramuros del Madrid medieval. Así, autores como Bahamonde y Otero, exponen que en la época de los Reyes Católicos Lavapiés era un arrabal en torno a lo que actualmente son las plazas de la Cebada y Tirso de Molina, donde se concentraba la mayor parte de población judía de la zona. Cuando son expulsados los judíos y árabes el barrio empieza a ser un receptor de inmigración interna, especialmente andaluza, y la mezcla con la población autóctona del lugar daría lugar a lo que se conocería después como “manolería”, o a lo que Armando Vázquez ha llamado “el arquetipo social del Madrid castizo”. De esta forma, nos encontraríamos con una curiosa contradicción del significado de “castizo” como algo “puro” frente a la realidad de Lavapiés caracterizada por su mezcla a lo largo de los siglos entre inmigrantes del interior y autóctonos.
Aquel Lavapiés castizo uolala
Según Mayte Gómez en su artículo “El barrio de Lavapiés, laboratorio de interculturalidad”, el proceso por el cual se ha llegado a denominar “castizo” a este barrio madrileño forjado por distintas oleadas de inmigración es un ejemplo más del proceso de asimilación a través del cual se ha construido la capital del país, proceso que para la autora sería una especie de melting pot a la madrileña. ¿Pero cómo es el barrio en la actualidad? Dice esta autora refiriéndose a los grupos existentes: “En primer lugar, están los inmigrantes nacionales y sus descendientes, una población ya envejecida a la que todo el mundo –incluso ellos mismos- conoce como «los vecinos de toda la vida». En segundo lugar se encuentran los «nuevos vecinos», inmigrantes internacionales que empezaron a llegar a Lavapiés en los años sesenta y setenta, y pero que protagonizaron un auténtico boom migratorio alrededor de 1995, hasta llegar a ser hoy día casi la mitad de la población del barrio. Esta segunda ola de inmigración trajo nuevos ingredientes que marcaron Lavapiés con renovados aires de marginalidad, pues muchos de estos inmigrantes se encuentran en el país de manera irregular e intentando también dejar su huella en un lugar ya de por sí cargado de connotaciones culturales muy poderosas”.
Plaza de Lavapiés en los 80, sala Olimpia lacasaenlavapies
Además, habría un tercer grupo formado por una nutrida comunidad de activistas, cuyas ideologías y prácticas socio-políticas transcurren al margen del sistema. Y en cuarto lugar, estarían los “novísimos vecinos” o “nuevos colonos”, que sería una nueva población de ciudadanos de clase media relativamente joven que llega al barrio atraída por el mito de una zona céntrica que es “castiza”, “progre” y “multicultural”. Una cuestión fundamental para entender el barrio y su diversidad social y cultural, es que en el parque de viviendas de Lavapiés existe un gran número que son pequeñas y están en malas condiciones de habitabilidad. Ese parque de infraviviendas es el que ha permitido en gran medida la llegada en distintas oleadas de inmigración al barrio, es decir, esta gran cantidad de pequeñas viviendas en el centro de la ciudad en malas o pésimas condiciones, son las que han permitido en distintos momentos el asentamiento de la población proveniente de diferentes oleadas migratorias.
Verano de 1928, una corrala en Lavapiés caminandomadrid
Es decir, desde este estudio se parte de la premisa que el origen de la variedad social del barrio y de la fuerte presencia de inmigrantes está ligado a la existencia de ese parque de infraviviendas. Y que esto, a su vez, ha dotado al barrio de un carácter específico: primero el de la “manolería” como fruto del encuentro entre viejos moradores e inmigrantes del interior del país; segundo el de la “multiculturalidad” actual del barrio, como fruto del encuentro entre poblaciones de diferentes países y la cultura propia de Lavapiés. Pero además, habría que mencionar, según las investigaciones de autores como Fernando Roch, lo que serían los dos tipos de parcelario más comunes en el barrio: las corralas por un lado, y el entramado de escaleras y patios interiores por otro. Algo, que podemos ver en el ejemplo de abajo, en el que se muestran dos viviendas de la calle Salitre, siendo la de la izquierda una corrala típica y la de la derecha un edificio alargado de varios patios interiores que aprovecha al máximo las posibilidades.
Viviendas en la calle Salitre imagen del trabajo
A partir de ahora trataré de realizar un análisis del discurso y de los relatos de los activistas partiendo de las entrevistas en profundidad realizadas. No pretendía conseguir una muestra representativa del activismo, sino que el grupo de entrevistados y entrevistadas incluyera perfiles diversos: entorno Podemos, entorno IU, movimiento okupa, 15M, espacios político-culturales, etc. Además, también buscaba perfiles variados en cuanto al género, relevancia dentro del activismo madrileño, momentos de movilización vividos, y en menor medida el aspecto generacional. En todo momento, se ha tenido presente conseguir perfiles variados en cuanto a su relación con el barrio: gente que viva lejos del barrio, que vivieran lejos y ahora vivan en el barrio, que lleven años viviendo en el barrio, etc.
Desalojos y okupaciones
Una de las cuestiones más destacadas que se han observado está relacionada con las distintas experiencias de okupación que se han vivido en el barrio, especialmente las relacionadas con la creación de centros sociales okupados autogestionados. Esta cuestión no es baladí, y ya en la revisión documental se ha encontrado un fuerte enlace entre los distintos proyectos de okupación y movimientos sociales que marcaban la agenda de movilización. Antes de las experiencias okupas de los llamados Laboratorios, ya habían existido en el barrio numerosas experiencias importantes. De hecho, el primer centro social okupado en Madrid fue en la calle Amparo en noviembre de 1985 que, aunque sólo duró unos días, es aún hoy referente en los relatos del movimiento. Como señalan los investigadores Raquel Cartas, Manuel Ortiz y Juan Luis de la Rosa, en el barrio de Lavapiés se concentraron el mayor número de okupaciones en los primeros diez años de estas experiencias en Madrid.
18.05.1994 Asedio y desalojo del centro Minuesa quierescallarte
Una de las okupaciones más representativas realizadas en Lavapiés probablemente sea el CSA Minuesa, una vieja imprenta okupada en un inicio –julio de 1988- por los trabajadores de la imprenta ante las evidencias de que el propietario de la empresa pretendía llevarla a la quiebra para derribarla y especular con el solar. Este centro, referente del movimiento okupa y alternativo de todo el país, no fue desalojado hasta 1994. Desalojo del que surgió una corta ocupación del edificio que hoy es el Teatro Price, en la Ronda de Atocha. En 1996 tuvo lugar la okupación de la casa del número 15 de la calle Lavapiés que tiene especial relevancia por ser el antecedente al Laboratorio 1. Además, fue el lugar desde el que surgió un espacio específico de mujeres desde el que se okuparía La Eskalera Karakola, el centro social autogestionado con mayor antigüedad en el barrio. Aunque no se ubica en su sitio original, sigue siendo, casi veinte años después, un referente dentro del movimiento asociativo del barrio, y del movimiento feminista madrileño.
La Eskalera Karakola boletincf+s
A raíz de estas experiencias surge lo que sería seguramente el proyecto más conocido: los Laboratorios. Del primer Laboratorio, situado en frente de la Tabacalera en la entrada al Parque del Casino de la Reina, cabría señalar la relevancia que tuvo desde el primer momento, siendo una okupa que seguiría la estela de Lavapiés 15 en su apertura al barrio, y como lugar de encuentro de muy diferentes movimientos sociales y colectivos a finales de los noventa, especialmente ligados al alter-mundismo y a la anti-globalización. El Laboratorio 2, situado en la plaza Cabestreros en lo que hoy es el CSROA La Quimera, estuvo abierto varios años y estaría más encerrado en si mismo que los otros. El Laboratorio 3 volvería a ser un proyecto más abierto, y se convertiría en los años que estuvo funcionando, entre 2002 y 2003, en un espacio donde confluía en gran parte el movimiento anti-LOU y el movimiento contra la guerra, así como muchos otros colectivos de diversa índole. Habría que señalar que tanto por lo analizado en la revisión documental, como por los relatos de los activistas los Laboratorios tuvieron un papel fundamental en los movimientos contra-hegemónicos de aquellos años.
CSOA La Alarma en Sebastián Herrera okupatutambien
Después de la última experiencia de los Laboratorios se abrió un período de discontinuidad, coincidente con un momento de reflujo de los movimientos sociales, de resaca de las movilizaciones contra el gobierno de Aznar. Sería en 2006 cuando se abriría de nuevo un ciclo de okupaciones, con el CSOA La Escoba Mesón de Paredes. Que continuaría en 2007 con el CSOA La Alarma en Sebastián Herrera; en 2008 con el CSOA Malaya en Atocha; en 2009 con el CSOA La Mácula en Sebastián Elcano: entre abril de 2010 y septiembre de 2012 con el CSOA Casablanca en Santa Isabel; a finales de 2012 con el CSOA Raíces, de nuevo en el edificio donde había estado La Escoba seis años atrás; y, por último, con el CSROA La Quimera abierto desde mayo de 2013 y todavía activo, en el edificio de Plaza Cabestreros donde había estado el Laboratorio 2.
La Quimera en la plaza Cabestreros google
Cabe señalar que todos estos espacios okupados han jugado un papel central en los movimientos sociales urbanos más importantes de los últimos diez años como se refleja en las entrevistas realizadas. Entre 2006 y 2010 estos centros fueron en gran medida una pata más del movimiento estudiantil contra el Proceso de Bolonia, como se puede deducir de las palabras sobre La Escoba realizadas por uno de los protagonistas de dichas movilizaciones universitarias: “allí hubo muchas reuniones de activismo estudiantil, si había una manifestación y la mani acababa con algo de lío o tal, pues era un buen sitio para volver de punto de encuentro, hacer asambleas, planificar cosas…”. Continuando ese trabajo ligado al movimiento anti-Bolonia las okupas de La Alarma y Malaya, la breve experiencia de la Mácula y finalmente desembocando el activismo estudiantil anti-Bolonia en Casablanca.
La Quimera en Cabestreros, batalla de agua csrolaquimera
En este sentido, cabe señalar los enlaces entre la lucha anti-Bolonia con la creación, primero de Juventud Sin Futuro (JSF) y el estallido del 15M. Como parte importante de la lucha en Ciudad Universitaria contra el plan Bolonia acabarían siendo protagonistas en esos nuevos espacios con un impacto mayor que los movimientos sociales alternativos previos. Respecto al espacio actualmente okupado, el CSROA La Quimera, merece la pena mencionar algunas observaciones de la entrevista a una de las activistas del centro social: la importante presencia del movimiento feminista en La Quimera y en el barrio, y la fuerte carga de reflexividad llevada a cabo por dicha okupa, cuya mejor muestra es el auto-cierre que hizo la asamblea de la Quimera para repensar mejoras en el aprovechamiento del espacio físico de la okupa, el papel que tenían en el barrio, la imagen que proyectaban, cómo podían mejorar el proyecto, etc.
Espacios de sociabilidad
Una de las cuestiones que aparece de forma recurrente en las entrevistas, es la existencia de espacios que permiten el encuentro y la interacción con otros activistas de diferentes organizaciones y movimientos. Los más mencionados serían los bares, terrazas y cafeterías que suelen frecuentar los activistas de distinto signo, como espacios donde poder encontrarse en un ambiente informal y amable. Lo que se deduce de los discursos de los distintos activistas, es que además de una amplia oferta de actos y eventos culturales y políticos, en el barrio estarían situados sus principales lugares informales de sociabilidad. Respecto a los variados espacios donde “sociabilizar” o tejer “relaciones personales de afinidad”, se señala también la vital importancia que tienen de cara al activismo, aunque es cierto que lo piensan en mayor medida aquellos que tienen algo que ver con procesos de convergencia.
Bares en Argumosa lamarea
Además de esto se ha señalado, por parte de los dos entrevistados que empezaron su activismo a mediados o inicios de los 2000, un cambio sustancial en las lógicas espaciales del activismo madrileño al entender que Malasaña habría sido sustituida como lugar de encuentro informal a lo largo de la anterior década por Lavapiés donde empezaban a surgir diferentes proyectos cooperativos en que los propios activistas eran los copropietarios de los bares en los que trabajaban. Se apunta a que en la actualidad en Lavapiés habría más de una veintena de bares en cooperativa. Es decir, se habría dado un desplazamiento de Malasaña como lugar de encuentro para el ocio hacia las plazas, los bares y los centros sociales de Lavapiés, sitios donde el activismo parecería encontrarse más cómodo.
Movimientos contra-hegemónicos
Una cuestión sustancial relacionada con las anteriores, sería la centralidad que tiene Lavapiés en los movimientos contra-hegemónicos de Madrid. En este sentido, en los discursos de los entrevistados se muestra que hasta cierto punto es lógico que exista en el activismo cierta tendencia a quedar o juntarse en el centro urbano, dada la disposición espacial de Madrid y lo “difícil que es moverse entre periferias”.
El Universal convertido en Traficantes de sueños google
Las cuestiones más reseñables sobre esa centralidad de Lavapiés en el activismo madrileño, podrían ir en varios sentidos: (I) el proceso ya mencionado en el que Lavapiés ha ido configurándose como el lugar de referencia para “hablar y discutir de política” desplazando a Malasaña; (II) que esa centralidad supone en cierta medida que se cree una especie de “gueto activista que te aleja un poco de la realidad”; (III) que con la irrupción del 15M y la estrategia tomada por este de “abrirse a los barrios”, se habría revertido en gran parte esta realidad y volvería a ganar centralidad vivir el activismo en tu barrio aunque esté en la periferia; y (IV) que la centralidad de Lavapiés ha tenido un peso especialmente importante a la hora de configurarse los nuevos proyectos de “asalto a las instituciones”. En este último punto habría que referirse especialmente a dos procesos: la gestación de Podemos en torno a la Librería La Marabunta, la primera sede de Podemos en la calle Zurita, y los bares de la zona; y por otro lado, la configuración de Ganemos Madrid y Ahora Madrid, ligadas ambas a espacios como Traficantes de Sueños y Diagonal, pero también a los espacios informales.
Desplazamiento hacia Arganzuela
Aunque se ha visto que hace una década empezó el desplazamiento de Malasaña -ligado a su gentrificación- hacia Lavapiés por parte del activismo, habría que señalar también que existe en todos los entrevistados referencias a la realidad actual de Lavapiés como un lugar que está sufriendo, a su vez, una gentrificación cada vez más visible, aunque algunos de los entrevistados muestren cierto optimismo en que la presencia fuerte del activismo y del cooperativismo pueda impedir esa gentrificación.
“Lavapiés ingentrificable” de Ruina cabezasdetormenta
Me atrevería a decir, según lo observado este último año en las calles, plantas bajas e interior de los edificios, que en Lavapiés se está dando una intensificación de la gentrificación en las ya bastante gentrificadas calles de Miguel Servet y Argumosa. Y que parece haberse abierto un espacio de oportunidad a la gentrificación en las calles cercanas a Cascorro, donde se mezcla la decrepitud de la zona tras la fuga de decenas de tiendas mayoristas, con el supuesto esplendor de los negocios y empresas de estética hipster. Sin embargo, creo también -aunque quizás esta creencia esté demasiado influenciada por mi posición como activista y como investigador social preocupado por lo que ocurre-, que Lavapiés seguirá resistiendo. Y que la resistencia no se encuentra solo en el cooperativismo o el activismo, sino también -por ejemplo- en las pequeñas viviendas en patios interiores o en los grupos de inmigrantes que utilizan el barrio como puerta de entrada a la ciudad.
Conclusiones e interrogantes
Una conclusión que parecería clara, es que en el barrio de Lavapiés se ha producido una importante concentración de movimientos sociales, organizaciones políticas, centros sociales okupados, bares en sociedad cooperativa o proyectos colectivos de autoempleo. Todo esto, además, se habría ido entremezclando con una presencia creciente de activistas y gente del entorno del activismo, o bien habitando en una vivienda dentro del barrio, o simplemente viviendo el día a día del barrio. Esta concentración de movimientos políticos y sociales estaría especialmente representada por la presencia casi constante de espacios okupados con voluntad de ser centros sociales desde que surgió la primera okupa en Madrid en 1985 hasta la actualidad. En todo Madrid se han ido produciendo okupaciones, pero en ningún barrio se ha dado el número ni la relevancia de las okupas de Lavapiés.
Centros sociales en Madrid del trabajo según 15mpedia
Señalar en la imagen para verla más grande
Además, podríamos identificar varios momentos en la relación del activismo político y social madrileño respecto al centro urbano de Madrid en lo que llevamos transcurrido de siglo: (1) un primer momento que supondría una especie de desplazamiento del punto de encuentro de ocio del activismo de Malasaña a Lavapiés; y (2) un segundo momento en que el efecto de la decisión del 15M de expansión a los barrios habría ayudado a que empezara a darse cierto desplazamiento del activismo hacia el sur, hacia el distrito de Arganzuela, tendencia agravada por un supuesto proceso de gentrificación que estaría recrudeciéndose en algunas zonas de Lavapiés. En relación con los espacios de sociabilidad hay que señalar su importancia a la hora de establecer confianza y relaciones de afinidad personal, de forma que sirvan para favorecer el entendimiento entre diferentes activistas, para relajar tensiones derivadas de las lógicas asamblearias, y para facilitar la convivencia en los espacios políticos.
Autor: Roberto Cilleros
Hasta aquí el larguísimo artículo de hoy. Me quedan pocas cosas que añadir. Una de carácter técnico. Para realizar su trabajo Roberto utilizó, aparte del soporte documental y bibliográfico, siete entrevistas en profundidad. Una buena parte del tiempo utilizado en diseñar la metodología se empleó en justificar la elección de los entrevistados. Se trata de un aspecto importante del trabajo que he suprimido enteramente porque el artículo ya era suficientemente denso.
Mi barrioooo… no lo reconozco ¿o si? fotomadrid elpais
Y otra sentimental. Durante un tiempo Lavapiés formó parte de mi entorno vital. Estudié toda la enseñanza media en el instituto Cervantes, en plena glorieta de Embajadores al lado mismo del edificio de La Tabacalera. Cuando leí el artículo de Roberto quedé impactado porque la realidad que describía no parecía tener nada que ver con mis recuerdos ¿activismo? ¿15-M? ¿Podemos? ¿okupaciones? ¿movimientos anti-hegemónicos? La verdad es que yo ya no conocí el Lavapiés multicultural. Pero cuando me contaban que convivían más de ochenta nacionalidades distintas no me resultaba extraño imaginarlas allí. Luego intenté entender este Lavapiés actual y, aunque me costó al principio, poco a poco empecé a pensar que sí, que también podía ser posible. Que, en realidad, el germen ya estaba en lo que yo recordaba. En el fondo, el alma de un barrio está condicionada por su realidad física y la gente responde racional y emocionalmente a cada piedra, a cada espacio, a cada árbol. Aunque cambien los elementos materiales y las generaciones subsiste el carácter, la impronta que, detrás de los cambios, se reconoce por todo aquel que lo ha vivido. Sí, claro que creo posible un Lavapiés corazón del activismo madrileño.