Cambiando libros de un sitio a otro (que es lo que se suele hacer en un julio
coronavírico) me encontré con la edición del veinticinco aniversario de la obra de
Ian McHarg titulada Design With Nature. Y me percaté que no le había
dedicado ni una línea en el blog a este libro seminal y, para mí, origen de
muchas de mis inquietudes. La edición que conservo está en inglés y es de
1992. Sin embargo, ya desde la realización de la tesis doctoral, mis
relaciones con el original de 1969 fueron constantes y debo confesar que
aprendí mucho de esta publicación. Para aquellos que no dominen demasiado el
inglés hay también una traducción al español con el título de
Proyectar con la naturaleza. Edición que cuenta, además, con una
excelente introducción de Juan Luis de las Rivas, Ignacio San Martín y
Frederick Steiner, la de Mumfort a la primera edición, así como la del
25 aniversario (1992) del propio McHarg.
Fragmento de la portada del libro (ed. 25 aniversario)
Me temo que en el artículo de hoy no voy a poder ser ecuánime. Es demasiado lo que le debo a este libro y son demasiado intensos los recuerdos que me trae. Hasta que compré la edición del 25 aniversario, la que manejaba era la de 1969 que no era mía. Me di cuenta de su importancia cuando, en 1992, asistí a un curso de dirección de Proyectos GIS para profesores de la UPM, una de cuyas lecciones impartió nada menos que Roger Tomlinson, considerado “el padre de los SIG” a raíz de su tesis doctoral leída en la University College de Londres y que se titulaba “Aplicación de métodos de computación electrónica y técnicas para el almacenamiento, elaboración y evaluación de datos cartográficos”.
Todo esto para explicar que le oí decir personalmente a Tomlinson que McHarg estaba en el origen de su planteamiento sobre los Sistemas de Información Geográfica. Resulta evidente de que el considerar a McHarg como semillero de tantas ideas no era solo cosa mía y que, probablemente, el libro no había caído en mis manos por mero azar sino por recomendación de algún profesor o compañero de la UPM. Desafortunadamente no recuerdo quien fue, pero hoy le daría un abrazo por lo que supuso para mí su lectura.
Promoción de "Design with Nature" en el Show de Mike Douglas
The Architectural Archives, University of Pennsylvania
metropolis
Empezaré por comentar el tema de los SIG. McHarg planteaba como método de
análisis la propuesta de una matriz por superposición de capas del territorio
que permitiera conocer sus posibilidades de uso por adición de elementos. En
definitiva, un sistema que hacía posible referenciar en cada punto del terreno
los valores para diferentes variables y luego hacer una evaluación global
indicativa de sus posibilidades. Esto que parece, a día de hoy, algo que
sabría hacer cualquier estudiante de urbanismo pero que en aquellos momentos
era una innovación, fue una idea que, por ejemplo, apliqué en mi tesis
doctoral superponiendo papeles transparentes. Lo cierto es que hoy, con
cualquier sistema SIG se podría hacer casi con un par de comandos, pero
entonces supuso todo un avance metodológico. Y, sobre todo, superar el
concepto del territorio como un plano neutro sobre el que poder dibujar
cualquier locura que se le ocurra a la mente privilegiada de turno, por el de considerarlo
un elemento más o menos adecuado para determinados usos (incluso prohibirlos en determinados casos).
Análisis del territorio por superposición de capas
Design with Nature. Señalar en la imagen para verla más grande
Porque lo que estaba en la base de las propuestas de McHarg era algo tan
simple como el respeto al medio. Proyectar con la naturaleza no significa nada
más que encajar una intervención en el ambiente de forma no violenta, de
acuerdo con sus características. Pensaba que, si las cosas se hacían bien, los
sistemas naturales y culturales podían coexistir amigablemente. De forma que
convertía a la ecología en la base del diseño. El problema, de algún modo, era
conseguir una mínima evaluación de los requisitos ecológicos del medio que
hicieran posible esta coexistencia. Y la metodología para esta evaluación
estaba basada en el overlay-mapping superponiendo diferentes mapas (cada uno
sería una capa) en los que se representaba una variable del territorio. Por
ejemplo, geología, hidrografía, suelos, vegetación, fauna… De esta forma podía
determinar la capacidad de un territorio para acoger diferentes usos y,
además, lo que se podría denominar su “vocación”. Esta mirada ecológica en el
planeamiento era una novedad frente a la tradicional mirada
antropocéntrica.
Modelo de idoneidad de usos del suelo para Staten Island
Design with Nature. Señalar en la imagen para verla más grande
Sin embargo, justamente esta mirada ecológica es lo que se le reprocha a
McHarg en el sentido de que olvida otras como la económica, la social o la
cultural. Aunque en algunos proyectos como en el del distrito de Richmon en
Staten Island introduce otras variables tales como la historia o elementos
escenográficos y paisajísticos, lo cierto es que siempre pone los valores de
naturaleza por encima de los antrópicos. Incluso en cuestiones como el tema de
la participación propone que se utilice para la determinación de los valores
de uso, pero la excluye cuando se trata de identificar todo aquello
relacionado con la conservación del territorio y los temas ambientales. Y es
que pensaba que sin el medio natural la civilización urbana no podría
sobrevivir y que era muy complicado entender, para los no especialistas,
determinados conceptos ecológicos de importancia. Y eso cuando todavía no se
había publicado el libro de G.C. Daily titulado
Nature’s Services: societal dependence on natural ecosystemse (1997)
que puso las bases de la consolidación del significado e importancia de los
llamados servicios ecosistémicos.
McHarg en Portugal en 1967
Archivos Universidad Pensilvania
bloomberg
Esta tendencia a situarse del lado de la naturaleza y obviar en principio
aspectos más antrópicos, la explicita el mismo cuando afirma en el prefacio a
la edición del 25 aniversario (1992), y en contestación a una pregunta de
Richard Wakefield sobre la razón de haber evitado tan clamorosamente el
tratamiento de los temas sociales en el libro: “Después de cuatro años que pasé en Harvard cursando estudios de postgrado,
fundamentalmente ciencias sociales, llegué a la conclusión de que la mayor
parte de estas especialidades y, singularmente la economía, eran la
antítesis de los estudios ecológicos. Por lo que respecta al resto de las
humanidades, es decir, a la sociología, la historia, el derecho y la
administración todas ellas hacían caso omiso del medio ambiente. Dado que no
veía la forma de reconciliar las ciencias sociales con la ecología decidí,
sencillamente, excluir este punto de mi libro”.
Fragmento de la portada del libro de Cohen "Ecohumanismo"
con los
retratos y firmas de Mumford y McHarg
kriso
Dado que le ofrecieron un millón de dólares para incluir estos temas dice que
se dedicó durante los veinte años siguientes a intentarlo. Y, “el resultado ha dado lugar al desarrollo y expansión del método de
planificación ecológica, convirtiéndolo en lo que denominamos ecología
humana”. Llega a decir que: "Las posibilidades de crear una ecología humana parecen viables por una
nueva ampliación e integración de las disciplinas científicas existentes. La
Ecología está acostumbrada a integrar las ciencias del medio biofísico. Si
ampliamos la ecología añadiendo la etología, introducimos el comportamiento
como una estrategia adaptativa. Si la ampliamos más allá con la etnografía y
la antropología podemos incluir el estudio del comportamiento humano como
adaptación. Si, finalmente, la ampliamos en la antropología médica y la
epidemiología podemos cerrar el ciclo examinando el medio natural y humano
en términos de salud y de bienestar". De cualquier forma, su genuina aportación fue la de introducir el análisis
del medio en los proyectos intentando superar la dicotomía entre “diseñador” y
“planificador”.
Ian L. McHarg en su despacho
tclf
Así que que analiza el territorio en función de los usos antrópicos que se
puedan producir en el mismo. En una reseña que hace Carlos Verdaguer del libro
para el Boletín CF+S se recoge un párrafo clarificador: “Normalmente, los mapas de usos del suelo e incluso, las propuestas de
ordenación, muestran categorías de uso amplias (...) Son el resultado de
pedir al terreno que manifieste aquellos atributos discretos que, al
superponerse, revelen una gran complejidad. Pero ésta es la verdadera
complejidad de la oportunidad y la limitación. Aun así, nos pueden parecer
caóticos, pero es sólo porque estamos acostumbrados a la seca regularidad de
la zonificación, porque no estamos acostumbrados a percibir la verdadera
diversidad del entorno, ni a responder a ella en nuestros planes”. Pero no solo propone la necesidad de colocar en primer plano una visión
ecológica del territorio y una metodología para hacerlo. También surgen otros
temas.
Plan para Green Spring and Worhington Valley (Valleys)
jstor
Del artículo de McHarg y Wallace "Plan for the valleys vs. spectre on
uncontroled growth"
Según se ha visto, lo básico sería la vocación o idoneidad de un suelo para
soportar determinado uso o su capacidad de adaptación. Para ello habría que
considerar una serie de factores. El primero estaría relacionado con la
posibilidad de conseguir un mayor orden que sería un impulso en dirección
contraria al vector entrópico presente en todos los sistemas. Es lo que se
podría llamar “negentropía” o “neguentropía” (ninguna de las dos palabras está
en el diccionario de la RAE). Representaría la necesidad de renovación de
cualquier sistema para conseguir mantenerse frente a la tendencia entrópica al
desorden y el caos. Esta idea también aparece en algunos de mis trabajos de
los años setenta como el que se titulaba
Cálculo de la entropía producida en diversas zonas de Madrid aunque con
el nombre de negantropía (que tampoco está en el diccionario de la RAE), en el
que intentaba determinar si realmente el orden antrópico era de un rango
distinto al orden de la naturaleza.
Y el segundo con la apercepción, entendida como la transformación de la
energía en información para darle significado. Luego la simbiosis que
se podría ver como la necesaria cooperación para conseguir aumentar el orden.
Todo ello nos conduce, como se ha visto en las líneas reproducidas
anteriormente, a la presencia de salud o enfermedad. Dice el
propio McHarg: “Por eso, la medida de la creación utilizada para valorar los artefactos es
el grado de apercepción que muestran, su expresión de simbiosis y altruismo
activos en forma de institución y el punto hasta el cual tales obras suponen
una mejora de vida, en el ámbito individual, familiar, comunitario y social.
Es la vida la que permanece, no las obras”. Negentropía y apercepción se convierten en un plus añadido a las más
ecológicas de idoneidad y adaptación y son la base de la aportación creativa
más antrópica.
Fragmento de la portada de "Proyectar con la Naturaleza"
Aunque en la introducción (a la edición española) de Juan Luis de las Rivas,
Ignacio San Martín y Frederick Steiner viene una amplia referencia a la
trayectoria vital de McHarg es imprescindible dar algunas notas. Nació en
Escocia en el año 1920 y murió en el año 2001. Ya de joven le gustaba mucho el
dibujo y se decantó por dedicarse a la arquitectura del paisaje. Después de la
guerra se fue a estudiar a la universidad de Harvard donde se tituló en
Arquitectura del Paisaje y también en Planificación Urbana. Vuelve a Escocia
donde trabaja profesionalmente unos años hasta que la universidad de
Pennsylvania le encarga la organización de un nuevo postgrado en Arquitectura
del Paisaje. En 1957 imparte un curso que tendría una gran repercusión que se
llamaba Hombre y Medio Ambiente al que invita a destacados autores.
Como un alumno aventajado toma notas de todo lo que dicen. Notas que,
posteriormente, le servirán como apoyo para redactar
Design With Nature.
Una de las frases más conocidas de Ian L. McHarg
Su capacidad de comunicación se puede observar sin más que leer sus
publicaciones en las que destaca su empuje, vitalidad y persuasión. Aquellos
que lean el original de Design with Nature podrán comprobar que su
forma de comunicar sobrepasa la de un texto académico. En palabras
de Carlos Verdaguer (para que no parezca que es solo cosa mía): “Escrito en primera persona con un contagioso apasionamiento y en un inglés
jugoso, exuberante, riquísimo, lleno de las resonancias arcaicas y
cuasi-bíblicas de un Thoreau o un Whitman y de la tensión poética de un
Emerson, estructurado en un denso crescendo narrativo que impide abandonar
la lectura y en el que se entrelazan armónicamente y con sentido del humor
las experiencias biográficas, las reflexiones filosóficas, las felices
metáforas, las exposiciones científicas, las propuestas técnicas y las
presentaciones de casos, constituye un texto absolutamente insólito, un
inigualable tratado de introducción a la ecología y una auténtica obra
maestra literaria que nos permite vislumbrar una forma diferente de exponer
los conocimientos científicos y técnicos”.
McHarg en el programa de la CBS "La Casa en la que vivimos"
Archivos Universidad Pensilvania
bloomberg
Y es que McHarg destacó también como comunicador. En los años sesenta tenía un
programa en la CBS titulado La casa en la que vivimos por el que
pasaron destacadas figuras científicas (incluso teólogos) que contribuyó de
forma importante a concienciar a la gente acerca de sus ideas sobre el respeto
a la naturaleza. Pero también fue un excelente profesional. Fundó la firma
Wallace McHarg Roberts y Todd (WMRT) que realizó trabajos tan importantes como
el plan para para el puerto interior de Baltimore, el de los Valles también de
Baltimore o el del Bajo Manhattan en Nueva York. Tuvo, y tiene, sus críticos,
por supuesto. La crítica principal ya se ha comentado, obviar casi por
completo (en Design with Nature) las variables más antrópicas. Pero también
otras probablemente más discutibles, como el hecho de haber culpado a la
tradición judeocristiana la creencia de que el hombre debe tener dominio sobre
la Tierra, que pienso no merecen un tratamiento más extenso.
The Valleys, Baltimore. Gradientes de crecimiento
Fragmento de un dibujo incluido en Design with Nature
Para todos aquellos que no hayan leído este magnífico libro precursor de tantas
cosas, les recomiendo encarecidamente que lo lean. A ser posible en inglés
porque, desde mi punto de vista, la traducción al español ha perdido parte del
empuje y entusiasmo que caracterizaba el original. Pienso que no solo es una
idea mía, coincide con el análisis que hace del libro Carlos Verdaguer en el
Boletín CF+S. Sin embargo, la versión española tiene una introducción
impagable a cargo de Juan Luis de las Rivas, Ignacio San Martín y Frederick
Steiner que es de lectura obligada. Comprendo que el artículo de este mes me
ha salido demasiado personal, poco aséptico, probablemente debido a que la
influencia de Design with Nature no solo me ha alcanzado en los
aspectos científicos y metodológicos, sino también la en la necesidad que
tenemos a veces, cuando pensamos que estamos tocando los puntos críticos de
las cosas, de expresarnos de una manera más informal y menos académica.
Nota 1.-Las tres ediciones básicas de este clásico imprescindible
son las siguientes:
- McHarg, Ian L. 1969. Design with nature. Garden City, N.Y.: Published for the American Museum of Natural History [by] the Natural History Press. Aunque la fecha de publicación es de 1969 el trabajo base del libro es del año 1967.
- McHarg, Ian L. 1992. Design with nature. John Wiley & Sons, Inc. Esta es la edición del 25 aniversario que cuenta con un prefacio del propio McHarg y una Introducción de Lewis Mumford.
- McHarg, Ian L. 2000. Proyectar con la naturaleza. Gustavo Gili. Barcelona. Es la traducción de la edición del 25 aniversario (1992) y cuenta con una introducción de Juan Luis de las Rivas, Ignacio San Martín y Frederick Steiner, un prefacio de Ian McHarg y la introducción de Lewis Mumford a la edición de 1969.
Nota 2.-También he citado la magnífica reseña que hizo Carlos
Verdaguer en el Boletín de CF+S que se puede encontrar
en este enlace.