Lewis Mumford laphamsquarterly
Claro que lo he consultado muchas veces a lo largo de estos años. Los dos volúmenes de que consta la edición de la editorial Infinito que tengo desde mis tiempos de estudiante están viejos, desgastados, llenos de anotaciones. Para un profesor de urbanismo su consulta es necesaria con bastante frecuencia. Pero no me había enfrentado a su lectura completa y en exclusiva desde hacía años. Y antes de seguir adelante debo decir que se confirma la impresión agridulce de la lectura anterior para la reseña de URBS. Impresión que se acentúa cuando ya empezamos a vislumbrar con claridad los elementos que componen el probable futuro de las ciudades. Así como el libro de Jacobs de Muerte y vida de las grandes ciudades se lee como si no hubiera pasado el tiempo, el de Mumford tiene partes con un cierto olor a armario cerrado. He mencionado el libro de Jacobs porque es bien conocida la rivalidad entre ellos y por la coincidencia en las fechas de edición, 1961. Vista la perspectiva que me dan estas dos relecturas, el libro de Mumford se mantiene más en el mundo de las motivaciones que en el de los descubrimientos.
Fragmento de la portada de la edición de Pepitas de Calabaza
La ciudad en la historia tiene un subtítulo Sus orígenes, transformaciones y perspectivas. Sigo considerando monumental la aportación de Mumford en todo lo relativo a la transformación de las ciudades. Su análisis de los procesos es, sencillamente, magistral. Pero, con el paso del tiempo algunos de los elementos relativos a los orígenes se echan en falta. No es que sus planteamientos sean erróneos. Increíblemente, y a pesar de que se a veces se le muestra como un abanderado de un cierto “ecologismo social” (Murray Bookchin), hay determinados elementos relacionados con el territorio que, sencillamente, se ignoran en su obra. Pero, desde mi punto de vista, donde el libro de Mumford se ha quedado rezagado es en el apartado de perspectivas. Aquí sí que la crisis ecológica que amenaza con cambiar todo el sistema no aparece con la virulencia que sería de esperar. Aunque claro, si miramos las fechas habría casi que haber sido adivino…
La ciudad medieval mitificada minihistoriauniversal
Tampoco se puede entender demasiado La ciudad en la historia sin saber que es el desarrollo y culminación de su obra The Culture of Cities (1938), en la que pretendía analizar los orígenes de la ciudad y la civilización moderna proponiendo alternativas a los errores que detectaba. Igual que Camillo Sitte consideraba la ciudad medieval como el modelo ideal. Modelo degradado posteriormente por el capitalismo y por el poder centralizado que daría lugar a la ciudad barroca. Algunos de los capítulos The Culture of Cities los retoma casi intactos en La ciudad en la historia, pero muchas otras partes se reelaboran enteramente de forma que, al final, se trata de un libro casi enteramente nuevo en el que la ciudad moderna surge como el triunfo del maquinismo. Este triunfo se concreta en enormes megalópolis basadas en la combinación de desplazamientos en automóvil y una suburbanización extensiva en la que los individuos se sitúan por encima de los ciudadanos. Esta es una de las secciones magistrales del libro y que se anticipa con gran clarividencia a parte de lo que iba a venir.
Esquema de la Ciudad Jardín de Howard timerime
Sin embargo, sus propuestas de cambio, basadas básicamente en la Ciudad Jardín de Howard, son la parte que más ha acusado el paso del tiempo. Sobre todo considerando que el origen de la práctica totalidad de estos inmensos suburbios banales en los que predomina el sprawl son, precisamente, el resultado de plantear soluciones concretas. Aunque sus defensores hablan de consideraciones urbano-ecológicas en sus propuestas, lo cierto es que el tiempo parece demostrar, que actualmente la llamada Ciudad Jardín (con la fragmentación y las bajas densidades que supone) se entiende como un ataque directo a una consideración ecológica del territorio. De todas formas incluso esta afirmación habría que tomarla con cautela ya que, tanto la energía distribuida, los alimentos de cercanía, los materiales autóctonos y, en general, todo lo relacionado con comunidades autosuficientes (que está en la idea de la Ciudad Jardín), todavía no han dicho su última palabra.
Schlierberg (Freiburg), hacia la autosuficiencia renovablesverdes
A pesar de estas críticas aparentemente negativas, las horas que dediqué a la doble relectura no me ha parecido tiempo perdido. Al contrario, ya en la primera, cuando terminé el capítulo XVIII y cerré el libro, probablemente hacía tiempo que no había sentido una sensación tan intensa de que había hecho algo importante. Pensé que esto era lo que querría transmitir al lector que leyera la reseña que me habían encargado. Y, por supuesto, a mis alumnos. Pero no sólo a ellos, porque parte de las claves de la comprensión de lo que ocurre ahora mismo, está en las cerca de 1200 páginas del libro. No es una novela, claro, ni se puede reducir a los 140 caracteres de un tuit (lo cual puede desanimar a más de un habitante de la red) pero la experiencia de su lectura de principio a fin es incomparable. No es únicamente lo que se refleja en sus páginas. Es mucho más. Es, probablemente, el intento de comprensión global más intenso llevado a cabo hasta el momento del principal artefacto que ha producido el ingenio humano: la ciudad.
Portadas de los dos tomos de editorial Infinito
En mi antigua edición en dos tomos el primero llegaba hasta el capítulo X (incluido) “El orden doméstico en la ciudad medieval”, supongo que por motivos editoriales de no descompensar ambas partes. Esa división pesó durante mucho tiempo de forma determinante, no solo en la compresión global del libro, sino incluso en la propia percepción histórica que tenía de la ciudad. En mi cabeza había dos momentos en la evolución de la ciudad: el correspondiente al primer volumen y al segundo. Pero, en realidad, al leerlo en único tomo el verdadero corte se produce en el capítulo XI “Quebrantos medievales y anticipos de la vida moderna”. Corte que, además, se corresponde con algo más de la mitad del número de páginas. Acostumbrados a historias del urbanismo que dividen la explicación de la historia de la ciudad antes y después de la Revolución Industrial (sobre todo aquellas con orientación en el planeamiento) sólo este hecho ya puede dar una idea de la importancia que le otorga Mumford a las primeras etapas.
La Revolución Industrial como tópico punto de inflexión sobrehistoria
Y es precisamente en esta primera parte donde pienso que su aportación es imperecedera. Eso no significa estar de acuerdo con todo lo que se dice. Pero la impresión de unidad y coherencia que el lector percibe a lo largo de la explicación de todos los procesos y de la evolución del artefacto ciudad en el tiempo es magistral. Hay que advertir que se trata de un relato puramente antropocéntrico y desde el modo de vida urbano. La ciudad, el hecho urbano, se estudia, se analiza, se explica, como si la naturaleza no existiera. Las escasas veces que aparece lo hace siempre de forma lateral y subordinada. A pesar de su admiración por Geddes. El mismo hecho de la existencia de las murallas no se considera (como lo hace Rickwert) un intento de separarse de la naturaleza, sino un intento de separarse de otros humanos. Esta es la tónica general y lo que, en cierto modo, falta en su discurso. En general, no sobra nada y lo que dice es coherente y tiene una fundamentación sólida. Pero los que hemos aprendido a ver la ciudad también desde el territorio notamos como si se hubiera amputado una parte.
La fundación de Roma, el sulcus primigenius, sala Capitolina
Fresco del Caballero de Arpino, Roma 30giorni
La crítica a la que aludía al comienzo se refiere a la visión perspectiva que propone en el último capítulo y que aparece en el título del libro. Se atisban cosas importantes, algunas de las cuales respondían a los problemas planteados en los tres capítulos anteriores dedicados a “la ciudad peleotécnica”, “los suburbios” y “la megalópolis”. Pero el cambio radical que se produce a mitad de los años ochenta del pasado siglo XX cuando el consumo mundial alcanza la biocapacidad de la Tierra, y a partir de los noventa con la sociedad de la información, hace que algunas de las cosas que se dicen nos parezcan realmente alejadas de los problemas reales a los que nos enfrentamos. A pesar de esto, hay apartados verdaderamente modernos que nos hablan todavía de nuestro tiempo. Los títulos de algunos capítulos así nos lo indican: el modo de vida suburbano, el suburbio de masas como anticiudad, familias en el espacio, la supresión de los límites, gigantismo proliferante, el recipiente que revienta, el destino de la Megalópolis, función cultural de la ciudad mundial o la ciudad invisible.
Las ciudades-territorio ya solo se perciben globalmente por su luz
Shanghai y el delta del Yangtze bluemarble
Probablemente un acercamiento actual a esta obra de Mumford sin situarla en el contexto en el que fue escrita no haga justicia a sus tremendas aportaciones. Debo reconocer que, como Mumford, personalmente me siento un aprendiz de otro de los grandes hitos en la comprensión del hecho urbano, Patrick Geddes. Pero así como Geddes centra su mirada en el territorio, Mumford lo hace en la ciudad. Y aunque ambos proponen una visión integradora, holística, no sectorial, lo cierto es que no terminan de conseguirla ninguno de los dos. Además, la relación entre ambos no está exenta de claroscuros ya que intentaban objetivos diferentes. Para Geddes el método de acercamiento a la comprensión de estos procesos tenía una finalidad básicamente ligada a la educación de los habitantes. Lo entendía como un sistema creador de identidad. Esto lo argumento claramente en el artículo que escribí para el blog en octubre de 2011 titulado “Recuperando a Patrick Geddes”. Mumford lo ve más como un instrumento analítico enfocado al conocimiento.
Geddes, la sección del valle, ocupaciones básicas patrickgeddestrust
Pero no sólo hay influencias de Geddes. Referencias a Ebenezer Howard se pueden encontrar en una gran parte de sus publicaciones, incluso en 1946 prologa una reedición de Garden Cities of To-morrow. En este apartado habría que citar también a Piort Kropotkin o a Eliseo Reclus. Ignoro como Pepitas de Calabaza ha llegado a culminar la reedición de este libro. En una editorial que en su fondo cuenta con Veintidós cuentos picantes de Samaniego, Esa mala fama… de Guy Debord , El arte de tirarse pedos (ensayo físico-teórico y metódico de 1751) o ¿Qué es la patafísica? de Enrico Baj, parece como si el libro de Mumfort no encajara. Claro que si vemos que en su catálogo están también los dos volúmenes de El mito de la máquina (“Técnica y evolución humana” y “El pentágono del poder”) otra de las obras fundamentales de Mumford, no parece que esta edición haya visto la luz por casualidad. En cualquier caso, algunos de sus análisis se han visto cercanos a ciertas posturas anarquistas y no parece muy extraño encontrar su obra al lado de algunas del catálogo de esta editorial.
Portadas de los dos tomos de El mito de la máquina
La personalidad de Mumford es ciertamente peculiar porque resulta que, además de que sus ideas se ven con simpatía desde posiciones cercanas al anarquismo (a cierto anarquismo) también se ven con interés desde instancias más oficiales (ciertas instancias oficiales). De forma que puede aparecer citado en multitud de lugares tan distintos que podrían llevar a la confusión sobre el encuadre de sus ideas. Lo mismo que en el caso de Jacobs su formación no fue académica. Es más, estaba en una posición contraria a todo lo académico y oficial. Muchas veces se le menciona como urbanista. Sin embargo el problema del urbanismo relacionado con el pensamiento liberal (digamos libre, para que nadie se sienta ofendido) es que, tarde o temprano, incurre en contradicciones al tropezar con la necesidad de regular. Algunas de estas contradicciones se detectan en La ciudad en la historia. Y, sobre todo, aparecen cuando se tiene que dedicar al urbanismo práctico. Es decir, cuando planifica, aspecto que no he tratado. Entonces todo es una pura contradicción al enfrentarse con la necesidad de regular.
Debido a sus 1200 páginas este libro es más bien para leer
encima de una mesa que sosteniéndolo con las manos
A pesar de todo esto, la visión global, casi holística, que propone para explicar los procesos urbanos y la evolución de la urbanización, es lo que todavía se ve como su gran aportación. Y lo que, al terminar, la lectura del libro nos produce esa emoción de “todo coherente” y comprensible. Y digo “casi holística” porque para serlo de verdad le falta la integración de los sistemas naturales que, sin embargo, en Jacobs está siempre presente como trasfondo y contraposición a la ciudad. Decía en la reseña original que esta “revisita” a Mumford había merecido la pena. Incluso el reencuentro físico con el papel, con el peso del libro, con el sonido de las páginas al pasarlas, con la belleza de la maquetación. O el perseverar en la lectura cuando quedan por delante más de mil páginas tratando de ir resumiendo mentalmente lo leído y anticipando lo que vendrá. El ir descubriendo hacia donde te dirige el autor. Se trata una experiencia que no deberían perderse todos aquellos interesados por la ciudad. Aunque tardemos tiempo en leerlo, aunque no estemos de acuerdo con algunas de las cosas que dice, incluso aunque físicamente sea difícil de manejar, el resultado es gratificante.
Mumford, Lewis: La ciudad en la historia, sus orígenes, transformaciones y perspectivas. Traducción de Enrique Luis Revol y Javier Rodríguez Hidalgo, editorial Pepitas de Calabaza, Logroño, 2012. El original en inglés fue publicado en el año 1961 por Harcout, Brace & World, New York con el título de The City in History: Its Origins, Its Transformationes and Its Prospects. La primera edición en español fue publicada en dos tomos por la editorial Infinito de Buenos Aires en el año 1966.