domingo, 3 de julio de 2022

Cambiar la metodología del plan

Las metodologías tradicionales utilizadas desde los primeros planes de urbanismo (y desde que Cerdá les confirió la etiqueta de “científicas”) se basan casi todas en un sistema que pasa sucesivamente por las etapas de diagnóstico, análisis y propuestas. Particularmente en el diagnóstico se recurre a todo tipo de técnicas estadísticas que pretenden conseguir resultados racionales para poder ofrecer propuestas consensuadas por la sociedad y sus representantes. Hasta hace poco el cálculo de un colector de pluviales pasaba por conocer el período de recurrencia en el que de forma probable se iba a producir una precipitación de determinada intensidad. Entonces, y en función del coeficiente de escorrentía del terreno, la rugosidad del colector, etc., se proponía un diámetro determinado.

Dimensionando un colector de pluviales  horizontetunero

Había que llegar a un consenso ya que según el período de recurrencia las calles se inundarían con una probabilidad determinada cada cierto tiempo. A mayor dimensión del colector menos inundaciones, pero más dinero habría que destinar al mismo en detrimento de otras inversiones como en colegios o en salud. Pero las cosas han cambiado. Y es que hasta mediados de los años ochenta del pasado siglo XX la biocapacidad de la Tierra era menor que la demanda y el problema era de explotación de los recursos. Pero a partir de entonces no solo consumimos toda la biocapacidad sino también los ahorros acumulados a lo largo de miles de años (tales como combustibles fósiles). No hay para todos, y el problema es de reparto.
         En realidad, la cuestión que lo cambia casi todo es aparentemente sencilla: contamos con un cierto capital natural (energía, agua, suelo, sumideros de contaminación) y tenemos que conseguir convertirlo en bienestar social. Dado que cada vez las necesidades de bienestar social son mayores, los beneficiarios del mismo también, y el capital natural permanece fijo, la situación se ha descontrolado respecto a las previsiones.

Estado de los servicios de abastecimiento según la EME  blog

Esta situación se manifiesta de muchas formas diferentes tales como la emergencia climática o las desigualdades cada vez mayores. Además, resulta que hay muchas razones para pensar que no somos capaces de mantener toda la biocapacidad ya que los servicios de los ecosistemas son cada vez menos productivos como se demuestra, por ejemplo, en la Encuesta del Milenio de España. Es evidente que esta situación necesita un ajuste. Este ajuste se puede producir dejando sólo al sistema. Es decir, sin hacer nada. Pero, probablemente, esta solución presente a la larga una factura demasiado onerosa que recaerá con toda seguridad en las clases o en las regiones más pobres y, según su dureza, podrá alcanzar a la mayor parte de las clases medias. Es decir, si se deja que el sistema se ajuste solo mucha gente va a sufrir mucho.

Portada del libro de Ulrich Beck  blog

El problema es que las técnicas que hemos utilizado tradicionalmente para prever las necesidades de suelo y alojamiento se basaban en la creencia de que el sistema iba a evolucionar según unos parámetros previsibles o que, como mucho, se iba a producir una crisis que se podía anticipar. Ulrich Beck en su último libro (que dejó inacabado y al que me refiero en un artículo anterior del blog de 2019 titulado "Urbanizar en tiempos inciertos") no habla de evolución, ni siquiera de crisis, habla de metamorfosis. El título del libro es bastante ilustrativo: La metamorfosis del mundo. Es decir, nadie sabe si del gusano va a salir una mariposa de lindos colores y si tendremos que pensar ciudades para seres que vuelen. Por tanto, ante una situación como esta, es difícil plantear estrategias validadas por la experiencia. Seguramente lo más sensato sea actuar con mecanismos, y sistemas que podríamos llamar preventivos.

La urbanización en un proceso difícilmente reversible  interemprs

Probablemente la forma más racional de actuar en momentos como los que nos ha tocado vivir sería no hacer nada irreversible. Se debería tender a poner en carga todo el suelo construido y el espacio urbanizado con objeto de “no aumentar más la superficie urbanizada del territorio” porque la urbanización es un proceso irreversible por lo menos a corto y a medio plazo. Y esto es debido a que, en la mayor parte de los casos, los costes ecológicos de desurbanizar son superiores a los beneficios. Y esto significa empezar a utilizar los metros y metros cuadrados de viviendas vacías que existen en nuestras ciudades, por favorecer su rotación mediante un sistema de alquileres eficaz, por sustituir los edificios ineficientes desde el punto de vista energético por otros diseñados con criterios bioclimáticos y por utilizar las modernas tecnologías para conseguir más con menos.

Recuperar la separación de la ciudad con la naturaleza  antrophistoria

Desde el punto de vista de las relaciones entre ciudad y territorio parece necesario que, poco a poco, se recupere el límite de separación entre ciudad y naturaleza roto con el uso masivo del automóvil. Y que lo único que se construya sea, en todo caso, para rellenar los intersticios libres que quedan entre los trozos urbanizados que se van distribuyendo de forma casi aleatoria con el único nexo común de las infraestructuras. Y cediendo parte del territorio a la naturaleza con objeto de que no vayan desapareciendo de forma acelerada los servicios de los ecosistemas que es estos momentos están menguando tal y como se aprecia en los estudios realizados. Es decir, probablemente sea necesario inventar una nueva ciudad. Inventar una nueva forma de ocupar el territorio que sea respetuosa con la naturaleza.

Reducción drástica de los transportes  elmundo

En realidad, habría que atender a cuatro ideas básicas. La primera sería la necesidad de conseguir un funcionamiento más eficiente del sistema. Para lo cual es prioritario reducir drásticamente los transportes horizontales responsables de la mayor parte de esta ineficiencia. La segunda sería debida al hecho de que la respuesta en un contexto de incertidumbre nunca puede ser igual que en una situación estable o, incluso, de crisis. La tercera, que se ha borrado el límite entre ciudad y naturaleza que permitía el funcionamiento de la primera a base de que esta era capaz de absorber todo aquello que le sobraba a la ciudad y, además, de suministrarle los recursos que necesitaba. La última idea estaría relacionada con la participación. El planteamiento consistiría, sencillamente, en profundizar en la democracia a partir del conocimiento (y no de la ignorancia) de nuestro entorno.

Participación no es posible sin información + educación  desinform

Todas las ideas anteriores las he mencionado con un afán básicamente pedagógico. Para dar a entender en, casi ninguno de estos casos, se pueden utilizar las metodologías tradicionales basadas en proyecciones de lo que ha ocurrido antes para hacer una previsión de futuro. Tenemos que recurrir a otros métodos. Como casi todo está ya inventado, propongo mirar hacia otro tipo de planificación. En concreto, a la planificación estratégica uno de cuyos instrumentos más efectivos es la creación de escenarios. Escenarios basados en el análisis de las posibles salidas a la situación actual. Dado que el cambio que se propone para los planes de urbanismo es bastante importante respecto a la metodología utilizada normalmente, la sugerencia sería un análisis intermedio combinación de ambas técnicas: proyecciones y escenarios. Mediante este sistema mixto se podría hacer la transición de una forma más suave.

Construcción prospectiva de escenarios  globalstray

Se trata de un cambio muy importante si se aplica a los planes de urbanismo tal y como se elaboran actualmente en España. Es decir, como planes que se asimilan a una norma jurídica que crea derechos y deberes y en la que se basan muchas inversiones para obtener una rentabilidad económica. Sin embargo, las emergencias actuales (cambio climático, agua y residuos) exigen plantearlos como algo más que un negocio. En los tres casos la metodología de proyecciones no es suficiente. Hace años que se viene hablando de la obsolescencia del planeamiento. Pero nadie cambia nada. En el año 2010 se presentó por el Ministerio de Vivienda el Libro Blanco de la sostenibilidad en el planeamiento urbanístico español que dirigimos entre José Manuel Naredo y yo mismo en el que ya proponíamos la sustitución del plan de urbanismo tal y como estaba configurado en aquellos momentos por otro tipo de propuesta mucho más flexible que la actual, y que permitiera cambiar el rumbo si se presentaban tempestades. Desde entonces todo sigue igual y la tempestad ya está afectando al barco.








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