En mis tiempos de estudiante de arquitectura (hace muchos, muchos, años) en la asignatura que se llamaba por aquel entonces Introducción a la Urbanística, una de las preguntas tenía por título “La figura de Robert Owen”. La verdad es que, en aquellos momentos, no entendía muy bien la razón de que tal personaje figurara en una pregunta de un curso de urbanismo. Luego, conforme fueron pasando los años me fui dando cuenta de que, efectivamente, se trataba de un sujeto relevante colocado en el lugar adecuado. Hace unos días cayó en mis manos un libro: Robert Owen, textos del socialista utópico. El libro está editado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el año 2015, y reúne una serie de escritos de Owen seleccionados y traducidos por José Ramón Álvarez Layna.
Ya puede suponerse que me acordé de inmediato de aquella pregunta que se había quedado anclada en el baúl de los recuerdos juveniles y empecé a leer el libro con bastante curiosidad. Al terminar no tuve ninguna duda de que debería hacer un artículo para el blog con la intención de despertar el interés por su lectura. Y también por retomar la figura de Robert Owen en unos momentos en los que se está discutiendo sobre la pertinencia o no de ir a la semana laboral de cuatro días o sobre la necesidad de poner a la educación en el primer plano de las prioridades políticas (de algunas prioridades políticas). Aunque, también es cierto, volví a la vieja idea de que, en un programa de Introducción a la Urbanística parecía un tanto raro ilustrar (para empezar y a bote pronto) a los futuros planificadores urbanos sobre figuras como Owen, o Fourier (o las colonias obreras) que también estaban en ese tema.
Sin embargo, incluso una autora tan relevante como Françoise Choay en su libro El urbanismo, utopías y realidades, encabeza el apartado de “El preurbanismo progresista” con la figura de Robert Owen. Pero antes de empezar a comentar algunos de los textos del “socialista utópico”, me gustaría resumir un poco el contenido de la pregunta que teníamos que aprender a lo largo del curso si queríamos aprobar la asignatura. Empezaba así (copio de mis apuntes de clase): New Lanark es un pequeño centro de producción de lana, fundado en 1780 por Arkwright, cerca del pueblecito de Lanark, a orillas del río Clyde, en Escocia. Se trata de un asentamiento que, en 1790 contaba con 2.000 habitantes. Su fama proviene de que el 1 de enero de 1800 se hace cargo de su dirección Robert Owen (1771-1858).
Owen decide dedicar parte de los beneficios de la empresa a mejorar las condiciones de vida de los obreros. Se trata de una iniciativa verdaderamente extraordinaria si pensamos en el contexto liberal de aquellos momentos. Así que, reduce el número de horas de trabajo, construye viviendas para los obreros (que se alojaban en barracones) y escuelas. Incluso una nocturna para escolarizar adultos. Su dirección dura 25 años y supone un hito importante ya que combina la paz social con el éxito económico. Entre 1817 y 1820 trata de generalizar y teorizar sobre sus experiencias en New Lanark y presenta ante el gobierno inglés una propuesta: la denominada comunidad de armonía y cooperación.
Como no se le hizo demasiado caso dejo New Lanark en 1825 y se compró un terreno en Indiana que incluía la aldea Harmony, fundada por George Rapp uno de los reformadores religiosos alemanes, donde se estableció con su familia y unos 800 seguidores para, como dice Benevolo, "realizar inmediatamente la armonía universal". La aldea se rebautiza con el nombre de New Harmony pero, aunque el experimento tuvo una gran repercusión en USA, las dificultades económicas y las discordias internas hicieron que fracasara la experiencia. Se fundaron comunidades disidentes, e incluso se llegó a establecer una destilería clandestina de whisky en ausencia de Owen. Algunos de sus seguidores intentaron experiencias parecidas, tanto en Inglaterra como en USA, pero fracasaron. Con el transcurso del tiempo, a mediados de siglo, las ideas de Owen se concretaron y tuvieron un amplio impacto desde el punto de vista económico, pero las cuestiones políticas y urbanísticas fueron dejadas de lado.
Hasta aquí mis apuntes. Sobre su figura, afirma Choay en el libro anteriormente mencionado: “Su crítica del liberalismo económico y sus propuestas de reforma lo sitúan en el origen del trandeunionismo y de la teoría del socialismo de Estado”. Y es que, para Owen: “la felicidad de uno, claramente entendida y uniformemente practicada; solo puede conseguirse a través de la conducta que deba promover la felicidad de la comunidad entera” (a partir de ahora todas las citas sin referencia están tomadas del libro que da título a este artículo).
Y ¿cómo conseguirlo? Trata de explicar que no es solo una cuestión teórica, sino que la aplicó en New Lanark de forma que “a los niños se les enseñaba a leer, a escribir y aritmética, todo durante cinco años, es decir, desde los cinco hasta los diez años, en la escuela del poblado, sin coste para sus padres. Se adoptaron todos los avances modernos en educación, o a veces están todavía en proceso de incorporación”.
Pero tenía una idea muy clara de cómo debería ser ese “poblado”. En el escrito titulado Sobre un nuevo sistema social de 1825, después de un "Primer Discurso" en el que trata de convencernos sobre la necesidad de basarnos en unos principios distintos a los que en ese momento imperaban, en el "Segundo Discurso" (el primero había sido tan largo que no le había dado tiempo a plantear cosas concretas), dice:
“El modelo reproduce una plaza rodeada de edificios, del que cada lado mide 1000 pies de longitud, y cada lado contiene todo lo que pueda exigirse para 5000 personas. La plaza también está pensada para acoger una escuela entera, academia y universidad, en la que una educación superior se dará de la infancia a la madurez, y que comprenderá la primera combinación de circunstancias que se haya formado jamás para hacer algo parecido a la justicia que demandan las capacidades físicas y mentales de los seres humanos”.
Y luego: “Los cuatro edificios del interior de la plaza, uno de los cuales se proyecta desde el centro de cada uno de los lados, contienen lo necesario para la alimentación de la comunidad, los comedores, almacenes, lavaderos, secaderos, destilerías y cualesquiera otras comodidades domésticas, diseñadas todas de la mejor forma, por hombres de gran ciencia y con experiencia práctica. Las escuelas, las salas de reunión, los laboratorios, las capillas, las salas de conciertos y de juegos, las salas para conversar, las salas para los comités y para otros asuntos públicos, todo estará en relación a los centros y a los ángulos del proyecto”.
En lo que respecta a los aposentos privados propone que estén en los centros y en los ángulos, ocupando las primeras y segundas plantas, mientras que en la tercera estarían los dormitorios para los solteros y los niños de más de dos años. Pero lo más interesante viene luego: “Cada apartamento será calentado, enfriado, ventilado y suministrado con luces de gas, y con agua caliente o fría a voluntad de los habitantes simplemente por medio del accionar de una estufa o de un ventanuco corredero. Todos los apartamentos pueden refrigerarse en tiempo cálido bastante, y pueden calentarse en tiempo frío lo suficiente en lo tocante a lo que es su ambiente…” No vaya a pensarse que esta detallada descripción del poblado e incluso de sus condiciones arquitectónicas en lo único que se menciona. Detrás de las casas están los jardines rodeados por las carreteras. Y más allá, el matadero, los establos, los edificios industriales, separados de las residencias por las plantaciones.
La descripción anterior me recuerda las propuestas de Howard en Las ciudades jardín del mañana de 1902. Y es que también Owen se ocupa de la financiación y, sobre todo, del sistema social. Ya se ha indicado que la base fundamental está en la educación. Así, los niños mayores de tres años serán escolarizados, alimentados convenientemente, y dormirán en dormitorios adecuados. Pero, además, propone todo un sistema de gobierno basado en unas normas y reglamentos “para ser establecidos entre las clases trabajadoras sobre la suposición de que estas pudieran pasar a poder tomar prestado capital”. Para experimentarlo propone la fundación de una nueva sociedad en Harmony, Indiana, en el año 1825 cuyo objetivo directo es “dar y asegurar felicidad a todos sus miembros”. Para ello propone una serie de principios y reglamentos generales.
Vemos como el punto II es suficientemente descriptivo de sus pretensiones: “Que, al comienzo, el número de personas no exceda en gran medida el de quinientos, incluyendo familias enteras”. Y en el apartado III: “Que, en tanto que es de la mayor importancia el hecho de que la Comunidad produzca dentro de sí el conjunto del suministro que necesite para cubrir las necesidades diarias de la vida, se vea también anexa al asentamiento una extensión suficiente de TIERRA para dedicarla esencialmente a tareas agrícolas”. Luego sigue con la descripción del poblado ya descrita en párrafos anteriores.
Se dan muchos detalles respecto a una gran variedad de temas. Entre otros, los relativos a la educación ya que se trata de unos de los principios más importantes de la propuesta: “Los niños de la Comunidad se educarán juntos, y como una familia, en las escuelas y en los patios de ejercicio que se pongan a su disposición en el centro de la plaza; donde estarán en cada momento bajo los ojos y bajo la inspección de sus padres”.
He tratado de interesar al lector acerca de una figura importante: la del “socialista utópico” llamado R. Owen. Me he centrado solo en un par de documentos del libro, pero recomiendo al lector también el resto. He descubierto muchas cosas que desconocía al leerlo y, sobre todo, el origen de algunas las ideas que, con posterioridad, se han ido desarrollando por diferentes autores, tratadistas y políticos. En mi caso, la constatación de que algunos de mis profesores tenían una visión más general de los temas urbanísticos de lo podía dar a entender el contexto en el que desarrollaron su labor. Para terminar, me gustaría en unos momentos de cierta intolerancia, reproducir el punto XXVIII de las Reglas y Reglamentos Generales de Sobre un nuevo sistema social, de 1825:
“Que como todos los Miembros de la Comunidad aceptarán la libertad de conciencia, la libertad religiosa y la libertad mental, se alcancen acuerdos y se tomen medidas para acomodar a todas las denominaciones con lugares de culto y de adoración apropiados, y que a cada individuo se le recomiende vivamente exhibir en el conjunto de su conducta la mayor tolerancia, amabilidad y caridad hacia todos los que difieran de él”.