Además quería reintroducir el tema del espacio público al que tantas entradas le he dedicado en este blog. Por tanto por “parques de proximidad” entiendo “parques públicos de proximidad” porque las áreas verdes privadas o semiprivadas resultantes de algunos de los nuevos tejidos urbanos no me interesan demasiado (por lo menos ahora). De forma que, una vez centrado el tema me gustaría analizar qué está pasando con estos espacios públicos que, desde mi punto de vista, deberían tener una importancia fundamental para la revitalización de una vida ciudadana en horas bajas.
La primera cuestión que me gustaría discutir es sobre su número, localización y extensión. Los estándares de referencia en la legislación española se correspondían con los del Reglamento de Planeamiento de 1978 en el Anexo Reservas de suelo para dotaciones en Planes Parciales. El art. 10 establece un módulo mínimo de reserva para el sistema de espacios libres de “uso público” del 10 por ciento de la superficie total del polígono. Si dejamos aparte los polígonos industriales o de terciario y nos centramos en los residenciales ese mismo artículo 10 establece dos escalas (hay una pequeña excepción relativa a las viviendas unifamiliares aisladas). En primer lugar hasta 500 viviendas la superficie de “dominio público” será de 18 m2 por vivienda (15 m2 para jardines y 3 m2 para juegos infantiles). Y a partir de las 500 viviendas este “dominio público” será de 21 m2 (15 m2 para jardines y 6 m2 para juegos infantiles). Con las comillas en el 10% de reserva para “uso público” y los 18 y 21 m2 de “dominio público” quería hacer notar una diferencia muy importante que se hace en la ley y que, a veces, no se ha tenido en cuenta en su interpretación. No todo el “uso público” es “dominio público”. Así en un polígono residencial de 1000 Has y 2000 viviendas la reserva para el sistema de espacios libres de uso público será de 1.000.000 m2 mientras que la superficie de dominio público será de 42.000 m2 que corresponde al 4,2%.
Me he remontado casi hasta la prehistoria de nuestro sistema de planeamiento para hacer notar dos cosas. La primera es que el sistema de reservas de zonas verdes se ha hecho tradicionalmente por polígonos y exclusivamente en función del número de viviendas. Esto ha traído consigo una práctica perniciosa heredada por el planeamiento desde entonces y que se puede ampliar a cualquier tipo de dotación en suelo urbano: el “café para todos”. No importa que un área urbana tenga una tipología de vivienda que duplique o triplique el número de habitantes respecto a otra. No importa que la población sea joven, envejecida o madura. No importa que sea rica o pobre. No importa que está muy concienciada y tenga una vida social muy intensa o que sus relaciones sean exclusivamente entre iguales en áreas privadas. Lo único que importa es que, cada tantas viviendas haya una escuela, un centro de salud, un centro religioso, otro de la tercera edad y tantos metros cuadrados de zonas verdes. Este sistema, aparentemente tan igualitario hace que tengamos equipamientos claramente infrautilizados y otros con sobreuso. Habría que cambiar el sistema de “café para todos” por el de necesidades reales que es muy distinto y olvidarnos de los tan urbanísticos “escalones urbanos”.
La otra cuestión es la distinción, aparentemente inocua, entre “uso público” y “domino público”. Independientemente que, por cuestiones de interpretación legal, se hayan podido hacer similares en algunos lugares respecto al Reglamento de Planeamiento, lo cierto es que llevaban en sí el germen de la confrontación actual entre espacios públicos y espacios privados, privatizados o semiprivados. Todo “uso público” respecto a los espacios exteriores (y probablemente también respecto a otro tipo de equipamientos) debería llevar consigo su “dominio público” porque de otra forma es casi imposible controlar que ese “uso público” sea verdaderamente público y no sufra privatizaciones encubiertas (los sistemas para hacerlo son muchos y muy variados).
Para evitar estos problemas los parques de proximidad deberían de ser de uso y dominio público, del tamaño adecuado a las necesidades de la población que sirven aunque suficientemente pequeños para que puedan ser gestionados por los propios vecinos (pero no “apropiados” por ellos) y distribuidos por todo el tejido urbano de la ciudad. Ya que estamos hablando de parques, es decir de zonas verdes, resulta imprescindible que estén interconectadas entre sí por pasillos o corredores que, además, proporcionen usos adicionales que no se pueden producir en zonas pequeñas (sendas para correr o pasear, itinerarios para realizar secuencias de ejercicios físicos, carriles de bicicletas, etc.).
Aunque no quería meterme demasiado en las condiciones de diseño resulta imprescindible aludir a un tema básico en el momento actual. Estos parques de proximidad deben de ser seguros. No sólo por la necesidad de seguridad real, sino también por la seguridad subjetiva. Sus usuarios no solamente deben “de estar seguros” en ellos sino también “sentirse seguros”. Sin la seguridad todo lo que voy a comentar a continuación sobre su uso y activación no tiene razón de ser. Y en el momento actual tenemos experiencia suficiente como para saber que se puede incrementar de forma notable tanto la seguridad objetiva como la subjetiva mediante el diseño. Ya he dedicado algunos artículos al tema (aquí, aquí y aquí) de los espacios urbanos seguros a través de los criterios que proporciona el método CPTED (Crime Prevention Through Environmental Design) y no voy repetirlo ahora. Lo único que tengo que decir es que, en los últimos proyectos de espacio público que conozco se ignoran estos criterios de forma clamorosa. El resultado es un espacio público del que, en general, huyen los ciudadanos dejándolo vacío o en manos exclusivamente de los elementos más marginales de la sociedad o de grupos que los hacen suyos y, en la práctica, los privatizan.
Bien, ya va siendo hora de entrar de verdad en materia. Aparte de lo ya dicho ¿cuáles son las condiciones que requieren estos parques del proximidad para adaptarse a la sociedad del siglo XXI? Por supuesto que no tengo la respuesta a esta pregunta. Pero trataré de reflexionar sobre algunas tendencias emergentes que se pueden detectar sencillamente teniendo los ojos abiertos a lo que sucede a nuestro alrededor. Decía Jacobs en Muerte y Vida de las Grandes Ciudades que: “A mi modo de ver, el camino que conduce al centro del aparentemente misterioso y perverso comportamiento de las ciudades es sólo uno: observar atentamente, con las menos pre-expectativas posibles, la escenas más ordinarias, los acontecimientos más corrientes, e intentar averiguar después lo que significan y si entre ellos discurre algún vínculo que los relacione.” Y no sólo lo que uno puede observar con sus propios ojos sino también lo que los demás notan y describen.
El ajedrez gigante de Zaramaga
Javier Manerio reflexiona en un artículo titulado Ajedrez en el espacio público sobre la preocupación del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz sobre el escaso uso del espacio público en la plaza del Tres de Marzo del barrio de Zaramaga donde colocó un ajedrez gigante a disposición de los ciudadanos (en tres años las piezas para jugar se han solicitado tres veces). Dice el Diario de Álava: “Antes, se instalaban en esta plaza las txosnas de las fiestas del barrio. Ya no caben, porque el tablero está vallado, así que se instalan en la Plaza de Zuberoa, antesala del centro cívico. En realidad, desde que arrancó la reforma, no ha acogido ningún acto público organizado. Sólo la asociación Bizigarri solicitó permiso en una ocasión, y el Ayuntamiento se lo denegó "porque el nuevo asfalto todavía no se había consolidado". Ahora, dieciséis damas y el rey, los alfiles, los caballos, las torres y los ocho peones siguen esperando a su Karpov en un almacén del centro cívico.”
Dice Maneiro: “La idea “ajedrez – uso – espacio público” tiene todo a su favor. El ajedrez es una actividad lúdica muy positiva con valores aceptados por todos. Su coste de instalación y mantenimiento sería muy bajo. Hacer un uso adecuado del espacio público es, o debería ser, uno de los objetivos fundamentales de cualquier política urbanística y social. Pero la idea no cuaja.” … “El motivo de este desacierto podría explicarse, “ajedrecísticamente” hablando, por una mala planificación estratégica de su difusión: desconozco si se ha llegado a hacer, pero una estrategia que hubiese permitido alcanzar el uso deseado de ese espacio público, todavía se está a tiempo de utilizarla, hubiera sido contactar con los clubes locales y tratar de canalizar el uso de este espacio apoyándose en ellos.
En la página web de la Federación Alavesa de Ajedrez figuran hasta 8 clubes, la mayoría de ellos en la propia ciudad. Desde un punto de vista político, la idea de promocionar un espacio público para el uso de una actividad vista con buenos ojos “vende”. Por su lado, los clubes necesitan recibir el apoyo local (= recursos) para poder desarrollar una labor social basada en la difusión de la actividad que tienen por objeto. La suma de este binomio parece muy fácil de engranar. Si a esto le unimos los escasos costes para su puesta en marcha y mantenimiento… Blanco y en botella…”
El arte en el espacio público
Rodrigo Alonso en otro articulo titulado El afiche artístico en el espacio público dice lo siguiente: “En Public Art and Urban Identities, Miwon Kwon recoge la progresión –ya clásica– del arte público en los Estados Unidos, reseñándola en tres estadios prácticamente sucesivos: 1.- El arte en los espacios públicos: típicamente, una escultura modernista abstracta colocada en un espacio exterior, con el objeto de “decorar” o “enriquecer” una área urbana, generalmente plazas o edificios públicos o corporativos. 2.- El arte como espacio público: obras menos orientadas hacia el objeto y con una mayor conciencia del lugar donde serán emplazadas, que generalmente tienen en cuenta el contexto urbano, la arquitectura o el diseño de los alrededores. 3.- El nuevo género de arte público: programas temporarios en los que los artistas trabajan con la gente del lugar, principalmente con los sectores marginales, focalizándose en cuestiones sociales o de identidad local o grupal.”
Y luego más adelante: “La expresión artística correctamente articulada en el espacio público puede, en opinión de Suzanne Lacy, poseer una relevancia social efectiva. Según la artista, la experiencia pública se ha manipulado al servicio de la publicidad y la política, por ejemplo, donde los productos y los políticos se vinculan al deseo y a los valores. La experiencia privada ha perdido su autenticidad en el ámbito público y quizás el arte, al menos simbólicamente, puede devolverla. En su opinión, la empatía es un servicio que los artistas todavía pueden ofrecer al mundo.”
Wifi en el parque del Sol
Mari Carmen Jaime en DiarioSur escribe el artículo El parque del Sol, primer espacio público de acceso wifi a Internet en Fuengirola. La noticia indica que, en dicho parque, el acceso a la red es completamente libre. En la reseña puede leerse: “La alcaldesa, Esperanza Oña, aclaró que «el Ayuntamiento se encontró con la dificultad de ubicar el espacio en un lugar público que a la vez estuviese acotado, para así no entrar en una posible competencia desleal con respecto a las compañías que ofrecen el servicio». De esta manera, al ser un parque municipal debidamente perimetrado y donde la conexión no excede los límites de la zona verde, la mandataria equiparó el uso de la red «al que le puede dar cualquier ciudadano de forma gratuita si se conecta en una biblioteca pública».
Y más adelante: “El acceso a la red será completamente libre, sin que el dispositivo solicite al usuario requisito alguno. Tal y como apuntó la alcaldesa, «el usuario implemente deberá localizar la red inalámbrica con el nombre de 'Parquesol' y conectarse». De esta manera, ya se puede disfrutar de una conexión a Internet gratuita y de calidad dentro del parque. Durante la presentación, la primer edil quiso invitar a jóvenes y mayores a que hagan uso de este nuevo servicio municipal que permite disfrutar del ordenador también en un parque de la ciudad.”
Aeróbic en el parque Lumpini
Carmen Gómez Menor escribe en Soitu.es un articulo titulado Domingos en el Parque: disfruta tú también de Lumpini donde puede leerse: “Todos los domingos a las 5:30 de la tarde, la explanada delante del templete se llena de tailandeses, expatriados y turistas que disfrutan de la selección de música clásica, éxitos de siempre y canciones populares locales que desgrana la orquesta.
Muchos aprovechan y se traen la cena, improvisando un picnic sobre la hierba mientras ven atardecer con un fondo musical de lujo. Las agradables temperaturas de las que disfruta Bangkok en estos meses (entre los 11 y los 28 grados centígrados) hacen que sea posible disfrutar de esta experiencia, ya que el resto del año el calor y la humedad lo harían mucho menos agradable.” El parque Lumpini se encuentra en Bangkok (Tailandia).
Más adelante escribe: “Si caminas por el parque esperando relajarte con el canto de los pájaros y oyes el sonido atronador de música dance o techno, es que te acercas a uno de los al menos dos o tres grupos diferentes de aeróbic en masa que se encuentran en el parque. Gente de toda edad y condición intenta seguir sin mucho éxito las instrucciones de dos o tres monitores. Los grupos pueden llegar hasta el medio centenar de entusiastas participantes. El sonido es devastador y cuesta entender que no se den cuenta de lo paradójico que resulta perturbar así la tranquilidad de un sitio que debería ser un oasis de paz y armonía, pero estamos en Asia y el individuo cuenta poco ante el poder del grupo. Al menos habrá que concederles el saludable hábito del ejercicio.”
Huertos comunitarios en Madrid
En un reciente reportaje del periódico El País titulado Plantar lechugas debajo de casa puede leerse: “Ana Pascual lleva 40 años viviendo en la plaza de Corcubión, y desde su casa siempre veía un rincón abandonado y lleno de escombros. Ahora, cuando se asoma a la ventana, el paisaje que ve se parece más a "un pedacito de pueblo": una mesa merendero bajo un gran árbol rodeada de tomateras, coles, flores y plantas aromáticas. El huerto comunitario del barrio del Pilar, promovido desde la asociación cultural La Piluka, le ha cambiado la vida. "Paso muchas horas aquí, me ayuda a evadirme y me motiva", confiesa Ana, regadera en mano.”
Y más adelante: “Y ha despertado el gusanillo de otros colectivos. Es el caso de La Charca de la Rana, un grupo que intenta recuperar un descampado del parque de las Avenidas como lugar de encuentro. El segundo sábado de cada mes, desde noviembre, organizan un mercadillo de trueque. "Nuestro próximo proyecto es poner en marcha una huerta", contaba Miguel en medio del ajetreo del sábado pasado. Mirando los matorrales que crecen salvajes alrededor, la idea se antoja ambiciosa. Algo más allá asoman los restos del botellón. El trabajo de limpieza es la primera tarea de los futuros hortelanos.”
The Guerrilla Gardening
La Guerrilla verde (o guerrilla de jardineros o de jardinería según las traducciones que se han hecho) pretende transformar espacios sin uso, degradados, sumidos en el olvido en oasis de verdor y plantas. Se trata de utilizar la jardinería para recuperar este tipo de espacios. En la revista Man se puede encontrar un artículo de María Ovelar titulado Guerrilleros Verdes en el que leemos: "Me encanta la jardinería, pero no tenía jardín. En mi barrio, Southwark, muchos espacios públicos estaban desatendidos. Se me ocurrió coger una pala y unas semillas y arreglarlos". Richard Reynolds, de 31 años, es el responsable del renacer de la Guerrilla Gardening. Este dublinés afincado en Londres movilizó a media capital inglesa en 2004 a través de su página web. Reynolds empezó a subir fotos de zonas degradadas y muchos internautas decidieron acompañarle en sus salidas nocturnas. "Sin Internet no hubiera sido posible. Nos ayuda a organizarnos. Quien quiere sumarse a una de las acciones, no tiene más que entrar en la página y apuntarse". La página recibe unas 100.000 visitas mensuales. Su blog describe las salidas del grupo, que arregla un nuevo jardín cada dos semanas.
La Guerrilla Gardening nació en los setenta en Nueva York, con un grupo llamado Guerrilla verde, y liderado por la activista Liz Christy. Sin embargo, sus raíces se remontan a principios del siglo pasado, en los Community Gardens, o espacios verdes de los barrios pobres de Nueva York. En Nueva York existen 800 jardines plantados por ciudadanos anónimos en suelo público. También los hay en San Francisco, Toronto o Melbourne (Australia).”
Activación de los parques de proximidad
Todas estas referencias ¿qué tienen en común? Obviamente se trata de actividades a realizar en parques o en otros espacios públicos. Además son actividades que necesitan del apoyo ciudadano para poder ser realizadas. El caso que explica Javier Maneiro sobre el ajedrez gigante de Zaramaga es paradigmático. Es imposible “activar” un espacio de estas características ante la inexistencia de “activadores”. Probablemente si las sociedades ajedrecísticas de Vitoria-Gasteiz se hubieran implicado desde el principio en el proyecto en estos momentos el ajedrez gigante estaría funcionando. Aunque también probablemente no sería tan grande como el que se hizo o tendría unas características distintas, sugeridas o “aconsejadas” por los que luego lo utilizarían. Esta relación entre usuarios, diseñadores y gestores (o “activadores”) parece imprescindible para devolverle a estos espacios públicos el papel que les corresponde en la potenciación de la vida ciudadana.
Por estas razones ya no se deberían permitir proyectos de parques de este tipo que fueran simples diseños. Este siglo XXI necesita que este proyecto de diseño (imprescindible por otra parte) esté acompañado por un proyecto de actividades o de gestión que cuente con el acuerdo de la administración y de los ciudadanos. En este proyecto de actividades deberían detallarse las posibilidad de actividades múltiples en el mismo espacio, las entidades y organizaciones que se implicarían y las aportaciones de la Administración y de las empresas privadas. En párrafos anteriores se han mostrado una serie de ejemplos de cosas que se pueden hacer en estos parques de proximidad. Por supuesto que sólo se harían algunas. La mayor parte serían de carácter doméstico y fomentarían la relación vecinal como están consiguiendo algunas asociaciones incluso en espacios no adecuados. Esta relación vecinal es fundamental para lograr que la vida ciudadana se humanice. Imprescindible para que nuestras ciudades no sean remedos urbanos de grupos sociales encerrados en sus recintos exclusivos.
Sin embargo estas actividades domésticas no son suficientes. Para que nuestras ciudades no se conviertan en imitaciones urbanas de grupos sociales encerrados en sus recintos exclusivos (y este es el peligro que podría acechar a estos parques de proximidad), y sean estos recintos públicos o privados, se necesitan también relaciones entre “desiguales” (en otro artículo del blog ya me he referido a esta cuestión) y las relaciones entre desiguales sólo se producen cuando aparecen “extraños”. Si las actividades que se producen son puramente domésticas no acudirán “extraños”. Y el extraño, el otro, resulta imprescindible para conseguir esta “educación para la urbanidad” de la que habla Bauman y que ha sido una característica esencial del modo de vida urbano. Por tanto en el proyecto de actividades o de gestión debería de incluirse alguno de ámbito mayor que el doméstico. Digamos que sería una actividad de “exportación”.
Estas actividades de exportación son las que deberían mantener los parques mayores e, incluso, los parques de carácter metropolitano ya que en ellos, a diferencia de los parques de proximidad, su ámbito es la ciudad entera o la metrópoli. Pero incluso en los parques que estamos proponiendo como domésticos debería existir alguna actividad de este tipo para que acudieran los “extraños” que son necesarios para completar una verdadera vida urbana. En los ejemplos anteriores se incluyen muchas actividades de este tipo. Desde las artísticas hasta los juegos de ordenador en red aprovechando un área wifi gratuita. Una actividad de este tipo cuyo ámbito abarcara la ciudad entera sería suficiente para mejorar la variedad social y propiciar encuentros entre desiguales. Por supuesto que el proyecto de diseño del parque debería posibilitar el proyecto de actividades o gestión.
Los espacios públicos están perdiendo algunas de sus funciones tradicionales pero en el horizonte se ven otras nuevas. Por supuesto que muchas de las que siempre le han caracterizado seguirán. Por ejemplo, el espacio público como lugar de confrontación (¿qué mejor escenario para una manifestación?). O como lugar donde se desarrollan las manifestaciones populares (¿alguien se imagina una procesión de Semana Santa en otro sitio que no sea una calle?). Sin embargo, otras se han ido desplazando a escenarios diferentes como Internet o lugares privados o cuasiprivados. Ante este panorama hay que estar atentos a las nuevas funciones que se van abriendo paso, a pesar de los proyectos limitantes de muchos urbanistas y arquitectos, tratando de ver como se pueden facilitar para que se pueda recuperar la vitalidad de una vida urbana ciertamente menguante en los últimos años del siglo pasado y comienzos del actual.